20 octubre 1988

'Los Albertos' tratan de aumentar sus acciones en Banesto para controlar el que sería el primer banco del país

El Banco Central y el banco Banesto acuerdan su fusión, pero esta se atranca por la lucha entre Mario Conde y ‘Los Albertos’

Hechos

En octubre de 1988 las Juntas de Accionistas del Banco Central y el banco Banesto acordaron la fusión entre ambas entidades, no obstante, esta nunca se produciría.

Lecturas

El 15 de octubre de 1988 los consejos de administración tanto del Banco Central, presidido por D. Alfonso Escámez López, como del Banco Banesto, presidido por D. Mario Conde Conde, aprobaron la fusión de las dos entidades para constituir el Banco Español Central de Crédito que liderara el sector de la banca en España.

El proceso es complejo por las discrepancias sobre quién lideraría ese Banco Español Central de Crédito, dado que D. Mario Conde Conde aspira a liderarlo él pero la sociedad Cartera Central (Construcciones y Contratas) controlada por D. Alberto Cortina Alcocer y D. Alberto Alcocer Torra ‘Los Albertos’, como accionistas de referencia tanto del Banco Central como del Banco Banesto, entiende que es a ellos a quienes les corresponde controlar el futuro banco y designar a su presidente, barajándose el nombre de D. Miguel Boyer Salvador.

Las discrepancias entre ellos frustrarán el proyecto de la fusión que será cancelado definitivamente el 28 de febrero 1989.

LOS RIVALES:

mario_conde_1987 D. Mario Conde

Fue considerado el principal motor de la operación, por su juventud y su iniciativa era el principal aspirante a hacerse con el control de un hipotético Banco Español Central de Crédito (el nombre que hubiera tenido de salir bien la fusión), inicialmente como uno de los dos co-presidentes junto a D. Alfonso Escamez y, tras la jubilación de este, como presidente único. Hubiera controlado el 18% del sector en España.

Miguel_Boyer D. Miguel Boyer

En noviembre de 1988 el ex ministro D. Miguel Boyer fue nombrado por ‘Los Albertos’ (D. Alberto Cortina y D. Alberto Alcocer) presidente de la sociedad Cartera Central, la sociedad que tenía la mayoría de acciones del Banco Central y también parte de acciones del banco Banesto. El objetivo estaba clara para todos los analistas, ‘los Albertos’ querían colocar a D. Miguel Boyer como presidente del nuevo Banco Español Central de Crédito. Además el Sr. Boyer contaría con el visto bueno del Gobernador del Banco de España, D. Mariano Rubio y con el del ministro de Economía, D. Carlos Solchaga.

FUSIÓN FRACASADA:

banesto_central_no_fusionA principios de 1989 se hizo público el fracaso de aquella fusión.

 

15 Octubre 1988

¿Y del Hispano qué?

José María García Hoz

Leer

En este fin de semana y con la celebración de las juntas generales de fusión del os bancos Central y Banesto, se marca un hito en la restructuración del sistema bancario nacional y lo que hace un año – ¡señor, sólo hace un año! – parecía un glaciar de estructura inamovible, hoy ha cambiado radicalmente.

Doce meses atrás había siete bancos grandes y hoy nos encontramos con dos supergrandes y tres que, por comparación, han pasado a ser bancos medianos. En el caso de Santander y Popular las estrategias parecen decididas: el primero ha iniciado una política de alianzas internacionales paoyadas en intercambio de acciones y/o filiales ocn bancos del mismo tamaño pero de distinta nacionalidad; el Popular, por su parte y mientras no cambien las cosas prefiere encerrarse en explotar su magnífico negocio, para lo que ha montado una estrategia accionarial anti-tiburones.

En realidad la única incógnita que queda por despejar es la del Hispano Americano. ¿Se resignará a su condición de ser el mayor de los medianos? Si fuera así, el Hispano no haría más que seguir la inercia que le ha llevado, lenta pero firmemente, de ser el banco más grande de España – y estoy hablando de los años cincuenta –a ocupar la tercera plaza por tamaño.

