14 octubre 1978

Pedro Altares, su último director, echa en cara al Gobierno Suárez que no hiciera nada por impedir la muerte de aquella revista mientras despilfarra dinero en todos los periódicos de la prensa del Estado, en la Agencia EFE o en RTVE

Cierra por quiebra la revista democristiana CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO, una de las publicaciones antifranquistas más célebres

Hechos

El 14.10.1978 cerró la revista CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

Lecturas

Cierra tras 15 años la revista Cuadernos para el Diálogo, la revista fundada por Joaquín Ruiz-Giménez Cortés en 1963 cuyo último director fue el socialista Pedro Altares Talavera. Publicación opositora a la dictadura desde posiciones democratacristianas y socialistas moderadas, se quedó sin hueco en el mercado tras la llegada de la monarquía parlamentaria.

11 Noviembre 1978

Que nadie lamente nuestra suerte

Pedro Altares

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Cuadernos para el diálogo ya es historia. A pesar del movimiento de solidaridad que su muerte ha despertado, el posible que la revista no salga más. No vale lamentarse. Las cosas son como son, y éste es un país que necesita periódicamente archivar la memoria para sobrevivir. La desaparición de Cuadernos para el diálogo no es un caso de ingratitud histórica: sus razones para mantenerse no estaban en el pasado, sino en el presente y en el futuro. Es decir, en la existencia en España de una prensa independiente y crítica, pluralista ideológicamente y enmarcada económicamente en la pequeña empresa. Respecto al pasado, nadie tiene derecho a pasar factura por los servicios prestados. Aquí y ahora a nadie le importa el pisado. Este es un régimen sin antecedentes y todos tenemos debajo del brazo el certificado de garantía democrática. Los de mi generación recordamos que, allá por los años sesenta, los demócratas parecían minoría, clandestina además, pero como nunca nadie les contó, no se sabe si es un fenómeno natural su actual proliferación. En cualquier caso, para mirar definitivamente hacia adelante más vale no entrar en el capítulo de los agradecimientos ni en la investigación de los pasados. Muchos cayeron por la democracia y otros nacieron el 15 de junio de 1977 para servirla. La realidad ha demostrado que todos son necesarios.

La desaparición de una revista, aunque sea tan significativa comoCuadernos para el diálogo, no deja de ser un episodio minúsculo, quizá doloroso para los españoles con memoria, de la confusa, pero esperanzadora, etapa histórica de la transición hacia la democracia. Y, además, ocurren cosas peores con la prensa que la desaparición de un título. Tienen razón algunos políticos que han dicho que con Cuadernosno se acaba la democracia. No nos engañemos: una publicación muere siempre por falta de lectores, y Cuadernos no los tenía en número suficiente. A pesar de que el consumo per capita de prensa y libros en España se mantiene a niveles africanos, otras revistas conocieron en el tiempo de su decadencia tiradas millonarias. Supieron llegar a ese público que a Cuadernos se le escapó tras el espejismo de creer que las pautas de comportamiento electoral son las mismas que las de lectura. Pero, además de en su planteamiento político, Cuadernos para el diálogo se equivocó en otros. En la cultura, por ejemplo. La cultura no tiene en estos momentos clientela, al menos entre lectores politizados. La política española en general hace gala de su analfabetismo. Lo cual es bastante lógico en un país con más de sesenta horas semanales de televisión. Julio Cortázar no tiene nada que hacer ante Starsky y Hutch,ni Carlos Barral ante los Botejara. Vizcaíno Casas, no lo olvidemos, es el autor español más leído, después de Corín Tellado, de los tiempos que corren. Y dicho sea de paso con el máximo respeto por tan populares firmas.

El concepto de libertad es muy amplio y hay quienes supieron aprovecharla mejor que Cuadernos para el diálogo apoyados por una clase política que descubrió el inmenso placer, y la rentabilidad política inmediata, de posar ante las cámaras de televisión. Es sólo una cuestión de tirada y, como suele decirse, de audiencia. Después de cuarenta años de catacumbas, los políticos de la democracia descubrieron las glorias del papel couché. Por su parte, la sociedad española se ha apresurado a cambiar el libro de misa por revistas de desnudos. Nadie puede reprochárselo a unos ni a otros, aunque el fenómeno sea digno de análisis.

Por lo demás, es cierto que el marco económico en que la prensa independiente se ve obligada a moverse es notoriamente estrecho. Y que dentro de él sólo podrán sobrevivir los fuertes. La prensa independiente se asfixia hoy en España por una serie de factores que van desde la ausencia de ayudas al precio del papel, pasando por un montaje de distribución insuficiente y gremialista y a la desleal competencia publicitaria de la televisión. Y a pautas de lectura heredadas de la dictadura y asumidas por una parte importante de la población, incluidos los votantes de los partidos de la izquierda.

