30 abril 1981

El diputado Antonio de Senillosa le replica desde el diario EL PAÍS hablando de 'La Sexta Pluma'

El presidente de la agencia EFE, Luis Mª Anson denuncia en un artículo (‘La Quinta Pluma’) infiltración comunista en la sociedad

Hechos

El 30 de abril de 1981 el periodista D. Luis María Anson publicó en el ABC su artículo ‘La Quinta Pluma’.

Lecturas

¿PRETENDE EL PRESIDENTE DE EFE RECUPERAR EL BULO DE QUE CEBRIÁN ES DEL KGB RUSO?

Si hubo un artículo que provocó mucho ruido durante el año 1981 fue el que don Luis María Ansón, presidente y director de la agencia EFE, publicó en diario ABC titulado “La Quinta Pluma” el 30.04.1981. Un artículo que no iba en Tercera sino en una sección de colaboraciones externas que había creado el periódico dirigido por D. Guillermo Luca de Tena para publicar colaboraciones añadiendo siempre al final el corchete de que ‘ABC no tenía por qué compartir la opinión de esas páginas’. Y eso que el Sr. Anson  era miembro de su Consejo Editorial.

Lo llamativo es que en ese artículo el Sr. Anson aseguraba que tenía comprobado que había un plan comunista desde la Europa del Este y Moscú para infiltrar el comunismo en España sutilmente. Aseguraba, pues – como información, no como sospecha – de que en España había periodistas sufragados por el comunismo. No decía a quienes se referían, pero el sospechoso número 1 era EL PAÍS de D. Juan Luis Cebrián (en el que se multiplicaban las sospechas de que era agente soviético. Pongamos el contexto, el un año antes, el 13 de mayo de 1980, se harían públicas las cuentas suizas que pretendían demostrar que el KGB (el servicio secreto de la URSS) tenía a sueldo al Sr. Cebrián, cuentas que se demostraron falsas, según manifestó el Gobierno de entonces.

El PSOE denunció públicamente al Sr. Anson por aquel artículo en el Congreso de los Diputados acusándole de “tesis pro-golpistas” y de criticar a periodistas “de espíritu democrático” (por EL PAÍS). Aquello lo dijo desde la Tribuna el diputado D. Leopoldo Torres, curiosamente le Sr. Torres sería más tarde Fiscal General del Estado durante del Gobierno del PSOE de D. Felipe González donde sería acusado de inquisidor contra periodistas y medios (presentaría una querella contra EL MUNDO por informar sobre el caso Juan Guerra o otra contra el YA por una caricatura).

Pero como era inevitable, EL PAÍS debía responder, no lo hizo esta vez desde el editorial, lo hizo desde su página de Tribuna Libre a través de un intelectual don Antonio de Senillosa, que estaba en su accionariado. El Sr. Senillosa idóneo, si hubiera contestado D. Javier Pradera, la derecha podría haber visto tras su pluma la negra mano del comunismo y decir “¡lo veis, la Quinta Pluma!”. Pero no era el caso del Sr. Senillosa, el fundador de Acción Ciudadana Liberal, marcadamente liberal, catalán y elegido diputado en las listas de Coalición Democrática. En su artículo titulado ‘La Sexta Pluma’, el Sr. Senillosa se burlaba de la teoría del Sr. Anson e insinuaba que por esa regla de tres el denunciaba una conspiración de periodistas a sueldo de los Estados Unidos y sus dólares.

También D. Pedro J. Ramírez, en su calidad de ‘hermano menor’ de D. Juan Luis Cebrián, cargó contra el presidente de EFE por aquel artículo. En un editorial de DIARIO16 se leía: embustes, falsedades y verdades a medias sólo puede nacer de la enfermiza cabeza de tal individuo, fabricante de ese paranoico, fascistoide y delirante invento de la ‘quinta pluma’ con que trata de azuzar a españoles contra españoles”.

El 22 de mayo en TVE se celebraba el prestigioso programa ‘La Clave’ de TVE para comentar si había secuelas de golpismo, ahí, el líder del PSOE, D. Alfonso Guerra, pedía en directo y en antena la cabeza del Sr. Anson: «Hay un señor que preside la agencia oficial de noticias, con miles de millones del erario público, que se ha dedicado a publicar que Alfonso Armada es un caballero. A este señor nadie le ha quitado de su puesto». Ante la petición de despido no hubo ningún intento por defender al compañero periodista por parte de los dos periodistas presentes, D. Juan Luis Cebrián y D. José Luis Balbín. El sr. Anson era de la otra trinchera.

