29 agosto 1993

Semprún y su hermano Jorge fueron dos de los principales líderes del PCE en la clandestinidad durante los años cincuenta y sesenta

Carlos Semprún Maura (ABC) desvela que la revista TRIUNFO de Haro Tecglen recibió financiación de la embajada de Cuba y la URSS

Hechos

El 29.08.1993 D. Carlos Semprún Maura publicó en ABC el artículo ‘El oro de Moscú’.

Lecturas

D. Eduardo Haro Tecglen desmintió lo dicho por su ex camarada D. Carlos Semprún Maura mediante una carta al director del ABC, D. Luis María Anson. El veterano columnista no tocó el tema en su columna de EL PAÍS, aunque sí hizo una referencia unos años después a ex comunistas chivatos que escribían en ABC en aparente referencia a él:

29 de mayo 1995 – Náufragos del comunismo

Que gente más rara: unos, sacrificiales, inmolados; otros, renegados, traidores, denunciantes hasta la bajeza de chivatos en ABC de Anson, que siempre paga traidores (poco dicen ellos; también lo dicen los de siempre). A Rabal y a Bardem les he visto en la tele enterrando a Lola Flores. Y en la reunión electoral de intelectuales de partido. Rabal ¿es un intelectual? Sí: escribe versitos graciosos en el ABC de Anson: en otro sitio, claro, no se los publicarían.

Eduardo Haro Tecglen

29 Agosto 1993

El oro de Moscú

Eduardo Haro Tecglen

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Torpe y lento leyó González el discurso; y hundido y acobardado colocó Aznar el suyo. Hay que ver estas cosas si la televisión no ofrece cuestiones políticas; y porque el verdero origen de la vida tal como lo exponen los sabios en Barcelona tiene menos interés. Salió del fondo de los océanos una casi ni ameba y tardó cuatro mil millones de años en consertirse en burócata. Salió Felipe del arco tenso de la izquierda bajo Franco y tardó diez años en convertirse en este mandado del mundo occidental. Habrá cien mil pedruscos con vida inteligente en el espacio (sea lo que sea el espacio; y lo que sea la v ida inteligente): burocratizados o en vías de burocratización. No me quejo de la función, ni de la dictadura que ejércen, sino del fin de la aventura. Discurso, intervenciones burocratizadas: para sintonizar con nacionalistas burocráticos, sindicatos burocráticos. Y la patronal, que por lo menos aún funciona con la ferocidad selvática de Cuevas; discursos de conveniencia, hacia una España de conveniencia dentro de un mundo que, como decía Ciro Alegría es «ancho y ajeno».

Tuvo apenas Felipe un ramalazo, y es cuando estuvo peor: cuando acuso a Izquierda Unida de haber recibido dinero de la Unión Soviética. ¡El oro de Moscú! Es la señal fascistoide para atacar y desprestigiar Distinto del oro alemán federal, del oro francomiterrandés; o del esclavista, guerrero, policiaco, imperial de Estados Unidos. Un ataque bajuno. Pobre Anguita, que estamos haciendo con él entre todos, por haber querido mantener que hay que seguir haciendo una especie de lucha por los que en su himno se llamaban «los pobres del mundo» –poca cosa es él, ya , para hacerla-, engolfado por la arcaica derecha pulpo que alzaba el lábaro de la reconquista, regañado por quienes formaban el núcleo fuerte de su coalición, acusado otra vez por la derecha triunfante de recibir el oro de Moscú. He perdido la cuenta de las veces en que yo fuí acusado de eso y, desde luego, he perdido la mayor parte de los nombres de la canalla fascista que me lo decía, mientras no rebotaba ni una moneda con otra en mi bolsillo. Qué antiguo es todo ésto; y este debate, y las quinielas de los ministros, y los ministros en sí.

29 Agosto 1993

El oro de Moscú

Carlos Semprún Maura

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El otro día, en uno de mis periódicos e inútiles esfuerzos por ordenar mis papeles, topé con un viejo ejemplar de EL PAÍS y con una columnista que llevaba este mismo título. Ocurre, don Eduardo Haro Tecglen, que lo grave con aquello del ‘oro de Moscú’ no es el oro, es Moscú. Lo mismo ocurría cuando se hablaba del ‘oro de Berlín’. Por supuesto, no se trata de esas bellas ciudades, ni siquiera del ‘vil metal’, sencillamente de que fueron las capitales del totalitarismo, del genocidio estatal. Para usted, por lo visto, cualquier alusión al ‘oro de Moscú’ es facistoide, prohibió hablar del crimen. Imprudentemente se atreve a comparar dicho oro al ‘oro alemán federal, al francomiterrandés’ o al ‘esclavista, guerrero, policíaco, imperial de Estados Unidos’ (¡Olé!). Un ataque bajuno añade usted, metiéndose con Felipe González, quien aludió, en las COrtes, al famoso oro de Moscú en relación con los comunistas epsañoles.

Más imprudentemente aún, se presenta como víctima de la canalla fascista y de sus calumnias. No sé cuanto cobraba de la embajada de la URSS en París, ni siquiera si cobraba, el caso es que durante mi paso, tan breve como repugnante por el PCE, allá por los años cincuenta, yo oí varias veces a los jerifaltes ‘peceros’ quejarse en voz baja porque dicha Embajada había creado una red de informadores entre los comunistas españoles, al margen y sin consultar, en este caso, con la dirección del PCE, y que escapaba totalmente a la famosa ‘disciplina de partido’. Usted formaba parte de dicha red, o redecilla, dirigida por Tulón de Lara y que contaba con algunos otros miembros más humildes. Como entre los jerarcas comunistas la mentira siempre se ha considerado como un arte, es posible que también en este caso mintieran. Lo dudo. Más tarde, en Madrid, cuando la censura franquista prohibió la salida de TRIUNFO durante un largo periodo, usted recibió de la embajada cubana suficiente oro como parap oder seguir adelante. Esp osible que no rebotara ‘ni una moneda con otra’ en su bolsillo, como escribe, el caso es que el oro de Moscú, vía la embajada cubana, salvó a TRIUNFO, como me lo contaron colaboradores suyos, para ensalzar el papel positivo del castrismo. No pasa nada, lo grave también en este caso, no es el oro de Moscú.

Carlos Semprún Maura

31 Agosto 1993

Eduardo Haro Tecglen

Eduardo Haro Tecglen

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Señor director: Sólo para las actas: deseo desmentir de la manera más absoluta todo cuanto Carlos Semprún escribe sobre mí en ese periódico el 29 de agosto. Son injurias y calumnias, mentiras y afirmaciones delictivas contra mí.

Eduardo Haro Tecglen.