17 marzo 1978

Los exministros Solís, Areilza, Martín Gamero, Álvarez Miranda, Antonio Carro y Pedro Cortina hubieran de someterse al interrogatorio de los diputados tres años después de aquel proceso

El Congreso llama a declarara a todos los políticos responsables del abandono del Sahara por España en una Comisión de Investigación

Hechos

  • El 13.03.1978 comparecieron los Sres. Gómez de Salazar, Rodríguez de Viguri y general Blanco.
  • El 14.03.1978 comparecieron los Sres. Jaime de Piniés, Martín Gamero y Areilza.
  • El 15.03.1978 comparecieron los Sres. Alfonso Álvarez Miranda, Antonio Carro y Pedro Cortina Mauri.
  • El 16.03.1978 comparece D. José Solís Ruiz.

Lecturas

GÓMEZ DE SALAZAR: «EL EJÉRCITO ESPAÑOL HUBIERA DESTROZADO AL DE MARRUECOS EN 48 HORAS».

Teniente General Gómez de Salazar (ex Gobernador General del Sahara) comparece el 13 de marzo de 1978 en la comisión.

«A mí, como gobernador general del Sahara, ni me consultaron en ningún momento los acuerdos de Madrid de noviembre de 1975 (…) ese tema le incumbía al Gobierno de entonces y no era asunto de su competencia».

«La Marcha Verde nunca hubiera progresado en el Sahara, ya que el Ejército español estaba en condiciones de neutralizarla con los medios técnicos de que disponía: campos de minas y fuegos de artillería. El hecho de que penetren siete kilómetros en el Sahara fue porque lo autorizó el Gobierno español».

«El Sahara hubiese sido importante para defender a las Canarias actualmente, pero no fundamental. Hoy se puede defender las Canarias sin el Sahara».

«En lo que yo conozco, la tesis del Gobierno español fue la de la autonomía para el Sahara, que luego desembocaría en la autodeterminación, lo que se mantuvo hasta el día anterior a la firma de los Acuerdos de Madrid. Luego por una serie de motivos en los que no quiero entrar, se cambio de estrategia».

«Nuestra superioridad militar sobre Marruecos era evidente. Si hubiera habido un ataque por parte marroquí, estábamos en condiciones de destrozar su ejército en 48 horas».

GENERAL EDUARDO BLANCO: «TODOS LOS CONTACTOS CON EL FRENTE POLISARIO FRACASARON».

El 13 de marzo de 1978 comparece en la comisión el general D. Eduardo Blanco, director general de Promoción del Sahara.

«Marruecos nos ganó una batalla diplomática en la ONU en 1974 y consiguió que se aplazase el referéndum para la autodeterminación del pueblo saharaui previsto para 1975».

«Se trataba de evitar una guerra. Nosotros habríamos ganado la guerra si hubiese habido algún enfrentamiento con algún país vecino, con Marruecos. Habríamos ganado incluso todas las batallas, pero lo que no queríamos de ninguna de las maneras era establecer una guerra, que habría sido la última guerra colonial».

«Yo no tuve conocimiento de la marcha verde hasta que el rey Hassan II no pronunció con discurso en la radio».

AREILZA: «ME ENCONTRÉ CON LOS HECHOS CONSUMADOS».

El 14 de marzo de 1978 comparece D. José María de Areilza Martínez de Rodas, ministro de Exteriores desde diciembre de 1976 a junio de 1977.

«La fuerza y el fatalismo puso al primer Gobierno de la Monarquía en diciembre de 1978 ante unos hechos consumados que había que aceptar o contrarrestar».

«España sólo había cedido la administración temporal de manera compartida y no la soberanía».

«Nunca comprendí la ley de descolonización del Sahara aprobada por las Cortes en la que se decía que el Sahara nunca fue español».

«Los acuerdos de Madrid no eran un tratado formal entre países sino una declaración entre tres jefes e Gobierno».

«En repetidas ocasiones he instado al presidente Arias Navarro para que presente los acuerdos ante las Cortes y los publicase, a lo que este se negó sistemáticamente en redondo».

«Kissinger se mostró poco interesado».

JAIME DE PINIÉS: «ESPAÑA PUDO HABER CONCLUIDO LA AUTODETERMINACIÓN DEL PUEBLO SAHARAUI».

El 14 de marzo de 1978 comparece D. Jaime de Piniés, embajador de España en la ONU y detractor de los acuerdos de Madrid.

«España ha tenido dos grandes oportunidades para culminar el proceso de descolonización del Sahara y la autodeterminación del pueblo saharaui: una desde 1966 hasta 1975, en la que el Gobierno español defendió ante la ONU el proceso de autodeterminación, y otra en noviembre de 1975».

«La propuesta formal del secretario general, Kurt Waldheim, que contaba con el apoyo de las Naciones Unidas de la administración del territorio a la salida de los españoles para hacerse cargo del proceso. Esta oferta de 2 de noviembre de 1975 incluía la presencia de unos setecientos soldados y oficiales españoles como tropas de la ONU».

«La iniciativa de Waldheim partió de un proyecto que había redactado el propio Gobierno español y que incomprensiblemente después rechazó y sustituyó por los acuerdos tripartidos de Madrid».

«Yo me enteré de las negociaciones de Carro y Solís el 14 de noviembre de 1975 me los comentó ante mi asombro el embajador marroquí y el viraje total de la política exterior española en este tema. Mi sorpresa ante los riesgos de la operación iniciada en Presidencia de ceder el Sahara a Marruecos».

«La radio France Inter difundió el 28 de abril de 1975 unas declaraciones del rey Hassan II donde anunciaba ya su idea de organizar la marcha verde».

«La soberanía del Sahara es del pueblo saharaui. Nunca fue de España, en 1960».

«La presencia de saharauis en la ONU, con firmas diciendo que el Sahara era español, nos hundió la estrategia en la ONU».

«El 27 de octubre de 1975 mandé una carta a Carlos Arias Navarro advirtiendo las consecuencias: que cuando la comunidad internacional no respalda a Marruecos hagamos un juego menos peligroso, en el que alguien va a salir malparado.  Marruecos realizó numerosas ofertas a cambio de la cesión del Sahara – bases militares, participación importante en la explotación de los fosfatos con independencia de abonar la inversión realizada, acuerdo amplio sobre pesquerías, protección de todas las inversiones en Marruecos. En numerosas ocasiones estas ofertas han sido desestimadas por falta de seriedad de quien las hacía».

ANTONIO CARRO: «PARA ESPAÑA NO HUBO OTRA ALTERNATIVA»

El 15 de marzo de 1978 comparece D. Antonio Carro Martínez, ministro de la presidencia en el momento de la descolonización.

«La política que se siguió con respecto al territorio ex español no sólo había sido la más favorable sino la única viable. La sombra de la guerra estuvo presente a diario, y se corrió el riesgo de que la zona se vietnamizase. Hasta las dos grandes potencias (EEUU y la URSS) presionaban sobre la zona, con riesgo claro de un estallido de efectos mundiales. No ocurrió lo peor. Tampoco diré lo mejor. Pero sí lo menos malo de lo que la gran tensión en la zona pudo generar».

«Mi intuición de hombre de Estado, antes que de hombre de partido, me induce a presentaros la descolonización como un hecho favorable a España».

«Quiero decir también que en ningún momento se eligió a Marruecos  en vez de a Argelia. Simplemente elegimos a España. España comunicó su decisión de celebrar el referéndum sobre autodeterminación del Sahara en los seis primeros meses de 1975».

«España solamente le quedaban tres opciones: una, entregar la independencia de forma unilateral al Sahara, aunque España no podía hacerlo porque era sólo potencia administradora y no podía transferir las responsabilidades del territorio a la ONU».

«El día 2 de noviembre con la marcha verde a punto de entrar en el Sahara, la respuesta de las Naciones Unidas a España fue la de caución y moderación».

«El 7 de noviembre de 1975, el embajador marroquí en Madrid visitó al presidente Arias, en un momento crítico en que la marcha verde se encontraba dentro del Sahara».

«La declaración de Madrid entre los jefes de Gobierno de España, Marruecos y Mauritania, se había escrito con puma española. No era otra cosa que una declaración unilateral de retirada por parte de España, sin que ello entrañase una cesión a Marruecos y Mauritania. Porque lo único que se hizo fue abandonar el Sahara sin entregar el mismo a los ejércitos marroquí y mauritano».

