17 noviembre 2010

La Cadena SER, el diario EL PAÍS y el canal CNN+ dio la máxima difusión al incidente responsabilizando al Gobierno de Esperanza Aguirre

Escándalo en TELEMADRID al difundirse comentarios eróticos soeces del tertuliano Salvador Sostres del programa ‘Alto y Claro’ realizados durante la publicidad

Hechos

El 17.11.2010 la Cadena SER, CNN+ y la edición digital de EL PAÍS reprodujeron comentarios del tertuliano de ‘Alto y Claro’ (TELEMADID) D. Salvador Sostres realizados durante la pausa publicitaria del día 12.11.2010.

Lecturas

El 17 de noviembre de 2010 se subió a internet por parte de trabajadores de Telemadrid un vídeo grabado durante la pausa publicitaria del programa ‘Alto y Claro’ de Telemadrid del día 12 de noviembre de 2010 en el que D. Salvador Sostres Tarrida expresa sus preferencias sexuales ante la presentadora, Dña. Isabel San Sebastián Cabasés y los otros tertulianos de ese día: D. Alfonso Ussía Muñoz-Seca, D. Antonio Casado Alonso y D. Antonio Pérez Henares. En las declaraciones filtradas se escucha al Sr. Sostres Tarrida – cuando desconoce que está siendo grabado – decir que él, para las relaciones sexuales, prefiere las jovencitas de 17 a 19 años, cuando tienen vaginas que aún no huelen a ácido úrico.

Ese mismo día airean las declaraciones en los informativos del operador Sogecable (Cuatro y CNN Plus) y en los informativos del operador La Sexta, donde responsabilizan directamente a la presidenta de Madrid, Dña. Esperanza Aguirre Gil de Biedma.

El jueves 18 de noviembre de 2010 El País publica un reportaje titulado ‘Esta grosería la paga usted’ en la que critica el bajo nivel de tertulianos de derecha citando los ejemplos de D. Fernando Sánchez Dragó, D. Eduardo García Serrano y D. Salvador Sostres Tarrida. Ese mismo día D. Salvador Sostres Tarrida se defiende en El Mundo con un artículo en el que reivindica su derecho a mantener conversaciones privadas en los términos que considere oportuno.

Los días 20 y 21 de noviembre de 2010 CNN Plus realizará tertulias conducidas por D. José María Fernández Calleja para criticar ‘la zafiedad’ de algunas tertulias ejemplificándolo en los Sres. Sánchez Dragó, García Serrano y Sostres Tarrida. El Sr. Fernández Calleja considerará anómalo que el Sr. Sostres Tarrida haya pasado del extremismo independentista catalán a, según él, la extrema derecha españolista.

18 Noviembre 2010

Para eso se les contrata

José María Izquierdo

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Lo peor no es lo que dice Salvador Sostres cuando cree que nadie le oye. Lo peor es lo que escribe en EL MUNDO para que se le lea. Por limitarnos a su opinión sobre las mujeres, para no meternos en otros jardines -los riega en abundancia: ETA, Montilla, Sáhara- les transcribo un par de perlas y de variado registro. Sexualidad femenina, de cuyo conocimiento tanto presume: «El clítoris es un mito (…) Ellas quieren otra cosa, y no se ofrecen alegres e impetuosas como nosotros, sino como estrategia, normalmente, para conseguir otra cosa». ¿Y qué es otra cosa? Lo siguiente: «Se sienten insultadas, las más feministas, cuando se lo dices, pero ellas son princesas. Son princesas y aunque disimulen, eso es lo que quieren. Cuentos, palacios, creérselo». Es más: «La más marimacho de las sufragistas renunciaría a sus panfletos a cambio de una vida de princesa. Palacio, servicio, poder, estrellas». Y es que Sostres tiene las cosas muy claras: «Mientras el feminismo chilla hacia la izquierda, las mujeres realmente inteligentes brillan en la derecha y consiguen lo que se proponen, sin marginación ni queja. Lo mismo que en la vida: las que valen se hacen empresarias y las que no llegan, sindicalistas».

