18 noviembre 1982

Ambos, enfrentados desde hace años, aseguran que sus artículos han sido escritos con humor

Emilio Romero (YA) llama ‘tunante’ al ex ministro Luis González Seara y este le responde calificándole de ‘pícaro’ en DIARIO16

Hechos

El 12.11.1982 el columnista del YA, D. Emilio Romero dedicó un artículo al ex ministro D. Luis González Seara al que otorga la calificación de ‘tunante’. El 18.11.1982 el Sr. González Seara respondió desde DIARIO16 calificando al Sr. Romero de ‘pícaro’.

Lecturas

La carrera del político D. Luis González Seara, antaño presidente de la revista CAMBIO16 y el periódico DIARIO16, había pasado de ser un origen franquista – sector de D. Manuel Fraga – a pasarsa a la UCD de D. Adolfo Suárez – sector socialdemócrata del Sr. Fernández Ordoñez – para acabar afiliado al PSOE de D. Felipe González.

En ello se basó el columnista del YA, D. Emilio Romero, para calificarle de ‘Tunante’. Tanto el periodista en su comentario del periódico de la Editorial Católica, como el político en su respuesta en el diario del Grupo16 aseguran estar escribiendo ‘con humor’, aún así, se desprende una esencia de mala uva impresionante.

DISCURSO DE GONZÁLEZ SEARA EN SU ETAPA DE PARLAMENTARIO DE UCD

12 Noviembre 1982

TUNANTES (PERO CON BUEN SENTIDO)

Emilio Romero

Leer
"TENGO QUE DAR DE ALTA A GONZÁLEZ SEARA EN MI LISTA DE TUNANTES, JOVEN FRAGUISTA QUE SE REVISTIÓ DE CENTRISTA PARA SUPERVIVIR"

He tenido una abuela inolvidable, hija de un ingeniero francés de Burdeos, que entre el espíritu francés y el rigor castellano del orgullo y del lenguaje identificaba muy bien a los personajes. Le gustaba más la palabra tunante que pícaro para referirse a aquellos que realizaban bribonadas personales, familiares o sociales. Mi afición al periodismo y a las ideas me acercaron a la política y a sus personajes, y entonces tuve que recordar la definición de mi abuela sobre los tunantes. Quede constancia de que empleo el término reducido exclusivamente a la picaresca política, sin ninguna intención infame. Mi larga experiencia me ha puesto delante de políticos serios, bien equipados, voluntarios de su sacrificio por lo que hacían y después una gran tropa de tunantes. La política tiene grandes dosis de ambiciones, de vanidad, de proyectos de instalación, de intereses. No todos los que en un momento determinado cambian de chaqueta son tunantes, porque pueden haber estimado en un momento determinado que defienden mejor sus convicciones en otro lugar y con otras compañías. Pero hay otros cambios de chaqueta que son puramente escénicos. En los cambios de opinión existe otro tanto.

Es lícito cambiar de opinión cuando se tiene otra información y otros testimonios que echan abajo las antiguas opiniones, pero cambiar de opinión para arrimarse al sol que más calienta es de tunantes. Desde mi situación de espectador estoy asomado a lo que está sucediendo con mucha gente desde el 28 de octubre en adelante. El espectáculo de tunantes es tremendo. Cuando escribo este artículo estoy leyendo un artículo del profesor Luis González Seara. Es un político de largo recorrido; en una ocasión me vi envuelto en un pleito en el que yo era inocente, porque jamás he ejercido la descalificación personal o la injuria, y además debo reconocer que es un hombre con talento y con una vocación política que al final se ha visto asistida por una temporada de ministro de Educación. Quede constancia por todo ello que no hay más mínima intención por mi parte de mortificar a un hombre que ha jugado algún relevante papel en la historia de la transición. Lo que ocurre es que con mi mejor disposición y por pura definición literaria tengo que darle de alta en mi lista de políticos tunantes. Espero que reciba con humor lo que con humor está escrito, porque yo acaso alguna vez en el pasado tuve también que ejercer de tunante para librarme de alguna conspiración contra mi persona, que es un arte defensivo del hombre en la sociedad y de la fiera en la selva.

