1 octubre 1994

La Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano (Cadeca) ha presentado un recurso al Tribunal Constitucional para intentar que este anule la ley de 'Inmersión Lingüística' de la Generalitat

Atentados y agresiones en Catalunya contra el colectivo que recurrió la ‘inmersión lingüística’ de la Generalitat: bomba a Gómez Rovira

Hechos

El 1.10.1994 se hizo público el atentado contra la vida de D. Esteban Gómez Rovira.

Lecturas

La Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano (Cadeca) ha presentado un recurso al Tribunal Constitucional para intentar que este anule la ley de ‘Inmersión Lingüística’ de la Generalitat por considerar que discrimina al castellano situando al catalán como lengua vehicular en lugar de colocar a las dos lenguas bajo el mismo rango dado que ambas son cooficiales.

LAS PRINCIPALES AGRESIONES

 A D. Esteban Gómez Rovira, abogado de la Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano, le colocaron una bomba en su casa con el objetivo de asesinarle, pero esta pudo ser desactivada por la policía.

 Dña. Ángela Diest, presidenta de la Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano, fue objeto de una paliza por parte de un grupo de radicales nacionalistas catalanes que consideraran que la posición de la Sra. Diest contra la ‘inmersión lingüística’ era un ataque a la cultura catalana.

03 Octubre 1994

Se veía venir

DIARIO16 (Director: José Luis Gutiérrez)

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El envío de un paquete-bomba al domicilio del abogado Esteban Gómez Rovira – autor de todos lso recursos contra la normalización lingüística – se veía venir y está dentro de la lógica de los acontecimientos. Como está dentro de esta lógica la salvaje paliza propinada a la presidenta de la Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano (Cadeca).

Partidos políticos, prensa, televisión y radio castalanas, llevan meses satanizando a cualquiera que se oponga a la política ‘normalizadora’ es un decir – de la Generalitat. Gómez Rovira o los de Cadeca, son los malos catalanes, los fascistas, los lerrouxistas de extrema derecha, los traidores que plantean un problema inexistente en Cataluña. En el fondo, lasp alizas y los atentados son el corolario lógico de un proceso acusatorio, la pena impuesta a los que tienen la osadía de defender su libertad en materias lingüísticas.

Y mientras se envían explosivos – en un falso libro de Amando de Miguel – y apaliza a indefensas mujeres, el Estado se escapa, Felipe González no existe, la Generalitat calla y los mass media, como Pilatos, se lavan las manos. Hay que ver algunos programas de TV3 para comprender hasta qué punto azotar o atentar con bombas contra gentes que aspiran, simplemente, a poder estudiar en español, puede ser visto con encantada complacencia en ciertos ambientes.

04 Octubre 1994

El terror en Cataluña

Federico Jiménez Losantos

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Como bien titula su editorial de ayer DIARIO16 se venía venir. El paquete bomba enviado a Gómez Rovira, abogado de Cadeca y de los padres y profesores que han llevado a los Tribunales a la Generalidad por incumplir la ley en lo que llaman inmersión lingüística está dentro de la lógica de los acontecimientos. Como está dentro de esa lógica – sigue nuestro colega – la salvaje paliza propinada a la presidenta de la Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano (Cadeca). Partidos políticos, prensa, televisión y radio llevan meses satanizando a cualquiera que se oponga a la política ‘normalizadora’ – es un decir de la Generalitat. Gómez Rovira o los de Cadeca son los malos catalanes, los fascistas, los lerrouxistas de extrema derecha, los traidores que plantean un problema inexistente en Cataluña. En el fondo, las palizas y los atentados son el corolario lógico de un proceso acusatorio, la pena impuesta a los que tienen la osadía de defender la libertad y su libertad en materias lingüísticas.

Como a los judíos en la edad media, como a los negros de Alabama en los 60, como a las mujeres en los países islámicos, si se salen de su sitio, a esta gente se le puede insultar, amenazar, secuestrar, golpear, herir y matar porque son ‘un cuerpo extraño’, una anomalía a extinguir, una situación a ‘normalizar’ de grado o por la fuerza.

