28 enero 2014

El nuevo consejero, Javier Rodríguez, es un médico del sistema público

Dimite el Consejero de Sanidad de Madrid, Javier Fernández Lasquetty, ante la paralización judicial de sus privatizaciones

Hechos

  • El 27.01.2914 D. Javier Fernández Lasquetty anunció su dimisión como Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

Lecturas

El 27 de enero de 2014 D. Javier Fernández Lasquetty anuncia su dimisión como Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid después de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid sentenciara la suspensión cautelar de la externalización a empresas privadas de servicios santiarios en los hospitales públicos.

La oposición considera que la caída del Sr. Fernández Lasquetty, ‘cerebro’ del plan de externalización privada de gestión de hospitales, que la oposición califica una ‘privatización de la Sanidad madrileña’, es un éxito del movimiento conocido como ‘marea blanca’, ferozmente contraria a que nada del sector sanitario pase a manos privadas.

El Sr. Fernández Lasquetty también abandona sus funciones como vicesecretario del PP de Madrid, aunque seguirá figurando en ese cargo, incluso tras su traslado a Guatemala, hasta que el PP designe una nueva dirección en Madrid en 2015.

¿UN TRIUNFO DE LA MAREA BLANCA?

«La Marea Blanca» fue el nombre que se llamó a las movilizaciones callejeras que un sector de profesionales del sector público de la sanidad madrileña, respaldados por los partidos políticos de izquierda y los sindicatos de izquierda mantuvo contra la política de privatización de servicios sanitarios que defendía el gobierno autónomo madrileño. Fueron estos grupos los que más celebraron la dimisión del Sr. Lasquetty como un triunfo personal de ellos.

UN SUCESOR DE 70 AÑOS

JavierRodriguez El nuevo Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid será el doctor D. Javier Rodríguez, de 70 años, que fuera jefe de la Unidad de Hipertensión del hospital Gregorio Marañón de Madrid (público). Aparecía como alguien de un perfil más tranquilo y menos polémica que el de su antecesor, pero su mandato terminaría siendo aún más polémico por la crisis del ébola.

28 Enero 2014

Sanidad a resguardo

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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El proceso privatizador de Madrid era una grave amenaza para un servicio público esencial

La sanidad pública española salvó ayer con éxito un importante desafío. El proyecto de la Comunidad de Madrid de privatizar la gestión de seis hospitales amenazaba la línea de flotación de uno de los mejores sistemas públicos de Europa, además de uno de los más apreciados por los ciudadanos. Poner en manos privadas la gestión sanitaria que perciben más de un millón de personas abría una brecha en el sistema. Y con un trasvase a las empresas de instalaciones, servicios, profesionales y conocimientos sufragados por entero con dinero público, un trasvase que trataba de llevarse a cabo, según ratifican los jueces del Tribunal Superior de Justicia, a través de un procedimiento irreversible, con perjuicio a los profesionales y con un concurso de adjudicación con suficientes sospechas de irregularidad como para ser considerado nulo en un próximo futuro.

Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, ha desoído durante meses la impresionante movilización en contra de su proyecto. Las llamadas mareas blancas han paralizado quirófanos y consultas. Las protestas alertaban del temor a que un servicio público tan esencial perdiera calidad al quedar regido no por las necesidades asistenciales, sino por las pautas de rentabilidad que, por lógica, debían aplicar las empresas. González ha hecho oídos sordos también a las resoluciones de los jueces, que venían advirtiendo de los graves problemas que acarreaba una privatización realizada, además, sobre la base de argumentos de eficiencia y ahorro nunca demostrados y con procedimientos poco rigurosos.

Una vez que el tribunal rechazaba ayer la opción de levantar su paralización, enterrar el proceso —de una envergadura que tiene pocos precedentes—, era la consecuencia lógica. Pero no la única. González, que heredó el puesto tras la retirada de Esperanza Aguirre, hizo dos importantes apuestas: Eurovegas y el ahorro en sanidad con el euro por receta y la privatización sanitaria. Perdidos todos los órdagos, González sacrifica a su consejero de Salud, Javier Fernández-Lasquetty, en un intento de minimizar daños.

Junto a la educación, la sanidad pública, en la que, por supuesto, hay margen de mejora sin cuestionar su titularidad, es el capítulo presupuestario más voluminoso que gestionan las comunidades autónomas. La de Madrid no es la única en la que los políticos se han servido de ella para poner en marcha la puerta giratoria (el trasvase de cargos de lo público a lo privado) y tampoco la única que ha visto en la privatización un método fácil de favorecer a ciertas firmas y desentenderse de los problemas que acarrea un servicio sanitario. Pero Madrid ha pretendido ser el alumno aventajado de una suerte de ideario adaptado a las circunstancias, que no cree en la libre competencia y confunde los criterios privados de gestión con el vaciamiento de lo público. El resultado es una derrota sin paliativos a una forma de entender la política.