Junto a este hecho tenemos otro no menos notable: entre unas cosas y otras el Estado gasta la friolera de 40.000 millones de pesetas en sufragar los gastos de los medios de comunicación estatales, radio, televisión, prensa y diversas publicaciones (editoras ministeriales, agencia Efe y otras, Editora Nacional, etcétera). No entro ahora en la necesidad o no de todos y cada uno de estos medios, pero sí en reseñar tan colosal despilfarro presupuestario (aceptado sin pestañear por las Cortes democráticas), que es más del doble de lo que se piensa recaudar en el impuesto general sobre la renta. La democracia que llega acepta sin modificaciones apreciables, por lo menos hasta el momento, y año y medio después del 15 de junio, todo este confuso tinglado sin que, además y paralelamente, se inicie una labor de ayuda o mantenimiento del resto de la prensa a la que la inflación somete a un proceso constante de descapitalización y ahogo humano y financiero. Que se sepa, ningún partido político ha tomado la iniciativa en el problema. La izquierda, como un solo hombre, se ha hecho solidaria del mantenimiento de la antigua prensa del movimiento (antecedentes no, por favor), pero ha sido totalmente incapaz de promover paralelamente un estudio jurídico y económico de las necesidades del sector privado y que ha sido sustancial en el advenimiento de la democracia, haciéndose, por tanto, cómplice, como en tantas otras cosas, de la incapacidad gubernamental.

Para terminar: diálogo es una palabra gastada en un país que quema etapas velozmente. Las que ahora se llevan son otras. Tales como poder, alternativa de poder, consenso, etcétera. Con Cuadernos para el diálogo se va un reflejo de lo que ha sido la vida político-cultural de estos últimos quince años. También algunas ilusiones de quienes (accionistas, lectores, profesionales) lo hicieron posible. Ahí estarán en dos o tres hemerotecas sus 336 números que hablaron sin ira y con esperanza de un tiempo y un país, que, creían que el hombre, aunque fuese español, era el único animal capaz de dialogar, que fue durante muchos años plataforma de opinión de los que por decreto no tenían derecho a darla y escuela de convivencia y racionalidad. Y, por supuesto, trinchera contra la opresión y la injusticia. Pero, parafraseando a un colega francés en parecidas circunstancias, que nadie lamente la suerte de Cuadernos para el diálogo. Ni el Gobierno que pudiendo ayudar a la prensa libre no lo hizo, ni los políticos que prefirieron arrimarse, y estaban en su derecho, a otro tipo de publicaciones, ni los lectores que nunca tuvieron tiempo de leer prensa responsable. Ni, por supuesto, los que la hicimos sin saber acomodarnos a las circunstancias.

Hace un año que Cuadernos para el diálogo dio a conocer el borrador de la Constitución, en lo que constituyó un gran escándalo periodístico muy poco comprendido por los partidos. La Constitución está ya terminada y sólo falta su aprobación por el pueblo. España entra en una nueva era política. Puede que mañana cierta prensa vuelva a ser posible. Nos vamos con la esperanza intacta. Quién sabe. A lo mejor en la España posconstitucional vuelve a ser necesario el diálogo…

30 Septiembre 1978

CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

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La empresa editora de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO ha enviado, en estos días, un SOS a sus accionistas y amigos. A menos de conseguir, en el plazo de pocas semanas, fondos suficientes para cubrir una ampliación de capital. La revista que durante la última década del franquismo sirvió de lugar de encuentro y de foro para el debate entre las diversas corrientes democráticas que hoy ocupan la mayoría de los escaños del Parlamento tendrá que suspender su publicación. La liquidación de la dictadura ha desplazado, lógicamente, las confrontaciones poIíticas desde la prensa a las Cortes y ha permitido a las organizaciones antes prohibidas por la ley y perseguidas por la Administración sacar a la calle su propia prensa. Sin embargo, la revista CUADERNOS, realizada por algunos miembros del antiguo equipo redacción al que han resistido los llamamientos o las tentaciones de la disciplina militante o del Poder, ha continuado, en un medio menos necesitado ya de los semanarios independientes, su meritoria labor al servicio de la libre discusión y el intercambio de opiniones.Los destinatarios de esa petición de socorro se hallan, fundamentalmente, en la sociedad civil. Son los grupos de opinión y los partidos y organizaciones sindicales a los que Cuadernos, en los difíciles tiempos de la clandestinidad, sirvió arriesgada y generosamente de vehículo. Aunque el agradecimiento es una palabra mal vista cuando significa obligaciones hacia terceros por ayudas recibidas en el pasado, resuIta difícil aceptar la idea de que esos potenciales accionistas dejen caer aquel útil invento de la década de los sesenta y comienzos de los setenta simplemente porque ya no lo necesitan o porque les incordia su independencia.