«Todos sabemos que el régimen anterior estaba impregnado por el personalismo del Jefe del Estado, que tenía facultades legislativas especiales. Por ello, al ponerse enfermo no pudo aprobarse el estatuto de autonomía del Sahara».

«La retirada no fue una derrota y una victoria sólo podía haberse conseguido con agresividad. No habría sido prudente que nuestras fuerzas ocuparan Rabat o Casablanca o Argel».

JOSÉ SOLÍS: «LA ONU FUE LA CULPABLE DE LA SITUACIÓN, NO QUERÍA MANDAR CASCOS AZULES HASTA QUE NO HUBIERA MUERTOS».

El exministro secretario general del Movimiento, D. José Solís Ruiz emitida el 16 de marzo de 1978.

«Tenía la misión de pedirle al Rey Hassan II que no arrancara la marcha verde o, al menos, que retrasara sus preparativos para darnos tiempo a negociar».

«Me dijo: Solís, es imposible, la marcha verde se pondrá a andar. Tenía que marcharme ante esa respuesta; el rey me había dado calabazas. Entonces me acordé de las madres de nuestros soldados, de sus hijos y le hablé de la Córdoba de no sé que año, de trece siglos de convivencia árabe, de que había que olvidar lo malo de la historia».

«Se hizo lo que se pudo; los intelectuales no sirven para la política porque tiene tantas soluciones en la cabeza que no se deciden por ninguna; y no olvidéis que si hay otras elecciones puede que otros diputados, y a lo mejor yo entre ellos os sienten donde yo estoy ahora y os digan que perdisteis el tiempo; nosotros tratamos de salvar una guerra, pensamos en las madres de nuestros soldados y, quizá en vosotros, los más jóvenes, que a lo mejor estabais en la mili, yo expongo mis opiniones sobre la ONU, gusten o no, porque esto es una democracia, como decís vosotros».

«Nunca tuve negocios o relaciones empresariales con Marruecos».

 

14 Marzo 1978

Gómez de Salazar: "Era unánime la voluntad independista saharaui"

EL PAÍS

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«A mí, como gobernador general del Sahara, ni se me consultaron en ningún momento los acuerdos de Madrid de noviembre de 1975», dijo el teniente general Gómez de Salazar, a instancias del diputado del Grupo Socialista Manuel Marín. Por otra parte, dijo el entonces gobernador general del Sahara, actualmente capitán general de la Primera Región Militar, a preguntas del también socialista Carlos de Luxán, «España mantuvo la tesis de la autodeterminación del pueblo saharaui justo hasta el día anterior a la firma de los acuerdos de Madrid».Antes de someterse a las preguntas de los miembros de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, el antiguo gobernador general del Sahara, y hoy capitán general de la Primera Región Militar, teniente general Gómez de Salazar, había tenido una intervención escueta de apenas cinco minutos de duración, en la que no aportó ningún dato. El general Gómez de Salazar se limitó a decir que como gobernador general del territorio ex español y como jefe del mando unificado de la milicia española en el Sahara no había hecho otra cosa que cumplir órdenes, por un lado, del Ministerio de la Presidencia, del que dependía como gobernador general, y del capitán general de Canarias, del que dependía como jefe militar.

El general Gómez de Salazar dejó sin contestar solamente una pregunta: «Y dadas las circunstancias, enfermedad de Franco, ¿no había otra solución distinta a la que se adoptó con el Sahara?» El ex gobernador general del Sahara respondió que ese tema le incumbía al Gobierno de entonces y no era asunto de su competencia.

En síntesis, a las preguntas de UCD, socialistas y comunistas (no intervinieron los diputados de Alianza Popular), el hoy capitán general de Madrid contestó de la siguiente forma: «La Marcha Verde nunca hubiera progresado en el Sahara, ya que el Ejército español estaba en condiciones de neutralizarla con los medios técnicos de que disponía: campos de minas y fuegos de artillería. Afortunadamente, no hubo necesidad de emplearlo. El hecho de que penetrasen siete kilómetros en el Sahara fue porque lo autorizó el Gobierno español.»

«El Sahara hubiese sido importante para defender a las Canarias actualmente, pero no fundamental. Hoy se pueden defender las Canarias sin el Sahara.»

-«Era unánime la voluntad independentista del pueblo saharaui. El Frente Polisario al final era representativo del pueblo saharahui. La Yemaa había perdido prestigio y el Polisario era el que dirigía la política del pueblo saharahui. »

-«Cuando los oficiales, suboficiales y soldados españoles se enteraron de que España abandonaba el Sahara cundió en ellos la desilusión, aunque se aceptó con alegría la decisión del Gobierno. »

-« El pueblo saharaui comprendió en todo momento el enorme sacrificio del Ejército español y en su lucha por defender las fronteras del Sahara ante una posible agresión marroquí.»

-« Efectivamente, me entrevisté con un representante del Gobierno argelino en 1975 y posteriormente con representantes del Polisario, en un intento de recuperar a dos prisioneros españoles, lo que al final se consiguió canjeándoles por trece prisioneros. Hice saber a los representantes del Polisario que en el momento en que España arreglase su problema con Marruecos sus reivindicaciones serían atendidas.»

-«En lo que yo conozco, la tesis del Gobierno español fue la de la autonomía para el Sahara, que luego desembocaría en la autodeterminación, lo que se mantuvo hasta el día anterior a la firma de los Acuerdos de Madrid. Luego, por una serie de motivos en los que no quiero entrar, se cambió de estrategia.»

-«Nuestra superioridad militar sobre Marruecos era evidente. Si hubiera habido un ataque por parte marroquí, estábamos en condiciones de destrozar al ejército alahuita en 48 horas. »

-«Nosotros nos enteramos de la marcha verde el mismo día en que la anunció en su discurso el rey de Marruecos. Hasta entonces no tuvimos ninguna información por parte de nuestros servicios de información. Al principio no pensamos que pudiese llevarse a efecto la marcha.»

-«La visita del entonces Principe de España a El Aaiún fue muy importante, muy valiente, sobre todo si tenemos en cuenta el momento histórico que vivía España. El hoy rey, don Juan Carlos, dijo que haría lo posible por mantener el prestigio y el honor del Ejército. Eso es lo que necesitábamos oír. No hacia falta que nos elevase la moral, porque en todo momento la moral del Ejército español fue alta.»

-«Los marroquíes tenían desplegados cerca de la frontera saharaui a 20.000 hombres. Nosotros teníamos en el Sahara aproximadamente la misma cifra, pero nuestro potencial era muy superior al marroquí. »

El general Blanco se identificó con la política seguida en el Sahara

«Puedo afirmar que en todo momento me sentí solidario con el Gobierno en su política sobre el Sahara. Y si me hubiera tocado a mí tomar una decisión al respecto, ésta hubiese sido exactamente la que fue», dijo en su intervención ante la comisión el entonces coronel Blanco, a la sazón director general de Promoción del Sahara.Añadió que Marruecos intentó una amenaza armada pensando en que el Gobierno español no respondería a la misma, ofertas económicas ventajosas para España, congelación de los contenciosos de Ceuta y Melilla, etcétera. Pero España no negoció en ningún momento, ya que deseaba la autodeterminación del pueblo saharaui.

«Marruecos nos ganó una batalla diplomática en la ONU en 1974 y consiguió que se aplazase el referéndum para la autodeterminación del pueblo saharaui previsto para 1975. A partir de entonces -prosiguió en su relato el entonces coronel Blanco- se empezó a aplicar el estatuto pero se precipitaron los acontecimientos a raíz de la visita de una misión de la ONU al territorio del Sahara.»

El general Blanco dijo que a partir de entonces se había entrado en una «medio guerra podrida» y que la crisis se presentó como inevitable. «Tras el anuncio de la marcha verde -desveló el general Blanco- hubo contactos entre él mismo y un representante de un grupo de presión argelino, concretamente un coronel del ejército argelino, Alfuran, que propuso al Gobierno español que la marcha verde fuese detenida por la población saharaui armada por el Ejército español, cosa que -dijo- fue desechada inmediatamente porque carecía de sentido. »

Respuestas de Blanco

El general honorario Eduardo Blanco, ex director general de Asuntos para el Sahara, en respuesta a las preguntas que le fueron formuladas dijo:

«Fui confeccionador del acuerdo tripartito y participé en él, me refiero al acuerdo tripartito, pero no fui persona determinante en la elección de la fórmula del acuerdo tripartito.»

