19 noviembre 1982

El columnista pone fin a más de 25 años de colaboración con el periódico de Prensa Española

Cándido rompe definitivamente con el diario ABC después de que no se le publicara su artículo ‘Plan Olarra’

Hechos

En noviembre de 1982 la revista TIEMPO informó que el columnista D. Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ ponía fin de manera definitiva a sus colaboraciones con el diario ABC. Pasaría a colaborar únicamente con el Grupo Zeta.

Lecturas

LuisOlarra El empresario, D. Luis Olarra, contra quien iba el artículo de Cándido.

dario_valcarcel El subdirector de ABC, D. Dario Valcárcel, quien dio la orden de la no publicación del artículo.

Aunque ABC no lo publicara, el artículo vio la luz en la revista TIEMPO el 29.11.1982:

29 Noviembre 1982

PLAN OLARRA

Carlos Luis Álvarez 'Candido'

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No se puede ir por el mundo haciendo de Robin de los Bosques, matando al matador y vulnerando de manera grosera y primitiva el imperio de las leyes generales, la impersonalidad de la justicia, una Constitución libremente adoptada por la sociedad y, en definitiva, vulnerando el Estado de Derecho.

La potencia térmica del mal, como dice Nietzsche, es incalculable. Nunca se sabe adónde le puede llevar a uno el contemplar día a día la injusticia, la crueldad, el martirio de los buenos, la arbitrariedad de los criminales, el terror. Nunca se sabe adónde le puede llevar a uno la indignación, la ira por semejante espectáculo. Al empresario vasco, Luis Olarra, le han llevado a anunciar un plan de ‘acción directa’.

No se puede ir por el mundo haciendo de Robin de los Bosques, matando al matador y vulnerando de manera grosera y primitiva el imperio de las leyes generales, la impersonalidad de la justicia, una Constitución libremente adoptada por la sociedad y, en definitiva, vulnerando el Estado de Derecho. Por todo esto sería muy deseable que Luis Olarra y el medio centenar de empresarios que, al parecer, le secundan, meditasen acerca del hecho de que siempre que se hace algo ilegal hay que seguir haciendo cosas ilegales para sostenerlo.

Fuera de esto, sorprende la ocasión elegida para referirse en público a ese plan de ‘acción directa’, ya de por sí sorprendente. La ocasión es la que con insidia se ha dado en llamar de ‘vacío de poder’, que viene a ser como si durante la ceremonia de la alternativa en una plaza de toros se hablase del ‘vacío de corrida’. Nunca, ningún espectador del juego de los toros, llegó a pensar que con esa ceremonia le robaran el dinero. Y ninguno, tampoco, aprovechó jamás esa circunstancia es la del traspado de poderes de un Gobierno a otro, y Luis Olarra no puede ignorar que unos gobernantes están constreñidos, cuando menos, psicológicamente, porque se van, y otros porque no han llegado. El hecho de que Fraga haya entendido su actitud la hace aún más desconcertante al ser Fraga el nuevo jefe de la Oposición al nuevo Gobierno, y porque la sensación es la de que quiere avanzar por su camino demasiado de prisa.

Pero lo más claro de todo es que la actitud de Luis Olarra, de cuya indignación e impaciencia participa todo hombre honrado, es terrible y amenazadora no para los terroristas, sino para las leyes contra las que los terroristas, sino para las leyes contra las que los terroristas viven en perpetua, miserable rebelión.

Cándido

Versión de 'Cándido' en su libro 'Memorias Prohibidas' (Pag. 314)

Carlos Luis Álvarez 'Cándido'

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Mi etapa más fecunda en ABC, que compartía con una serie de entrevistas políticas en TIEMPO, acabó de manera insípida, casi rutinaria y porque en el conflicto ganó el pudor a la sinceridad. El terremoto, no iba significar ninguna inquietud sísmica siquiera. Sobrevino en el peor momento para la casa de Serrano, que estaba comida por las deudas. Alfonso Escámez, que era, me parece, el principal acreedor, llegó más adelante a plantearle a Felipe González el problema de ABC, pero el presidente hizo ver la importancia del periódico dentro del juego político de la democracia. En aquellos duros momentos de angustiosa resistencia económica, cuando todos habían dejado más solos que la una a Guillermo Luca de Tena, el que yo abandonase las páginas del periódico era un revés más (Guillermo no lo ha olvidado), pero nada tan seguro como que las consecuencias siguieron a las causas. 

El empresario vasco Olarra había declarado con gran énfasis que estaba decidido a hacer la guerra a ETA por su cuenta, al margen del Ministerio del Interior. Yo escrbí un artículo tratando de inconveniente esa actitud de Robin de los Bosques que mata al matador. La organización del Estado no podía retroceder a la organización de horda. Darío Valcárcel me dijo que el artículo no iba a publicarse. Me asombró por que en conclusión yo defendía las prerrogativas de la Guardia Civil, en fin, de los poderes del Estado frente a aquella especie de somatén de Olarra. Yo creo que merecía una explicación más íntima, en nombre de la madurez, que la meramente convencional y como para currinche de tres al cuarto que me dio Darío. No imaginaba siquiera entonces que Olarra hubiese ayudado financieramente a ABC, pues, de haberlo sabido o de habérmelo confesado Darío, hubiera dado por buena la medida. Yo estaba a favor del periódico y no en contra. Un poco de sinceridad y todo habría terminado bien. Muchas cosas eran las que sucedían en aquel tiempo, pero no hasta el punto de que pudiera olvidar lo que ABC había significado en mi vida, no sólo en mi vida profesional. Incluso habría pagado el tributo de fidelidad que estriba en aceptar sin comprender de habérmelo pedido Guillermo Luca de Tena. Pero no fue así. Dejé el periódico (…) Al no escribir ya una columna diaria entré en uno de los periodos melancólicos de mi vida.

Cándido