7 junio 1968

Las críticas de Páez se producen poco después de que el Diario MADRID esté suspendido precisamente por ser acusado de criticar a Franco de manera encubierta tras atacar a

Cristobal Páez (ARRIBA) acusa a NUEVO DIARIO de hacer campaña contra De Gaulle como paso previo para derribar a Franco

Hechos

El 7.06.1968 se publicó en ARRIBA el artículo ‘La Burda Caricatura’ de D. Cristobal Páez.

Lecturas

Un editorial de Nuevo Diario, periódico dirigido por Juan Pablo Villanueva Domínguez, sobre el presidente de Francia, Charles de Gaulle es interpretado por el columnista de Arriba Cristóbal Páez García, como otro alegato contra Francisco Franco Bahamonde a estilo del sancionado artículo de Diario Madrid.

05 Junio 1968

El ocaso de una política nacionalista

NUEVO DIARIO (Director: Juan Pablo Villanueva)

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Es pronto para analizar las causas y consecuencias de lo que se ha llamado ‘revolución francesa, 1968’. Sin embargo, una conclusión se percibió con claridad: el ocaso de la política de grandeur del general De Gaulle y de su mítico prestigio.

Tras el fracaso de su proyectado referéndum, De Gaulle se apresta a salvar a Francia por tercera vez. Pero no nos engañemos; ahora va a intentar solucionar los dramáticos efectos de sus propios errores. Diez años después de estabilidad crearon un espejismo de una Francia en vías de recuperar su papel de gran potencia mundial. La retórica y el genio innegables del general-presidente no lograron, pese a todo, modificar el curso de la Historia ni – lo que es más grave – acelerar la evolución interna de su país.

La propaganda gaullista – cara a las próximas elecciones – está dispuesta a conceder la ‘renovación universitaria’ y la participación de los obreros en la vida de las empresas. Este forzado aggiornamento quizá sea suficiente frente a una izquierda anquilosada y a un partido comunista más contemporizador de lo que parece. En cualquier caso, el precio de la paz interior ha sido el hundimiento de la estrategia exterior del general. Su gran designio de una Europa del Atlántico a los Urales – cuyo corazón sería Francia – se ha tenido que posponer definitivamente. Para consolidar a las fuerzas de centro y de derecha – despistados por su seudo europeismo y por su apertura a países socialistas – De Gaulle ha debido agitar el espantajo del comunismo. El temor del francés medio a una dictadura del proletariado – muy problemática, por otra parte – ha surtido el efecto apetecido.

Pero el edificio de su política exterior se ha derrumbado. Bien ha hecho sustituyendo a Conve de Murville – cabeza visible de su independentismo teórico – por Michel Debré, típico nacionalista. Con esta elección, De Gaulle es consecuente consigo mismo. No se puede presumir de apertura siendo un nacionalista. No se puede aspirar a una gran Europa si se ponen trabas a los ‘seis’ o al ingreso de Gran Bretaña. Las reacciones de los allados clásicos han sido, naturalmente, favorables, Estados Unidos comprenden, al fin que De Gaulle, es un mal menor y se disponen a ayudarle. Los paises del Mercado Común cierran filas tras la economía francesa, Schiller – ministro alemán de Finanzas – ha confesado ingenuamente: “Ahora todos sabemos que juntos somos más fuertes”. Más vale tarde que nunca. Esperemos que el drama del último gran nacionalista – incapaz de resolver los problemas de su propia nación – facilite la unificación de esta precaria Europa.

07 Junio 1968

Una burda caricatura

Cristobal Páez

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Un diario vespertino de la ‘Prensa independiente’ [Diario MADRID] ha entonado un réquiem por la política de grandeur del general De Gaullle. Con su mejor garganta operística, ND [NUEVO DIARIO] ha cantado el ‘Adiós a la vida’ de la política nacionalista del último gran nacionalista – incapaz de resolver los problemas de su propia nación – Ha sido, sin duda, la condenación más ácida y severa que del Presidente de la República Francesa se ha hecho en la ‘Prensa independiente’, precisamente ahora cuando, como dice ND sirviéndose de un volatín de ironía, De Gaulle ‘se apresta a salvar a Francia por tercera vez’.

Cualquier curioso lector del editorial de ND al que nos referimos se habrá de quedar turulato ante la nefasta hoja de servicios que dicho periódico se ha permitido extender a un soldado-político que hace diez años fue llamado – democráticamente, con perdón – para poner orden en su país. ¿Qué ha supuesto esta década para la nación francesa y para su conductor? Sin pararse en barras, ND la valora, con eficacia de ‘cosa juzgda’ en los siguientes términos: ‘Diez años de estabilidad crearon el espejismo de una Francia en vías de recuperar su papel de gran potencia mundial’. Y en cuanto a De Gaulle, el veredicto de ND también está erizado de una especial caridad: ‘La retórico y el genio innegables del general-Presidente no lograron pese a todo, modificar el curso de la Historia ni – lo que es más grave – acelerar la evolución interna del país.

Me resisto a extraer de la cantera editorial de ND los muchos y variados materiales que ofrece para trazar la caricatura más deleznable que la ‘prensa independiente’ se ha atrevido a hacer hasta ahora de un estadista europeo que, cuando menos , tiene derecho – creo yo – al juicio sereno de la Historia.

ND, por de pronto, le ha despojado de su túnica magistral y la ha entregado en pedazos, no sé si a la voracidad de la nueva generación como prenda de un anciano megalómano que, a lo largo de los lustros de gobierno, no ha sabido recoger más que una copiosa cosecha de calabazas dentro de su país y fuera de Francia. Lo único que ha dejado en pie ND es un De Gaulle chocholo, fracasado y ultraderechista quien, a la vejez viruelas, ha tenido que ‘agitar el espantajo del comunismo’ para consolidar, metiéndoles el resuello en el cuerpo, a las fuerzas de centro y de derecha.

Me gustaría saber qué es lo que ND sugiere a Francia para recuperarse de los desastres de esta década ominosa. ¿Quizá la vuelta a la Arcadia feliz de la IV República? ¿Quizá la anticipada celebración de exequias por el gaullismo? ¿quizá el retorno a la sapiencia china de los grandes ninots de la falla pluripartidista?

Agotados todos los ungüentos olorosos que ND ha derramado generosamente sobre el efebo revolucionario de Nanterre, no le resta una pizca de sal, una gota de vinagre, ni dispone de un puesto a la lumbre para el soldado septuagenario que tantas torpezas y frustaciones ha acumulado en diez años de gobierno, enaltecido por la voluntad popular y mayoritaria de Francia.

De Gaulle, como dice ND es el último gran nacionalista y como se calla, el penúltimo de los generales que gobiernan en Europa.

¿Se propondrá ND en el futuro agotar la lista de los soldados de honor?

Confiemos en que, por una sola vvez y sin que sirva de precedente, la exégesis de ND sobre los generales termina donde un francés, que viene piripintado para el caso, dijo que empieza África: en los Pirineos.

Cristobal Páez