Hay razones para pensar que ese no será el camino elegido. Al fin y al cabo la crisis del Hispano, concretada en la suspensión del dividendo durante el ejercicio y la renovación casi total del Consejo y de la dirección, puede marcar, debería marcar, por lo menos, un cambio de rumbo. En tres años el Hispano ha superado sus dificultades y, lo que era una casa que en sus cuentas marchaba un poco a la deriva, se ha convertido en un banco que ha cogido una envidiable velocidad de crucero en su capacidad de autogenerar fondos y beneficios, con un Consejo que está tranquilo y un equipo de dirección que se ha puesto de moda – precisamente por sus buenos resultados – en el mundo financiero.

Resulta comprensible que los jefes del Hispano tengan la tentación, tan humana, de vivir tranquilos, una vez que ha sacado el Hispano a flore. Pero resulta contradictorio que precisamente ese equipo se resigne a sestear, mientras que en su entorno las cosas cambian a velocidad de vértigo.

Los más arriesgados – ellos dicen que los mejor informados – aseguran que de la mano del Grupo March, que sin duda es el grupo empresarial y financiero español con mayor vocación internacional, Hispano y COmmerzbank llegarían ser una sola entidad.

No lo sé, pero cada vez me inclino más a pensar que Boada y su gente no se van a quedar quietos.

16 Octubre 1988

Primer capítulo

CINCO DÍAS (Director: Luis de Benito)

Leer

En dos recintos deportivos de Madrid, al fin y al cabo el deporte español le debe mucho a sus patrocinadores bancarios, el Banesto y el Central han cerrado, con toda la parafernalia digna del caso, el primer gran capítulo de su fusión, de la creación de esa enorme entidad financiera que se sitúa a la cabeza del ‘ranking’ nacional y que escala mucos puestos en el más complicado y difícil mercado internacional.

EL hecho de que el Banesto y el Central hayan elegido para la celebración de sus juntas de aprobación dos recintos deportivos, y al margen de que en este país no es fácil encontrar fuera del deporte grandes capitolios capaces de albergar reuniones de esta magnitud, no deja de ser curioso. En deporte lo importante, dicen, es participar. Nada más alejado de este nuevo deporte nacional, ganar dinero y consolidar balances, en el que la participación sin beneficios, sin aplastantes victorias, no tiene razón de ser. En este negocio, los románticos no tienen nada que hacer. Están fuera de juego.

Banesto y Central con toda su carga de historia novelada, apuestan por la fusión. Ya lo hicieron antes otros que, con el respaldo gubernamental, lo intentaron incluso a base de esa OPA que en muy poco tiempo, caló de forma definitiva en la nueva cultura del país. Todo sea, dicen,  a favor de esa plena integración europea que, cada vez más cercana en el calendario, tan profundamente incide en nuestro quehacer nacional. Las fusiones son una forma. Como forma es, también el desarrollo internacional a base de ir comprando participaciones en instituciones de otros países que permitan una lenta, pero segura, escalada en las listas europeas. A la chita callando, con más secretos formales y menos apasionantes historias de alcoba, otros bancos españoles buscan, también, s u definitiva consolidación ante la inminente llegada de los noventa, una década que promete ser esconómicamente, hablando, algo más que interesante y espectacular.

El capítulo escrito durante este fin de semana en Madrid por el Banesto y el Central es, tan solo, el primero de un libro que todavía tiene la mayor parte de sus páginas en blanco. Faltan, todavía, muchos datos. Y esos son los que tienen que ir aportando, ya sin demasiado plazo, los banqueros españoles. Todavía hay innumerables combinaciones. Todavía quedan por realizar sorprendentes maridajes que, como en el caso que nos ocupa, necesitarán alucinantes gestiones que el gran público irá conociendo sólo muy poco a poco. Hemos abierto, así, un proceso que, ahora, hay que ir llenando de contenidos. Es de esperar, y también de exigir, que los protagonismos individuales, tan frecuentes en nuestro país, no impidan, con sus escándalos y diferencias, un final feliz de una tan necesaria historia.

