5 junio 1937
La pena será conmutada por prisión
Bando franquista: condena a muerte al sucesor de José Antonio Primo de Rivera como Jefe de Falange por pedir a los falangistas que no sigan a Franco

Hechos
El consejo de guerra se celebró el 5 de junio de 1937.
Lecturas
Este 5 de junio de 1937 se ha iniciado en Burgos el proceso de guerra contra D. Manuel Hedilla. Miembro de Falange Española de las JONS y amigo personal de D. José Antonio Primo de Rivera tras cuyo arresto ocupó la jefatura de Falange Española de manera provisional. Se opuso al decreto de fusión ordenado por el General Franco mediante el cuál falangistas y carlistas unificaban todas sus organizaciones en Falange Española Tradicionalista de las JONS (FET-JONS) y fijaban al propio Franco como jefe único e indiscutible.
Pese a que el General Franco ofreció al Sr. Hedilla la secretaría política de FET-JONS, el Sr. Hedilla rechazó el cargo y trató de conspirar contra el jefe del Estado y tratando de convencer a los falangistas de que desobedecieran al General Franco, lo que en tiempos de guerra equivale a traición y a pena de muerte. No obstante, la ejecución será conmutada por prisión.
El Análisis
La reciente condena a muerte de Manuel Hedilla, sucesor oficial de José Antonio Primo de Rivera al frente de Falange Española de las JONS, marca un momento definitorio dentro del proceso de consolidación del nuevo régimen franquista. Aunque finalmente Franco ha optado por conmutarle la pena, la sentencia es clara: no hay espacio para ningún poder que no sea el suyo. Hedilla, que se oponía a convertir Falange en una casa donde se produzca la unificación forzosa de todas las fuerzas de la derecha en el llamado “Movimiento Nacional”, ha sido neutralizado. En nombre de la disciplina del bando nacional, se ha dictado sentencia contra quien hasta hace poco ostentaba la legitimidad simbólica de Falange.
La disyuntiva que enfrentó Hedilla era insalvable: someterse al nuevo orden personalista de Franco —como hicieron otros falangistas como Fernández Cuesta, Sancho Dávila o Suevos—, o mantener la fidelidad al ideario joseantoniano, defendiendo que Falange no debía ser absorbida sino continuar como una organización revolucionaria nacional-sindicalista. Eligió lo segundo, con dignidad ideológica pero con una torpeza estratégica y un riesgo evidente que podía ser letal: en un país en guerra civil pidió como jefe de Falange a sus partidarios ‘que no acatarán’ la autoridad de Franco, lo cuál era tanto como cometer “alta traición” en un bando donde sólo se aceptaba una autoridad, Franco. Y en la dialéctica de guerra: si no estás con nuestro jefe, estás contra nosotros.
Este episodio demuestra que el franquismo no necesita ideología propia mientras tenga poder absoluto. Falange ha sido absorbida y transformada en instrumento decorativo de un régimen que no quiere compartir autoridad ni con falangistas ni con tradicionalistas ni con nadie. El futuro del llamado «Movimiento Nacional» no será la doctrina de José Antonio, sino la voluntad del Caudillo. Manuel Hedilla ha sido políticamente enterrado sin necesidad de fusilamiento. Y con él, se entierra también la ilusión de que Falange pudiera tener un papel autónomo en el nuevo orden. La derecha española, en su gran mayoría, ya no apuesta por ideas, sino por un solo hombre: Francisco Franco.
J. F. Lamata