6 diciembre 1996

La foto ha sido difundida por el periodista Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

Miguel Ángel Aguilar tacha de ‘franquista’ al ABC desde su comentario en TELECINCO como respuesta a que este medio publicara su foto con Felipe González en La Bodeguilla

Hechos

Los días 6 y 7 de diciembre de 1996 el ABC publica la foto de D. Felipe González con D. Miguel Ángel Aguilar en La Bodeguilla de La Moncloa.

06 Diciembre 1996

Éxito del libro de Cándido

ABC (Director: Luis María Anson)

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El último libro de Carlos Luis Álvarez, Cándido, uno de los grandes escritores españoles actuales, está teniendo un gran éxito. «La sangre de la rosa» es una denuncia mesurada y seria de muchas de las taras del felipismo. El autor se manifiesta de vuelta de algunas de sus posiciones. En ‘La sangre de la rosa’ se publica esta foto, invalorable, de algunos de los que en la Bodeguilla derramaban incienso y genuflexiones ante Felipe González: Miguel Ángel Aguilar, Javier Pradera, Rafael Sánchez Ferlosio y Clemente Auger, con sus respectivas esposas, rodean emocionados a Carmen Romero y Felipe González, en el marco felipista de la Bodeguilla.

07 Diciembre 1996

La foto de la Bodeguilla

ABC (Director: Luis María Anson)

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Emocionados por el generoso comentario que Miguel Ángel Aguilar dedicó a ABC desde TELECINCO, complacemos a nuestro querido compañero reproduciendo la fotografía que tanto le enaltece. En ‘La sangre de la rosa’, el magnífico libro de Carlos Luis Álvarez, el gran escritor, que ya está de vuelta e todo, se publica esta foto, invalorable, de algunos de los que en La Bodeguilla derramaban incienso y genuflexiones ante Felipe González: Miguel Ángel Aguilar, Javier Pradera, Rafael Sánchez Ferlosio y Clemente Auger, con sus respectivas esposas, rodean emocionados a Carmen Romero y Felipe González, en el marco felipista de la Bodeguilla.

08 Diciembre 1996

La foto de Cándido

José Luis Gutiérrez

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No se habla de otra cosa en el Congreso, el día de la Constitución, que de la foto del libro de Cándido reproducida en el diario ABC, con el llamado ‘Clan de la Bodeguilla’. Clemente Auger, uno de los fotográficamente encausados, se oculta en los rincones deseando convertirse en ojos de hormiga, como dicen los mexicanos cuando quieren significar su deseo de ser devorados por la tierra. Miguel Ángel Aguilar, uno de los aseados y sonrientes frecuentadores del tablao moscovita de González, nos obsequia con sus acostumbradas pestes y llama franquista a este dignísimo periódico, como una emanación más de esa hemiplejia política, de ese ruidoso estrabismo intelectual que aqueja a mi viejo amigo y compañero, el ingenioso, sesgado y viperino Miguel Ángel, adorable renegado del más ingenuo de los meapilismos, disfunciones nacidas de esa concepción de secta antidemocrática y hegemónica del despotismo iletrado, que él ha apoyado – y que sigue apoyando – con tanto entusiasmo durante los últimos trece años, que niega a los demás el derecho a reclamar lo que él exige para sí pero en régimen de exclusividad. Hace falta valor para llamar ‘franquista’ a un periódico como éste cuyos presidente y director tuvieron ejecutorias modélicas y casi subversivas durante el régimen anterior, obviando el pequeño detalle que supone tratar de mirar equilibrada y compensadamente hacia los territorios político-periodístico que él frecuenta.

