17 marzo 1978

El PTE y la maoista ORT quieren disputarle al PCE el voto 'comunista'

El I Congreso del Partido del Trabajo de España (PTE) ratifica a Eladio García Castro como su líder

Hechos

  • El 17 de marzo de 1978 se inauguró el I Congreso del Partido del Trabajo de España (PTE).

Lecturas

El 17 de marzo de 1978 se inauguró el I Congreso del Partido del Trabajo de España (PTE), el primero que este partido celebra desde que fue legalizado (fue excluido de las primeras elecciones del 15 de junio de 1977, aunque sus dirigentes pudieron presentarse creando una candidatura con otras siglas, el Frente Democrático de Izquierdas, con D. Eladio García Castro como cabeza lista y que no logró el escaño, y su legalización llegó en julio de 1977).

El Congreso está presidido por D. Nazario Aguado Aguilar (secretario de información del PTE) y en él se reelige a D. Eladio García Castro como secretario general del PTE. Este partido mantiene un ideario afín a Mao Zedong y rechaza el ‘eurocomunismo’ del PCE por considerarlo ‘oportunista’.

El PTE concurrirá a las elecciones generales para la I legislatura del 1 de marzo de 1979 con D. Nazario Aguado Aguilar como nº 1 en la lista por Madrid y Dña. Josefina López López-Gay [Pina López Gay], secretaria general de la Joven Guardia Roja de España (maoísta), como Nº2.

Los líderes del PTE sólo lograrán ser portada al ser víctimas de una agresión durante la campaña electoral de 1979.

Después de las elecciones de 1979 iniciaron un proceso de fusión con la ORT. 

El Análisis

SEPULTADOS POR CARRILLO

JF Lamata

El 17 de marzo de 1978, el Partido del Trabajo de España (PTE) celebró su primer congreso legalizado con aires de épica revolucionaria y una mirada fija en las urnas. Bajo la batuta de Eladio García Castro y Nazario Aguado Aguilar, los maoístas del PTE reafirmaron su rechazo al eurocomunismo de Santiago Carrillo, al que tildaban de oportunista y claudicante, en una posición compartida por la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), el PTE apostaba por una izquierda responsable y decidida, pero igualmente reacia a los pactos de la Transición. Con banderas rojas, discursos encendidos y la Joven Guardia Roja liderada por Pina López-Gay agitando las aulas universitarias, parecía que el viento soplaba a su favor. Sin embargo, la revolución se desinfló en las urnas de 1979: cero escaños para ambos partidos.

Mientras el PTE y la ORT soñaban con la revolución maoísta y se referían con respeto a los asesinos de ETA, Santiago Carrillo y el PCE se acomodaban al traje de la reconciliación nacional. El giro de Carrillo desde el guerracivilismo hacia un pragmatismo institucional podría juzgarse como sincero o como un acto de cobardía táctica. Pero lo que quedó claro tras las elecciones es que ese mensaje de entendimiento resonó mejor entre los votantes, incluidos los comunistas, que optaron por los 23 escaños del PCE. En contraste, la división entre PTE y ORT y la confusión sobre qué los diferenciaba dejaron a ambos en el limbo electoral. La historia demostró que las urnas prefirieron los discursos templados a los gritos revolucionarios, sellando así el destino de quienes no supieron leer el cambio de los tiempos.

J. F. Lamata