¿Y la ayuda del Estado? El desvergonzado despilfarro de los fondos presupuestarios para mantener en pie ese elefante muerto que es la antigua Prensa del Movimiento, ardorosamente defendido ahora por quienes fueron hasta hace poco las principales víctimas de sus denuestos y calumnias, o para sufragar ese híbrido de incompetencia y corrupción denominado Televisión Española, no puede contagiar de cinismo a la prensa independiente. No se trata de que se amplíen las invitaciones a participar en esa danza pornográfica de miles de millones de pesetas, sino que se clausure el baile. Mientras que la suscripción de acciones por grupos políticos o sindicales no condiciona necesariamente la libertad de una publicación, y difícilmente si ninguno de ellos es mayoritario, la graciosa concesión desde el Poder del dinero de los contribuyentes es una fuente de sospechas seguras y un instrumento de presión probable.

Sin embargo, es algo cualitativamente diferente la debida satisfacción por el Estado de las reivindicaciones hoy pendientes de la prensa española en su totalidad, que aspira a ser resarcida por el Poder, al igual que en otros países democráticos, de los daños y perjuicios que le produce el dumping publicitario del monopolio gubernamental de la televisión, las trabas que dificultan una eficaz distribución y la protección arancelaria a los papeleros españoles. Las primeras declaraciones del secretario de Estado para la Información hacen concebir fundadas esperanzas de que esa política de reparación a la prensa va a entrar pronto en funcionamiento. No se trata, ni qué decir tiene, de fondos reptiles, ayudas por debajo de la mesa o sobornos disfrazados, sino de una reglamentación hecha pública con luz y taquígrafos y aprobada y controlada por el Parlamento. Pues bien, sería lamentable que, precisamente en vísperas de una legislación que podría hacer viable su supervivencia, Cuadernos tuviera que cerrar sus puertas. Sería algo así como dar garrote a un condenado el día antes de que entrara en vigor la abolición de la pena de muerte.

14 Octubre 1978

Gracias

CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO (Director: Pedro Altares)

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El último editorial de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

GRACIAS

Nos gustaría que este editorial no fuese una despedida. Pero puede serlo. Quisiéramos decir que los problemas económicos que puedan hacer que esta revista desaparezca después de quince años, están superados. Pero no podemos decirlo. De modo que es posible que este sea el último número de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO. Y decimos posible y no seguro porque todavía queda alguna posibilidad, aunque sea remota, de continuar. Tampoco perdemos la esperanza de convertir este adiós en un ‘hasta luego’ y confirmar en tiempos mejores para la prensa independiente. Pero tampoco sabemos si vendrán. Citamos a Machado en el primer número. Seguimos citándole en el que puede ser el último: «Nos vamos desnudos de equipaje». En medios quedarán quince años de una publicación que creyó en la libertad y en los españoles. Seguimos creyendo en una cosa y otra con inmensa satisfacción de ver alguno de nuestros objetivos políticos cubiertos. La democracia está ya a las puertas de nuestra historia y pensamos que algo han contribuido a ello los mejores de las páginas escritas en CUADERNOS. Probablemente esta democracia no sea la mejor pero será la nuestra y confiamos que a partir de ella pueda construirse una España más justa y libre que la que hemos conocido hasta ahora.

Nos vamos sin reproches aunque nuestra desaparición no nos parezca justa. Si la Historia se ocupa de estas pequeñas cosas, algún día juzgará el papel de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO en estos últimos años. Tenemos, sin embargo mucho que agradecer, especialmente en estos últimos días en que la solidaridad con nosotros nos ha conmovido hasta lo más hondo. Sentimos también la indiferencia y falta de respuesta de otros. Pero nos ha tocado vivir tiempos duros de los que no vale lamentarse ya que son los nuestros. La historia sigue aunque nosotros nos quedemos, como publicación, al margen. Pero los hombres, ilusiones, esperanzas y el trabajo que dieron vida a estas páginas, permanecerán. Permanecerán mientras existan la opresión y el hambre, las injusticias y la desigualdad. CUADERNOS nació para luchar contra ellas, como tantos otros no lo ha conseguido. Pero desaparece con la satisfacción de, al menos, haberlo intentado a través de esa letra impresa que es como la grasa en el motor de la historia.

CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO

06 Diciembre 1988

"Surgió la idea de CUADERNOS después de los sucesos de febrero de 1956 y mi cese como ministro de Educación Nacional"

Joaquín Ruiz Giménez Cortés

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Entrevista publicada en un número especial de la revista publicado diez años después de su cierre.

Félix Santos – Hay que empezar por evocar el año 63, en cuyo mes de octubre aparece el primer número de CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO. O incluso habría que evocar que la idea de CUADERNOS le surgió a usted en Salamanca, varios años antes, cuatro o cinco años antes, según yo recuerdo haberle escuchado en alguna ocasión.

