29 agosto 2008

El director de CANARIAS 7 acusa a su competidor tifereño de utilizar la tragedia para atacar a Gran Canaria

El accidente de Spanair en Barajas enfrenta a los periódicos canarios EL DÍA (José Rodríguez) y CANARIAS 7 (Suárez Álamo)

Hechos

  • El 24.08.2008 el diario CANARIAS 7 dedicó su editorial a EL DÍA
  • El 26.08.2008 el diario EL DÍA dedicó su editorial a contestar a CANARIAS 7

Lecturas

ARTÍCULO DE SUÁREZ ÁLAMO CONTRA EL DÍA

Una isla llora y un editorialista falta al respeto

Francisco Suárez Álamo, CANARIAS 7, 25-08-2008

Hacía tiempo que me había obligado a no referime a los editoriales dominicales del periódico El Día, esos textos en los que el propietario y director del citado rotativo tinerfeño, José Rodríguez, deja caer todo su odio, animadversión, asco y yo qué sé cuantas cosas más, hacia Gran Canaria y sus gentes. Lo hice porque di por buena la opinión de algunos de los lectores de CANARIAS7: lo mejor es la indiferencia. Ya saben que a palabras necias, oídos sordos. Sin embargo, para todo hay un límite. Y ese límite es el que ayer cruzó el referido editorialista, que, por no respetar, ni siquiera lo hace con el dolor de la sociedad grancanaria. El dolor, en suma, de toda España por lo ocurrido en Barajas al estrellarse un avión de Spanair «rumbo a Gran Canaria».

Y es eso precisamente lo que molesta al editorialista de El Día: que cuando la prensa habla del siniestro, siempre menciona a la Isla por su propio nombre, y no con el de «Canaria», como él está empeñado en rebautizarla. Todo esto sonaría a broma de una murga carnavalera o a idea peregrina de quien ya no soporta el peso de la edad, si no fuera porque saca a relucir sus obsesiones cuando en Gran Canaria todavía se está a la espera de la llegada de unos 60 cadáveres, y cuando en los rincones de la Isla la gente se reparte para llevar consuelo a las familias de las víctimas.

Para que José Rodríguez -hay quien lo llama don José, pero yo me resisto al tratamiento después de lo de ayer-, se dé cuenta de la gravedad de su falta de respeto a las gentes de Gran Canaria en un trance tan doloroso, le aporto un dato:desde el jueves pasado, hay varias familias que acuden mañana, tarde y noche al tanatorio más próximo a recibir el pésame por el fallecimiento de un hijo cuyo cuerpo todavía no ha llegado. Así llevan tres días. A ver cómo explica José Rodríguez a esa gente que éste es momento para pasear su fanatismo y para, en el colmo del mal gusto, salpicar su texto con gruesas palabras a cuenta de quién está «en el machito», quiénes son unos «caguetas» y «qué coño de nacionalistas» tenemos. Visto lo visto, lo fácil sería devolverle esas palabras pero hasta en los momentos de irritación -y éste lo es- hay que estar a la altura de las circunstancias, y no a la bajura de quien desacredita una profesión tan respetable como la del periodismo.

Como en otras ocasiones, seguro que el editorialista se ampara en que miles de lectores avalan sus tesis. Claro que también es verdad que millones de españoles sintonizan con la televisión basura y no por ello el género en cuestión debe ser elevado a los altares. Como también hubo un día en que millones de votantes legitimaron en Alemania a un loco, y no por eso el loco dejó de serlo. Y no siendo comparable esto último con las hazañas insularistas de El Día y su editorialista, vale la pena reflexionar si no ha llegado el momento en que alguien le recuerde que, como con el carné de conducir, llega un momento en la vida del periodista en el que se pierde la idoneidad para seguir en la tarea. Creo que ayer llegó ese día. De verdad que me gustaría equivocarme en esto último pero no albergo demasiadas esperanzas.

Francisco Suárez Álamo

24 Agosto 2008

'El Día' no respeta el duelo de Gran Canaria y renueva su ataque a la Isla

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El periódico tinerfeño ‘El Día’ renueva su andanada contra la isla de Gran Canaria justo cuando la sociedad canariona y el conjunto del archipiélago viven bajo el impacto del trágico accidente de Barajas.