Columnistas del resto de la prensa comentaron aquel artículo, y no sólo dentro de España. El artículo  sería reproducido por EL MERCURIO de Chile que lo presentó como prueba del peligro comunista en 1985… ¿quién gobernaba en Chile en ese momento? Sí, el General Pinochet, que de nuevo volvía a cruzarse en el CV del Sr. Anson.

Nunca aparecía una prueba contundente de esa teoría denunciada por el Sr. Anson, tampoco se le preguntaría al Presidente de EFE por el tema en ninguna de las centenares de entrevistas realizadas, salvo en la que le realizó J. F. Lamata para PERIODISTA DIGITAL en la que le veterano periodista se limitó a decir: “Ese artículo lo escribí por la documentación que había recibido de las múltiples delegaciones de la Agencia EFE” y zanjó la cuestión.

 

El Sr. Anson aseguraría que el artículo de ‘La Quinta Pluma’ se hizo por informaciones que llegaban a EFE:

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30 Abril 1981

LA QUINTA PLUMA

Luis María Anson

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Gramsci ha derrotado a Lenin en la estrategia de la lucha revolucionaria a largo plazo. El asalto al Estado por la vía de la violencia guerrillera todavía se utiliza para algunas naciones de menor rango. Pero, en general, la subversión del orden social de Occidente se ha organizado ya sobre la conquista de las superestructuras del poder, la cátedra, el libro, el cine, el teatro, la prensa, la radio, la televisión, la música, los ateneos, las salas de arte, los círculos intelectuales. El mundo de la educación, el de la cultura, el de la información, constituyen los objetivos preferentes de las fuerzas subversivas. Y asombra la inteligencia y la eficacia con que han actuado.La guerra de la información está planteada globalmente, tanto en Europa como en America, y se extiende desde la cátedra hasta el tebeo. No existe una sola parcela del mundo de la comunicación que no haya sufrido la infiltración subversíva, sujeta a un plan minuciosamente elaborado.

Los profesionales de la información constituyen el gran objetivo de esta maniobra. Crear o adquirir o financiar agencias, periódicos o emisoras, es caro y se deja a la iniciativa de los eficaces empresarios del mundo occidental. De lo que se trata es de utilizar esos medios en los que otros arriesgan su dinero, su esfuerzo y su tiempo. A través de los periodistas se procura distorsionar, con gasto mínimo y eficacia máxima, el propósito fundacional de agencias, diarios, revistas y emisoras de radio y televisión, hasta colocarlos al servicio de las fuerzas que pugnan por subvertir el modelo de sociedad occidental.

Los estrategas de la guerra de la información no creen demasiado ni en el idealismo ni en los principios éticos de los periodistas. No tratan de introducir el caballo de Troya en la ciudad occidental. Han instalado, más bien, el pesebre de Troya. Aunque la inmensa mayoría de la profesión permanece sana, a numerosos periodistas, mal pagados en casi todos los países del Oeste, se les proporciona una fuente suplementaria de ingresos a través de determinadas instituciones o de fáciles trabajos ocasionales. Se trata de habituarles a vivir por encima de su sueldo profesional para que se plieguen luego a las indicaciones de quien paga el complemento. Se compromete así a redactores, colaboradores, columnistas, auxiliares de redacción. Para los puestos directivos, que suele cubrir el empresario con hombres de su confianza, se empuja y apoya a profesionales de carácter débil, de vida complicada o de antecedentes políticos vulnerables.

No pocos periodistas, sin embargo, consideran que lo principal no es el dinero, sino el éxito. A éstos se les filtran exclusivas reales o informes reservados ciertos. Producido el éxito profesional, el periodista acudirá de forma espontánea a la fuente que se lo proporcionó.

Dentro de la estrategia general de la guerra informativa, las maniobras de infiltración tienen muy varias facetas.

