13 marzo 1981

Era jefe de la Policía Local de Navarra cuando se produjo la tragedia de Montejurra

El ‘Comando Nafarroa’ de Mercedes Galdós asesina al General José Luis Prieto, militar vinculado al carlismo, al mes del 23-F

Hechos

El 21.03.1981 fue asesinado el General José Luis Prieto.

Lecturas

OTRO CRIMEN DE ETA

Hechos: El 21 de Marzo de 1981 el Teniente Coronel de Artillería y ex jefe de la Policía Foral de Navarra, José Luis Prieto Gracía fue asesinado al pie de las escaleras de una Iglesia por dos tiros en la cabeza, tenía siete hijos y dos nietos. Con este atentado, los asesinos, a parte de su cruzada contra los militares, se pretendía erosionar la identidad de Navarra a la que se oponían los terroristas, además, el nombre del Sr. José Luis Prieto estaba vinculada a los sucesos de Montejurra, uno de los episodios fetiche para los etarras.

En el funeral del general Prieto se concentraron un gran número de carlistas boinas rojas en señal de duelo.

Víctimas Mortales: D. José Luis Prieto García

LA ASESINA:

galdos_sola La asesina Mercedes Galdós era la jefa del ‘Comando Nafarroa’ y la autora material del asesinato del General Prieto.

22 Marzo 1981

Los otros "golpistas"

EL PAÍS (Editorialista: Javier Pradera)

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Ninguna mente lógica puede albergar ya duda: alguna del carácter enloquecido y netamente fascista de una cuadrilla de criminales (particularmente ETAm) que, tras sesudos análisis de la historia y la situación política españolas, han dado con el tiro en la nuca como clave de la civilización y del progreso de los pueblos. Por segunda vez en tres días, un comando etarra ha esperado a la puerta de una iglesia para descerebrar a tiros y por la espalda a un jefe del Ejército. Al filo del mes del frustrado golpe de Estado es obvio que los etarras han abierto un frente tan cobarde como infamante contra nuestras Fuerzas Armadas, en un intento prístino de exasperarlas.Esto es fascismo en estado químicamente puro. ETAm se ha apuntado al golpe de Estado militar y a la destrucción de las libertades públicas en España. Quien tenga talento para ello, que desglose ahora los beneficios a corto o largo plazo que el pueblo español y la sociedad vasca pueden obtener de tamaña estrategia apocalíptica.

Con ocasión del atentado que costó la vida al teniente coronel Romeo Rotaeche hacíamos una reflexión que hoy vuelve a ser válida: esta teoría de asesinatos contra la familia militar nos golpea a todos. No duden los militares españoles sobre la sinceridad de esta afirmación. Los terroristas han optado decididamente por enconar el ánimo de nuestros militares, en una delicada situación política, para acabar con la democracia, el autogobierno de las autonomías, la vida parlamentaria, la libre circulación de las noticias, el autogobierno, en suma, de ese pueblo que tanto dicen defender.

Así las cosas, la solidaridad del pueblo español con unos militares de alguna forma traumatizados tras los sucesos del 23 de febrero, y ahora en primera línea de riesgo ante la barbarie etarra, no es un sentimiento huero o convencional. El objetivo final de los terroristas cuando disparan sobre la milicia, los ingenieros, los periodistas, los operarios -¿qué estamento social no tiene muertos que llorar a estas alturas de la historia de ETA?- es asesinar la democracia. Que nadie sea tan insensato como para darles la satisfacción. Y a este respecto es alentadora y ejemplar la nota del Ministerio de Defensa y de la Junta de Jefes de Estádo Mayor, en la que se honran en asegurar a todos los españoles que las Fuerzas Armadas no se dejarán arrastrar emocionalmente por maniobras tan burdas y sangrientas.

Ahora, ETA Político-militar bien podría hacer una relectura de su comunicado de ayer, en el que amenaza con desandar su decisión de abrir una tregua ante la presunta derechización de la política española. Las contradicciones de estos poli-milis merecen mención por separado. Ellos mismos deciden dejar en suspenso la lucha armada ante los acontecimientos del* mes pasado ya renglón seguídó se lamentan jeremíacamente de que aparezcan síntomas de endurecimiento en la política española. El terrorismo etarra en modo alguno justifica la intentona del 23 de febrero, pero sin él aquellos sucesos hubieran sido más improbables. Y, sea como fuere, asesinar a, losjefes del Ejército no parece el mejor camino para reconducir la política de un país hacia raíles más progresistas o liberales.