En su editorial del domingo, ‘El Día’  incluye expresiones irrespetuosas hacia Gran Canaria, sus instituciones y el conjunto de los partidos políticos.

CANARIAS7 decidió hace algunas semanas no dar mayor publicidad a los editoriales de ‘El Día’ para no contribuir a la difusión de unas ideas que alteran la convivencia de los canarios de las siete islas. En este caso, sin embargo, CANARIAS7 estima conveniente que toda la sociedad canaria conozca las proclamas de quien no respeta el sentimiento de duelo generalizado. El texto del editorial dice así: «GRAN Canaria es un nombre falso para una isla que no es la más extensa ni la más poblada del Archipiélago. En extensión y población, Tenerife ocupa el primer lugar. Canaria es la segunda en número de habitantes y la tercera en kilómetros cuadrados de superficie. ¿Por qué se mantiene, entonces, el «gran»? En principio, por la concesión de una reina desquiciada?¿Juana la Loca? que ni siquiera sabía dónde estaba este Archipiélago. Los normandos Jean de Bethéncourt y Gadifer de La Salle utilizaron la expresión «grande Canaria», en femenino y con minúscula. Un matiz muy importante, para indicar que se trataba de la isla más extensa del Archipiélago. Nunca como denominación o nombre propio. Un error, pues la cartografía de la época y posterior puso de manifiesto que no era así. Más tarde, fray Abreu y Galindo y José de Viera y Clavijo, el realejero que reposa en la catedral de Las Palmas, confundieran el «grande» con la «Gran». Pero la cartografía fue y es, repetimos, contundente. Y si quiere, porque se siente grandiosa la tercera isla, mantener un gran, que se lo pongan en el escudo que les regaló doña Juana. Pero nunca como nombre de la isla, porque es una fortísima canallada que se le hace a las restantes.

En segundo término, porque ese «gran» permite confundir a las personas ajenas al Archipiélago. Eso es algo que se ha podido comprobar ampliamente en estos días, tras el aciago accidente aéreo de Madrid. Medios de comunicación canarios, españoles y de todo el mundo han aireado a los cuatro vientos que el vuelo de Spanair se dirigía a Gran Canaria. En circunstancias parecidas, cuando Tenerife ha sido sede no de un luctuoso accidente, que, por desgracia, también los ha tenido, sino de cualquier acontecimiento importante, esos mismos medios de comunicación han hablado de Canarias a secas. Lo cual nos parece bien, porque somos profundamente patriotas, pero siempre que ese término se refiera a todas las islas sin hegemonías de ningún tipo.

Queda una tercera razón para que se perpetúe la mentira del «gran»: el interés de los partidos estatales, PSOE y PP, así como la formación NC-NGC liderada por Román Rodríguez, por favorecer a Canaria en detrimento de Tenerife y las otras islas. Cabría esperar una reacción de los políticos tinerfeños contra este desmán; al menos de los que militan en CC, pues es aquí, y no en Las Palmas, donde consigue el nacionalismo canario la mayor cuota de votos. Algún día, por desgracia para ellos no muy lejano, se van a encontrar con la pared enfrente. Tiempo al tiempo. No nos importa ejercer de fiscales en la reparación de esa injusta mentira del «gran». Un error que, a poco que se lo propongan sus «señorías» autonómicas, se puede suprimir sin más; tan gratuitamente como se lo atribuyeron.