En los periódicos impresos se intenta, primero, la ocupación de la selección laboral. Luego, cultura y educación. Y se continúa la escalada. En la sección religiosa se infiltra al cura progresista de turno que, no pocas veces, es un agente más de la subversión. Se comprompe también a auxiliares de redacción y hasta cortadores de teletipo. Al director o al redactor jefe se les burla impunemente. Ni siquiera llegan a sus mesas, en muchas ocasiones, las noticias que la subversión quiere silenciar. En Europa y en las Américas existen diarios financiados por demócratas y liberales, que salen a la calle impregnados de un procomunismo sutil. Cuando la infiltración en las redacciones resulta imposible, entonces se efectúa la penetración en el taller para erosionar económicamente a la empresa. Buen número de diarios conservadores y liberales, tanto europeos como americanos, tienen hoy los pies de barro. El más prestigioso título del periodismo mundial, The Times, podría explicar muy bien cómo se quebranta una institución que parecía inconmovible.

En la radio y la televisión, la operación resulta más fácil porque los controles suelen ser menores. Si la televisión tiene carácter estatal, se reblandecen sus estructuras a través de campañas periodísticas de descrédito y corrupción. Italia es un buen ejemplo de la eficacia del procedimiento. Luego se infiltran las secciones, empezando por la laboral, hasta escalar los puestos de decisión. No se olvidan ni los programas infantiles, porque en la guerra de la información se juega también a largo plazo y es necesario intoxicar la mente de los niños, más influidos ya por la radio y la pequeña pantalla que por la familia o la escuela.

La infiltración libra también en los diversos países occidentales dos batallas ya clásicas: las Facultades de Ciencias de la Información y los Colegios de Periodistas. La subversión en los centros universitarios se inyecta con tenacidad desde abajo, profesor a profesor, hasta conquistar el decanato. Como se trata de una guerra, todo vale, hasta las jugadas más sucias.

En los Colegios de Periodistas se busca la victoria por la vía electoral. Si no se consigue, se crean entonces asociaciones paralelas para desmontar a las que resistieron la infiltración subversiva. Algunos empresarios prestan a esta operación, bien por voracidad, bien por ceguera, un auxilio inestimable. En Iberoamérica, por ejemplo, la inmensa mayoría de los periodistas, sea cual sea su ideología, lucha por la colegación, la titulación universitaria, la cláusula de conciencia y el secreto profesional. Se trata de aspiraciones conquistadas ya en la mitad de los países hispanohablantes. Algunos editores, en su deseo de disponer de mano de obra dócil y barata, han convertido en bandera de las fuerzas subversivas estas aspiraciones, cuando lo inteligente, desde el punto de vista empresarial, hubiera sido encauzarlas, porque la profesión periodística no debe ser enemiga de los propietarios, pero tampoco su esclava.

Con paciencia, con dinero, con tenacidad, sin prisas, sin pausas, las fuerzas subversivas han creado en todo el Occidente, a través de las manipbras de infiltración que acabo de exponer, lo que Arnaud de Borchgrave ha identificado como la quinta pluma. Su actuación y su vigor constituye ya una realidad innegable.

La quinta pluma aplaude el progresismo disgregador en la Iglesia. Esúmula el divorcio. Defiende el aborto. Justifica la droga. Alienta la pornografía. Quebranta la familia. Ridiculiza la moral cristiana. Se carcajea de las vírgenes y sus milagros. Paganiza las fiestas religiosas. Se mofa del Papa. Trabaja, en fin, denodadamente para descristianizar a las sociedades occidentales.

La quinta pluma estimula la división en el seno de las Fuerzas Armadas. Batalla hasta escornarse por crear dentro de ellas una dialéctica de contradicción entre reaccionarios y liberales. Ridiculiza el sentido del honor de los militares. Se pitorrea de su amor a la Patria. Escarnece el culto a la bandera. Se coñea de los oficiales. Envenena a los soldados. Mantiene una campaña sistemática en desprestigio de los Ejércitos.

La quinta pluma ayuda al terrorismo. Magnífica sus actos criminales al otorgarles los mejores espacios de los periódicos impresos, hablados o audiovisuales. Asume su lenguaje de reivindicaciones, ejecuciones, liberaciones, ejércitos populares, con lo que le brinda la primera victoria, que es la semántica. La quinta pluma propaga la dictadura del miedo. La injerta en los tejidos profundos de la sociedad. Lánzase a campanas frenéticas para glorificar a los terroristas que ocasionalmente hayan sido víctimas de malos tratos policiales, con el fin de astillar la imagen de las Fuerzas de Seguridad.

