13 febrero 1999

Canal Satélite Digital (Sogecable) logra emitir ‘el clásico’ Madrid-Barça consolidando la derrota de ‘La Ley del Fútbol’ que pretendía que los grandes partidos se emitieran en abierto

Hechos

Fue noticia el 13 de febrero de 1999.

Lecturas

La segunda semana de febrero los abonados a Canal Satélite Digital sólo pudieron disfrutar de la Liga por la vía de la teletaquilla. El día 13 de febrero los aficionados pueden elegir entre Mallorca-Real Sociedad (17.00) y Deportivo-Salamanca (21.00). El 14 de febrero se podrá optar entre Barcelona-Real Madrid, Valladolid-Celta, Athletic-Extremadura, Betis-Racing, Zaragoza-Alavés y Tenerife-Oviedo. Todos los encuentros comenzarán a las 17.00, salvo este último, que lo hará a las 18.00, hora peninsular. Por expresa petición de los clubes implicados, los clientes que residan en Tenerife, A Coruña, Vizcaya y Zaragoza no podrán acceder a los partidos que disputan los equipos locales. Canal Plus emitió, también de pago, ese domingo (19.30) el Villarreal-Valencia.

Desde el periódico derechista LA RAZÓN, D. Luis María Anson, su presidente consideró aquella emisión de los partidos de la Liga por la vía del pago y no en abierto como un fracaso del Vicepresidente, D. Francisco Álvarez Cascos.

15 Febrero 1999

CASCOS Y EL BARÇA-MADRID

Luis María Anson

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Es cierto que, en varias naciones de Europa, partidos como el Barça-Madrid se retransmiten por la televisión de pago. Para evitar eso, para defender el interés general y porque los españoles se hartan de pagar con sus impuestos el mantenimiento de las televisiones públicas, el vicepresidente del Gobierno decidió regular por ley los acontecimientos deportivos. Bajó al ruedo y se ganó el aplauso popular. Polanco, acorralado, movió sus fichas y, en la primavera de 1997, CiU le hizo una higa al PP y decidió votar en favor de los intereses del empresario de PRISA. Cascos se resolvió como una pantera de Java. Estaba en el cénit de su carrera. Y no se le ocurrió otra cosa que pactar con los comunistas para sacar la ley adelante, con tantas concesiones que su aplicación se hacia inviable. Pero eso le permitió presentarse en junio de 1997 como defensor del interés general frente al particular, como vencedor de Polanco. Y declaró: “Gracias a esa ley, diez millones de españoles podrán ver los Madrid-Barça sin tener que pasar por la televisión de pago”. Era mentira. Polanco había ganado la partida. La exangüe victoria parlamentaria de Cascos era sólo un maquillaje político para salvar la cara y aderezar la imagen. Año y medio después, la realidad ha abofeteado cruelmente al vicepresidente primero del Gobierno. Diez millones de españoles se quedaron ayer sin ver el Barça-Madrid, a pesar de la ley Cascos. En cualquier democracia occidental un político digno se habría apresurado a dimitir ante fracaso tan descomunal. Cascos, agazapado y contrito, no parece ni siquiera haberse planteado la dimisión. Se ha limitado a rumiar, acabo bóvidamente, su derrota, mientras el empresario que le humilló sumaba a su cuenta de resultados los ingresos de la taquilla del p. p. v del Barça-Madrid y tiraba a los vertederos de la política, displicente y con regocijo, los cascos y otros desperdicios que le venían estorbando.

Luis María Anson