«No sé si había dos alternativas a escoger por el Gobierno o la Administración española ante la solución del tema del Sahara: una que se refería a la transición del Sahara a través de un acuerdo tripartito, entendiéndose con las potencias vecinas, u otra que trataba de la promoción de la autodeterminación del pueblo saharaui. Creo que esto era un lo tomas o lo dejas. Según mis informaciones entiendo que la transición hacia la autodeterminación se intentó por parte del Gobierno pero el tema quedó desbordado.»

«La frase famosa de «vete aplicando el estatuto pero que no trascienda y guárdalo en un cajón» no altera mucho sus intenciones. Se intentaba no echar un nido de avispas a Marruecos y Mauritania en una situación delicada de frente contra la Administración española.»

«Sí puede haber una relación de causa-efecto entre Canarias y el Sahara. Cualquier otra solución hubiera producido, a mi juicio, también la misma tensión para Canarias y la misma situación. No sabemos en la actualidad cuál habría sido la situación si se hubiera hecho lo contrario, pero tal vez un Sahara independiente con una ideología próxima a Argelia y revolucionaria tendría ahora a Cubillo en El Aaiún y Canarias estaría más amenazada. Y además Marruecos con o sin monarquía habría intentado inmediatamente poner en juego a Ceuta y Melilla.»

«Se trataba de evitar una guerra. Nosotros habríamos ganado la guerra si hubiese habido algún enfrentamiento con algún país vecino, con Marruecos. Habríamos ganado, incluso todas las batallas, pero lo que no queríamos de ninguna de las maneras era establecer una guerra, que habría sido la última guerra colonial de Europa y que se ponla ante nosotros como una posibilidad que podría provocar reacciones impensables en el mundo árabe e incluso sin saber cuál iba a ser la postura de Argelia en aquel momento.»

«Durante la crisis del Sahara mantuve contactos con el Polisario en Madrid y fueron exactamente con unos chiquillos estudiantes de la Universidad.»

«Yo no tuve conocimiento de la marcha verde hasta que el rey Hassan II no pronunció su discurso en la radio. Nuestros servicios de información, que yo sepa, no habían revelado nada de los preparativos de la marcha verde, a pesar del enorme aparato logístico que fue necesario para desplegar. »

15 Marzo 1978

Areilza: "El primer Gobierno de la Monarquía se encontró ante unos hechos consumados"

EL PAÍS

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El ex ministro de Asuntos Exteriores José María de Areilza cerró ayer la sesión informativa del Congreso sobre el proceso de descolonización del Sahara afirmando que España optó por el «desenganche» del territorio, «no por, un acto de irresponsabilidad, sino que la fuerza y el fatalismo puso al primer Gobierno de la Monarquía ante unos hechos consumados que habían de aceptar o contrarrestar ».Estas frases resumen bien el contenido de la declaración del señor Areilza ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, que contaba a últimas horas de la tarde de ayer con una muy escasa asistencia de diputados.

El señor Arcilza en sus palabras resaltó las siguientes ideas: «La herencia del problema, la existencia de hechos consumados. la historia de la participación española en el Sahara, la ubicación geopolítica del territorio y su deseo de conseguir para la población saharaui la autodeterminación, aún pendiente.»

El señor Areilza recordó que los acuerdos de Madrid (firmados exactamente un mes antes de su llegada al Gobierno) incluían la idea de que «la opinión de la población saharaui tendría que ser respetada y expresada a través de la Yemaa. Señaló que en su opinión ello respetaba el principio de autodeterminación.

Por otra parte, recordó cómo el 19 de enero pidió al secretario general de las Naciones Unidas que enviara al territorio del Sahara un representante de la ONU para redactar un informe sobre la viabilidad o no del referéndum en el Sahara en el momento en el que se había iniciado el traspaso de administración de España a Marruecos y Mauritania.

Recordó que el embajador Rydbeck llegó a Madrid el 5 de febrero con esta misión y se trasladó al Sahara para recoger información y redactar su informe sin contar con el apóyo de Rabat y Nouakchott. El señor Areilza habla del resultado de esta visita refiriéndose a una entrevista que mantuvo en Zurich el 23 de febrero con Kurt Waldeim, secretario general de la ONU, para analizar la situación del Sahara.

Según palabras del señor Areilza, Waldheim se oponía a la presencia de un representante de la ONU en el territorio para ocupar una administración temporal, porque decía que ello podría comprometer a la Organización en una sesión más o menos manipulada de la Yernaa que intentara servir como referéndum sobre la soberanía.

Entrevista con Laraki

El ex ministro habló también de una entrevista «casi sorpresiva» que mantuvo en Madrid con el entonces jefe de la diplomacia marroquí, señor Laraki. Dijo que Laraki no estaba de acuerdo Con la interpretación que España había hecho en la ONU de la declaración de Madrid con vistas a que las Naciones Unidas ocuparan la soberanla y que ésta ya había sido transferida por España a Marruecos y Mauritania en virtud de aquel acuerdo.

Areilza afirmó que él replicó a Laraki diciendo que España sólo había cedido «la administración temporal» de manera compartida y no la soberanía.

En esta entrevista, realizada el 14 de febrero, se aclararon las posiciones de nuestro Gobierno y se dijo a Laraki que no dábamos por terminado el proceso de descolonización hasta no consultar la opinión del pueblo saharaui.

José María de Areilza pasó después a resumir lo que calificó los planos del escenario del proceso de descolonización. Habló de la situación geopolítica, geográfica, histórica y étnica del Sahara, mencionando además sus riquezas y el paso de la colonización española.

Declaró aquí que nunca comprendió la declaracioón de la ley de descolonizáción del Sahara aprobada por las Cortes, en la que se decía que el Sahara no fue nunca español.

Sobre la situación geopolítica hizo una declaración interesante relativa a la entrevista que mantuvo en París el 20 de diciembre de 1975 con el ministro de Asuntos Exteriores de Argelia, Boutefflika. Añadió que en la entrevista el ministro argelino hizo un largo y apasionado alegato contra la declaración de Madrid, que Argelia consideró como una traición a la buena amistad hispano-argelina.

Recordó Areilza que Boutefflika habló con pasión y dijo que su dialéctica no defendía sólo la causa del pueblo saharaui, sino que incluía la protesta por el encierro de su país, que geográficamente hacía la declaración de Madrid al verse envuelto en una frontera común de miles de kilómetros por un territorio hostil.

El señor Areilza sacó como conclusión esencial de su, intervención sobre el tema del Sahara que la política exterior española debe buscar la armonía y entendimiento entre los pueblos del gran Magreb.

Respuestas de Areilza

«En el tema concreto del Sahara y especialmente en las últimas semanas anteriores a los acuerdos de Madrid, la política exterior se hizo desde Presidencia del Gobierno y no desde el palacio de Santa Cruz», dijo Areilza en el turno de preguntas.

El conde de Motrico dijo esta frase apoyando otra suya según la cual cuando tomó posesión como jefe de la diplomacia española no encontró en las dependencias de su Ministerio el texto original de los Acuerdos de Madrid.

UCD y Socialistas del Congreso preguntaron a Areilza por qué no se habían publicado los citados acuerdos, a lo que el ex ministro respondió que no eran un tratado formal entre países sino una declaración de principios entre tresjefes de Gobierno, por lo que la iniciativa de la publicación de aquéllos sólo correspondió al ex primer ministro Carlos Arias. Areilza informó que en repetidas ocasiones había instado a Arias para que éste presentase los acuerdos ante las antiguas Cortes y los publicase, a lo que «éste se negó sistemáticamente y en redondo ».

«Kissinger se mostró poco interesado por el tema del Sahara. Le pareció incluso bien que España se desinteresase paulatinamente del tema, habida cuenta que el secretario de Estado norteamericano consideraba más importante la consolidación de la incipiente monarquía.»