La quinta pluma vapulea a los Gobiernos moderados, ya sean conservadores, ya sean laboristas. Y como el rriedio es el mensaje, por bien que éstos lo hagan los cuartea ante la opinión pública.

La quinta pluma aviva la discordia en el interior de los partidos enemigos. Azota a los políticos genuflexos ante ella. Los acollona. Los zarandea. Los escupe. Les befa. Les deja en harapos. La quinta pluma señala los hombres a destruir. Prepara informes amarillos sobre ellos, que luego filtra para decapitar, entre la calumnia y el escándalo, a los políticos que resisten. La quinta pluma babea ahora en España ante la Monarquía y la inciensa sin rubor, mientras se prepara para apuñalarla por la espalda.

La quinta pluma atiza el fuego social. Apoya peticiones salariales imposibles. Enciende las huelgas salvajes. Contribuye a la desestabilización económica. Se esfuerza, en fin, porque triunfe el gran objetivo marxista que es la proletarización de la clase media.

La quinta pluma condiciona a los escritores, a los pintores, a los músicos, a los actores, a los cantantes, puesto que los medios de comunicación infiltrados por ella sólo el ogian a los que se producen en una determinada línea, mientras vapulean o silencian a los otros, con lo que se consigue la subversión general de la cultura.

La quinta pluma impulsa un periodismo amarillo y letrinal. Engavia a los editores. Carnea a los profesionales independientes. Pastorea el rebaño del esnobismo intelectual. Acusa sistemáticamente de fascista o de ultra a todo periodista que no se pliegue a sus propósitos. Lapida con frenes¡ a los que osan enunciar sus maniobras.

La quinta pluma distorsiona la realidad internacional. Ataca a muerte a la OTAN. Se opone, histérica, a las centrales nucleares. Acalla las sirenas de alarma de Angola, de Yemen del Sur, de Etiopía, de Afganistán, y resucita, según le conviene, la política de distensión.

La quinta pluma convierte la libertad de expresión, que podría ser la gran fortaleza de Occidente, en su talón de Aquiles. Porque si es cierto que a una nación más le vale tener periódicos libres aun sin Gobierno que un Gobierno sin periódicos libres, también es cierto que en muchos casos la libertad de esos diarios resulta un sarcasmo, pues la quinta pluma los maneja a su antojo.

La quinta pluma manipula de forma sistemática, intoxica, distorsiona, hornaguea, deforma, desinforma, esparce las siembras de Caín sobre los surcos doloridos de Occidente, anestesia a la opinión pública para operar sin reacción, impone el terrorismo intelectual.

La quinta pluma, en fin, es la artillería que bate el campo enemigo antes de ocuparlo.

Los servicios de inteligencia de Estados Unidos y de otros países occidentales se esfuerzan por contrarrestar a la quinta pluma con la puesta en marcha de sus propias operaciones de infiltración. Pero aceptar este planteamiento sería caer en una trampa dialéctica. Porque existe una quinta pluma que el Este ha introducido en el Oeste, pero no existe una quinta pluma del Oeste dentro del Este. Esa es la diferencia y la explicación profunda de por qué Occidente está perdiendo la guerra de la información.

Al hablar de este tema conviene conservar el sentido de la realidad. La quinta pluma no forma el eje de la disputa por la supremacía mundial. Es sólo un diente en los engranajes de la poderosa maquinaria que una de las grandes potencias ha puesto en marcha. Sobrevalorar el alcaríce de la quinta pluma sería un error. Desatender su acción profunda y demoledora dejaría exangüe al Occidente frente al vendaval del Este. Porque el pájaro negro de la tercera guerra mundial aletea ya sobre el rostro del orbe. Los europeos, los americanos, viven como si no sintieran su aliento y disfrutan a manos llenas de la ciudad alegre y degenerada en este tiempo dorado de la relajación de las costumbres, del ocio y la holganza. Es la fascinación de la decadencia. Pero si no queremos que todo se desmorone, habrá que superar una época que se hace irremediablemente vieja. Habrá que barrer las hojas muertas de una generación occidental que consume ya los días postreros de su otoño. Habrá que construir un mundo nuevo que supere el comunismo esclavo y el corrupto capitalismo. Ciertamente son muchos los que no creen en la necesidad de la evolución; muchos, los deslumbrados por la brillantez del espectáculo occidental. Lo que no saben es que están contemplando el esplendor del incendio.

