21 septiembre 1993

El que fuera fundador del diario EL PAÍS ha alcanzado una gran popularidad gracias a sus 'picotazos' en el programa de Luis del Olmo en ONDA CERO

Martín Prieto abandona el DIARIO16 de José Luis Gutiérrez para fichar como columnista en EL MUNDO de Pedro J. Ramírez

Hechos

El 21.09.1993 el diario EL MUNDO informó en su portada del fichaje de D. José Luis Martín Prieto

Lecturas

José Luis Martín Prieto abandona su condición de columnista diario en Diario16 para pasarse a El Mundo. Se estrena el 24 de septiembre de 1993 con una entrevista a Víctor de la Serna Arenillas en la que descalifica a El País y a su ex director D. Juan Luis Cebrián Echarri, ahora Consejero Delegado de PRISA.

DESPEDIDA CON RESPETO DE DIARIO16

Frente al habitual ninguneo a los colaboradores que se marchan, el periódico DIARIO16 de D. José Luis Gutiérrez dedicó una línea de respetuosa despedida a ‘MP’:

22-9-1993 “Martín Prieto, a partir de hoy, no sigue con nosotros. Se va y le deseamos suerte».

24 Septiembre 1993

Martín Prieto:

Entrevista a Víctor de la Serna

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Pregunta.- ¿Es definitivo el giro hacia el comentario, bajo forma de columnas o de tertulias radiofónicas, que ha dado usted a su carrera profesional en los últimos años?

Respuesta.- Yo no me he pasado al columnismo. En absoluto. Lo hago porque quiero mantener una presencia en la Prensa española y así es como hoy en día puedo hacerlo. Pero tampoco estoy muerto todavía, y con algo de suerte me quedan unos cuantos años por delante. Yo sigo siendo un periodista de base. Nunca he disfrutado más que moviendo el culo por toda América, o esperando cinco horas sentado en una acera a la espera de que soltasen a Sanguinetti de la cárcel. A mí lo que me apasiona y sé hacer es salir a la calle, ver, escuchar y contar historias. También me apasiona fundar productos periodísticos. Eso sí que me inte resa muchísimo.

P.- Pero no por eso reniega de los géneros que hoy practica, los de la opinión, y que han sido tan criticados por quienes se quejan de la proliferación de púlpitos y de cátedras.

R.- El columnismo es más viejo que mear en la pared. Las tertulias radiofónicas pertenecen a la era de Marconi. Pretender que estos aparentes fenómenos son nuevos, extraños o maltraídos es cosa de ignorantes o de pícaros que quieren engañar a los lectores y a los oyentes. Pero estos petimetres, ¿qué pretenden? ¿Hacer desaparecer a Larra o incluso a Luis de Bonafoux?

P.- ¿A qué colegas admira usted en el periodismo actual?

R.- Procuro que mis admiraciones sean amplias, y sólo excluyo a los excluyentes. Quisiera tener la agudeza de Umbral y su facilidad para rehacer cada día el lenguaje, el quevedismo de Jaime Campmany y su admirable sorna, la capacidad elefantiásica de Manolo Martín Ferrand para generar productos periodísticos de éxito, aunque luego se los tiren al suelo. Y a muchos, bastante más jóvenes que yo, que pelean por mejorar la información y la opinión en España.

P.- Usted ha desempeñado papeles relevantes en los principales periódicos de la transición, empezando por un INFORMACIONES en el que muchos nos hicimos a este oficio. ¿Qué recuerda de él?

R.- INFORMACIONES pudo y debió haber sido el gran periódico democrático español, pero sus dueños, que eran varios bancos, tuvieron miedo en un momento de incertidumbre política en el que no se sabía muy bien por donde iba a tirar este país, y lo dejaron caer. Informaciones fue literalmente asesinado, fue una traición bancaria. Se producen, por cierto, dos fenómenos paralelos. En aquella misma época empieza el declive del Ya, porque la Iglesia también se asustó al final del franquismo y no supo qué hacer con su periódico. La banca, que ahora tanto quiere estar en los medios, demostró cobardía institucional. Informaciones tenía un director, Jesús de la Serna, por el que siento devoción, que soportó pacientemente y alentó a aquellos jóvenes que no sabíamos nada y creíamos que ya lo éramos todo.

P.- Luego estuvo entre los fundadores de El País, y acaba de terminar una etapa en Diario 16, tras ser subdirector de la revista Tiempo y pasar brevemente por el Ya.

R.- El posfranquismo nos dio dos grandes diarios nacionales con distinta fortuna: El País y Diario 16. Ya en la normalidad democrática sólo ha crecido al mismo nivel EL MUNDO, un diario joven en todos los sentidos en el que espero poder plantar mi carpa, a donde acudan los lobeznos a respetar al menos mis viejas cicatrices. Sólo espero que esta vez no tengamos que ceder un par de pagas para una ampliación de capital, que es lo que me sucedió cuando pasé por primera vez por ventanilla a cobrar en El País y luchábamos por sacarlo adelante…

P.- En El País alcanzó usted hitos periodísticos como sus crónicas del juicio al golpismo o de la naciente democracia en Argentina. Luego, al cabo de doce años, cuando usted era todo un símbolo del periódico, se marchó de manera traumática. Y recientemente ha escrito con dureza sobre el que fue su director, Juan Luis Cebrián, y en un tono bien distinto sobre su editor, Jesús de Polanco.

R.- Mi respeto por Jesús de Polanco es muy grande. Si le dejan ser monopolista, lo será, pero eso ya es problema de la sociedad. Pero yo le he visto trabajar como editor y, por sí mismo, es uno de los grandes. Juan Luis Cebrián tiene algunas condiciones para ser un gran periodista; aún es joven y tiene tiempo para lograrlo. Pero me temo que desprecia el periodismo y a los periodistas. Es sapo de otro pozo. Lo que le va es ser bancario, de esos elegantes que van a los consejos para cortar el cupón.

P.- ¿Se mantuvo el espíritu de El País intacto durante sus años en el periódico?

R.- El País era un proyecto que llevaba años enterrado a la espera de que lo dejaran salir, el de un gran diario liberal e independiente, que es lo que efectivamente fue, con el impulso decisivo de personas como José Ortega Spottorno. Un grupo de periodistas jóvenes se dejó el alma y la vida en el esfuerzo por lanzarlo. Fue una gran obra colectiva. Algo más tarde, Polanco lo salvó de un trance económico serio y se hizo con su control. Pero eso no varió el rumbo del periódico. A partir del famoso choque con el ministro José Barrionuevo por un asunto de abusos policiales, que fue un enfrentamiento caprichoso, en el que el periódico no tenía razón, sí que creo que empezó una época nueva.

P.- ¿Y ese sambenito de diario del «establishment»?

R.- Yo lo que puedo decir de mi propia experiencia es que tengo rota la mano derecha de retocar la información económica, y sólo la económica, de El País, durante años, cuando yo cerraba las páginas cada madrugada y recibía órdenes por teléfono. Y es que me tuve que inventar un artilugio con el que avisaba al taller y detenía la rotativa en el acto…

P.- Ahora se extienden las acusaciones a otros periódicos, a otras emisoras…

R.- Una de las grandes falacias y mentiras interesadas que tenemos que soportar es esa pamema de que los medios españoles son corruptos e insolventes. Ese es el argumento interesado, no ya de Prisa, sino de su consejero delegado y los escasos mariachis que le restan para justificar su sequía de ideas. Tras 40 años de censura los medios españoles son todavía adolescentes, pero han sabido madurar tan rápidamente como para generar algunos de los productos informativos más interesantes y novedosos de Europa.