Martín Gamero: «Los acuerdos de Madrid fueron consecuencia de una testarudez ante la evidencia»

Para el entonces embajador en Rabat Adolfo Martín Gamero, que ayer intervino en segundo lugar ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, los acuerdos de Madrid de noviembre de 1975 fueron la inevitable consecuencia de un largo pasado de incomprensiones.

«Pero, en realidad -dijo el diplomático español-, lo que hizo fue que se desvaneciera el sueño de un Estado saharaui independiente, para mí un invento de un período ya superado. Aquel proyecto de un Estado saharatá independiente sólo se justificaba como forma de ir tirando sin marcharse del Sahara, y si no recordemos las constantes declaraciones de entonces de que se haría el referéndum cuando los saharauis quisieran, teniendo, por supuesto, buen cuidado de que éstos no quisieran.»El señor Martín Gamero, que en todo momento dijo que se limitó a cumplir las órdenes del Gobierno español, desveló que aunque las fuerzas militares españolas del Sahara estaban en condiciones de disuadir a los marroquíes en marcha, él, tuvo la evidencia, desde hacía bastante tiempo, de que los mandos militares españoles con los que tuvo relación -y en especial con los del Alto Estado Mayor- propugnaban la solución negociada y querían evitar la acción violenta.

La tesis de Martín Gamero fue que, pese a la incoherencia de algunas acciones españolas, los acuerdos de Madrid fueron el mal menor.

El ex ministro de Información del primer Gobierno de la Monarquía, que dijo que desde Rabat se veía que la inoperancia de la ONU resultaba total, desveló las negociaciones secretas entre los dos Gobiernos (de las que él fue transmisor) en los días críticos que antecedieron y siguieron a la entrada de la marcha vèrde en el territorio saharaui.

El viaje de Solís

Según su exposición, tras el anuncio de la marcha verde por Hassan II, el inesperado viaje de Solís a Marrakech contribuyó a aliviar la tensión en la zona, y gracias al mismo fue posible que el entonces mínistro de la Presidencia, Carro Martinez, y el de Asuntos Exteriores marroquí, señor Laraki, llegasen a un acuerdo tácito para que las Fuerzas Armadas españolas desmilitarizasen diez kilómetros del norte del Sahara, con el fin de que la marcha verde pudiese entrar durante 48 horas en el territorio y luego lo abandonase.

Al mismo tiempo informó que Marruecos -que días después rompió el acuerdo citado- nunca aceptó el plan Waldheim, y atribuyó el fracaso de la negociación Rabat-Madrid al viaje del secretario general de la ONU por las capitales de los países afectados y especialmente a las coacciones de Argelia.

Sobre las horas de tensión vividas en Marruecos en aquellos días y especialmente en el Sahara cuando la marcha verde penetró en este territorio, Martín Gamero informo; de las difíciles pégociaciones entre los dos Gobiernos, toda vez que Marruecos estaba dispuesto a continuar hacia El Aaiun si no había nuevos elementos que permitiesen la negociación.

Marruecos propuso en el mismo día que entró la marcha verde en el Sahara la mediación de un pais amigo común, y en concreto dio los nombres de Jordania, Arabia Saudita y Francia.

La respuesta española fue que Marruecos habla incumplido el acuerdo tácito de Madrid y que España seguía dispuesta a cualquier tipo de negociaciones, pero no bajo la intimidación de la marcha verde.

Hassan se aviene a negociar

Según Martín Gamero, con la marcha dentro del territorio, el rey Hassan se avino a negociar y exigió que en esta ocasión fuese una delegación oficial española la que visitase Marruecos. Así se hizo, siguió el diplomático español, y el 8 de noviembre (dos días después del inicio de la marcha) Carro Martínez se entrevistó varias veces en Agadir con Hassan II. Al día siguiente éste anunció el final y la retrocesión de la marcha. Tres días después se iniciaban las negociaciones que culminaron en los acuerdos de Madrid.

En su parlamento, el entonces embajador en Rabat puso cierto énfasis en el hecho de que los servicios de información españoles, y concretamente los de la embajada española, tuvieron informados en todo momento de los preparativos de la marcha verde, cuya primera noticia la tuvieron con unas declaraciones del monarca alauita a una emisora francesa el 28 de abril de 1975.

En sus respuestas a los grupos parlamentarios de la Comisión, Martín Gamero fue especialmente escueto, y a la mayor parte de las preguntas afirmó desconocer el tema, ya que era competencia del Gobierno español, y él como embajador se limitaba a cumplir las órdenes del Ministerio de Asuntos Exteriores español.

Algunas de ellas, en síntesis, fueron: «En ningún momento el Gobierno marroquí habló de ultimátum, aunque por lo que les he contado aquí se podría deducir ese concepto.»

«Yo he ignorado hasta el día de hoy, en que me he enterado por el embajador De Piniés, que el entonces presidente del Gobierno es pañol, Carlos Arias, pudo haber dado luz verde al plan Waldheim el mismo día en que la marcha verde entró en el Sahara.»

«Es ajeno a mí que el Gobierno español pudiera haber aceptado chantajes del Gobierno marroquí, aunque personalmente creo que no los aceptó.» «Creo que es muy difícil que se pueda repetir una operación parecida a la del Sahara por lo que respecta a los territorios españoles de Ceuta y Melilla, o lo que los canarios llaman una marcha azul sobre Canarias por parte de Marruecos. Las condiciones hoy son completamente distintas.»

16 Marzo 1978

Carro: acalorada defensa de la política descolonización del Sahara

Pablo Sebastián

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El ex ministro de la Presidencia Antonio Carro, hombre sobre el que recayó una de las mayores responsabilidades en la última fase de la descolonización del Sahara, defendió acaloradamente la política que se siguió con respecto al territorio ex español, y dijo no sólo que ésta había sido la más favorable a España, sino la única viable en aquellos momentos, «en contra de lo que se ha podido decir estos días en esta Comisión ».Los dieciséis fólios de discurso, preparados concienzudamente por Carro y que tuvieron como consecuencia inmediata un enfrentamiento verbal con el embajador en la ONU, Piniés, en el descanso siguiente a su parlamento), en presencia de diputados y periodistas, respondieron al alto clima de expectación que reinaba estos días en la Comisión de Relaciones Exteriores ante la comparecencia del hombre al que, junto con Arias Navarro, se le considera uno de los artífices de la política seguida con la antigua colonia española.

Para Antonio Carro la descolonización del Sahara no fue una operación maximalista. La sombra de la guerra estuvo presente a diario, y se corrió el riesgo de que la zona se vietnamizase. Hasta las dos grandes potencias -Estados Unidos y Unión Soviética- presionaron sobre la zona, con riesgo claro de un estallido bélico de efectos mundiales. «No ocurrió lo peor. Tampoco diré que lo mejor. Pero sí lo menos malo de lo que la gran tensión en la zona pudo generar. »

«La desconolización del Sahara se produjo dentro de una cierta normalidad.» Esto dijo Antonio Carro antes de hacer una larga cita histórica de todos los procesos de descolonización del último siglo de las principales potencias europeas. «Mi intuición de hombre de Estado, antes que de hombre de partido, me induce a presentaros la descolonización como un hecho favorable a España, y que históricamente no permitió solución distinta a la adoptada. Y estoy seguro de que la mayor parte de los que hoy se sientan en esta comisión hubieran hecho exactamente lo mismo que lo que nosotros tuvimos que hacer en aquellos momentos.» «Quiero decir también que en ningún momento se eligió a Marruecos en vez de a Argelia. Simplemente elegimos a España.» Carro hizo entonces una historia de las posiciones de los países interesados en la zona, toda ella bajo el prisma del intento de aplicación del estatuto de autonomía para el Sahara de 1974 y de la paralela enfermedad de Franco (verano de 1974), cuando, según sus palabras, se iniciaron los movimientos reivindicativos de Marruecos y la solidaridad de los países árabes en favor de éste, incluido Argelia.

Entonces España comunicó su decisión de celebrar el referéndum sobre autodeterminación del Sahara en los seis primeros meses de 1975, pero «la avisada imaginación del rey Hassan II provocó un incidente dilatorio de singular efecto». Se refería Carro a la petición de Hassan II de que fuese el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya quien dictaminase sobre el dominio histórico de la región.

