7 mayo 2012

El relevo fue decidido por Luis de Guindos y consensuado con los presidentes del Banco Santander y el Banco BBVA

El Gobierno Rajoy echa a Rato de la presidencia del Banco Bankia, coloca a Goirigolzarri, y nacionaliza la entidad

Hechos

El 7.05.2012 dimitía el presidente del Banco Bankia, D. Rodrigo Rato, siendo reemplazado por el Sr. Goirigolzarri. A la vez se hacía público que el Estado debería inyectar 7.000 millones en la entidad para garantizar los depósitos.

Lecturas

La crisis del banco privado Bankia (BFA, Banco Financiero de Ahorros), nacido de la fusión de cajas de ahorro encabezadas por Caja Madrid, lleva al Gobierno Rajoy a intervenir directamente.

El viernes 4 de mayo de 2012 se produce una reunión del ministro D. Luis de Guindos Jurado con el presidente de Bankia D. Rodrigo Rato Figaredo, en compañía de los presidentes del Banco Santander (D. Emilio Botín-Sanz de Sautuola García de los Ríos), Banco BBVA (D. Francisco González Rodríguez) y La Caixa (D. Isidro Fainé Casas) en el que le comunica que el Gobierno ha perdido su confianza y que considera que debería ceder el mando ejecutivo del banco a D. Goirigolzarri quedando como presidente no ejecutivo.

El  5 de mayo de 2012 Goirigolzarri anuncia su disposición a asumir el mando de Bankia, pero sólo si el Sr. Rato abandona cualquier vinculación con la entidad. El 7 de mayo de 2012 D. Rodrigo Rato Figaredo acepta dimitir, después que el propio presidente del Gobierno, personalmente, le reclamara su dimisión.

El 9 de mayo de 2012 el Gobierno anuncia la nacionalización de Bankia para garantizar los depósitos, convirtiéndose así en el principal accionista del BFA, que deja de ser un banco privado.

RESPONSABILIDADES

mafo D. Miguel Ángel Fernández Ordoñez era el Gobernador del Banco de España en el momento del nacimiento del Banco Bankia, el encargado de supervisar y revisar el proyecto. En su declaración en el Congreso el Sr. Rato le señaló como el ‘diseñador’ de la fusión entre Caja Madrid y Bancaja.

miguel_blesa D. Miguel Blesa, el antecesor de D. Rodrigo Rato en la presidencia de Caja Madrid (ocupó el cargo hasta 2009), siendo durante su etapa en la que se sentaron las bases de la ruina.

08 Mayo 2012

El sacrificio de Rato da crédito a la reforma

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Si Mariano Rajoy dijo a ayer que inyectaría dinero público en la banca si llegara a una «situación límite», estamos muy cerca de alcanzarla. El súbito abandono de Rodrigo Rato de la presidencia de Bankia y su no menos fulminante sustitución por José Ignacio Goirigolzarri, uno de los ejecutivos bancarios con más experiencia en el mundo financiero, indican que el saneamiento de la banca española había encallado a pesar de los esfuerzos de este Gobierno y del anterior. Y Bankia es la quilla rota de esa embarcación varada.

El FMI emitió un informe hace unos días en el que instaba a una profunda reforma del balance, la gestión y el gobierno corporativo de Bankia, aunque no citara expresamente a la entidad. Y, sin duda, en esa referencia al gobierno corporativo es donde está la clave de la sustitución de ayer. Porque Bankia, la cuarta entidad financiera de España, no lo olvidemos, es el reflejo de por qué todos los planes de saneamiento iniciados en junio de 2009 con la creación del primer Fondo de Reestructuración Ordenada de la Banca (Frob) apenas habían conseguido dar su fruto. Si su objetivo fue poner a la banca en condiciones de dar créditos, a la vista está que esos planes han fracasado. Es cierto que hemos asistido a un gran proceso de fusiones, pero en la mayoría de los casos sólo han surgido entidades mayores con los mismos problemas.

Bankia, pues, se crea por razones políticas y se busca a un político de indiscutible prestigio en el ámbito económico, Rodrigo Rato, para que la dirija. Caja Madrid se fusiona con la valenciana Bancaja no por motivos financieros sino porque era otra caja de ahorros en la órbita del PP con muchos problemas de morosidad. Por último, una vez realizada esa integración, Rato no acepta una fusión con La Caixa, que hubiera sido una salida lógica, también por razones ajenas al negocio bancario.