No es nada. Ya vieron ustedes en el vídeo la risa que le producía tal ingenio a otro señor que responde al nombre de Alfonso Ussía. Esto escribe, y publica en LA RAZÓN, el afamado articulista, sin que nadie le pille, ni medie micrófono traicionero. A cara descubierta: «Los documentos gráficos que poseo de manifestaciones batasunas son repugnantes. Tías vociferantes, feas, espesas y con los surcos de la perversidad en sus expresiones homínidas. Un espanto de mujeres, en una palabra. Coños de vitriolo y de cianuro. Morsas». De las ministras tiene opinión más frutal: «Leire Pajín ha engordado. Está admirablemente culonzuela, respingona, melocotona temprana». Y como le gusta el símil, repite con Trinidad Jiménez: «… le habían propinado en su trasero respingón, aquel que fuera en su juventud como un melocotón temprano, una patada dirigida a Zapatero».

Más moderada es Isabel San Sebastián, la conductora del programa que a lo más que llega ante las gracias de aquel representante del paleolítico que ejerce de gracioso, como se ve perfectamente en el vídeo, es amagar una ofendida morisqueta. Que solo dice, en EL MUNDO, cosas como esta: «No me reconozco (…) en la fotografía de unas exaltadas exhibiendo torsos desnudos decorados con consignas que exigen el derecho a matar impunemente a sus hijos (…). A dar por bueno que Leire Pajín o Bibiana Aído, que siempre serán sospechosas de haber alcanzado los puestos de responsabilidad (…) gracias al sistema de parcelas que rige en el PSOE, son más beneficiosas para nuestra causa que Esperanza Aguirre o Rita Barberá, que han llegado por sus propios méritos y su valentía». Por si les suena débil les ofrezco otra: «Por cierto, que hay muchas formas de prostituirse y hacer la calle no es la peor. Resulta más hedionda, a la par que lucrativa, la modalidad escogida por el tránsfuga Agustín Navarro y los 12 concejales socialistas de Benidorm, encabezados por Maite Iraola, madre de Leire Pajín. ¡Eso sí que es venderse, y no lo que hacen las putas en la noche de Las Ramblas!».

Lo peor de todo esto es que los medios que publican estas cosas, que presumen de ser los genuinos representantes de la derecha civilizada, tienen en gran consideración a estos articulistas, a los que premian y reservan lugar de honor. Pero todavía es más incomprensible que Salvador Sostres, Alfonso Ussía o Isabel San Sebastián, entre otros muchos, se paseen tan risueños, y cobren, de las televisiones públicas que se pagan con el dinero de todos los ciudadanos por haber dicho, y para decir, cosas como las que he transcrito.

José María Izquierdo

18 Noviembre 2010

Esta grosería la paga usted

Rosario G. Gómez / Joaquín Prades

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La zafiedad se instala en las tertulias televisivas financiadas con dinero público - Los comentarios sexistas y racistas hechos ante escolares en Telemadrid ilustran la degradación del debate

Machista, xenófobo, bochornoso, repulsivo, rancio, cutre. Los comentarios del contertulio del programa de Telemadrid Alto y claro Salvador Sostres han provocado una oleada de indignación entre organizaciones periodísticas, asociaciones de telespectadores, grupos políticos y entidades en defensa de las mujeres y los menores. Todos han alzado su voz contra las expresiones sexistas del periodista catalán vertidas en el plató del canal autonómico, en el que se encontraban como público niños de tres colegios. Antes de que comenzara el programa las cámaras captaron una conversación en la que Sostres lanzada comentarios vejatorios hacia las mujeres y los niños marroquíes (quienes, dijo, «lo llevan todo suelto»). Presumió de sus gustos sexuales y confesó que se siente atraído por las jóvenes «de 17 o 18 años» porque «no huelen a ácido úrico» y son «dulces como lionesas de crema y con carnes que rebotan».

Este caso es el ejemplo clamoroso de un nuevo género televisivo que consiste en insultar bien alto y bien claro. Un género que se ha extendido como la pólvora en las tertulias de la TDT. Y que adquiere una mayor dimensión al tratarse de una televisión pública que tiene entre sus colaboradores a Fernando Sánchez Dragó, que alardea de sus relaciones con menores, y a Salvador Sostres, también colaborador de El Mundo, que acumula una inagotable antología. Sostres ha escrito que «el talento es algo connatural al hombre como la belleza a la mujer». Sobre los muertos del terremoto de Haití, que «el mundo hace limpieza». De la joven atrapada en una atracción del Tibidabo, que falleció porque a los pobres les gusta lo cutre. Y de los abusos sexuales de la Iglesia a los menores, que son «indemostrados y a menudo indemostrables», «leves». Un grupo de trabajadores de El Mundo (alrededor de un centenar) rechazaron ayer las palabras de Sostres, se declararon «abochornados» de la «arcada estomagante» que ha protagonizado en Alto y claro y cuestionaron la «pirotecnia provocativa» del columnista, que nada tiene que ver con «la libertad de expresión».