España aceptó la resolución, aun a sabiendas de que sería muy difícil llegar al referéndum, pero al menos se lograba distender la atención en la zona y se lograba romper la solidaridad de las naciones árabes con Marruecos, ya que Argelia apoyaba la tesis española de autodeterminación. Carro había hallado de un riesgo grave de conflicto militar en la zona entre España y Marruecos en el verano de 1974.

Tres opciones

El ex ministro de la Presidencia planteó que, como consecuencia de los hechos citados en la primavera de 1975, a España solamente le quedaban tres opciones: una, entregar la independencia de forma unilateral al Sahara, aunque España no podía hacerlo porque era sólo potencia administradora y no podía transferir una soberanía que no tenía. Dos, pactar con Marruecos, pero eso era imposible, porque el monarca alauita no admitía otra negociación que no fuese la de la transferencia de la soberanía. Y tres, transferir las responsabilidades del territorio a la ON U.

Con esta última idea se pidió a las Naciones Unidas -prosiguió Carro- el envío de cascos azules y se invitó a una misión de la ONU a visitar el territorio. Tras este viaje, a la vista de la hostilidad del pueblo saharaui contra España, se preparó minuciosamente en el verano de 1975 (esto es, antes de la marcha verde) la Operación Golondrina y se anunció la decisión española de precipitar la transmisión de poderes.

Tras una serie de consideraciones sobre la actitud del Ejército en el Sahara (del que Carro destacó su disciplina, su gallardía y su aguerrimiento), dijo que en la Península se hubiera reprobado cualquier sacrificio estéril de los soldados españoles en el Sahara.

España intentó apoyarse en la ONU -continuó-, y lo único que obtuvo fueron resoluciones contradictorias. «No quedaba otra alternativa que la de poner a salvo nuestros intereses. Por eso se intentó obtener un acuerdo con las partes interesadas.»

La «marcha verde» fue una sorpresa

Para España, la marcha verde fue una sorpresa y una gran amenaza El día 2 de noviembre, con la marcha verde a punto de entrar en el Sahara, la respuesta de las Naciones Unidas a España fue la de «caución y moderación». «Es increíble la respuesta de la ONU cuando las metralletas marroquíes estaban sonando cerca de nuestro territorio».

«Fue preciso en todo momento evitar cualquier riesgo de guerra», prosiguió. «El 7 de noviembre de 1975, el embajador marroquí en Madrid visitó al presidente Arias, en un momento crítico en que la marcha verde se encontraba dentro del Sahara, y de ahí salió la utilidad de mi viaje a Agadir al día siguiente.» Carro desveló que entonces no fue muy difícil la negociación con el monarca alauita, aunque éste le pidió que firmara un pacto favorable a los intereses marroquíes. Al fin se materializó un acuerdo en una carta de Carro dirigida a Hassan, en la que se pedía que para seguir negociando fuese preciso la retirada de la marcha marroquí sobre el Sahara, al tiempo que Hassan 11 dirigía una carta al entonces jefe de Estado en funciones, el hoy rey Juan Carlos, en la que se pedía la entrega por parte del Estado español a Marruecos y Mauritania de todas las responsabilidades en el Sahara.

Posteriormente llegaron las negociaciones. De ellas, el ex ministro de la Presidencia dijo que en todo momento los acuerdos de Madrid, o mejor, la declaración de Madrid, entre los jefes de Gobierno de España, Marruecos y Mauritania, se habían escrito con pluma española; es decir, que los Gobiernos marroquí y mauritano no habían escrito prácticamente ninguna palabra en el texto. Y que, en cualquier caso, una lectura pausada de la declaración de Madrid dejaba bien claro que no era otra cosa que una declaración unilateral de retirada por parte de España, sin que ello entrañase una cesión a Marruecos y Mauritania.

«Porque lo único que se hizo fue abandonar el Sahara sin entregar el mismo a los ejércitos marroquí y mauritano, sino que éstos se limitaron a ocupar las posiciones que los españoles iban dejando libres.»

La larga intervención de Antonio Carro dejó bien claro que el proceso descolonizador del Sahara estaba sin terminar y que en todo momento, tal como se sucedieron los hechos, no se pudo actuar de otra firma. «Para España -repitió en varias ocasiones- no hubo otra alternativa y se optó por el mal menor. El peligro, el riesgo, una vez superado, se olvida fácilmente, pero en aquellos momentos los intereses de España y de sus aguerridas Fuerzas Armadas hubo que situarlos por encima de todos los demás intereses en juego. Y gracias a ello nuestra fue la iniciativa, nuestro el dominio de la situación y el final de la operación fue satisfactorio para los intereses de España.»

Incidente Carro-Piniés

El incidente entre los señores Carro y Piniés, en un tono casi violento y en medio de los pasillos de la Comisión, se produjo cuando este último negó ante los periodistas dos afirmaciones del ex ministro: que España habla solicitado la presencia de la ONU y de sus cascos azules en el territorio, y que nuestro Gobierno no supo, hasta su convocatoria, de la marcha verde. Piniés negó contundente mente las dos afirmaciones. Ambos se acusaron públicamente de no estar diciendo la verdad.

«Comprendo la amargura del ejército al abandonar el Sahara»

El turno de preguntas y respuestas al término de la intervención del diputado Antonio Carro no fue falto de interés ni de emoción. Hubo tensiones en la discusión, similares a las que los señores Carro y Piniés protagonizaron en la sesión de la mañana, y todas ellas fueron justificadas por el propio orador, quien excusó repetidas veces su temperamento.

El señor Carro inició el turno de preguntas con una aclaración en relación a la discusión mantenida en la mañana con el embajador Piniés. Dijo que por su parte hubo un error de interpretación y reconoció como ciertas las declaraciones de Piniés de que el 28 de abril Hassan habló de una marcha que luego confirmaría formalmente el 16 de octubre de 1975. Añadió que, en su juicio, la declaración de abril no podía interpretarse exactamente como el anuncio de la marcha, y luego se deshizo en elogios de la gestión diplomática del señor Piniés y de su persona, pidiéndole toda clase de disculpas.Incidente con Lasuén

Inmediatamente después se inició un turno de preguntas por parte de UCD, que fueron iniciadas por el diputado José Ramón Lasuén, protagonista de un nuevo incidente. Lasuén presentó una pregunta de más de cincuenta líneas en la que se criticaba toda la política del Gobierno descolonizador del Sahara, utilizando argumentos presentados por los anteriores informadores. El diputado Carro contestó a Lasuén que no comprendía cimo un diputado de UCD lo veía todo tan crítico y tan negativo, y que el Gobierno tiene archivos y argumentos necesarios para contestar a UCD, por lo cual no estaba dispuesto a responder. Vino el revuelo; el diputado socialista Luis Yáñez se ofreció para apadrinar las palabras en nombre de su grupo, Lasuén pidió la palabra por alusiones, y el presidente de la Comisión, Ignacio Camuñas, solicitó tranquilidad al diputado ucedista.

Aparte de este incidente y de otros dos que discurrieron en el largo interrogatorio de más de cincuenta preguntas entre el señor Carro y los diputados Lluchs y Martínez Pujalte (de Socialistas de Cataluña y UCD, respectivamente), cabe señalar las siguientes respuestas del señor Carro:

La Operación Golondrina estaba preparada ante cualquier eventualidad para retirar a los españoles del Sahara y no sólo para ceder la administración del Sahara a Marruecos.

-Las operaciones de la negociación con Márruecos fueron llevadas conjuntamente entre Asuntos Exteriores y Presidencia, y hubo solidaridad en el Gobierno.

-Mi viaje a Marruecos para conversar con el rey Hassan estuvo solamente destinado a conseguir la retirada de la marcha verde. No hablé bajo presión ni ofrecí nada a cambio. El rey Hassan aceptó retirar la marcha verde y yo le entregué una carta (que consulté a Madrid) en la que señalaba que las negociaciones podrían reanudarse una vez retirada la marcha verde. Así mismo me ofrecí a llevar al príncipe de España una carta de Hassan II, en la que éste reiteraba sus ambiciones territoriales.

-La decisión de abandonar el Sahara incluyó el análisis de la defensa de Canarias por la Junta de Defensa Nacional, en la que se acordó que el Sahara no era tan importante, aunque toda base enfrentada siempre es útil.

