12 septiembre 1919

El partido tiene un profundo mensaje anticapitalista

Nace en Baviera el Partido Obrero de Alemania liderado por Anton Drexler y entre cuyos militantes destaca el soldado Adolf Hitler

Hechos

El 12 de septiembre de 1919 se celebró el acto.

Lecturas

El Partido Obrero alemán celebró el 11 de septiembre de 1919 el Partido Obrero alemán celebró anoche una asamblea sobre le tema «¿Cómo y con qué medios se puede eliminar el capitalismo?». La reunión, celebrada en la cervecería Steinecker Brau de Munich contó con unos 40 asistentes, y en las discusiones destacó la apasionada intervención de un soldado de infantería, llamado Adolfo Hitler. El presidente del Partido Obrero, Anton Drexler, se mostró de acuerdo con las propuestas de HItler y lo invitó a ingresar en la organización. En el coloquio, que se prolongó hasta la madrugada, intervino también Gottfried Feder, jefe  de una organización ultranacionalista hasta ahora poco conocida, la Liga combatiente para la ruptura de la esclavitud y el vasallaje, que se opone violentamente a los términos del tratado de paz de Versalles.

Un año después de su fundación el cabo Hitler ya será la figura más popular de este partido. 

El Análisis

Un nuevo partido en Múnich: entre la hoz y el sable

JF Lamata

Entre las muchas criaturas ideológicas que ha traído al mundo la derrota, la revolución y la miseria de la posguerra, hoy ha nacido en Múnich un partido que desconcierta tanto por su nombre como por su doctrina: el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, fundado por Anton Drexler, un agitador conocido en círculos nacionalistas bávaros. Aunque su acta fundacional apenas ha alcanzado los periódicos del norte, no es improbable que este nuevo movimiento, todavía de escasa estructura, trate de ganar resonancia más allá de Baviera en los próximos meses.

Lo que hace particularmente difícil clasificar a esta formación es su curiosa amalgama doctrinal. Se autoproclama “obrero” y sostiene un discurso contra el gran capital, la banca y los partidos liberales, lo que lo emparentaría con los postulados del socialismo revolucionario. Pero al mismo tiempo, su odio visceral al marxismo, su antisemitismo declarado y su fervor nacionalista lo sitúan en los márgenes más exaltados de la derecha imperial, esa que no ha perdonado la derrota, ni la caída del káiser, ni la proclamación de la república. En su ideario, se mezclan críticas al capitalismo con elogios al orgullo racial alemán, y un desprecio absoluto a los partidos burgueses tradicionales. Su nacionalismo no es conservador, sino radical y revanchista.

¿Estamos ante un movimiento localista, fruto de los humores de Baviera, o ante un intento de articular una nueva vía política para los desencantados, una tercera fuerza que robe bases tanto al socialismo como al militarismo monárquico? ¿Busca presencia nacional o sólo agitar las aguas en el sur? Las respuestas aún no están claras. Lo cierto es que la fragilidad de la República de Weimar ha generado un campo fértil para toda clase de experimentos políticos, y en ese terreno fangoso ha germinado este partido extraño que dice hablar en nombre del pueblo… pero que grita como si deseara la revancha más que la reconciliación.

J. F. Lamata