29 julio 1975

¿Planeaban una revolución de los claveles en España como en Portugal?

El Ejército español encarcela a 9 militares por crear la Unión Militar Democrática (UMD) para conspirar contra sus superiores

Hechos

El 29 de julio de 1975 se informó de la detención de 9 militares por haber constituido una asociación ilegal: la Unión Militar Democrática.

Lecturas

El 29 de julio de 1975 la capitanía general de la I Región Militar informó de la detención el día 9 de julio de 1975 de nueve militares acusados de formar parte de una organización ilegal, la Unión Militar Democrática (UMD), acusados de conspirar contra sus superiores. Los detenidos son:

• D. Luis Otero Fernández, comandante de Ingenieros.
• D. Fernando Reinlein García Miranda, capitán de Infantería.
• D. Restituto Alcázar Valero, capitán paracaidista.
• D. Antonio García Márquez, capitán de Artillería.
• D. José Fortes Bouzán, capitán de Infantería.
• D. Manuel Fernández Lago, capitán de Infantería.
• D. Fermín Ibarra Renes, capitán de Infantería.
• D. Jesús Martín Consuegra, capitán de Infantería.
• D. Jesús Ruiz Cillero, capitán del Ejército del Aire.

Un décimo investigado, el capitán del ejército del aire, D. José Ignacio Domínguez Martín-Sánchez, ha logrado escapar al exilio.

AUDIO DE INTERVENCIÓN DESDE EL EXILIO DE PORTAVOZ UMD D. José Ignacio Domínguez Martín-Sánchez 

En octubre 1975 la UMD daría una rueda de prensa. 

El Análisis

La UMD, la grieta en el monolito militar

JF Lamata

El 29 de julio de 1975 España se sobresaltó con la noticia de la detención de nueve militares, acusados de constituir una asociación ilegal: la Unión Militar Democrática (UMD). Aquella organización clandestina, encabezada por Luis Otero y Fernando Reinlein, y con la huida en el último momento de José Ignacio Domínguez, pretendía ser algo más que un gesto aislado de inconformismo: era la semilla de un ejército distinto, capaz de imaginar para España un futuro en democracia y no bajo la sombra permanente del franquismo.

El paralelismo que buscaban con la Revolución de los Claveles en Portugal resultaba evidente: oficiales jóvenes, de menor rango, con voluntad de abrir brechas en un régimen militar encorsetado. Pero el ejército franquista estaba blindado. Para la cúpula castrense, aquella «traición» era más intolerable aún que la actividad terrorista: el enemigo de fuera podía combatirse, pero un oficial que desertaba de la obediencia era visto como un cáncer dentro de “la familia” militar. En un ejército todavía dominado por quienes habían combatido en la Guerra Civil bajo el mando de Franco, cualquier atisbo de indisciplina era considerado anatema.

A la postre, la UMD fue un fenómeno minoritario y residual en una institución que permaneció, hasta bien entrada la Transición, mayoritariamente leal al dictador. Y para ese ejército aquel puñado de militares sediciosos sería una herida imborrable en su orgullo.

J. F. Lamata