-Existió la posibilidad de haber transferido el Sahara a una administración de las Naciones Unidas con soldados españoles portadores de cascos azules, lo que en realidad era el plan Waldheim; pero ello fue una posibilidad inoperante, ya que cuando nos fue ofrecida (noviembre del 75) la situación en el Sahara era candente. La ONU reveló una vez más su ineficacia.

-Todas las altas jerarquías de Estado tomaron parte en la decisión del cambio de óptica del proceso de descolonización del Sahara.

-Todos sabemos que el régimen anterior estaba impregnado por el personalismo del jefe del Estado, que tenía facultades legislativas especiales. Por ello, al ponerse enfermo no pudo aprobarse el estatuto de autonomía del Sahara. Además, el Príncipe de España no tenía los mismos poderes estatales.

-El proceso de descolonización del Sahara no está terminado, falta la autodeterminación. El procesó para España sí está terminado.

(Pasa a la página 12 )

(Viene de la página 11)

-Comprendo que él Ejército español estuviera decepcionado y sufriera con amargura el abandono del territorio del Sahara. Pero estoy seguro de que lo hizo con alegría y que lo aceptó como la mejor de las soluciones. Es interesante un informe de la jefatura de información del Alto Estado Mayor Central, donde se reconoce el malestar, pero donde se dan como razones de las ventajas de la solución descolonizadora última la actuación de la ONU, el agotamiento de posibilidades democráticas, las ventajas de fosfatos y pesca del acuerdo, la autodeterminación pendiente saharaui y las injerencias e intrigas de Argelia y Marruecos en el proceso, así como el agotamiento de todas las posibilidades diplomáticas.

-Es cierto que existió en el Ejército un sector integrista («que pensaba al parecer lo mismo que el PSOE lo hace hoy», dijo, refiriéndose a una pregunta del señor Yáñez sobre la indignación del Ejército), que atacó duramente mi gestión y mi participación en el proceso descolonizador. En esta línea se inscribe el artículo publicado en El Alcázar por Jerges. A raíz de ese artículo, el teniente general Gutiérrez Mellado me escribió una carta personal en la que declaraba su indignación por este artículo.

-La retirada no fue una derrota, y una victoria sólo podía haberse conseguido con agresividad. No habría sido prudente que nuestras fuerzas ocuparan Rabat o Casablanca o Argel, para luego retirarse a sus fronteras. La rentabilidad de esta operación habría sido inútil.

-Existía la posibilidad de que un Ejército desgastado o derrotado, con la moral baja, y sin las banderas desplegadas, podría, a la vuelta del Sahara, ser un elemento desestabilizador del régimen anterior. Pero al régimen anterior no había más alternativa que la democrática.

– La decisión de poner las minas en el Sahara a siete kilómetros de la frontera, ante la marcha verde, correspondió al Ejército y no fue estrategia del Gobierno para dejar entrar la marcha dentro de la frontera.

Por último, el diputado socialista Lluchs le preguntó al señor Carro si el Gobierno no se había limitado a distribuir una cascada de elogios al Ejército en el momento de la retirada, a la vez que colgaba en sus espaldas la responsabilidad del abandono del Sahara. Antonio Carro, nervioso, y exaltado, dijo: «No le conviene hacer esta pregunta. ¿A quién se le pueden exigir responsabilidades? ¿Quieren manchar una página limpia de la Historia de España?»

Cortina:»El Gobierno acordó la salida del Sahara con alternativa política a la organización del referéndun»

El último informador de la jornada de ayer sobre el proceso descolonizador del Sahara fue el ex ministro de Asuntos Exteriores, Pedro Cortina Mauri. El diplomático, en una intervención clara y concisa de su participación en el proceso descolonizador, planteó el tema en los terrenos diplomáticos y geopolíticos sin entrar en los debates internos del Gobierno o de la situación española.

El señor Cortina Mauri reconoció dos hechos importantes que habían permanecido en la sombra: que mantuvo una entrevista con representantes del Frente Polisario en Argel para conseguir la liberación de soldados prisioneros, españoles el 9 de septiembre de 1975 y que el 8 de noviembre de ese mismo año el Gobierno acordó la transmisión de su administración y la salida unilateral del territorio como alternativa política a la organización por España del referéndum en el Sahara.Estos son los dos puntos clave de la información del señor Cortina Mauri, quien comenzó insistiendo en la incidencia geopolítica en el proceso descolonizador, con cita a la Liga Arabe, conflicto del Próximo Oriente, intrigas y contradicciones de los países limítrofes al Sahara y alusiones indirectas a las grandes potencias., El señor Cortina destacó también la inestabilidad y la violencia que se instaló en el territorio con atentados y ataques tanto de saharauis manipulados como de saharauis independentistas, y las dificultades surgidas en el seno de las Naciones Unidas, donde, a su juicio, no se actuó con rapidez y eficacia para colaborar con España en el proceso descolonizador.

El ex ministro se refirió paso a paso a los acontecimientos esenciales del proceso: declaraciones de España, discursos de Hassan, Tribunal de La Haya, retraso de la autodeterminación a petición de la ONU, declaración del dictamen del Tribunal de La Haya y simultáneo anuncio de la marcha verde, debates del Consejo de Seguridad y últimas propuestas del secretario general de las Naciones Unidas, Waldhelm,. A partir de aqgí, el ministro, que califica este proceso como accidentado y forzado a la vez, reconoce que el 8 de noviembre el Consejo de Ministros español acuerda cambiar su postura política y promover una retirada unilateral del Sahara negociando con las potencias vecinas el abandono de la administración del territorio. Añade que las negociaciones comienzan desde el 24 de octubre al 13 de noviembre hasta el comienzo de la marcha verde, así como que las misiones de los señores Solís y Carro estaban encaminadas a reconducir la negociación: Solís antes de la marcha y Carro después, para pararla.

Por otro lado, reconoce la existencia del plan del seeretario general de las Naciones Unidas para hacerse cargo del territorio, pero lo califica de tardío e inoperante.

Cortina Mauri declaró que no hubo fricciones ni doble actuación política entre los Ministerios de Asuntos Exteriores y el de la Presidencia. Y además explicó por primera vez su negociación con el Polisario en Argel el 9 de noviembre, recordando que el Polisario exigió su reconocimiento al Gobierno español para soltar a los prisioneros que tenía en su poder y que él consiguió la liberación de los prisioneros al convencer al Polisario de que ese reconocimiento supondría prejuzgar la autodeterminación del Sahara y provocar tensiones irreparables en la zona.

Por último, el señor Cortina intentó justificar los acuerdos de Madrid como la continuidad de la posición española en la defensa de la autodeterminación saharaui, a través de la declaración que se refiere al pronunciamiento de la Yemaa, de las posteriores declaraciones ante las Naciones Unidas y marcando diferencias en lo que en los acuerdos de Madrid se refiere a la administración del territorio. Cortina concluyó diciendo que el problema era ahora de las potencias administradoras. Ello no convenció a la sala y algún diputado dijo: «El problema, o como se le llame, lo regaló España a Marruecos y Mauritania.»