Pero no es el único. El periodista de Intereconomía Eduardo García Serrano llamó «zorra» y «puerca» a la consejera de Sanidad del Gobierno catalán, Marina Geli.Tras el fabuloso escándalo mediático y político se arrepintió. «Soy hombre y católico, y por eso pido perdón». También se vio obligado a pedir disculpas el alcalde de Valladolid, Francisco Javier León de la Riva, por sus referencias machistas hacia la recién nombra ministra de Sanidad, Leire Pajín. «Cada vez que la veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir», confesó el regidor. Luego reconoció que sus declaraciones fueron fruto de un «un exceso verbal».

El portavoz de Cultura del Grupo Popular en el Senado, Juan Van-Halen, ha sufrido esta semana otro exceso en un rifirrafe con la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez. Tras jactarse de que le quedaba grande la «chupa» de cuero (que lució durante la campaña electoral al Ayuntamiento de Madrid en 2003), dijo en tono despectivo que también le quedaba grande el poncho y el kaftán y el Ministerio.

Todos estos casos ponen de manifiesto hasta qué punto ha llegado la degradación del debate público. Para el presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC), Alejandro Perales, las imágenes de Alto y claro vistas ahora (corresponden a una edición de la semana pasada) ponen de manifiesto que estos «personajes atrabiliarios y extravagantes no actúan ante la cámara para ganar audiencia, no representan un papel, sino que son así, es su forma habitual de comportarse». La televisión se ha convertido, según Perales, en «un aparato para ver quién defiende las posiciones más radicales y agresivas para dar audiencia». Y así es como han copado la pantalla gente «agresiva, machista, reaccionaria, diletante e insultante que hace su agosto ante las cámaras esparciendo exabruptos»·

Más grave aún si quien sirve de altavoz es una televisión pública como Telemadrid, que recibe generosas subvenciones del Gobierno de Esperanza Aguirre. «Los ciudadanos de Madrid tienen derecho a que no se utilice su dinero para pagar a estos presuntos periodistas y literatos que no solo carecen de la más mínima ética, sino que además presumen abiertamente de sus excesos con un lenguaje tabernario impropio de un medio público», dicen en una nota los sindicatos de Telemadrid. Las palabras de Sostres captadas en Alto y claro han provocado la indignación de los trabajadores. «La dirección se jacta de haber acabado con la telebasura, pero es auténtica telebasura», comenta la sindicalista Maite Treviño, convencida de que la directora general de la cadena, Isabel Linares, «mira para otro lado porque no dirige los informativos».

Tanto el comité de empresa de Telemadrid, como el portavoz socialista en el consejo de administración de la cadena, Eduardo Sotillos, exigieron que Sostres abandone la tertulia que dirige y presenta Isabel San Sebastián. Como tantas veces, será una petición inútil. Esperanza Aguirre se ha limitado a decir que «las conversaciones privadas son eso, conversaciones privadas».

La conversación no salió al aire pero sí pudo ser escuchada por alumnos de tres colegios de Tarragona, Cádiz y Rabat, que asistían a su emisión dentro del proyecto Escuelas Viajeras impulsado por el Ministerio de Educación y con la colaboración de las comunidades autónomas. Manuel Martín-Arroyo, profesor del colegio público Quinta de la Paz de San Lúcar de Barrameda (Cádiz), estaba con sus alumnos (de 11 y 12 años) entre el público. Aunque ignora si los niños llegaron a oír los «groseros» e «infames» comentarios, considera que las despectivas referencias de Salvador Sostres hacia los alumnos procedentes de Marruecos («¿Qué es esto, un colegio o una ONG?» y otras referentes a la intimidad y la vestimenta) han sido «una burla». Máxime cuando la mayoría de los estudiantes del Colegio Español de Rabat son cultos y pertenecen a clases acomodadas (entre ellos había hijos de ministros, intelectuales y mandos militares). «Ha sido una mala experiencia», dice Marín-Arroyo, que dejó por escrito su malestar por esta visita a Telemadrid.