28 Enero 2014

González, más debilitado al tener que renunciar a su proyecto ‘estrella’

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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EL PRESIDENTE de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, decidió ayer dar por finiquitado uno de sus proyectos estrella de esta legislatura: la privatización de la gestión de seis hospitales. Y sacrificó al impulsor de la medida, el consejero Javier Fernández-Lasquetty. Desde estas páginas hemos criticado la intromisión judicial que puede suponer la suspensión de una medida de gestión política tomada por quien está legitimado para ello. Suspensión que, por ejemplo, los tribunales no decretaron en asuntos más trascendentales como un Estatuto de Cataluña recurrido ante el Constitucional. Pero también es verdad que el proceso de externalización de parte de la Sanidad madrileña ha contado con irregularidades que han dado pie a denuncias y querellas que, a la postre, han determinado su paralización. La Comunidad tuvo que cambiar algunas condiciones del pliego y conviene recordar que dos ex consejeros de Sanidad, Juan José Güemes y Manuel Lamela están imputados por cohecho y prevaricación en otro proceso al incorporarse tras dejar la política a empresas favorecidas en las adjudicaciones de los primeros hospitales externalizados en Madrid. La decisión de renunciar a la privatización sanitaria es un duro varapalo para González que puede pesar en su futuro político.

La zorra en el gallinero

Milagros Pérez Oliva

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Ha sido el primer y más importante fracaso del PP, una derrota política en toda regla

Ha sido el primer y más importante fracaso del PP, una derrota política en toda regla. Y una victoria de las persistentes mareas blancas en defensa de la sanidad pública. La renuncia a ejecutar el proyecto que mejor simboliza el programa de privatizaciones de la agenda neoliberal del Gobierno autonómico de Madrid ha puesto en evidencia las debilidades de una operación que, para tener éxito, debía ser rápida y sin obstáculos jurídicos. Rápida, para evitar un debate público que prometía enconarse si se prolongaba, como así ha sido, y unas movilizaciones que podían poner al descubierto las muchas falacias con que se pretendía justificar la operación, como también ha ocurrido. La primera y más importante, que la privatización de los seis nuevos hospitales era indispensable para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario público, pues iba a producir unos ahorros y unas mejoras en la eficiencia que nunca se demostraron.

En realidad, la operación consistía en facilitar oportunidades de negocio a un sector privado con estrechos vínculos en la Administración del PP, ansioso de poder incrustarse en el sector público y obtener beneficios de lo que, una vez conseguida la concesión, funcionaría como un mercado cautivo. Lo que garantizaba la rentabilidad de las concesiones era que los nuevos hospitales podrían integrarse en la red sanitaria pública de tal manera que pudieran beneficiarse de las sinergias y ventajas de un flujo estable y garantizado de pacientes sin necesidad de asumir las cargas más pesadas. Era una privatización libre de riesgos pues al tratarse de hospitales de nivel medio, podrían derivar los casos más complejos y costosos a los hospitales públicos de alto nivel tecnológico. En realidad se privatizaba la parte más rentable de la sanidad.

La facilidad con la que algunos de los dirigentes políticos que han abanderado la operación han atravesado las puertas giratorias entre la Administración pública y las empresas privadas que optaban a la concesión muestra la impostura del discurso oficial. Visto con perspectiva, algunos nombramientos aparecen ahora bajo la sombra de la sospecha. Conceder a ciertos cargos la gestión del sistema público es como entregarle a la zorra la llave del gallinero.

Pero el afán por resolver de forma rápida y sin miramientos el proceso ha sido a la postre lo que lo ha hecho naufragar. Las irregularidades en el procedimiento han dado lugar a un pleito jurídico que, dados los tiempos de la justicia en España, podía dilatar la operación durante años. Fracasada la burda y descarada maniobra destinada a levantar la suspensión cautelar para imponer la lógica de los hechos consumados, ya solo quedaba tirar la toalla. A las empresas adjudicatarias difícilmente les iba a interesar una operación que de repente había perdido toda seguridad.

El Análisis

VICTORIA DE LA JUSTICIA

JF Lamata

Si el Sr. Lasquetty hubiera dimitido por la presión de la calle y las manifas de la izquierda, estas harían bien en celebrarlo pero sería una caída poco democrática, en el sentido que sería más bien el triunfo del griterío y el pataleo respecto al orden legal. Pero fue justo lo contrario, el Sr. Lasquetty no dimitió por ‘la marea blanca’, sino porque la justicia ‘tumbó’ su proyecto de privatización, por tanto no nos hallamos ante una discusión ideológica, que se resuelve en las urnas, sino ante una discusión legal, que se resuelve en los juzgados, y estos fallaron contra el Sr. Lasquetty marcando el final de su carrera política.

J. F. Lamata