14 abril 2018

Sus broncas con Ramón Pérez-Maura y con Jaime González se hicieron públicas ante los lectores

David Gistau rompe con ABC tras cinco años con sonoros enfrentamientos con su ‘vieja guardia’ y vuelve a EL MUNDO: «Quiero volver a un lugar lleno de amigos»

Hechos

El 14.04.2018 el diario EL MUNDO anunció el fichaje de D. Davis Gistau.

Lecturas

Después de 5 años en el ABC D. David Gistau volvió a partir del día 14 al diario EL MUNDO invitado por D. Francisco Rosell. «Vuelvo a casa» donde «siempre he sentido una libertad rabiosa» asegurando que en Unidad Editorial ahora podría además de publicar columnas escribir reportajes y crónicas.

14 Abril 2018

Ten cuidado ahí fuera

Ignacio Camacho

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El mejor elogio que un escritor puede hacer de otro es envidiarle lo que ha escrito. Esto me pasa a menudo con los columnistas de ABC, el mejor peristilo de la prensa española, y peco de cicatería o de desidia al dejar de decírselo. Ahora que David Gistau se despide no quiero que se vaya sin saberlo: muchas mañanas me he desayunado con la sana pelusa de no haber firmado yo sus artículos. Esa sensación de encontrar en un texto ajeno las palabras o las ideas que a uno le gustaría que se le hubiesen ocurrido, y saborearlas con el placer afable de quien se toma un café con un amigo.

En el fondo, en eso consiste este oficio. Te sientas a charlar en casa del lector, o en la barra de su bar favorito, y tratas de explicarte tu visión de la vid a cambio de un euro y pico, a sabiendas de que esa confianza que te otorga no incluye la cláusula de estar de acuerdo contigo. Existe un pacto implícito de que él dejará de prestarte atención cuando le aburras o se canse de tu estilo. Pues bien: como lector, David jamás me ha defraudado, ni como profesional le he visto faltar a un compromiso. Es un tipo bizarro, independiente, lleno de coraje moral, y además un articulista de raza, brillante, con lenguaje propio, de esos que llevan las metáforas en los bolsillos. Créanme lo que digo porque después de treinta y ocho años de ejercicio es seguro que del periodismo actual se me escapan muchas cosas, pero las columnas conservo buen paladar y cierto ojo clínico.

Se va y lo siento aunque cada cual sea libre de escoger su camino. En un periódico se acostumbra uno a ver entrar y salir gente, hasta que un día el que se marcha, por voluntad propia o ajena, eres tú mismo. Conviene tener las maletas hechas y no cogerle demasiado cariño a tu sitio. Cuando llegué, esta atalaya era de Campmany y ya ven cómo degenera el destino. Esa galería de retratos que citaba Gistau, la de la antesala de la Biblioteca, te vacuna contra el narcisismo haciéndote saber la esterilidad de competir con los gigantes literarios que han habitado esta Casa durante un siglo. Así y todo, los que estamos ahora tratamos de seguir mal que bien esa estela de prestigio, y aunque con David dentro era más fácil – y con Jaime González, a quien debo gratitud eterna pro su combativo apoyo en momentos críticos – no vamos a aflojar, mientras nos dejen, en el desafío.

Se han ido ambos como los caballeros que son, sin ruido y cerrando con cuidado la puerta. Ha sido un privilegio compartir con ellos estos años de relato de una España trémula. Y ver cómo la noble impronta de este centenario pájaro de papel alicataba el corpachón de motero de Gistau en un smoking de hechura estrecha. Aún será un honor medirse el ingenio desde la competencia; ganará David, me temo pero se hará lo que se pueda. Y como decía el sargento Esterhaus, de la ‘Canción triste de Hill Street’, tened cuidado ahí afuera.