La presencia de niños en el plató ha llevado al Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, a tomar cartas en el asunto. Ha actuado de oficio y ayer anunció la apertura de un expediente, y aunque cree que no ha habido delito porque la conversación no llegó a emitirse, mantiene que las afirmaciones de Sostres sonrojan a cualquier persona con dos dedos de frente. «Alguien que crea opinión no puede verter este tipo de opiniones». Canalda abrió otro expediente a Sánchez Dragó después de que el escritor (que presenta en Telemadrid el cultural Noches blancas) se vanagloriara en un libro de haber mantenido relaciones sexuales con menores en Japón en los años sesenta. Canalda cree que pese a que la secuencia no se difundió por Televisión (ayer saltó a las webs de radios y periódicos digitales tras la denuncia de UGT), hay determinados límites que no se deben traspasar.

Telemadrid se escuda precisamente en que la escena no se emitió y se negó a juzgar «conversaciones privadas». «Lamentamos que se haya intervenido de forma ilícita una conversación particular para su posterior difusión. Sobre esta conducta, tomaremos las medidas pertinentes», dijo un portavoz de la empresa. Preguntada Isabel San Sebastián, no quiso hacer más comentarios: «Me limito a lo que se ha visto en las webs. Mi opinión es la misma opinión de Telemadrid».

Hoy tendrá oportunidad de entrar en el debate el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. El portavoz socialista en la comisión de control de Telemadrid, Juan Antonio Ruiz Castillo, preguntará al Ejecutivo regional si «va a seguir tolerando» que un medio público pueda seguir teniendo en nómina a personas «complacientes con la pederastia y la perversión». Para el diputado socialista, comentarios como los que se oyen en los platós de Telemadrid son «bochornosos e indignantes» y no pueden ampararse en la libertad de expresión.

En situaciones como esta parece más necesario un consejo audiovisual, órgano de control de las radios y las televisiones que Aguirre cerró poco después de conceder las licencias locales en agosto de 2005. Perales considera que estos consejos son un buen instrumento para proteger a los menores ante contenidos inapropiados, pero este caso, al no haberse emitido las imágenes, no entraría dentro de sus competencias. Aunque la presencia de niños en el estudio de Alto y claro abre la posibilidad de trato inadecuado hacia ellos.

Para Elsa González, presidenta de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), hay que distinguir entre contenido y continente. Sobre el primero afirma: «Este tipo de manifestaciones no se formulan por casualidad. Si alguien suelta esas cosas con tanto desparpajo no está improvisando, está dando rienda suelta a algo que tiene interiorizado y que forma parte de su pensamiento habitual, de su personalidad. Y ahí los únicos calificativos posibles son: vergonzoso, barriobajero y soez. Puede incluso producir todo un poco de asco, pero tampoco es cuestión de ponerse a su altura. Comentarios como los de este contertulio rebajan a quien los pronuncia. En realidad, Sostres se está vejando a sí mismo». Tras dejar esto claro, añade: «Pero no es lo mismo hablar a micrófono cerrado que abierto. Si está apagado, pertenece a su mundo personal, no a su labor periodística. Pillar a alguien a traición es algo de nos denigra a todos, y no debe hacerse».

Como dice Elsa González, alguien que hace públicas observaciones como esas no se está dejando llevar por un arrebato o por un despiste. Ideas similares ya había avanzado Salvador Sostres en algunos escritos, a disposición del público en su blog. En el titulado Una mujer es su cuerpo, escribe: «La belleza es una característica femenina tal como el talento es una característica masculina». Una mujer con ropa interior mal conjuntada «esconde rasurados poco trabajados, una higiene dudosa, y un aliento que huele a porro». Añade el contertulio en este artículo: «Hay una idea de orden y civilización que se desvanece cuando todo se descubre y ves un tanga verde y unos sujetadores amarillos, un hedor a ácido úrico que inevitablemente notas (…) En eso la derecha hay que reconocer que ha sido siempre más adecuada y limpia, más civilizada».

