30 enero 1972

Domingo Sangriento en Derry (Irlanda del Norte): 14 personas resultaron muertas y 12 heridas por disparos de los soldados británicos

Hechos

El Domingo Sangriento de 1972 (en inglés: Bloody Sunday) fue una jornada de incidentes ocurridos en Derry (Irlanda del Norte) el domingo 30 de enero de 1972.

Lecturas

El Domingo Sangriento de 1972 (en inglés: Bloody Sunday) fue una jornada de incidentes ocurridos en Derry (Irlanda del Norte) el domingo 30 de enero de 1972, en el contexto del conflicto de Irlanda del Norte. Aquella tarde estaba convocada una manifestación a favor de los derechos de las mujeres y en contra del encarcelamiento sin juicio a los sospechosos de pertenecer al IRA, aprobado en agosto de 1971 por el gobierno de Irlanda del Norte, por el que se encontraban detenidas centenares de personas. A la protesta acudieron más de 15 000 personas.

Un pequeño grupo de manifestantes, apartado del núcleo principal, comenzó a lanzar piedras a una de las barricadas. Los soldados respondieron al principio con gas, balas de goma y agua a presión. Instantes después las tropas británicas salieron de las barricadas, abriendo fuego contra la multitud. Trece personas murieron y fueron heridas más de treinta, por disparos del Primer Batallón de Paracaidistas del Reino Unido. Una decimocuarta víctima moriría meses más tarde. Los paracaidistas alegaron estar siendo objeto de disparos, aunque algunos testigos afirmaron lo contrario

18 Junio 1972

Paz, verdad, perdón

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Reconocer los hechos del Domingo Sangriento de 1972 en Derry era condición para pasar página

El primer ministro de Reino Unido, David Cameron, ha expresado su «profundo pesar» por la matanza del Domingo Sangriento de hace 38 años en Derry, Irlanda del Norte: 14 personas resultaron muertas y 12 heridas por disparos de los soldados británicos. Aquel episodio provocó una radicalización que hizo de 1972 y los cuatro años siguientes el periodo más sangriento del conflicto (1.486 muertos).

Hace décadas que quedó establecido que fue un grave error haber enviado a un regimiento de paracaidistas, entrenado pero sin información sobre las circunstancias locales, frente a unos cientos de jóvenes y adolescentes que les provocaban lanzando piedras. Pero no hubo aceptación de responsabilidades e incluso una primera investigación oficial, realizada poco después de los hechos, que exculpó a los militares alegando que se habían limitado a responder a disparos de miembros del IRA emboscados entre los manifestantes.

El reconocimiento expresado por Cameron estaba motivado por la publicación, ese mismo día, de las conclusiones de la investigación sobre aquellos sucesos iniciada hace 12 años (en el marco del proceso de paz) y en las que se rechaza categóricamente esa primera versión y se establece que los soldados dispararon «de manera injustificada e injustificable». Aunque el informe rechaza que se tratase de una operación premeditada, evita toda casuística exculpatoria.

Ello, más el tono de sinceridad del primer ministro al reconocer la matanza y pedir perdón «en nombre del Gobierno y del país», ha tenido el efecto de serenar las reacciones de los familiares de las víctimas. Cuando hasta el IRA pidió perdón en 2002 por sus asesinatos de civiles desarmados, es posible que ese efecto se hubiera producido hace años si las autoridades británicas hubieran admitido en su momento que resultaba inverosímil que lo presentado como intercambio de disparos hubiera producido 26 víctimas en un lado (entre muertos y heridos) y ninguna en el otro.

Una minoría de los familiares de las víctimas del Domingo Sangriento reclama abrir ahora una investigación judicial para juzgar a los militares; sin embargo, la mayoría de ellos considera, según sus abogados, que el reconocimiento oficial con petición expresa de perdón era el elemento que faltaba para dar por cerrado, 38 años después y en aras de la reconciliación, aquel episodio: restablecer la verdad era la condición necesaria para pasar página.