Ángel Cristo concede una entrevista pagada al ‘Mississippi’ de Pepe Navarro para rajar contra su exesposa Bárbara Rey, y esta responde haciendo lo mismo en el programa de Nieves Herrero

El riesgo de usar la tele como lavadora automática, creyendo que puede blanquear, purificar, los trapos sucios familiares, es una temeridad que no aconsejamos: en lugar de limpiar, ensucia más. Hemos tenido estos días un ejemplo bien miserable. Salió en primer lugar Ángel Cristo en el programa de Pepe Navarro (Esta noche cruzamos…, Tele 5) con la única intención de quejarse del trato que recibe de su ex, Bárbara Rey. Entonó un gimoteante rosario de reproches, un via crucis por la reseca orografía de su yermo, cuarteado, roto matrimonio, y acabó reclamando a sus hijos (“No me los deja ver. No sé dónde están. Lo de que el mayor no quiere saber nada de mí es una falsedad”) mientras soplaba las velitas de una tarta. Este domador de leones dio esta vez un triste, mísero, culposo latigazo sobre su propia intimidad. La respuesta ante aquel cuadro no se hizo esperar: salió Bárbara Rey pocos días después en Cita con la vida (Antena 3 TV), usando el programa de Nieves Herrero para contestar. Con sus uñas de vedette, pérfidamente afiladas, arañaba ante las cámaras, y salía sangre: “Es un hombre con problemas, ¿saben?, y no se entera, ni quiere enterarse, de dónde están sus hijos”. Imagino a un hijo de esta pareja, en el recreo del patio. Imagino el comentario de algún compañero de clase (“Ya he visto a tu padre y a tu madre mordiéndose en la tele, tío. ¡Qué buen espectáculo!” ). Imagino ahora un juez, un magistrado, que agarra a Bárbara, al Ángel, a la Nieves y al Pepe y los pone un rato a la sombra, a ver si se limpian de verdad. ¿Estamos?