El terror en la Cataluña autonómica ha ido pasando por etapas diferentes. En 1981 alcanzó su cenit en las campañas contra ‘el Manifiesto de los 2.3000, el cual tenía la osadía de pedir a la Generalidad que no marginara a la lengua española como vehículo normal de aprendizaje apra los castellanohablantes. La campaña fue feroz en EL PAÍS y en la prensa catalana: cabía la injuria editorial, pero no la información, el manifiesto se criticó pero no se publicó. Fue tan monstruosa la satanización del os que tuvimos la desgracia honrosa de ser los primeros firmantes, que, al final, llegaron los atentados: amenazas, agresiones y disparos. Hubo luego un periodo de falsa calma, mientras quince mil profesores de todos los niveles se iban, hastiados o amenazados, de Cataluña. Pudo haber cambiado esa tendencia la ‘Operación Roca’, quizás la única oportunidad en que el nacionalismo catalán ha intentado en serio su articulación política con el Gobierno de España, pero se la cargó el PSOE a través de TVE con la Milá y con Campo Vidal, Sopena y Vidal Folch – del que otro día me ocuparé – como trío censor anticatalanista, sacando a Roca en los telediarios hablando catalán siempre y perpetrando otras infamias informativas. Después de fracasada la aventura española, Pujol y compañía radicalizaron su nacionalismo y convirtieron a la lengua catalana en la verdadera religión a la que todos los que viven en Cataluña deben convertirse, de grado o por la fuerza. De un año a esta parte, junto a la barbaridad escolar de la inmersión, se ha inciiado una deliberada campaña de terror de la que los atentados son, eso, el ‘simple colorario lógico’. No he visto a Maruja Montero, a Rosa Montero, a Carmen Rigalt y otras brillantes escritoras feministas dedicar una sola palabra a esa mujer apaleada en Salou. No veremos tampoco a Vázquez Montalbán, a Arcadi Espada, a Vidal Folch o al editorialista de EL MUNDO preocuparse por el atentado a Gómez Rovira. No es ‘políticamente correcto’ hacerlo, sobre todo ahora que la paz lingüística reina en España, gracias a la traducción simultánea. Pujol se cree ya De Valera y lo que está haciendo es fabricar un Ulster en todos y cada uno de los ‘países catalans’. Pero, de momento, se pueden apalear y hasta matar a estos judíos, total cuatro gatos a escarmentar por deicidas y por brutos. Luego vendrá el problema de los conversos; para eso funciona ya la inquisición.

Federico Jiménez Losantos

06 Octubre 1994

El terror en Cataluña

Josep M. Soria

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En la escalada de tensión sobre Cataluña y la lengua catalana que se está promoviendo desde algunos círculos se insertan dos delitos: la agresión a la presidenta de la Coordinadora de Afectados en Defensa del Castellano (Cadeca) y el por fortuna fallido atentado con libro bomba contra el abogado Gómez Rovira. Dos hechos cuya autoría se está investigando y es de desear que, como todos los delitos, sea rápidamente esclarecida, detenidos sus autores y que sobre sus espaldas caiga todo el peso de la ley. No hay duda de que, si fueran nacionalistas radicales, como alguien se ha apresurado a suponer, se trataría de unos descerebrados que no representan nada ni a nadie.

Esos delitos – en una reacción tan lógica como primaria – han dado argumentos a quienes más interesados están en mantener la tensión lingüística para describir un clima insólito, por lo menos hasta hoy. Federico Jiménez, uno de los adalides de la campaña, denuncia en su columna de ABC el terror que se vive en Cataluña poniendo de manifiesto una vez más una profunda ingorancia, por lo menos de cuanto ocurre aquí. Jiménez fue desgraciada víctima de un atentado ap rincipios de los ochenta por defender un manifiesto en favor de la lengua castellana en Cataluña. De ahí que sangre por la herida, lo cual resulta hasta cierto punto comprensible.

Sin embargo, ello no justifica que escriba que ‘las palizas y los atentados son el corolario lógico de un proceso acusatorio, la pena impuesta a los que tienen la osadía de defender la libertad y su libertad en materias lingüísticas”, proceso terrorífico en el que Jiménez implica a los partidos políticos, prensa, televisión y radio catalanas. Los tintes negros con que pinta el panorama el columnista nada tienen que ver con la realidad. Cualquiera que haya pasado unos días en Cataluña y haya querido enterarse de nuestra realidad lingüística sabe que el terror existe únicamente en mentes enfermas como las que hace casi tres lustros atentaron contra Jiménez, o en quienes se obstinan en ver nacionalistas radicales a punto de disparar apostados en las esquinas.

Por la popularidad del columnista y la trascendencia del medio, preocupa que el lector andaluz, madrileño o extremeño que no tiene ocasión o voluntad de viajar se forje una idea equivocada acerca de la vida cotidiana catalana. Y no sólo eso, sino que aún peor – como tantas veces ha ocurrido en la historia, que los extremismos se alimentan mutuamente – provoquen los instintos primarios de quienes prefieren la violencia al diálogo, el instinto a la razón. Hay tantos ejemplos y tan cercanos que da pavor imaginar hasta dónde se puede llegar por ese camino sin o le podemos coto con la palabra y el razonamiento.

Josep M. Soria