«Estás enfermo, macho, estás enfermo»

  • – Fuera de antena, Isabel San Sebastián propone a los contertulios dos temas a elegir como cierre de programa: el anuncio de la lotería de Navidad o el desfile de Victoria’s Secret, «con esas señoras tan estupendas», dice ella en tono relajado y de buen humor. «Hombree, el desfile», dice Sostres. «Y así podremos hablar de ese tipo de mujeres espantosas que llevan la ropa interior no conjuntada y que no se pueden soportar de ninguna manera». Ussía diserta sobre por qué «odia» la lencería, y San Sebastián se ríe. Interviene de nuevo Sostres: «Claro, todo el mundo sabe que las mujeres cuando tienen cierta edad… Porque las chicas jóvenes, cuando tienen 17, 18 años, 19… Ahí está la tensión de la carne. Ese punto mágico. Ahí está».
  • – La conductora endurece el gesto. Él replica: «Isabel, no me mires con esa cara de asco».
  • – Dialogan: «Te veo yo acercándote a mi hija y te mató. ¿Cuántos tiene? 23. Muy mayor. Te mato. Demasiado mayor. Esa situación casi virginal… Ellas no huelen a ácido úrico. Están limpias.
  • – «Virgen Santa», exclama ella. Con visible enfado le dice: «Pero tú estás enfermo, macho. Estás enfermo».
  • – El otro va disparado: «Que parecen lionesas de crema, elegantes, limpias, dulces…»
  • – «Estás enfermo. Bea», dice dirigiéndose a su equipo, «que se joda. No metemos lo de Victoria’s Secret».
  • – Sostres sigue: «Recién rasuradas, con el primer rasurado, que aún no pica…» Ussía, contagiado, se parte a carcajadas. San Sebastián vuelve a sonreír mientras le dice: «Salvador, qué te calles, qué estás enfermo». La periodista juega de forma nerviosa con su melena y una pulsera. Se nota que está incómoda. Él ya es un torrente: «Esa carne que rebota, que rebota, como un piano, tocas, y rebota, rebota…».
  • – «Menos mal que la descendencia y la humanidad dependen de las mujeres, que si no, con gente como vosotros, desde luego…», zanja ella.

18 Noviembre 2010

La vida de los otros

Salvador Sostres

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Se ha difundido una conversación privada que tuvimos los contertulios antes de empezar el debate Alto y claro, dirigido y presentado por Isabel San Sebastián en TELEMADRID. Era una conversación jocosa y privada, en el tono libre en que se tienen las conversaciones privadas, en las que se supone que tenemos derecho a expresarnos como nos venga en gana.

Pero lo que era privacidad se volvió ayer público porque algún operario de TELEMADRID, seguramente vinculado a su comité de empresa, la grabó y se la pasó a la Cadena SER. El propio comité de empresa de TELEMADRID, en vez de censurar tal filtración y de defender la necesaria privacidad de las conversaciones privadas, se ha sumado a la cacería y me ha reprochado los comentarios, solicitando mi expulsión como tertuliano de la cadena. Cuando el comité de empresa de TELEMADRID vuelva a tener la tentación de hablar de dignidad, de periodismo y de respeto que se lo piense dos veces. El mismo vídeo con el que pretenden atacarme les ataca a ellos mayormente, y desmiente cualquier indicio de integridad profesional y de decencia personal en quienes lo hicieron.

Los medios que lo han difundido han actuado en este caso, como en tantos otros, como el brazo armado de la peor indecencia, y han dejado claro el tipo de periodismo que practican y lo que cabe esperar de ellos, difundiendo el vídeo compulsivamente. Por contra, el apoyo de Isabel San Sebastián y de TELEMADRID ha sido total y absoluto; y mientras la izquierda continúa obstinada en meterse en la vida de los otros y en la privacidad de los otros, las personas normales entienden y defienden que es imposible la convivencia si no se respetan los límites más elementales.

20 Noviembre 2010

Sostres: ni alto, ni claro

Sergi Pàmies

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La polémica desata por las palabras de Salvador Sostres durante una pausa (fuera de Antena) de la tertulia Alto y Claro de TELEMADRID – reprendidas por la moderadora Isabel San Sebastián con un tajante: “Tú estás enfermo, macho” –pone en evidencia una sintomatología muy actual. Las ganas que muchos le tienen a Sostres propician un clima de linchamiento que, digan lo que digan, no guarda relación con el respeto a la mujer y a los niños, la lucha contra la xenofobia y cuantas grandilocuencias quieran esgrimirse.