Lo males que aquejan a este país son meramente espiritistas, producto de una grotesta ficción elaborada por una cuadrilla de supercheros, integrada por muchas gentes del régimen anterior o stalinistas conversos que juegan al ex combatientismo imaginando pugnas y heroicidades que nunca existieron, que tratan de recrear el espectro de las dos Españas autopostulándose como exclusivos albaceas de una de las dos, como burdo discurso autojustificador y legitimador de sus pretensiones de invasión hegemónica de la sociedad española y sus instituciones y del disfrute en exclusiva de los opulentos privilegios que concedía el poder político felipista, y todo ello en las estribaciones del siglo XXI. Seriedad, serenidad, liberalidad, señores, que todo el mundo tiene derecho a la vida. Estamos en tiempo de concordia y le pido a Miguel Ángel un puro, pero no le quedan…

09 Diciembre 1996

La Bodeguilla

Jaime Campmany

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Claro está que la prosa casi helénica de Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ vale por mil y más fotografías, que eso de que una imagne vale por mil palabras es un eslogan de Kodak para japoneses. Al fin y al cabo, la fotografía es la elegía y la memoria de los mudos, ágrafos y analfabetos, y también la literatura pobre y cómoda del couché. En los libros y en las revistas, la gente perezosa para la lectura y aquella a la que estorba lo negro, no busca las letras, sino sólo las estampas. Pero no se pierdan ustedes ésta de que hablo.

Debajo de un texto puede alentar una mentira literaria, pero el prestigio documental de la fotografía se viene abajo cuando uno se entera de que aquella famosa y patética escena de Cappa en la que se ve caer herido a un soldado rojo o republicano que avanza con el fusil empuñado y es detenido por una bala como un pájaro en vuelo, sólo es un amaño premeditado, y no tiene de verdad más «si bien se mira», que la intuición escénica del foógrafo.

La fotografía de los primeros pobladores de La Bodeguilla que publica Cándido en su último libro La Sangre de la Rosa tiene desde luego el valor de los documentos incontrovertibles. La foto de la tortilla, aquella foto funacional del socialismo andalusí (no hay que fiarse de los socialistas andaluces, escribía Pablo Iglesias bajo la boina intuitiva), la foto del primer Gobierno de Felipe González, del Flick y el Flock, y esta foto de la Bodeguilla son láminas útiles para ilustrar la historia de la degeneración o degradación socialista. Pero no eximen de leer los textos. El texto más adelantado, sincero y desapasionado de la degradación del PSOE y de la metamorfosis de Felipe (Oh, quien fuera hipsipila que dejó la crisálida) lo ha escrito ‘Cándido, que es el primero que ha anotado en su cuaderno de apuntes el penoso, dramático desangrarse de la rosa.

Entre Víctor Pradera y Rafael Sánchez Ferlosio, parientes políticos de cercano grado por todos los costados y juntos en la fotografía, podría haber incrustado la ocasión algún otro personaje para el regocijo, no sé, mi celebrado José Luis Coll, cachondo y billarista, y Ramoncín, semántico y filomela de diccionario y gorgorito. Entre la egregia y preclara representación periodística que aparece en la foto rodeando al feliz autor de la definición ‘gusanos goebbelsianos’ y que halla su cumbre en la melena musical o poética de Miguel Ángel Aguilar, que ha introducido un togado jurisprudente, don Clemente Auger, que hoy preside la denostada Audiencia Nacional. Se conoce que don Felipe González ya buscaba bálsamos para sus futuras tribulaciones judiciales (ese ‘horizonte penal’ que le pronosticó Luis María Anson) en el nombre propio del amigo y visitador don Clemente Auger. Hay  que reconocer que la clemencia que necesita Felipe la ha encontrado abundante entre las togas.

Hay que destacar que Miguel Ángel Aguilar es el único bodeguillero que viste en esa solemnidad pantalón oscuro y americana clara, como manda el canon inglés para la elegancia del gentleman en trance de visitas nocturnas de cumplido. Así vestido acudía Bernard Shaw, casi al final de su vida, a tomar el jerez con pastas con Winston Churchill en Downing Street. Muchas veces el cuidado y discreción en el vestido es señal visible de la agudeza del pensamiento y la elegancia en la expresión. Otras veces, no, y de ahí, «el torpe aliño indumentario» de don Antonio Machado. En esa foto, falta una punta de los ciento cincuenta novelistas de doña Carmen Romero y ese a quien Cela llama ‘el doncel tontuelo’ [Muñoz Molina], pero eso habría sido ya la fotografía del Circo Krone o de un accidente ferroviario en el Parnaso.