16 Marzo 1978

La palinodia del Sahara

Manuel Vicent

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Lo más bello, lo más civilizadamente dramático era el espectáculo en sí mismo: las cariátides del antiguo régimen, apeadas de la balaustrada franquista, han sido sentadas e interrogadas por los jóvenes barbudos airados, que no hace todavía un año andaban por las tabernas y alcantarillas del reino. Por lo demás, el torneo dialéctico sobre la descolonización del Sahara, en los tres días de vista pública en la Comisión de Exteriores, se ha desarrollado en un cuadro de modales esmerilados, dentro de la más distinguida urbanidad parlamentaria: un respeto que ha rozado el miedo, una excavación que no ha pasado de la piel de aquel desierto, de la superficie de un informe casi administrativo. Excusas aceptadas, usted perdone, eso me lo callo, con mucho gusto informaré a su señoría, me doy por satisfecho. Es decir, una acusación imaginativa convertida en hipótesis de trabajo.El fondo del interrogatorio ha sido un relato bastante hortera sobre la caída de los dioses, un Visconti en ocho milímetros, lleno de pespuntes, descosidos y contradicciones. El abandono del Sahara ha sido cantado como una gloriosa avanzada sobre la retaguardia. La Operación Golondrina con todo el arrastre de pesquerías, fosfatos y negocios sucios ha quedado desvanecida en un combate de conceptos abstractos. La punta de la manta estaba allí al alcance de la mano, pero ningún diputado ha osado tirar de ella y arrastrar así la vajilla del franquismo. No ha sido un proceso al régimen anterior, sino más bien una disquisición escolar, como una clase práctica, en la que unos alumnos aventajados torturan con preguntas picantes a sus catedráticos rozando levemente el enojo, arañando con un guante blanco las cuestiones más espinosas. Pero ha sido hermoso, dentro de la estética surrealista, ver sentado en la tribuna a un ilustre militar lleno de medallas junto a un joven socialista con jersey y la barba puesta e interrogado entre la humildad, el miedo a la realidad y la franqueza juvenil de neófitos que han llevado la curiosidad de la inquisición hasta los límites de la cortesía. Los altos jefes militares, coronel Rodríguez de Viguri, general Gómez de Salazar y general Blanco han contestado con un pensamiento perfectamente estructurado. Los diplomáticos, Jaime Piníes desamparado allá lejos en la ONU, José María de Areilza, con una elegante displicencia, y Martín Gamero con una cansada vaguedad, han ofrecido un panorama desgarrado de contradicciones. Los ex ministros Alvarez Miranda, Carro Martínez y Cortina Mauri, dándole al motor del verbo patriótico que rateaba a dos por tres sobre este bebedero de patos, han demostrado una vez más lo evidente. La descolonización del Sahara ha sido un episodio nacional desarrollado cuando la política española había hecho pie en el fondo de la ciénaga habitada de peces negros en desbandada.

Entre las opciones de Marruecos, Argelia y la autodeterminación del pueblo saharaui concedida a tiempo, sin la interferencia de un proceso tromboflebítico que no alcanzaba sólo a la extremidad de Franco sino al cerebro de sus políticos, nadie ha hablado del papel de Estados Unidos ni del miedo, pánico, que daba entonces la ideología izquierdista del Polisario. Durante las tres sesiones inquisitoriales de la Comisión de Exteriores, unos se han refugiado bajo el manto de la madre patria y otros no se han, atrevido a darle el tirón. La cosa ha quedado en un revoloteo de ave primeriza alrededor del nido del cuco. Y todos contentos.

17 Marzo 1978

José Solís: "Conseguí retrasar la «marcha verde»"

Pablo Sebastián

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José Solís Ruiz, ex ministro del Movimiento, Sindicatos y Trabajo, no defraudó ayer en la última sesión informativa sobre el proceso de descolonización del Sahara en la Comisión de Exteriores del Congreso. El señor Solís no dijo ni convenció más de lo que se esperaba, y su intervención estuvo marcada por la habilidad y el gracejo que le son propios. En ella criticó severamente a las Naciones Unidas y, después de reafirmar que la marcha verde constituyó un peligro real de guerra, declaró que su entrevista con Hassan II tuvo como objetivo parar la marcha o retrasarla. Esto último fue lo que consiguió, según sus palabras.

Una vez más, los periodistas superaron, con creces, en número a los diputados que asistieron a la última sesión informativa del Congreso sobre el Sahara, que respondió a todos los pronósticos. A lo largo de casi cincuenta minutos de la intervención de José Solís hubo exclamaciones y carcajadas continuas, buscadas por el orador «para romper el hielo», como el propio Solís declaró.El centro de la exposición estuvo en torno a su viaje relámpago a Marrakech para entrevistarse con el rey Hassan II el 21 de octubre de 1975. José Solís, después de afirmar que el Consejo de Ministros del día 20 de octubre reconoció el peligro de un enfrentamiento armado si se ponía en camino la marcha verde, señaló que se acordó en el Gobierno que el presidente, o cualquiera de sus ministros, fuese a Rabat, rechazándose el ofrecimiento que hizo en aquellos momentos, para mediar, el embajador de Arabia Saudita, sobre lo que Solís dijo: «Si hubiera sido en Afganistán, país que está lejos y que ya no sé si existe, porque todo eso cambia mucho, bien está, pero para ir a Marruecos que está, aquí al lado, era una exageración». Luego relató que el presidente Arias, después de consultar con Cortina Mauri, lo despertó a las cinco y media de la mañana para pedirle que fuera a ver a Hassan.

Solís relató así su histórico viaje y la entrevista con el rey de Marruecos: «Tenía la misión de pedirle que no arrancara la marcha verde o, al menos, que retrasara sus preparativos para darnos tiempo a negociar. Salí en avión especial hacia Rabat y después de recoger al embajador Martín Gamero marchamos a Marrakech, donde estaba el rey Hassan preparando la marcha. Allí, ante mi sorpresa, porque creí que el viaje era secreto, nos recibieron en el aeropuerto con honores, pasé revista a una compañía, tuvimos escolta de motoristas, había mucha gente esperando que nos saludaba, no sé con qué intenciones, y sentíamos un ambiente muy frío. El hielo se cortaba con un cuchillo», sentenció dramático Solís.

El afecto del rey

«El rey -siguió Solís- me recibió con afecto, quizá porque vió una cara conocida. Yo lo conocí hace diez años como representante de España en una cena oficial en Rabat y, tres años más tarde, en una montería en España. Estuvo afectuoso conmigo. Me preguntó por la salud de Franco, y yo le nformé de una reciente recaída. Luego me dijo que Franco tenía su amistad y la del pueblo marroquí. Le hablé del peligro de una guerra y de que había que parar la marcha o retrasarla.

Solís relata cómo el rey se quejó de las promesas negociadoras de España que no se cumplieron a lo largo de la historia. «Yo le interrumpí, aunque eso no se hace -dice Solis-, y le dije: majestad, eso es ya historia, y él me respondió: «Solís, es imposible, la marcha verde se pondrá a andar.» Tenía que marcharme ante esa respuesta; el rey me había dado calabazas. Entonces me acordé de las madres de nuestros soldados, de sus hijos y le hablé de la Córdoba de no sé qué año, de trece siglos de convivencia árabe, de que había que olvidar lo malo de la historia, y yo pensé que el pensó: «Con este cordobés no hay quién pueda», y añadió: «Solís, yo te garantizo que antes de 48 horas envío un funcionario a Madrid para negociar».

Luego cuenta Solís que en el aeropuerto el primer ministro Osman llegó con urgencia y le dio el pésame por la muerte de Franco, anunciada en la ONU. Solís comentó: «Uno que sabe de política se metió en el avión, puso la radio y al ver que en Córdoba se cantaba flamenco, en Valencia tocaban pasodobles y en Cataluña cantaban en catalán -la diputada comunista Calvet le recordó luego que el catalán estaba prohibido en esa época- me dije que si Franco hubiera muerto no habría música en estas estaciones.»

Solís señaló luego que no sabía por qué lo había elegido Arias para esta misión, y tras citar ejemplos de misiones de políticos, refíriéndose indirectamente a los viajes del conde de Barcelona a Trípol i o Felipe González a Argel, dijo: «No soy tan listo, tan listo, ni tan tonto, tan tonto, tampoco. Yo creo que no lo hice mal del todo. Es cierto que la elección pudo hacerse por sorteo, estatura o peso, pero me escogieron a mí.»

A lo largo de su intervención la emprendió varias veces con las Naciones Unidas. He aquí algunas de las frases del ex ministro con las que quiso poner de relieve la inoperancia de la Organización en la crisis del Sahara: «Se decidió negociar con Marruecos porque la ONU no servía, que si el comité de no sé cuántos, que si el consejo de no se qué; las Naciones Unidas tienen mucho que mejorar, no vayáis a verlas, yo asistí a un discurso de un ministro peruano y había cuatro diplomáticos de su embajada y cuatro personas de la mesa, y el hombre pronunció un discurso muy bonito en el que habló de España, y lo hizo con grandes gestos y dándose golpes de pecho. Luego subí al bar y al restaurante y estaban llenos.» Esta intervención valió una protesta de los diputados Otero Madrigal y Díaz Marta, ex funcionarios de la ONU.