Además de estas operaciones, es notorio que Rato no ha conseguido despolitizar tampoco la gestión de Bankia. Hay que reconocerle que en dos años logró la integración en una entidad de siete cajas de ahorros distintas y la salida a bolsa del nuevo banco, pero a la vista está que eso no ha sido suficiente. Por ejemplo, mantuvo en el consejo de administración del Banco Financiero y de Ahorros (BFA), la matriz del grupo, a muchos de los políticos, sindicalistas y representantes sociales que ya estaban en Caja Madrid durante la etapa de Blesa. Tampoco aplicó el mismo criterio de reducción de personal entre los empleados de a pie que con los directivos de las cajas fusionadas. Hasta el punto que hoy en Bankia hay más del doble de ejecutivos que en La Caixa, por ejemplo.

El frenético movimiento del fin de semana muestra que el Gobierno sí parece dispuesto a culminar de una vez por todas la reestructuración del sector. Hasta el punto de que ha sacrificado al referente del milagro económico español de los 90. Rajoy hubiera tenido muy complicado justificar las ayudas públicas a una entidad presidida por un egregio militante del PP. Lo ha sustituido por un hombre de banca, con un gran ascendiente en el sector, y que pidió «manos libres» para hacerse con la entidad porque sabía dónde se metía. Goirigolzarri, que se fajó en la fusión del BBV con Argentaria, tendrá la misión de limpiar los consejos, la dirección, la gestión y el balance de Bankia hasta conseguir un banco que funcione con criterios de eficiencia.

La defenestración de Rato, junto al anuncio de Rajoy de que habrá dinero público para ayudar al sector hizo que la Bolsa registrara ayer la mejor sesión del año, con subidas en los bancos -excepto Bankia- superiores al 4%. Los inversores entendieron que, esta vez sí, puede ser la definitiva. Porque no hay señal más elocuente que una cabeza insigne cortada en el ara de la utilidad política.

08 Mayo 2012

Banca: Ayudar con responsabilidad

ABC (Director: Bieito Rubido)

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Las presiones del Gobierno y el Banco de España, multiplicadas por el FMI, obligaron ayer a Rodrigo Rato a presentar su dimisión como presidente de Bankia, entidad que, respaldada con fondos públicos, comienza una nueva etapa tras el agónico intento de supervivencia protagonizado por las cajas que la integraron. El esfuerzo del equipo encabezado por Rato para sanear Bankia, viciada de origen por la crítica situación de las entidades que adoptaron la nueva marca, no ha sido suficiente para reflotarla, y será el Estado el que tenga que contribuir a completar un proceso forzado por la necesidad de garantizar los depósitos de sus más de diez millones de clientes, velar por los intereses de más 400.000 pequeños accionistas y mantener una estructura financiera necesaria para reactivar los flujos de crédito y dinamizar la economía. Después de las multimillonarias ayudas que recibió el sector financiero durante la etapa de Rodríguez Zapatero, cualquier «inversión» pública de esta naturaleza y de semejante volumen ha de seguir criterios relacionados con su rentabilidad, los únicos que entiende una sociedad muy castigada por los ajustes y que exige, por derecho, explicaciones claras sobre un tipo de ayudas cuya finalidad pasa obligatoriamente por la compensación del esfuerzo que representan y por la fiscalización rigurosa —hasta las últimas consecuencias— de sus libros de cuentas.
El saneamiento de las entidades bancarias españolas resulta fundamental para desatascar el canal del crédito, cuya parálisis ha sumido en los últimos años a empresas y hogares en una situación de insolvencia, con el consiguiente efecto en las demoledoras cifras de paro. El elevado coste político de estas operaciones, cada vez más costosas en el convulso mercado de la opinión pública, y que tendrán que seguir para depurar el todavía inestable sector financiero, ha de ser afrontado con responsabilidad y valentía. Cualquier ayuda, con su correspondiente y obligada tasa de rentabilidad pública, ha de entenderse como una inversión sana, pero también selectiva, para abrir el grifo del crédito en España y completar de una vez la reconversión de un sector imprescindible para la recuperación.