Luis María Anson

20 Mayo 1981

LA SEXTA PLUMA

Antonio de Senillosa

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Leímos hace días, no sin estupefacción, un artículo del presidente de la agencia EFE y de la Asociación de la Prensa titulado «La quinta pluma». La tesis del autor es de un simplismo estremecedor. Existe, según ella, una vasta conspiración dirigida desde Rusia y financiada por el oro de Moscú que se extiende por el mundo entero. Se infiltra por redacciones de periódicos, círculos culturales, revistas académicas, centros universitarios, estaciones de televisión, sociedades de autores, locutores de radio, seminarios católicos, productores de cine, minorías parlamentarias y confederaciones empresariales. Financia, corrompe. soborna, chantajea, amenaza a cientos de miles de intelectuales, periodistas, informadores, gentes que manejan la pluma y la palabra. ¿Les transmiten consignas colectivistas, totalitarias, comunistas de loa al Estado despótico? En modo alguno! Les obligan, por el contrario, a defender y mantener posiciones liberales, progresistas, abiertas en todos los terrenos.La catilinaria de mi admirado Luis María Ansón, escrita en el estilo admonitorio de los sermones de antaño, va definiendo lo que estos agentes malvados y bien pagados por la hidra revolucionaria mantienen en sus públicas actuaciones. Son las inmensas lealones de la «quinta pluma». El uno se muestra liberal en sus creencias y critica la cerrazón del nacional catolicismo. ¡Lo paga Moscú! Aquel otro propugna una legislación divorclsta moderada que resuelva o al menos alivie los cientos de miles de matrimonios fracasados o mal entendidos, ¡cobre del Kremlin! Un periodista vuelve de Centroamérica con el carné repleto de notas macabras y la cartera de fotos abracadabrantes. ¡Es miembro del Komintern! ¿Habéis leído aquel otro artículo hablando del paro en Andalucía y de sus dramáticas consecuencias? ¡Se ha cobrado en buenos rublos cambiables! Una crónica que trata de ingeniería genética está directamente inspirada por un famoso científico, premio Lenin. Ese otro extraño aserto que publica un diario conservador en el sentido que es mejor el entendimiento Este-Oeste que volvera la guerra fría, está redactado por el KGB y así sucesivamente.

La «quinta pluma» está presente en todas partes. Es el pulpo de mil cabezas. Puede que tenga una de ellas metida en el propio despacho del autor del artículo. Envuelve con sus llamas la Conferencia Episcopal, la confederación de los empresarios, la trilateral, las reales academias y las sociedades gastronómicas. Nada escapa a sus siniestros planes. Se propone hacer una sociedad más liberal en el llamado Occidente. Trata de crear a través del progresismo político y de la evolución social una comunidad más justa y equilibrada. Y en esa sazón espera su coyuntuia el mando de la «quinta pluma ». A ese Occidente civilizado y liberal desmoralizado y debilitado por las clandestinas plumas rojas lo aplastarán sin piedad los «misiles y los tanques» de Leónidas Breznev.

Este apocalíptico cuadro, a lo Clara Sterling, ha podido escribirse en serio, en la Prensa madrileña más respetable de 1981. La derecha reaccionaria española siempre ha propiciado expliaciones globales muy especiales para la historia nacional. Es por supuesto más sencillo y más cómodo que analizar en profundidad la génesis de los procesos de nuestra evolución interior. En el siglo XIX la «quinta pluma» fue el siniestro plan mundial del liberalismo, y los antecesores de los Ansones se llamaban Sardá y Salvany, Aparisi o Arrufat Mestre. Luego tomó el relevo la masonería y explicaron lo de la «quinta pluma» con tres plintos además de los falsos protocolos de los sabios de Sión, el padre Tusquets y el misterioso Carlavilla, hasta que los superó victoriosamente en pleno si,-lo XX, a través de varios seudónimos, el almirante Carrero Blanco, que llegó a explicar la historia naval de Europa como un simple revuelo de mandiles y lovetones. Los judíos, clave del paranoico austríaco Hitler, fueron el tema siguiente del quinto columnismo y tuvo asimismo entre nosotros algunos seguidores, no todos cristianos viejos, por cierto. Ahora recoge la antorcha brillantemente Ansón, con el oro de Moscú. que es como el de los Nibelungos, pero sacado no del fondo del Rin, sino del Neva. ¿Y si fuera la vajilla del duque de Osuna lanzada en una noche loca al río de Petersburgo por nuestro rumboso y extravagante embajador la que paga los gastos?