A juzgar por las reacciones inmediatas, el juego sucio se ha impuesto para, en nombre de un enmascarado prurito de denuncia, justifica un ojo por ojo que, llevado al extremo acabaría dejándonos ciegos y sin dientes. El combate ideológico explica que se aproveche cualquier metida de pata para remover una indignación que intenta ganar en la cancha de la comunicación los combates que se pierden en las urnas. Pero no lo justifica. Junto a este totalitarismo encubierto disfrazado de denuncia, sin embargo, tenemos la escandalosa falta de pluralidad de un medio público como TELEMADRID, que, con su clientelismo opinativo, propicia filtraciones airadas como esta. Una de las consecuencias de la traición y de su imperfecta adaptación a la democracia real es el gusto por el maniqueísmo intelectual de trinchera. Las emisoras de radio y cadenas de televisión (públicas y privadas) más sensatas han intentado mantener una pluralidad que, en ocasiones, se ha quedado en simple reparto de cuotas. Aún así, en ocasiones se consiguen debates plurales y vivos que logran salirse de una norma cada vez más autocomplaciente y endogámica.

Pero la tentación de un pensamiento único representado por matizadas voces que acaban opinando lo mismo no es, por desgracia, monopolio del liberalismo cañí y esperanzaguirrista o de la derecha intereconomicista. También la izquierda (y en el nacionalismo) se han sufrido pasos de la oca y fuenteovejunismos robotizados. En este contexto, Sostres siempre se ha destacado por hacer un uso muy personal y perverso de la libertad, sobre todo de la libertad de sus damnificados y difamados. Su trabajada trayectoria es un compendio de camaleonismo idoelógico, temeridad (con red) y elitismo abusón: de LA VANGUARDIA al AVUI, pasando por EL MUNDO, COM-RADIO, ONA Catalunya, E-NOTÍCIES, Crónics Marcianas, Arusctity o N´hi haper llogar – hi cadies. Le han reído las gracias en todas partes hasta que, por hache por por be, se han cansado de él (o él de ellos)

Las barbaridades que, estando en antena, Sostres soltaba entonces no son muy distintas a las que suelta hoy, y sus preceptores (que ahora miran hacia otro lado mientras amaina el temporal) lo saben bien. Pero eso no justifica que se haga pública una conversación privada y se le ataque con métodos más infamantes que los excesos que intenta combatir. Ni siquiera le desacredita en el desacreditado universo de la tertulia. Lo tragicómico de este asunto es que Sostres y sus adversarios apelan a una libertad y a un respeto que nunca han practicado.

20 Noviembre 2010

"Esta grosería la paga usted"

Milagros Pérez Oliva

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El lector Miguel Muricio Iglesias escribe a al Defensora, desde la crítica más constructiva, para hacernos ver la importancia de cuidar los detalles y advertirnos de los peligros que comportan las prisas. Las palabras pueden traicionarnos y si no revisamos los textos, con la mejor de las intenciones, podemos acabar diciendo lo que no queríamos decir. Se refiere, en concreto, al reportaje publicado el jueves 18 de noviembre en la sección Vida y Artes, titulado ”Esta grosería la paga usted”.  El artículo expone cómo ”la zafiedad se instala en las tertulias televisivas financiadas con dinero público” y toma como punto de partida el escándalo suscitado por unas manifestaciones altamente soeces y desagradables de un colaborador del programa ”Alto y claro” de Telemadrid, hechas en presencia de escolares.

”Leo a menudo los reportajes que aparecen en la sección Vida y Artes”, escribe el lector, “ y tengo cada vez más la impresión de que, por tratar de un tema más libre o diferente cada día, los periodistas son menos rigurosos en lo que expresan. En particular, el artículo «Esta grosería la paga usted», firmado por R. G. Gómez y J. Prades, me ha sorprendido por su pobre calidad, tanto de forma como de fondo”. La expresión que le ha llevado a escribir a la Defensora es una frase que aparece después de indicar que las expresiones utilizadas por el comentarista sobre la vestimenta y otros aspectos de los niños de un colegio de Marruecos, eran una falta de respeto y una burla, que dice: “Máxime cuando la mayoría de los estudiantes del Colegio Español de Rabat son cultos y pertenecen a clases acomodadas (entre ellos había hijos de ministros, intelectuales y mandos militares)”.  “Quieren decir los redactores que si los estudiantes viniesen de un barrio humilde de Rabat o de Ouarzazate, la descalificación sería menos grave?”, pregunta Miguel Mauricio Iglesias.