Vamos a ver, Luis González Seara: El artículo se llama ‘Un cambio innovador’. Y el que fuera ministro de Educación en un Gobierno de Ucedé dice que España arrastra males sin cuento ‘como consecuencia de los casi eternos gobiernos de la derecha que aquí hemos tenido’. Tendré que ilustrar al profesor González Seara que la izquierda es moderna en nuestro país. Empezó su vida real gobierno en 1931. No puedo gobernar más que los dos primeros años de aquella segunda República, porque las urnas dieron la victoria en 1933 a la derecha de José María Gil Robles y a aquella especie de centrismo de Lerroux. Hay que respetar los pronunciamientos de la soberanía nacional. Cuando en 1936 regresó al poder por las urnas, apenas tuvo tiempo de gobernar, puesto a los pocos meses empezó la guerra civil.

La modernización de nuestro país entre aquella horrible imagen de España, de analfabetismo, de pobreza y de decadencia y el tiempo actual se debe a la derecha española, instalada desde entonces hasta los próximos días de diciembre en los que tomará el Gobierno el socialismo. Fue un tiempo sin libertades, sin pluralismo político, sin democracia, pero nos incorporamos en las áreas económicas y sociales a los niveles europeos. Dejamos de ser un pueblo tercermundista que tenía ilustres filósofos, poetas, dramaturgos, pintores y científicos. Nuestro pueblo socialmente era una lástima, nuestra agricultura rudimentaria,  nuestra industria inexistente. Esto hay que decirlo sin que nos dé miedo y sin que nadie esté autorizado a adjudicarnos el elogio a la dictadura. Precisamente el gran problema de nuestro país es hacer convivir libertades y progreso, y en esa intención estamos. Pero el señor Seara no aparecería de golpe y porrazo del 76 en adelante con una biografía de perseguido, sino que fue un joven justamente meritorio en las proximidades del señor Fraga y en el Instituto de Estudios Políticos. El señor Seara no se alistó en el socialismo que regresaba de la marginación o del exilio en 1977, sino en la supervivencia de la derecha de aquel tiempo, que se revestía de centrismo para evitar franquismo superviviente e izquierda regresada. A esa derecha debe el señor Seara su escaño en las dos legislaturas de las Cortes y la designación de Ministro de Educación.

Cuando empezó la tormenta en aquella derecha obligada y artificiosa hizo compañía a Francisco Fernández Ordoñez y fundaron el Partido de Acción Democrática. Estaban seguros que no prosperaría. Si se hubieran presentado en los últimos comicios como tal partido habrían corrido la suerte de Adolfo Suárez, pero todavía con menos representación. Entonces pusieron a presión la tunantería política y pidieron asilo a los socialistas. Felipe González es acogedor para quienes se proponen ensanchar el campo del socialismo, y Alfonso Guerra, aquel antiguo director teatral de ‘Aquelarre’ fue también complacedor, siempre que no fuera la alianza con un partido, sino el asilo generoso a unos náufragos que nunca elevarían imposiciones. Así es como han salido diputados algunos compañeros políticos del señor Seara alcanzará alguna brillante ocupación política en los próximos tiempos. Con estos antecedentes – que me parecen legítimos y corrientes en la política – se puede estar en ese trajín; pero lo que no se puede es adoctrinar a los demás sobre comportamientos políticos y mucho menos desfigurar la Historia. Felipe González, no ha desorientado a nadie. Manuel Fraga, tampoco. Son las dos personalidades que por primera vez en la transición no han desorientado al electorado. En España hay una izquierda que aspira a ser moderna y moderada, y una derecha que conoce el respaldo de un electorado, con una nómina de principios y de valores concretos. Eso es la democracia en todas partes, y a eso se ha de juzgar si es que se quiere que prevalezca la democracia.

