31 julio 2013

Ha sobrevivido 27 años en el mercado compitiendo con EL DIARIO DE LEÓN

Cierra el periódico LA CRÓNICA DE LEÓN escenificando el desmorone del grupo empresarial de José Martínez Núñez

Hechos

El 31.07.2013 cerró el periódico LA CRÓNICA DE LEÓN

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 D. José Martínez Núñez junto al locutor de radio D. Luis del Olmo en los tiempos en los que ambos eran símbolos mediáticos de León.

30 Julio 2013

La crónica de 'La Crónica'

Javi Calvo

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El 'joven' diario cierra sus puertas después de alcanzar cotas impensables / 27 años de historia de un gran periódico empujado al abismo por sus propios editores

«Y que nadie se preocupe, porque para este proyecto hay el dinero que se necesite». La frase, lapidaria, fue pronunciada en 2008 por el constructor José Martínez Núñez ante un abarrotado Auditorio Ciudad de León durante la presentación del nuevo diseño del diario La Crónica de León tras su desvinculación de El Mundo. Cinco años después, el periódico ha cerrado sus puertas.

La desaparición de La Crónica supone el fin de un diario de referencia, de gran recorrido pese a su juventud, que siempre supo sobreponerse a la adversidad y que, por momentos, tuvo el ‘descaro’ de poner en jaque al centenario Diario de León.

Nacido en 1985 La Crónica tuvo unos complicados inicios, llenos de idas y de venidas. Su ‘parto’ fue comprometido. Apenas un año antes de que su rotativa comenzara a imprimir los primeros ejemplares los ‘egos’ de dos empresarios de la construcción chocaban frontalmente.

De ahí nació La Crónica, de un enfado entre empresarios del ladrillo. Martínez Núñez no toleraba que Servando Torío ejerciera desde la presidencia de Diario de León una hegemonía absoluta en los medios de comunicación y, por extensión, una creciente notoriedad acompañada de un enorme poder de influencia.

«Si no puedo hacerme con El Diario hago otro periódico», comentó entonces Martínez Núñez. Fiel a su carácter, temperamental y directo, el empresario buscó un puñado de socios, con Antonio Rey a la cabeza, y puso en marcha una aventura editorial que ahora muere.

El primer número

El primer número de La Crónica, bajo la dirección de Félix Pacho Reyero, fue un fracaso en toda regla. Con toda la sociedad leonesa esperando la presencia de un nuevo periódico que pusiera fin a la ‘dictadura mediática’ a la que por entonces hacía referencia la clase política el producto final que llegó a los quioscos resultó espantoso.

El ‘número 1’ de La Crónica fue aún peor que las ediciones de prueba. El papel era malo, la rotativa imprimía peor, la tinta no se secaba y las fotos se quedaban ‘pegadas’ a los dedos de los lectores. «Las cosas no se pudieron hacer peor», se recordaba años más tarde. En las dos primeras semanas de edición La Crónica tuvo días de ventas no superiores a los 150 ejemplares, y ahí se incluían las suscripciones.

Martínez Núñez, al fondo, observa los primeros ejemplares de La Crónica de León.

El diario estuvo a punto de abrir y cerrar en apenas 40 días. Fue entonces cuando el carácter temperamental de Martínez Núñez evitó el primer y temido cierre. «Esto sigue», dijo entonces. Y siguió, aunque con no pocas dificultades.

La primera medida fue tender una alianza con La Voz de Galicia. Y el resultado fue otro fracaso. De menor calibre que el primero, pero fracaso. Tucho Calvo tomó el relevo en la dirección del periódico y Pacho Reyero emprendió regreso a Madrid. Pero ‘la Voz’ llevó a La Crónica una mejor impresión grafica, un mejor diseño, pero una letra tan pequeña que los lectores nunca terminaron de ver.

Dos fracasos… y medio

Con dos fracasos a cuestas y con cierta desesperación los inversores fueron abandonando el barco hasta dejar en solitario a Martínez Núñez, aún empecinado en crear un periódico al precio que fuera. De ahí nació una tercera apuesta, con Benigno Castro a la cabeza.

El resultado no fue un éxito, pero tampoco un fracaso. En realidad con Benigno Castro La Crónica comenzó a ser un periódico de León. Por primera vez el diario tenía cierto sentido para sus lectores, la impresión rozaba el notable y los suplementos resultaban sumamente interesantes.

Había una luz al final del túnel salvo por un ‘pequeño’ problema: La Crónica gastaba mucho en todo, en personal, en colaboradores, en impresión, en publicidad, pero no ingresaba lo suficiente. No ingresaba nada, en realidad. Las cuentas, una vez más, eran un desastre.

Antonio Trobajo, junto a Félix Pacho, bendiciendo las nuevas instalaciones del diario.

Autoridades durante la inauguración del diario, hace 27 años.

La figura de Óscar Campillo

Fue en ese punto de desesperación en el que Martínez Núñez, casi sin pretenderlo, encontró en la propia redacción la clave para resolver la mayor parte de sus problemas: Óscar Campillo. El hoy director de Marca había sido corresponsal de Diario de León en Astorga, más tarde se había incorporado a la redacción de La Crónica junto con otro grupo de ‘elegidos’, y había dado nuevos aires a la sección de Comarcas.