El afán de poder de los canariones, junto con la gran mentira de Gran Canaria, es un obstáculo importante a la hora de lograr la soberanía para estas islas. Sin embargo, no es el único. También pesa mucho el temor que todavía sienten muchos canarios acerca de su futuro en libertad. Al respecto, llamamos la atención de los lectores sobre el artículo publicado el pasado jueves en EL DÍA por nuestro colaborador José A. Infante Burgos. En él cuenta la historia reciente de Estonia, una de las tres repúblicas bálticas que recobraron su independencia tras la disolución de la Unión Soviética. Despojada de su libertad y sus riquezas por Moscú, supo recuperarse con la misma política utilizada por Ronald Reagan para sacar a los Estados Unidos de la recesión que existía cuando él llegó a la Casa Blanca: bajar los impuestos para que aumente la capacidad de ahorro, lo cual genera más inversión, que a su vez crea más puestos de trabajo, con lo que se consigue un aumento de la producción y de las ventas y mayor consumo. Y por esta vía habrá un incremento de la recaudación fiscal mediante impuestos indirectos. Funcionó en Norteamérica y funcionó en otro país mucho más pequeño, la citada Estonia, sumido en la miseria por la rapiña rusa de forma muy parecida a las calamidades que padece Canarias por la voracidad de la Metrópoli que nos sojuzga. ¿Estaríamos así si nuestras riquezas se quedaran en el Archipiélago?

El ejemplo de Estonia debería servir de acicate a los nacionalistas timoratos, que, junto a los amantes de la españolidad y los dedicados a la política pura, permiten que España prolongue su dominación colonial. Un día más clamamos por el desembarco en la política isleña de personas nuevas. Hombres y mujeres con las ideas y las manos limpias, en contraposición con la podredumbre actual. Gente capaz de conseguir para todos nosotros el lugar que nos merecemos en el mundo.

Por lo demás, los tentáculos del colonialismo son largos. Una muestra de ello lo tenemos en la enorme judicialización de la política, provocada en gran parte por Juan Fernando López Aguilar. Una persona que resultó ineficaz como ministro de Justicia, pero que ha mostrado, en cambio, una capacidad sorprendente para perjudicar a Tenerife, y de forma concreta a Santa Cruz con el asunto de Las Teresitas. Piden vecinos y usuarios brigadas de limpieza para esa playa, cuando podía estar como los chorros del oro si se hubieran concluido las obras. Bien es verdad que eso no le interesa a los envidiosos canariones, que quieren mantenerse en el machito con la playa de Las Canteras.

Sin embargo, no es López Aguilar el único responsable de esta situación. También es culpable el resto del PSOE, así como el PP y los nacionalistas de Tenerife, que son unos caguetas. Lo han perdido todo en Canaria, hasta el punto de que en las próximas elecciones no van a sacar nada en esa isla a la que rinden tanta pleitesía.

Y ya que estamos con el erróneo deambular de los nacionalistas, no queremos acabar este editorial sin recordarle al señor Torres Stinga que la primera obligación de un nacionalista es reclamar la soberanía para su tierra. Que nos disculpe el lector por la expresión, pero si un nacionalista no aspira a que su país sea una nación libre, ¿qué coño de nacionalista es? Y encima le surgen a CC los tránsfugas, para terminar de arreglar las cosas. ¿Quién y cuándo dará el imprescindible golpe de timón? ¿A qué espera, don Paulino? Por cierto, don Paulino, ¿admite que usted solo no está en el secreto de la solución? ¿Que por debajo de usted hay muchos hombres y mujeres del pueblo, personas inteligentes y con gran visión de futuro, que perciben la solución desde abajo y no desde la estrechez de un despacho de metrópoli interesada en mantener la propiedad ajena, personas que no son politicos profesionales, pero sí patriotas que sufren los dolores de la razón y la lógica?

26 Agosto 2008

Contestación al director de CANARIAS7

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Asegura don Francisco Suárez Álamo, a la sazón director subordinado del diario Canarias 7, que desde hace tiempo se había obligado a no referirse a los editoriales dominicales de EL DÍA. Es falso. O, para ser precisos, ha dicho la mitad de la verdad, que es la mayor mentira. Es cierto que este señor lleva un tiempo callado, pero no porque se lo haya impuesto a sí mismo, sino porque se lo había ordenado quien manda sobre él. Le interesaba a esa persona de la que depende profesionalmente el señor Suárez Álamo amistarse con esta Casa. Desaparecido el interés -no somos tan tontos como piensan algunos que se pasan de listos-, resulta evidente que al director de Canarias 7 le han soltado la cadena.