Los perturbadores son los tunantes. Los que están una vez aquí y otra vez en otra parte; los que se benefician en una ocasión con los que están y luego aspiran a beneficiarse con los que llegan. En España hay que estar de una vez, y en esta cuarta democracia, en el mecanismo político y electoral de un bipartidismo, que impone, por fin, identidades y no abstracciones y oportunismo. Tal vez el fenómeno político liberal que ahora trata de reconstruir Antonio Garrigues Walker podría ser una manifestación modesta, testimonial que con alguna fortuna podría alcanzar alguna representación. Todo lo demás está ya muy claro. Pero hay otro hecho sobre el que se está levantando el gran tópico nacional y que es el cambio. En la idea de cambio estamos todos. A estas alturas de siglo la innovación y el cambio es un patrimonio que impone la época. Pero esto enseguida vamos a verlo. El cambio no consiste en la distribución de prebendas o de canonjías, en erigirse en fuerzas de ocupación por un triunfo electoral, sino en construir progreso, en no limitar las libertades individuales y sociales y en fabricar convivencia.

Emilio Romero

18 Noviembre 1982

PÍCAROS, PERO CON HUMOR

Luis González Seara

Leer
"EL PÍCARO EMILIO ROMERO, ABUSA DE PÚLPITO Y SE EQUIVOCA DE SERMÓN"

Aunque parezca sorprendente, Emilio Romero ha disertado en las páginas YA sobre ‘tunantes’ – ‘con buen sentido’ – y sobre cambios de posición. Hace algunos años, el señor Romero escribió, desde otras tribunas, algunas cosas memorables sobre el YA y la santa casa, que llegaron a inquietar la mansedumbre evangélica de tan sosegada institución. Ahora, le ha puesto en ella un púlpito y, desde él, Emilio Romero predica mayorías naturales, y suelta homilías de moral política que traen un poco extrañada a la afición.

Definiciones

Emilio Romero dice que me ha dado de alta en su lista de políticos tunantes y advierte que utiliza este término sin ninguna intención infame, referido a la picaresca política y recordando una definición de su abuela, que prefería la palabra tunante a la de pícaro. Y me dice también que reciba con humor lo que con humor está escrito. Yo no sé cuál sería el concepto de tunante que tenía la abuela del señor Romero, pero para el diccionario es sinónimo de bribón y taimado o, en el mejor de los casos, se refiere a individuos que vagan de lugar en lugar en vida holgazana y libre. Sin embargo, no tengo inconveniente en aceptar el sentido humorístico de la dedicatoria y ruego al sñeor Romero que entienda también desde el humor que siempre le tuve a él por un pícaro. No se trata, por tanto de echar mano del diccionario y ver que pícaro puede significar dañoso, doloso o falto de vergüenza, ni tampoco de identificarlo con los tipos descarados, traviesos y de mal vivir de tantas obras maestras de nuestra literatura. Se trata de un apelativo desenfadado y humorístico, sin la menor intención de ofender a un periodista ilustre.

Ahora bien, la picaresca del señor Romero le lleva a desfigurar los hechos y a dar una interpretación de la historia que conviene clarificar. Dice el señor Romero que en una ocasión se vio envuelto en un pleito en el que era inocente, porque jamás ejerció la descalificación o la injuria. La verdad es que el tal pleito era una querella presentada por mí ante un artículo calumnioso o injurioso publicado, sin firma, en un periódico de la cadena de prensa que dirigía el señor Romero. Don Emilio dice ahora que es inocente y será verdad, pero si es así, mintió en el juzgado al reconocerse autor del artículo, tal vez para amparar al responsable con el escudo de su inmunidad parlamentaria de procurador y consejero del Movimiento de las Cortes de Franco.

Emilio Romero desfigura un artículo mío y dice que quiere ilustrarme acerca de nuestra historia, poniendo de relieve que la derecha modernizó a España y la convirtió de un país analfabeto, pobre y tercermundista en una sociedad europea. Pero yo no he dicho nada en contra de eso, aunque sería preciso hablar despacio de esa ‘modernización’. Lo que yo dije en el artículo de CAMBIO16 que suscita la lección histórica del señor Romero es que ‘por muchas voces que griten en la derecha de siempre, denunciando males sin cuento – males, dicho sea de paso, que arrastra España como consecuencia de los casi eternos Gobiernos de la derecha que aquí hemos tenido – la obligación de un Gobierno ahora, es no hacer demagogia ni electoralismo’. Y está claro que si uno quiere apuntar a la derecha la modernización del país, los males terribles que se auguran al Gobierno del PSOE – millones de parados, terrorismo, fuga de capitales, falta de inversión y evasión de divisas – existen ya y están ahí en el haber de la derecha. Así de sencillo.