17 Octubre 1988

A temperatura de fusión

EL PAÍS (Director: Juan Luis Cebrián)

Leer

LAS JUNTAS de accionistas de los bancos Central y Español de Crédito (Banesto), reunidas con carácter extraordinario, ya han dado su aprobación a la fusión de las dos entidades. El resultado de la operación, el Banco Español Central de Crédito (BECC), será la primera entidad bancaria por sus dimensiones, con unos activos situados en torno a los siete billones de pesetas, lo que viene a representar casi el 18%. de¡ negocio de¡ sector en España, y que le permitirá situarse entre los primeros 50 bancos del mundo.El proceso de concentración bancaria, claramente apoyado en un principio por el Gobierno, debería registrar así un nuevo paso adelante, tras la primera operación protagonizada por los bancos de Bilbao y Vizcaya. Muchas causas y azares, sin embargo, han impedido que los poderes públicos hayan echado las campanas al vuelo en esta ocasión. Existe en el ambiente una actitud de wait and see, de ver y esperar los acontecimientos, de que se terminen de despejar las incógnitas que parecen flotar en el aire.

La dimensión de un banco -y aquí han coincidido por separado los presidentes de los bancos Central y Banesto antes de emprender la singladura actual- no es una garantía de éxito per se, aunque aquélla sea una condición indispensable para poder sobrevivir en los duros campos de batalla de la competencia comunitaria, apenas dentro de cuatro años. Los expertos del sector han visto con desconfianza el acercamiento de los dos primeros bancos españoles, cuyas estructuras, obsoletas en muchos aspectos, no parecían ser las más indicadas para fusionarse, con el consiguiente riesgo de sumar no sólo los activos, sino también los problemas.

Un segundo elemento que inducía a la desconfianza era el motivo real del acercamiento de los dos bancos. En uno de ellos, el Central, Alfonso Escámez se debatía ante el desembarco de Cartera Central, el mayor accionista de la entidad, bajo el control de los Albertos (Alberto Cortina y Alberto Alcocer), y el grupo KIO. En Banesto, Mario Conde, recién llegado al poder, debía fortalecer su posición frente a las familias tradicionales, temporalmente arrinconadas a consecuencia de la OPA del Bilbao, y después también él mismo se vio bajo el fuego de los Albertos… Parecía que estábamos más en presencia de un matrimonio por conveniencias que en uno por amor, aunque es muy posible que en el mundo de las finanzas los primeros tengan más posibilidades de durar que los segundos. Varios meses de duros enfrentamientos de Cartera Central para hacerse un hueco en el Consejo de Administración del Central primero y de Banesto después, con fuertes ecos en la Prensa, vinieron a unirse en el tiempo para alimentar la primitiva desconfianza.

Tras los forcejeos vinieron los compromisos y las juntas extraordinarias de accionistas. Las discusiones para que se reconociera el derecho de Cartera Central a estar representada en los órganos de control de las dos sociedades han sido un elemento básico de las negociaciones de todas estas semanas, que han cristalizado en acuerdos pocos días antes de la celebración de las juntas de accionistas.

Es muy posible que aún no esté escrita la última palabra de la historia, pero la consolidación, aunque pueda ser precaria, del actual equilibrio de fuerzas entre los protagonistas de la fusión quiere dar a entender que la lucha por el control político del nuevo banco se ha cerrado con la entrada de nuevos consejeros y la aceptación de que habrá dos copresidentes durante un período de tiempo suficientemente prolongado como para permitir que la fusión se realice entre iguales.

Quedan por despejar aspectos todavía importantes, como son las fórmulas que se van a utilizar para hacer operativo un consejo de administración de casi medio centenar de personas. La composición de la comisión de control despejará dudas importantes a este respecto. Otro de los asuntos pendientes es la organización interna de la gestión diaria que deberá desarrollarse a partir del nuevo banco. Posiblemente el futuro BECC deberá caminar hacia una organización más descentralizada, porque parece difícil mantener una estructura tan piramidal como la actualmente existente en un conglomerado financiero de gran tamaño.

Por encima de estas cuestiones, sin embargo, queda el hecho de que, por segunda vez, un banco español tiene la oportunidad de situarse entre las mayores entidades del mundo. Si antes el raquitismo era malo, ahora el gigantismo debería ser bueno, a condición, eso sí, de lograr un trabajo en equipo para superar diferencias anteriores y deficiencias estructurales. Si ocurre así, es muy posible que los protagonistas de esta apasionada historia encuentren la comprensión y el apoyo de una sociedad que ya ha tenido que pagar casi dos billones de pesetas para sanear el sector bancario.