Propongo que se abra un concurso para hacer otros artículos guales y contrarios. Por ejemplo, el «malo» de esta nueva historia podría ser la CIA, o sea el oro americano. Miles de hombres que manejan la pluma o el micrófono serían, simplemente, agentes bien remunerados de las tres letras. Sus crónicas, sus discursos, sus libros, sus opiniones no irían encaminados a propugnar las ventajas de la sociedad abierta, las coordenadas de la libertad; la economía competitiva; la necesidad del disentimiento ideológico en un régimen estable, sino que buscarían simplemente el secreto establecimiento de un imperialismo «made in USA» con millones de robots ideológicamente manipulados desde Washington. «La quinta pluma» bis la formaría este ejército de espías disimulados que nos en contraríamos cada día y cada noche en lucares insospechados dispuestos a entregarnos un cheque en dólares a cambio de verter al día siguiente, en una columna, la correspondiente bazofia intelectual.

Bien está que se alerte sore el pecado de la simonía intelectual que en alguna medida existió en todas partes desde que el mundo es mundo y el poder, como fuente de riquezas, ha sido, como es sabido, constante tentación para los hombres de letras, sensibles en ocasiones al cebo de los buenos sueldos. Pero no hay que ir hasta Moscú o Washington para encontrar el orign de esos fondos. «La sexta columna», la que escribe al dictado de los que mandan, se alimenta desde dentro y no es preciso ser James Bond para averiguar sus transferencias Y sus movimientos, muchas veces reptilescos.

Antonio de Senillosa

22 Mayo 1981

Un largo adiós

Alberto Cardín

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Entre las ‘quintas plumas’ de Anson y las ‘sextas plumas’ de Senillosa, unos cuantos van quedándose fritos. De la interpretación paranoica no se salva nadie, y Clara Serling, a este respecto, no delira mucho más de lo que por el lado opuesto delira González Mata. Lo importante, sin embargo, no es quien mueve los hilos de las tramas internacionales, negras o rojas sino que haya individuos dispuestos a apretar el gatillo contra otros por simples diferencias de opinión.

El problema es que un mundo tan intricado, la razón como toma en consideración de múltiples variables, aboca generalmente al escepticismo a la perplejidad, y no resulta nada fácil moverse por este mundo sin firmes seguridades: la facilidad del gatillo, la evidencia del cuerpo masacrado del contrincante, ofrecen una prueba palpable que el razonar ya no aporta.

Y esto, que parecía cosa de turcos subdesarrollados y de vascos antirrazonantes, a fuer de matriarcales ha venido a hacer su aparición en la apolínea eso decía Madariaga – pactista y llena de seny Cataluña de estos días. ¿Se trataba tal vez de un mito? ¿Era más cierta tal vez aquella otra Cataluña de las matanzas medievales, la de ‘la venganza catalana’?

Tampoco me interesa averiguarlo. Vine a Barcelona en el 73, desde el extranjero, pensando y amando a la última ciudad cosmopolita que parecía quedar aún en Europa, y veo surgir los primeros coletazos del terrorismo nacionalista ‘apolíneo’ sin duda, nada de tiros en la nuca – en una Barcelona cada vez más provinciana.

No se preocupen los señores de Terra Lliure, no necesitan asustarme para que me vaya, como no sea que quieran dejarme un recuerdo imborrable. Lo decía ya en un artículo anterior: les dejo, toda para ellos, su dulce y tónica Cataluña. Sólo unos pocos meses para dejar a punto mis asuntos y se verán libres de este ‘ocupante’ que ha querido a Barcelona y ha gozado de ella como nunca seguramente lo harán ellos.