Lecciones mutuas

Yo tengo un gran respeto al señor Fraga y jamás publiqué ni dije en ningún sitio las cosas desfavorables que el señor Romero ha escrito y dicho de Fraga, pero no puedo aceptar esa simplificación y desfiguración de la historia. Manuel Fraga, de ‘liberalizador’ del régimen de Franco pasó, cuando cayó en desgracia, a propagar y dar forma a la idea del centro político. Abandonó esta posición para integrarse en el Gobierno de Arias Navarro y al caer este, se lanzó a una aventura nostálgica de alianza con los siete magníficos – López Rodó, Silva y Fernández de la Mora incluidos – que cosechó un estrepitoso fracaso electoral. Después, en las elecciones siguientes, intentó una nueva aventura, con Areilza y Osorio, reclamando para Coalición Democrática el espacio de centro. Nueva derrota, aun más estrepitosa, y entonces surge la conversión a la tesis de la derecha pura, la mayoría natural, la desaparición del centro y la unión con UCD, la alianza final con los democristianos de Alzaga y… ¡en el camino estamos! Si eso no significa cambiar de posición y si así se consigue orientar al electorado, reconozcamos que es un método original.

Socialdemócrata

En cuanto a mí, vengo proclamando mi ideología y mi condición socialdemócrata desde la época franquista. Antes de las elecciones del 77 constituimos un partido socialdemócrata, que fue en coalición con otros partidos de centro a las elecciones y que, luego se integró en UCD. En este partido, tanto en el Gobierno como en el Parlamento mantuve siempre mi posición, lo que dio lugar a que muchas personas – incluido el señor Romero – nos indicaran que nos habíamos equivocado de partido y que nuestro sitio de socialdemócratas estaba en el PSOE. Abandonamos UCD cuando el partido se derechizó, estaba mandando y no era previsible el desastre que advino después, y fundamos otro nuevo, de ideología socialdemócrata, que llegó a un acuerdo con el PSOE para ir a las elecciones. No me presenté en las listas electorales, sigo siendo socialdemócrata y… ¿dónde está la desorientación?

Cuando se abusa de púlpito, a veces uno se equivoca de sermón. El oficio picaresco evoluciona y progresa, cambia las formas, pero mantiene la sustancia, Guzman de Alfarache comenzó a ejercer su actividad en la Corte sin rodeos: ‘La vergüenza – dice – perdida por los caminos. Que, como vine a pie y pesaba tanto, no pude traerla’. Hoy la cosas están mejor. No hace falta venir a pie ni perder nada por los caminos. Hoy se puede venir en coche y, en el oficio de pícaro, basta con tener humor.

Luis González Seara

El Análisis

UN VIEJA BATALLA

JF Lamata

Difícilmente las relaciones entre D. Emilio Romero y D. Luis González Seara pudieran ser buenas. En su artículo en YA el Sr. Romero alude a un viejo pleito en el que se vio implicado sin tener nada que ver. Eso es más que discutible. El asunto al que hace referencia fue su artículo titulado ‘Un caradura’  publicado en el ARRIBA en 1975 y arremetía sin citarle al Sr. González Seara, entonces presidente de la revista CAMBIO16 (editada por INPULSA, conocida como Grupo16), que se querelló contra el Sr. Romero.

Claro que en poco años, la situación había cambiado mucho. En 1975 el Sr. Romero era el todopoderoso jerifalte de la Prensa del Movimiento, bien relacionado con toda la cúpula del poder del Estado, mientras que el Sr. González Seara, a pesar de sus orígenes franquistas, estaba más cerca de la disidencia. En 1980 la situación cambiaba y era el Sr. Romero quién se veía marginado de toda relación con el poder, y era el Sr. González Seara el que aparecía como hombre cercano del poder hasta alcanzar el rango de ministro. La política tiene estas cosas.

J. F. Lamata