Joaquín Ruiz-Giménez – Exacto sí. A mí realmente me surgió la idea cuando después de los sucesos de febrero de 1956 – los sucesos estudiantiles y mi cese como ministro de Educación Nacional, que así se llamaba entonces me reintegré en mi cátedra de Salamanca.

Félix Santos – Usted se decantó como más próximo a posiciones más a la izquierda, posiciones más socialdemócratas que demócratas-cristianas en episodios concretos de la marcha de la Revista. Incluso en el momento en que se separaron Óscar Alzaga y Díaz-Ambrona, parecía como que estaba usted más próximo a la sensibilidad social y política de los sectores socialistas del Consejo de Redacción.

Joaquín Ruiz Giménez – Diré lo siguiente: Que yo me hubiera inclinado entonces abiertamente hacia una fórmula social-demócrata. Lo que ocurría es que entre los sectores amigos más jóvenes lo social-demócrata en aquel momento era nefando.

Félix Santos –Era nefando, efectivamente, para la gente de la izquierda, y lo ha sido hasta hace algunos años.

Joaquín Ruiz Giménez – Esto era la verdad, vamos a poner las cosas en su punto. Yo no tenía más elección que o democracia cristiana o socialismo marxista, en aquel instante el PSOE…

Félix Santos – Muy radicalizado ideológicamente…

Joaquín Ruiz Giménez – Modernizado todo lo que quiera, pero realmente un socialismo marxista y yo todavía no estaba espiritualmente en la línea de aceptar una concepción marxista de la Historia. Entonces, claro, busqué el lado de la izquierda de la democracia-cristiana, verdad, porque la social-democracia no era en aquel instante, no era ni chicha, ni limoná. Era nefando. Yo me acuerdo todavía de gentes del PSOE, que hablar de social democracia, para ellos era un insulto. No se puede juzgar del momento aquel espiritual-psicológico con lo que hoy está pasando.

Félix Santos – Efectivamente.

Joaquín Ruiz Giménez – Así era. Es verdad que en las discusiones en CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO yo estaba, me sentía pues mucho más cerca de ciertas posiciones – por darles nombres – de Julián Ariza o de Marcelino Camacho que de otras del sector liberal o del sector social-demócrata que había también allí. Bien. Luego otra cuestión importante: en los momentos claves adoptamos una posición que nada tenía que ver con la democracia-cristiana como cuando el golpe de Estado de Pinochet el año 73.

Félix Santos – Editamos un número extraordinario del que tuvimos que hacer tres ediciones.

Joaquín Ruiz Giménez – Aquello fue decisivo, aquel número extraordinario con aquella efigie aquella imagen en grises.

Félix Santos – En negro y grises en portada.

Joaquín Ruiz Giménez – Aquello fue tremendo, porque produjo la ruptura de un sector de colaboradores de CUADERNOS, supuso la salida de unos cuantos del sector demócrata cristiano.

Félix Santos – Y usted respaldó a los que estábamos haciendo la revista.

Joaquín Ruiz Giménez – Les respaldé totalmente. Incluso publicamos una cosa muy dura contra la democracia cristiana chilena. Hasta tal punto que durante un tiempo los demócratas-cristianos chilenos estuvieron reentidísimos y dolidísimos de la actitud mía y de CUADERNOS. Y cuando yo fui a defender el año 74 a Luis Corbalán secretario del Partido Comunista de Chile, pues me encontré con que el ambiente dentro de los demócratas cristianos seguía así. Lo que ocurre es que yo lo resolví yéndome a ver a Eduardo Frei. En la casa de Edaurdo Frei, nos dimos un gran abrazo y aclaramos muchas cosas. No es que nosotros estuviéramos globalmente contra la democracia-cristiana chilena, sino contra algunos de los de la democracia cristiana chilena que no habían facilitado el diálogo con Salvador Allende y sus gentes. Bien, pero quiero decir con esto, que la situación dentro de CUADERNOS era una situación todavía muy plural pero de gran respeto a las corrientes no demócratas-cristianas. Había demócratas cristianos en ellas, yo políticamente, ya estaba, puesto que había aceptado la presidencia de Izquierda Democrática. Estaba en eso. Pero era una Izquierda Democratica de espíritu cristiano, pero en gran diálogo con los demás. Y prueba de ello es que el año 74 en que se constituye la Junta Democrática en París por la iniciativa principalmente de Rafael Calvo y de García Trevijano y de Santiago Carrillo, y como pendant se aparece en Madrid la Plataforma de Convergencia Democrática por impulso de Felipe González, yo estuve en ese momento fundacional, como estuve luego en este mismo despacho en que se reunieron una y otra.