Mal calculado por parte de quien lo ha hecho. Mejor es que don Francisco Suárez hubiera seguido callado, porque ha metido la pata. No la pierna, que es miembro inferior de las personas, sino la pata. La pata se mete cuando se le falta al respeto a una persona que no lo merece por sus años, su profesionalidad, su honestidad y su caballerosidad, como es José Rodríguez Ramírez. Una persona, mal que le pese al señor Suárez Álamo, apreciada en su entorno y también por generaciones jóvenes de canarios; de habitantes de todas las islas, incluida la suya, hartas de la podredumbre actual y ansiosas de que el Archipiélago adquiera el papel que le corresponde en el mundo.

Sabemos que hablar de estas cosas ante señores como Suárez Álamo es más inútil que predicar en el desierto. Las personas como él, sencillamente, no respetan la edad. En realidad, no respetan nada. En eso están muy lejos de las sociedades avanzadas. La japonesa, por ejemplo, donde se venera la senectud y la experiencia de quienes la han alcanzado. Y también de las culturas milenarias como la china, tan de moda durante estos días. Queda el éxito, aunque sea tardío. El éxito tras toda una vida de entrega a una empresa, a un proyecto periodístico, incluso en tiempos menos fáciles que los actuales. En casi todas las culturas, ese éxito es causa añadida de respeto. Parece que aquí no lo entienden de esa forma algunos señores. Por lo demás, a José Rodríguez lo mantiene su cabeza lúcida. Una clarividencia de ideas que le permite actuar como un hombre y no como una marioneta.

Por otra parte, parece evidente que don Francisco Suárez no es una persona muy leída. En caso contrario, conocería el significado de la palabra «cagueta». La primera acepción recogida por el diccionario de la Real Academia Española está clara y la omitimos por escatológica. La segunda se refiere a una persona cobarde, pusilánime. Escriba usted cuanto le apetezca, señor Suárez Álamo; escriba más, si ese es su deseo, que Fernández de Madrigal, famoso obispo de Ávila apodado El Tostado. Pero también lea un poco para no meter la pata. Le guste o no, «cagones» es término adecuado para todos cuantos se dejan amedrentar por canariones de poca altura. Respecto a «qué coño son», se trata de una expresión popular habitual en todas las esquinas. No obstante, antes de utilizarla pedimos disculpas a nuestros lectores. No ha lugar a que se escandalice usted tanto, aunque sabemos que es bastante puritano.

Queda lo más grave. La acusación de que José Rodríguez le falta al respeto a los fallecidos es una infamia que no le toleramos, señor Suárez Álamo. Mire usted: en Tenerife hemos sufrido, por desgracia, algunos accidentes de aviación. Uno de ellos aún ostenta un triste récord que preferimos olvidar. En esos accidentes, los periodistas de esta Casa hemos guardado silencio viendo, atónitos, como algunos diarios echaban leña al fuego contra Los Rodeos. Y ello durante años. La semana pasada, sin ir más lejos, ya se encargaron algunos de citar otra vez el accidente de los jumbos. Eso, don Francisco Suárez, es faltarle al respeto no sólo a las víctimas, sino también a los intereses de toda una Isla que, al igual que la suya, vive en gran parte del turismo.

Lo dijimos hace unos días y lo repetimos hoy: estamos profundamente afligidos por lo que ha ocurrido. Nos duelen todas las víctimas; de forma especial las canarias, porque, a diferencia de usted, somos patriotas y no machangos al servicio de la Metrópoli. Amamos profundamente a todos los canarios. Jamás hemos arremetido contra la población de Canaria, sino contra determinados políticos y sus acólitos empeñados en perpetuar una mentira, porque la región que entienden es únicamente aquella con capital en Las Palmas y sometimiento, sin chistar, a la hegemonía canariona.

Lo que uno calla siempre podrá decirlo cuando quiera; lo que uno ha dicho no lo podrá callar jamás. Usted ha hablado para faltarle al respeto a José Rodríguez y a muchos canarios, don Francisco. Pese a todo, no le quitamos el «don». Hasta en eso somos diferentes