23 septiembre 1947
Winston Churchill acusa al dictador de la URSS, Stalin, de estar detrás del asesinato
El dictador comunista de Bulgaria, Dimitrov, extermina al líder socialdemócrata Nikola Petkov, por su oposición al régimen
Hechos
El 27.09.1947 Nikolai Petkov fue ejecutado en Bulgaria.
Lecturas
Ha sido ejecutado en Sofía este 23 de septiembre de 1947 por los comunistas liderados por el dictador Dimitrov el político de Bulgaria Nikolai Petkov, que contaba 58 años.
Diputado socialdemócrata agrario desde 1936, combatió a Boris III y permaneció encarcelado por los alemanes durante la guerra.
Liberado, ocupó la vicepresidencia del Consejo del Gobierno del Frente de la Patria en 1944, y desde su puesto intentó negociar con la Unión Soviética un armisticio que garantizase la independencia nacional. Sus continuos ataques al nuevo régimen propiciaron su ejecución.
Desde noviembre de 1946 Bulgaria es una dictadura comunista.
28 Septiembre 1947
Churchill acusa a Moscú del asesinato de Petkov y le reprocha el uso brutal del veto
El enérgico septuagenario que se llama Winston Churchill ha vuelto a atacar a Rusia denunciándola como principal responsable del asesinato jurídico del jefe de la oposición búlgara. El triste destino de Petkov debería ser una seria advertencia para los políticos que coquetean con el comunismo imaginándose que su posición izquierdista puede servirles de garantía ante la eventualidad de un régimen soviético. Olvidan que no se trata de derechas e izquierdas, sino de sometimiento o resistencia al imperialismo de la URSS. En el primer caso, los rusos perdonan buenamente hasta un pasado fascista; en el segundo, la significación izqueirdista del personaje no sería bastante a salvarle de la cárcel o del patíbulo. En Bulgaria, el fascistizante Georgiev ha sido bajo el régimen ruso jefe del Gobierno y ahora desempeña el cargo de ministro de Negocios Extranjeros, mientras que el sincero demócrata Nicolás Petkov ya no se encuentra entre los vivos.
El Análisis
Con la ejecución de Nikolai Petkov el 27 de septiembre de 1947, se entierra no solo a un hombre, sino a toda una posibilidad para Bulgaria. Petkov, líder de la Unión de Agrarios y principal figura de la oposición democrática al régimen comunista, ha sido condenado por un tribunal que no buscaba justicia, sino eliminar el último vestigio de disidencia política en un país que, bajo Georgi Dimitrov, se convierte en un peón más del autoritarismo stalinista en Europa del Este. Su muerte, precedida de un juicio sumario y sin garantías, ha conmocionado a Occidente y deja claro que en la Bulgaria de posguerra no hay espacio para la pluralidad ni para las voces libres.
Petkov no era un extremista ni un agitador: era un patriota que ya había demostrado coraje al oponerse al régimen profascista durante la Segunda Guerra Mundial y que tras la liberación, en lugar de colaborar con la ocupación soviética, se mantuvo firme en su defensa del parlamentarismo, los derechos civiles y la soberanía nacional. Precisamente por eso era una amenaza intolerable para el nuevo poder comunista, que bajo la tutela de Moscú se apresura a eliminar cualquier disenso, por moderado o legal que sea. Su ejecución, envuelta en acusaciones absurdas de conspiración y traición, no engaña a nadie: ha sido un asesinato de Estado.
Con Petkov muere la última figura de oposición con peso en Bulgaria, y se cierra definitivamente la puerta a cualquier transición pacífica hacia una democracia real. Lo que queda es un país sometido, donde el Parlamento es una formalidad, la prensa un órgano de propaganda y la justicia una herramienta de represión. Bulgaria se une así, sin ambigüedades, al modelo soviético, con el silencio forzado como norma y el miedo como lenguaje oficial. La muerte de Petkov no ha sido una necesidad de Estado: ha sido una advertencia a los pueblos del Este y una vergüenza para la conciencia europea.
JF Lamata