(…) “También en la exposición de otros casos similares”, prosigue, “me sorprende que solo se mencione a cargos populares o personajes conservadores cuando basta con recordar palabras recientes de Alfonso Guerra sobre Trinidad Jiménez o de otros políticos socialistas sobre la posible homosexualidad de Mariano Rajoy para comprobar que la zafiedad está desgraciadamente bastante extendida. Esta impresión me quedo reforzada al leer (“Más grave aún si quien sirve de altavoz es una televisión pública como Telemadrid, que recibe generosas subvenciones del Gobierno de Esperanza Aguirre”). Se diría que el redactor pretende reforzar la idea que son los gobiernos conservadores los que subvencionan la zafiedad. Me explico, una televisión pública, por definición, recibe subvenciones (aunque no sé lo generosas que son las que destina la Comunidad de Madrid, no creo que lo sean más que, por ejemplo, la TVG de mi tierra natal), y Telemadrid las seguiría recibiendo fuese quien fuese el presidente de la Comunidad de Madrid. Me molestan además este tipo de expresiones porque están ligadas a un personalismo de la política que no comparto en absoluto (“Fraga nos hizo la autopista”, “La pensión que tengo gracias a Felipe González”…). Como si fuesen los políticos los que lo pagasen de su dinero”.

La subdirectora Berna González Harbour agradece al lector “sus consideraciones sin duda inteligentes y que nos ayudan a mejorar el trabajo. Creo que tiene razón en prácticamente todas ellas, fruto sin duda de las prisas y la falta de revisión suficiente en esta ocasión. A veces la oportunidad de dar un tema en el mismo día en que ocurre resta la suficiente revisión, y eso es sin duda injustificable. Respecto a silenciar casos que afectan a socialistas, nada más lejos de nuestra intención, aunque también reconozco esa carencia en esta ocasión. Nuestros textos en Vida&artes suelen provocar críticas de todos los ámbitos políticos porque no tenemos dobles raseros, como hemos demostrando condenando por igual la pederastia de Polanski (frente a la movilización de intelectuales de izquierda) que la de Sánchez Dragó”.

Berna González Harbour agradece la lectura de esta sección “difícil por tratarse de una creación propia cada día, pero que asumimos como un desafío diario para generar debates y dotar de argumentos interesantes y ricos para nuestros lectores”.

Por su parte , Joaquina Prades, coautora del texto, reconoce que “efectivamente, la palabra “máxime” es totalmente inadecuada. Aquí solo queda pedir perdón, dar las gracias por la observación y proponernos extremar el cuidado en lapsus tan tontos”. También comparte el criterio del lector de que en otros partidos también hay groseros: “A todos nos rechina el “mariposón” de Guerra a Rajoy o los “tontos de los cojones” de Crespo a los votantes del PP (¡Diez millones!), pero no lo incluimos por ser ejemplos mucho menos recientes que los citados. Aun así, también aquí creo que nos equivocamos.

El lector plantea una última cuestión: “Me llama la atención que se pueda armar semejante revuelo por algo tan recurrente como es un personaje maleducado. Y en particular, este tipo de personajes agresivos que necesitan ser populares (y sobre todo polémicos) para seguir siendo tertulianos, columnistas, etc. Y por unas palabras que ni siquiera salieron en antena. ¿No haríamos mejor en preocuparnos de otras cosas?”.

Les confieso que yo también he tenido dudas sobre la conveniencia de dedicarle tanta atención, puesto que el personaje lleva años provocando en la prensa catalana, y ha sido premiado con un salto de fama a la prensa nacional precisamente por sus irreverencias y astracanadas. Joaquina Prades aporta el punto de vista ciudadano, que justifica el escándalo. “Me molesta tener que contribuir con mis impuestos al sueldo de un caballero cuyas afirmaciones me dañan”. Reconoce que lo mismo podría decirse de otras televisiones autonómicas: “Si un zafio del calibre de Sostres  recibiera dinero público de otra televisión autonómica, también habríamos destacado que a ese tipo de individuos se les subvenciona a costa del contribuyente».

24 Noviembre 2010

La libertad de uno y la de todos

Víctor de la Serna Arenillas

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Salvador Sostres no es exactamente la superestrella de esta columna, como recordarán los lectores, pero este cronista lleva días obligado a defenderlo en diferentes foros, como antes defendió a Sánchez Dragó y como defendería a cualquier otro vituperado por ejercer la libertad de expresión. Es difícil, en este ambiente neovictoriano o neoinquisitorial en el que nos movemos hoy, explicar por qué hay que tolerar una sarta de indudables groserías. No fue el caso de Sánchez Dragó, no. Pero en el de Sostres concurre la circunstancia de que fue una conversación no destinada a su publicación, privada en esencia aunque su marco fuese un plató, y sin un solo contenido que infringiese el Código Penal.