José Solís también dio un repaso dialéctico a los pocos diputados presentes, que no pararon de reírse, aunque a veces se enfadaron. He aquí sus frases más destacadas sobre la opción del Gobierno en 1975 y el proceso de descolonización del Sahara: «Se hizo lo que se pudo; los intelectuales no sirven para la política porque tienen tantas soluciones en la cabeza que no se deciden por ninguna; si queréis alguna aclaración más llamadme a casa un día de éstos y charlaremos, pero ahora lo que hay que hacer es no perder el tiempo; el proceso de descolonización no está cerrado, ahí está el debate de pesca donde tuvisteis vuestras cosas, y no olvidéis que si hay otras elecciones puede que otros diputados, y a lo mejor yo entre ellos, os sienten donde yo estoy ahora y os digan que perdisteis el tiempo; yo que soy cristiano, aunque no muy practicante, rezo para que todo salga bien ahora; nosotros tratamos de salvar una guerra, pensamos en las madres de nuestros soldados y, quizá en vosotros, los más jóvenes, que a lo mejor estabais en la mili; yo he dicho la verdad y no necesito jurarlo como Cortina Mauri porque sé que me creéis; yo expongo mis opiniones sobre la ONU, gusten o no, porque esto es una democracia, comdecís vosotros.»

Turno de respuestas: «No tuve nunca negocios con Hassan»

José Solís escurrió el bulto, como se esperaba, en el turno de preguntas y respuestas, y se refirió casi siempre a las declaraciones de otros informadores anteriores, Carro, Cortina, Piniés, etcétera, de cuyas intervenciones Solís tomó siempre muy buena nota. Sus respuestas pueden resumirse así:-«La enfermedad de Franco influyó en la crisis del Sahara.»

-«Nunca tuve negocios o relaciones empresariales con Marruecos. En política permanecí al margen de los negocios.»

-«Hassan no dijo que detener la marcha le podía costar la cabeza, pero sí que le era imposible hacerlo porque todos los partidos estaban incluidos en ella. »

-«No supe nada de presiones económicas o lobbies durante la crisis del Sahara en España. Lo importante era evitar una guerra. »

-«Utilizamos todos los medios diplomáticos en la crisis y en especial a Piniés, que es un martillo pilón, trabajador incansable ante la ONU.»

Por último, hay que señalar que Solís llegó diciendo que pasó una mala noche, que estaba enfermo y no muy en forma, lo que algunos interpretaron como una simple preparación del escenario. Sí fue cierto que en el descanso Solís pidió una manzanilla.

Ignacio Camuñas: «Un Parlamento democrático hubiera impedido esta descolonización»

Al término de las sesiones sobre la descolonización del Sahara se improvisó una conferencia de prensa en el Congreso, en la que el presidente de la Comisión de Exteriores, Ignacio Camuñas, declaró que «la crisis de la descolonización del Sahara no hubiera sido posible con un Parlamento democrático». Los portavoces del PSOE y de UCD en la comisión, señores Yáñez y Lassuén, confirmaron esta idea.El señor Camuñas, que ha dirigido bien los debates sobre el Sahara y sus posteriores turnos de preguntas, declaró que los trabajos realizados se habían constituido en un importante precedente parlamentario, que podrán configurar el estudio de otros temas en condiciones similares. Añadió que ahora se estudiará, con los portavoces de los grupos parlamentarios, la continuación que se dará a estos informes, y concluyó diciendo que las discusiones e informaciones de los últimos días habían sido un buen ejemplo de parlamentarismo democrático. Camuñas añadió que al ex presidente Arias se le daría otra oportunidad, por si deseaba informar ante la comisión, una vez que se solucionasen sus problemas familiares.

Por otra parte, Lasuén y Yáñez, como portavoces de UCD y PSOE, hicieron un primer y rápido resumen de los debates de la comisión. Lasuén destacó que la descolonización del Sahara y su entrega a Marruecos se hizo «siempre en los momentos de la enfermedad de Franco», y que fue el Consejo de Seguridad de la ONU quien solucionó la crisis de la marcha verde y no los repetidos viajes de Carro o de Solís a Marruecos.

Para Luis Yáñez, lo más importante fue la experiencia de los debates y el hecho de que Rodríguez de Viguri, Gómez de Salazar, Piniés y Carro reconocieran la importancia y voluntad independentista del Frente Polisario, «que tanto la niega Marcelino Oreja». Añadió que Argelia había cometido muchos errores en el proceso descolonizador, por negligencia y pasividad.

Sobre la posibilidad de que el lobby marroquí, el deseo de EEUU de instalar un control conservador en el Sahara y el peligro de la caída del régimen español fuesen temas determinantes en la cesión del Sahara a Marruecos, Yáñez dijo que su partido «estaba convencido de que sí », aunque ello no se había probado en los debates. Es evidente, añadió. Por su parte, Lasuén declaró, como portavoz de UCD, que no podía demostrarse todo ello.

Por último, ambos representantes de PSOE y UCD, en relación con la declaración de Areilza contra la neutralidad, como solución a los problemas del norte de Africa, se declararon dísconformes. Yáñez dijo: «España, alidada de EEUU, no era neutral y de nada le sirvió esta alianza en la crisis del Sahara, más bien al contrario.» Lasuén confirmó esta idea, en el caso del Sahara, y habló luego de los lobbies, diciendo que siempre existen, pero que no son siempre determinantes de toda política.

29 Marzo 1978

A Solís no se le vio la gracia

Miguel Ángel Martínez (PSOE)

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El viernes, 17 de marzo, en la página dedicada a la información parlamentaria, EL PAIS dedicaba un amplio espacio a las declaraciones hechas el día anterior por el señor Solís Ruiz ante la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de Diputados, y con relación a su actuación en el proceso de descolonización del Sahara. ( … ) Creo sinceramente que había un objetivo deliberado en la actitud asumida ante la Comisión por el antiguo ministro secretario general del Movimiento -que esa era la condición del señor Sols cuando su entrevista con el rey Hassan, «de cordobés a cordobés»-. En mi opinión, ese objetivo era salir del paso lo antes posible, echando tierra sobre su participación en los hechos que se estaban investigando- para ello, el señor Solís echó mano de toda una serie de recursos que de sobra recordábamos quienes tuvimos que sufrir más directamente la vieja demagogia sindicalera del nacionalverticalismo. Todo ello aderezado por un tono de familiaridad, tan desplazada como desconsiderada -aquello no era un cenáculo de amigotes ni de azulcamaradas- de guasa e incluso de burla. No puede entenderse de otro modo el que a mi pregunta «¿qué conocimientos, experiencia o intereses hicieron que fuera usted designado por el Gobierno para ir a negociar con el rey de Marruecos?» contestase el señor Solís: «Listo, listo, no soy; pero tonto, tonto, tampoco. » A lo que por cierto hube de interrumpirle, indignado, planteando si «eso quería decir que según el señor Solís era él el único miembro de aquel Gobierno que no fuera tonto, tonto?».

Es igual; probablemente el señor Solís se saliera con la suya y ganara la primera manga de su operación; lo cierto es que de su intervención lo que pareció retenerse y destacarse es que «el informante estuvo gracioso». Ya veremos si hay cosas más serias y más profundas que quedan en evidencia en el segundo tiempo: a la hora de analizar, a partir de las actas, cada una de las frases de la declaración hecha ante la Comisión.

En todo caso, yo quiero dejar bien claro que el señor Solís no me hizo ninguna gracia. Como no se la hizo a mis compañeros de grupo, ni a los miembros del grupo de los socialistas de Cataluña. El portavoz de este grupo, Ernest Lluch, asi lo puso de manifiesto; como lo puse yo en una intervención que desgraciadamente no recogió la prensa, pero que sí recoge el acta de la sesión, y que dice textualmente: «Querría señalar que ha habido afirmaciones del señor Solís que me parecen graves y… quiero manifestar mi disconformidad con ellas…

El señor Solís ha dicho: «Estamos en democracia, decís»; y «en las próximas elecciones, si las hay». Entiendo que esta es una broma de mal gusto y desplazada en el período histórico que vive nuestro país y en el lugar en que nos encontramos. Si una broma de este tipo se gastara en Inglaterra sería sencillamente eso, una broma. Pero en este país y en particular en boca del señor Solís, que es uno de los hombres que han hecho que aquí no haya elecciones durante cuarenta años, creo que es algo grave y me alegro de que conste en acta mi protesta y la de mi grupo. a este respecto.