Campillo tenía muchas ventajas: conocía la profesión desde abajo, tenía un enorme desparpajo, había sido ‘acunado’ por Polo Fuertes en los buenos y en los malos momentos de su peregrinar, era humilde y creía en el periodismo.

La figura de Campillo fue clave en el crecimiento de La Crónica. En poco más de una década el diario pasó de vender 150 ejemplares a casi 15.000. Campillo había logrado, quizá sin pretenderlo, que la redacción más joven del panorama nacional, la primera en utilizar ordenadores (con un programa Edicom de letras verdes apenas visibles en monitores de diez pulgadas), fuera capaz de cobrar poco y trabajar sin lamentos desde las diez y media de la mañana hasta las tres y media de la madrugada, eso sí con una hora para comer y sin cenar.

La Crónica, que no era nada, se convirtió primero en una familia y más tarde en un torrente informativo que sólo aquellos que parecían cegados por su poder nunca acertaron a ver e incluso despreciaron con cierta ligereza.

A sus muchas virtudes como director Óscar Campillo sumó una más, clave para que el periódico alcanzara un éxito sin precedentes. Alejó a aquel empresario ladrillero y ‘brutote’ de la redacción, tanto que por momentos Martínez Núñez parecía un tipo ajeno al periódico.

Los primeros redactores de La Crónica, junto a su director Félix Pacho.

La primera redacción, con sus paraguas, en los tiempos en los que había goteras.

‘La Crónica 16’, con un grupo de redactores.

‘El general’

Y así era. Martínez Núñez, ‘el general’, no pisaba la redacción porque Óscar Campillo se lo tenía prohibido. Quien hoy dirige el primer periódico nacional ejercía de filtro entre el ladrillo y las noticias. Y nadie lo supo hacer mejor que él.

Óscar dimitía al menos una vez cada seis meses. Así desde el primer año. En los malos tiempos, cuando Martínez quería ver sus noticias en la primera plana, a donde nunca llegaban, dimitía una vez al mes. De ese modo lograba que el periódico creciera precisamente por eso, por ser un periódico.

Junto al director estaba otra figura clave para el diario, su consejero delegado, Julio Aparicio. Cada uno hacía su papel. Óscar frenaba al ambicioso Martínez Núñez, Aparicio le acompañaba en esa misión y de paso cerraba la puerta a Jesús Alonso, un ‘envidioso’ personaje próximo al empresario cuyo único objetivo era llevar las riendas del diario deslumbrado por el ‘brillo’ que producen los medios de comunicación.

La Crónica supo hermanarse con los mejores, con medios nacionales que compartían filosofía. Primero con Diario 16 y más tarde con El Mundo. El periódico supo crecer hasta consolidarse con una plantilla de 70 profesionales, cada cual más comprometido con el periodismo y con La Crónica.

El fin del diario comenzó a tomar forma apenas unos años atrás. Cansado y con el lógico anhelo de nuevas experiencias, Óscar Campillo y Julio Aparicio dejaron sus puestos. Era el principio del fin. Fueron los tiempos en los que Martínez Núñez vio claro que era el momento para que para que sus titulares y sus noticias estuvieran en su periódico.

Una idea que nunca compartió José Luis Prusén el director que tomó el relevo a Óscar Campillo y que tardó en dimitir el mismo tiempo que Martínez en darle la primera orden inasumible. «Esto se publica así sí o sí, que para eso el periódico es mío», le dijo el constructor. Prusén hizo la maleta ese mismo día para irse a La Rioja, donde dirige otro exitoso diario.

Plantilla de La Crónica, en sus nuevas instalaciones. El diario llegó a contar con cien trabajadores.

Al abismo

Menos reparos puso José Luis Estrada a la hora de poner freno al empresario. Cautivo entre la necesidad personal y la impotencia ante la arrolladora personalidad de Martínez Núñez, en muchas ocasiones visible a través de Jesús Alonso, Estrada se limitó a intentar hacer entender que tanto Martínez como el nuevo consejero delegado no eran hombres del ladrillo sino grandes empresarios de la comunicación. «Hasta un ciego podía ver lo contrario», se aseguraba.

Fue permeable al máximo José Luis Estrada y poco hizo por reconducir la situación José Antonio Pérez, el último ‘gran’ director general en el que Martínez Núñez y Jesús Alonso depositaron su confianza. Con todos ellos la decadencia y descomposición interna resultó total. Tanto, que El Mundo, fiel aliado durante años, decidió romper su acuerdo por «evidentes discrepancias en la línea editorial».

Sin El Mundo como aliado llegaron aquellas palabras del empresario en la presentación de un nuevo proyecto editorial en solitario. «Y que nadie se preocupe, porque para este proyecto hay el dinero que se necesite», aseguró con una sonrisa.

Este miércoles, 31 de julio y después de sólo 27 años, La Crónica ha estado en los quioscos por última vez.