En un país que apenas tuerce el gesto cuando la Administración edita folletos y vídeos ensalzando las relaciones homosexuales de menores con adultos, donde la ministra de Igualdad se jacta de comprar juguetes sexuales, el súbito arrebato selectivo de moralina frente a la derecha no es sino un ejemplo de cómo se van recortando las libertades de algunos con pretextos variados y espurios. La libertad debería amparar, no sólo la blanda expresión de sentimientos nobles con los que es fácil estar de acuerdo, sino todo lo demás, salvo cuando sea delictivo.

Si no, acabaremos recordando el poema del pastor protestante Martin Niemöller: «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista…». La libertad no es divisible.

P. S. El lunes presentábamos en Londres Orbyt, esa versión con turbo que EL MUNDO y Expansión ofrecen en internet: por suscripción, con el periódico impreso idéntico al que aparece en papel (con mejoras como los vídeos en vez de fotografías o la interactividad), además de todos los suplementos y de todas las ediciones regionales, más la interactividad con los lectores, ofertas especiales, archivos del diario….

Orbyt ilustra lo que internet permite: el salto por encima de toda frontera del periódico, clásico con la inherente profesionalidad en las informaciones y los comentarios, completado con la capacidad audiovisual y la flexibilidad inherentes a internet. En lugares con amplia presencia de profesionales españoles, como es Londres, esta versión de ambos diarios adquiere todo su sentido para los potenciales lectores. Ya no es necesario el quiosco.

Enormemente exitosa como medio de comunicación, de relación social, la red tiene aún que cuajar como soporte de la información profesional. Los editores -como los de The Times o Financial Times, cuyos directores participaban en este coloquio de Londres- buscan las fórmulas que convenzan a todos de que la tableta es tan buen soporte como el papel. Ya falta menos.

24 Noviembre 2010

Chicos buenos, chicos malos

Carmen Rigalt

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EN TODO hay un antes y un después. Cuando yo hablo de antes, me refiero a un tiempo difuso y remoto que se pierde entre telarañas. Entonces a los chicos los llamaba hombres, en cambio ahora a los hombres los llamo chicos y así parece que no se ha movido el tiempo. Mis coetáneas hacen lo mismo: casi todas dicen «mi chico» al referirse a sus parejas más o menos estables. Utilizamos el recurso del lenguaje para rejuvenecerlos a ellos y, de paso, beneficiarnos nosotras.

Supongo que entre el antes y el después hubo un trecho común a hombres y mujeres en el que las divergencias se superaron con ayuda del instinto. Eran tiempos de plenitud y todo valía. Ha sido después, a la vuelta de los años, cuando he invertido más esfuerzos pensando en la evolución que hemos sufrido hombres y mujeres, juntos y por separado. Sobre todo hombres, pues nosotras hemos sido protagonistas de la evolución, mientras que ellos, en su papel de comparsas, han avanzado a trompicones y con el paso cambiado. Saco a relucir todo esto por los escándalos desatados a cuenta de las machadas de ciertos hombres.

El último de ellos colabora en este periódico y es tan joven que sólo puedo explicar su actitud como una boutade. Su caso no es nuevo. Me recuerda al de un escritor grandullón que se inició en la literatura imitando a Umbral. Hoy vive y escribe como un obispo, es defensor del sexto mandamiento y se acerca a las púberes para que le besen el anillo.

Recuerdo la primera vez que llegué a una redacción. Más que una redacción parecía un puticlub. Allí no había horarios. La mañana empalmaba con la tarde y la tarde con la noche. El ambiente era distendido y procaz, bastante portuario. Todo el mundo hablaba de sexo y los chicos se retaban mutuamente en sus hazañas. Parecía que de un momento a otro iban a bajarse los pantalones para ver quién la tenía más larga. Me costó acostumbrarme a aquel desmadre, pero terminé asumiéndolo. Ahora sé que aquellos chicos sólo eran malos de boquilla. Habían hecho de la maldad un instrumento para triunfar en el periodismo y en la calle, especialmente entre las chicas, que entonces nos enamorábamos de los canallas.

Las mujeres lo teníamos claro: entre los chicos buenos y los chicos malos, nosotras preferíamos a los malos porque los otros eran imprevisibles. Que nos pregunten a las mujeres periodistas qué hacían los chicos buenos cuando nadie los veía. Algunos de ellos son hoy hombres reputados. Si nosotras habláramos, volvería a arder Troya.