08 Mayo 2012

Un rescate para Bankia

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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La delicada situación financiera de Bankia, cuyos balances están lastrados por activos inmobiliarios depreciados por importe de casi 32.000 millones, tomó ayer un nuevo rumbo con la dimisión de su presidente, Rodrigo Rato, después de dos años de gestión al frente de CajaMadrid primero y el grupo Bankia formado a partir de ella después, y el reconocimiento por parte del Gobierno de que se está preparando un plan para inyectar dinero público en Bankia.

Ya no cabe duda alguna de que la reforma financiera propuesta por el Gobierno a primeros de año, que suponía un aumento de las provisiones sobre los activos inmobiliarios, no ha surtido los efectos deseados. Más bien ha prolongado la agonía de la banca española frente a la creciente desconfianza de los inversores internacionales y ha maquillado durante meses la mala situación de varias entidades financieras, cuyo caso más grave es Bankia. Tras meses perdidos por las dudas, Rajoy y Guindos se aprestan a resolverlo.

La dimisión de Rato es plenamente coherente con el panorama actual. El ex vicepresidente económico fue la persona adecuada para desplegar relaciones y pilotar la conversión de una caja en banco y acelerar su salida a Bolsa. Llegados al punto actual, el presidente del Gobierno parece haber caído en la cuenta de que no habrá solución para la crisis española si no se sanea Bankia, objeto de sospecha para todos los mercados de inversión europeos. Rajoy ha intervenido sin duda para facilitar el cambio en la gestión y Rato ha engrasado la transición proponiendo a José Ignacio Goirigolzarri, ex consejero delegado de BBVA. Rato declaró ayer que presentó su renuncia por “estimar que es lo más conveniente para esta entidad”. Y por ende, cabría añadir, para el conjunto del sistema financiero español.

La Bankia actual tiene que luchar por su supervivencia.

Y si el Gobierno debe inyectar miles de millones a la entidad, también resulta más defendible ante la opinión pública que no se sitúe al frente alguien que compartió mesa en el Consejo de Ministros de Aznar con los actuales responsables políticos. Por otro lado, la salida de Rato es congruente con el derecho del Estado a cambiar el equipo de gestión de una entidad en caso de participación pública en su capital. No se entendería un rescate público sin que el Gobierno participase, con mayor o menor intensidad, en las decisiones del grupo al que se presta el dinero, sea en calidad de crédito o, con más razón, en calidad de capital.

El brusco cambio de dirección en Bankia puede dar una pista sobre las medidas bancarias que pretende tomar el Gobierno el próximo viernes; si se plantean cambios directivos, pocas dudas caben ya de que empeñarán dinero público en el saneamiento bancario. Los detalles de la nueva reforma bancaria no se conocen todavía y son imprescindibles para valorarla. No es lo mismo inyectar dinero público en el capital de Bankia (o en otras entidades, como las cajas gallegas) que hacerlo en la sociedad inmobiliaria que se haga cargo, de forma individual o colectiva, de los activos tóxicos del grupo. No es lo mismo aportar un crédito, con su interés correspondiente, que entrar directamente en el accionariado del banco; en el segundo caso se obtiene el derecho al entrar en el Consejo de Administración y en el primero no. No es igual rebañar dinero de la Hacienda española que recurrir al capital (también público) del Mecanismo de Estabilidad Europeo o del FMI.

En cualquiera de los casos, admitido que el dinero público es el último recurso para sanear Bankia (y con él, el sistema financiero español), es imprescindible que los recursos de los contribuyentes obtengan, como contrapartida, el derecho a que el Gobierno ejerza un control estricto sobre los bancos salvados.

08 Mayo 2012

El gran lío financiero

Carlos Dávila

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Cuéntenme ustedes qué ha pasado. Les cuento lo que el suscriptor conoce sobre la dimisión de Rato respondió que verdes la han segado y que el vasco contestó que o número uno o se quedaba en Neguri. Les digo – decimos en LA GACETA – que Rato se ha marchado para que la gente no crea que el Gobierno pone 8.000 millones en Bankia por ser él del PP, que Rajoy ya n aguanta más y está semana va a revolucionar el mercado financiero aunque, al parecere, con nombres como el citado Goiri, hombre de Pedro Luis Uriarte en su momento (Banco de Bilbao y el PNV), y un tal Menéndez del PSOE que gobierno la Caja Asturiana y que ahora se va a llevar hasta la de Murcia. Sé que ustedes no entienden nada de lo que ha pasado; yo tampoco, pero se lo cuento.

Carlos Dávila