Alberto Cardín

26 Septiembre 1981

La Sexta Pluma

Ángel Palomino

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Hace algunos meses, Luis maría Anson denunciaba la presencia de la quinta columna del periodismo, el infiltrado que manipula y tergiversa la noticia desde dentro de las redacciones, la ‘Quinta Pluma’, tropa femenina, alquilona y trapacera. Le felicité por su brava denuncia. Anson es liberal y periodista de verdad; lo sé por propia experiencia, pues en ABC me publicó artículos que eran réplica inequívoca a escritos suyos.

Le ofrezco ahora un descubrimiento que si él no lo ha detectado ya, es seguro que lo haría muy pronto sin mi ayuda. Porque está ahí: la ‘Sexta Pluma’.

Acampan y pastan los peones de la Sexta Pluma en los ministerios; trabajan para el poder, son el poder siembran desinformación sucia barnizada de verosimilitud y legitimidad por su aparente procedencia de fuente oficial o de fuente generalmente bien informada. La Sexta Pluma elabora noticias, las produce a su capricho o de acuerdo con determinada necesidades políticas y levanta polvaredas para servir oblicuamente a su señor o herir por la espalda al adversario, al testigo molesto, a ese tipo extraño que opina por libre sin respeto al aplastante poder de los políticos que no tienen, para amordazarle, ni razón ni el arma eficacísima de un dossier intimidatorio.

Desde un despacho oficial, el político ordena a quien corresponda que se abra una investigación para esclarecer – esto es un ejemplo que me invento – presuntas irregularidades producidas en el comercio de obra de arte propiedad del Museo del Prado y depositadas en dependencias oficiales. Al mismo tiempo – sigo inventando – consigue que se haga una inspección rutinaria en la tienda de un anticuario que le cae gordo porque fue consejero nacional del Movimiento con él y de vez en cuando, escribe artículos comentando las cosas que hacen los políticos, cosas como tirarse a los muertos a la cabeza o chivarse como colegiales de que Añoveritos ha sido malo, García Díez peor y Sanchito Rof un satancito depravado a quien hay que expulsar del colegio. Entonces largan las dos noticias como una sola más o menos así:

SE INVESTIGAN ROBOS EN EL MUSEO DEL PRADO. Inspección en una tienda de antigüedades

Se habla primero del Museo. Punto y a parte. Se precisa que la inspeccionada tienda de antigüedades sita en Chirimbolo, 12, es propiedad del anticuario Fulano de Tal. De paso se aclara que Fulano de Tal tuvo destacada actuación en el pasado régimen y está relacionado con personalidades de extrema derecha, es decir con señores como Alzaga, Suárez, Fraga, Sancho Rof, Herrero de Miñón, Eserabé, Osorio y otros que consideran bueno (para España y ellos o para ellos a secas) desentenderse, más o menos radicalmente, de las viejas vinculaciones e, incluso de las viejas lealtades para continuar en la política sin rémoras que, por otro lado, son imborrables. Es el hecho de no desear borrarlas, de mantenerlas dignamente, lo que arroja a un español al apartheid del a extrema derecha.

La Sexta Pluma ha trabajado intensamente esparciendo colza informativa y mejillones calumniosos mediante la organización de cirios y rifirrafes como los del 23-M, Banco Central y 23-J, asalto al Palacio Real. El altavoz inocente fue el télex de las agencias de noticias, a quienes la voz confidencial de la Sexta Pluma servía generosamente toxinas informativas combinadas con acciones policiales reales, pero ajenas al montaje principal.

De esta manera, en pocos minutos, todas las redacciones de España y las oficinas de las agencias extranjeras se veían inundadas de información sucia de origen fiable aunque desmentible.

La simple mecánica periodística producía un estallido informativo difícil de clarificar. En algunos medios, la Quinta Pluma se encarga de añadir datos, insinuaciones, afirmaciones, rumores o injurias según el grado de dependencia del medio respecto al Poder o al os partidos políticos interesados en el juego.

Los daños son difícilmente reparables. Pero todo es posible con paciencia: porque han de ser, necesariamente, reparados. Mientras tanto, bueno será que en las redacciones de las agencias se exija – y se compruebe – el nombre de quien facilita la información; y toda información de fuente oficial que no llegue sellada y avalada, debe ser considerada sospechosa.

Es sospechosa.

Ángel Palomino