4 diciembre 1989

Los jerarcas comunistas Guenter Mittag, Harry Tisch y Gerhard Mueller son encarcelados por acusaciones de corrupción

Polítburó del Partido Comunista de la República Democrática Alemana dimite en masa tras expulsar a Erich Honecker

Hechos

El 3.12.1989 el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED) expulsó a Erich Honecker, Willi Stoph, Horst sindermann y Enrich Mielke

Lecturas

Erich Honecker, Willi Stoph, Horst Sindermann y Erich Mielke, los hombres que más poder concentraron en el regimen comunista durante años se ven ahora expulsados del SED e inhabilitados para ejercer política.

Erick Honecker, cabeza visible del régimen comunista de la Alemania del Este desde 1971, hasta 1989, en que fue derribado por la presión popular.

Egon Krenz no tardará en tener que dimitir como presidente de la RDA.

Honecker terminará siendo encarcelado por los crímenes del muro de Berlín en 1992. 

El Análisis

Los últimos sacrificios del SED

JF Lamata

El Comité Central del SED ha decidido expulsar a Erich Honecker, Willi Stoph, Horst Sindermann y Erich Mielke. En cualquier país comunista, esta medida equivale a una muerte política: sin partido, no hay poder, ni tribuna, ni protección. En teoría, Egon Krenz, actual secretario general, consolida así su autoridad. En la práctica, el movimiento parece menos el gesto de un líder fuerte y más la maniobra desesperada de un régimen que se desmorona bajo sus pies.

El mensaje es claro: el SED busca convertir a Honecker y a su círculo en los únicos responsables de cuatro décadas de represión, del muro que dividió familias y mató a cientos, y del aparato policial que convirtió a la Stasi en sinónimo de miedo. Krenz espera que el sacrificio de estos viejos tótems aplaquen la ira ciudadana, pero la plaza pública ya no pide cabezas selectas, sino una limpieza a fondo de todo lo que huela a dictadura.

La RDA de finales de 1989 no es la de las purgas controladas del pasado. Hoy las calles dictan el ritmo y la gente no parece dispuesta a conformarse con un cambio de caras en la cúpula. Si Krenz cree que la demolición política de Honecker le comprará tiempo, quizá descubra pronto que la única demolición que entusiasma al pueblo es la de todo el sistema que él todavía representa.

J. F. Lamata