Todo el pueblo español, y la sociedad vasca en particular, se ven as¡ sometidos a una lucha escocesa ciertamente cruel en la que la luz al final del túnel se ve con dolorosa intermitencia. Pero por más que los datos sobre la situación en Euskadi no sean precisamente halagüeños, se puede y se debe recordar que en ese panorama de luces y sombras todavía pesan más los factores positivos y la sensatez de la clase política vasca que las barbaridades de una cuadrilla de orates doblados en asesínos.

El auténtico punto de no retorno, la genuina inflexión que se detecta en el País Vasco es el cansancio general¡zado ante tanta violencia, tanta extorsión. Excepción hecha de las peligrosas indefiniciones de la coalición Herri Batasuna, que, muerto su líder, puede descomponetse en un radicalismo suicida, el resto de los partidos vascos han optado tiempo ha por la Monarquía democrática que les devolvió el autogobierno, y son los primeros en sentirse horrorizados ante este rosario de crímenes. La coalición Euskadiko Eskerra, en la izquierda de ese espectro político, acaba de hacer una demostración de estos sentímientos preguntando públicamente a ETAm si con esta política de terror lo que se pretende es justificar a los golpistas y acabar con las cotas de libertad alcanzadas por el pueblo vasco y todo el Estado español. De esa trampa es de la que hay que escapar.

23 Marzo 1981

No son hombres

DIARIO 16 (Director: Pedro J. Ramírez)

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Dicen las agencias de noticias que al teniente coronel Romeo lo mató una muchacha de no más de diecisiete años y que al teniente coronel Prieto lo asesinaron en presencia de varios de sus hijos. A ambos les pusieron una pistola en la nuca. A ambos se los llevaron por delante en las inmediaciones de una iglesia.

Como de costumbre, se ha hablado más de las víctimas que de los verdugos. Los muertos eran personas honorables, hombres de bien respetados y queridos por sus convecinos. Pero. ¿Y sus asesinos? ¿Son acaso conscientes de la graverdad de su barbarie? Probablemente no. ¿Tendrían estómago para contemplar el vídeo de sus fechorías? Probablemente sí.

El catecismo del Revolucionario, inicialmente atribuido a Bakunin, pero elaborado en realidad por su discípulo Nechaev, nos proporciona algunas claves para entender la personalidad de quien a hierro mata de manera tan cruel. Según este trabajo, un verdadero revolucionario es aquel para quien ‘todas las emociones tiernas y afeminadas de parentesco, amistad, gratitud e incluso honor ceden paso a una fría y absoluta pasión por la causa’. En su naturaleza no hay lugar para “el romanticismo, el sentimentalismo, el arrebato o el entusiasmo”. Su pasión revolucionaria “debe estar combinada en todo momento con el cálculo frío… No es revolucionario si siente compasión por cualquier cosa de este mundo”.

¡Que grandes revolucionarios son los activistas de ETA! Son revolucionarios, pero no son hombres, porque donde no existe ni compasión ni ningún otro sentimiento, no hay humanidad.

Los activistas de ETA no son hombres, que son bestias: seres monstruosos en los que ha quedado atrofiada toda capacidad de bondad o de belleza. Por eso duermen tranquilos chapoteando en la sangre, eructando estúpidamente sobre la memoria de sus víctimas.

¿Hasta dónde llegan los derechos humanos de las bestias? Sería suicida que llegaran más lejos que la capacidad de autodefensa de una comunidad frente a las alimañas que pretenden destruirla.

A las bestias se las encierra tras los barrotes más gruesos que existan en la aldea. Para ello primero se les caza mediante todo tipo de tretas. Y si en la aventura muere alguna, mala suerte (o buena suerte).

La muerte de la ETA es nuestra vida. La serpiente que en forma de muchacha disparó contra Romeo no debe de tener la oportunidad de repetir fortuna. El caimán disfrazado de gudari que liquidó a Prieto Gracia tiene que ser capturado antes de que aguarde a la siguiente víctima.

No hay derechos humanos en juego a la hora de cazar al tigre. Al tigre se le busca, se le acecha, se le acosa, se le coge y, si hace falta, se le mata.

Podrán caer cincuenta etarras en combate y las manos de España continuarán limpias de sangre humana. A los policías que disparen contra ellos se les recibirá como a valientes, porque las familias de cincuenta tenientes coroneles patriotas habrán recobrado cincuenta veces la esperanza.