14 septiembre 2016

Obtuvo 42 votos frente a los 13 del holandés Michael van Praag

El esloveno Aleksander Ceferin se convierte en el nuevo presidente de la UEFA tras la inhabilitación de Michel Platini

Hechos

Elegido el 14.09.2016.

Lecturas

La detención de D. Michel Platini, investigado por corrupción el 18 de junio de 2016, puso fin a su etapa como presidente de la UEFA.

15 Septiembre 2016

El pasado exigía un líder sin pasado

Orfeo Suárez

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Algunos de los primeros apoyos que Aleksandar Ceferin recibió para iniciar la carrera a la presidencia de la UEFA procedían de las federaciones escandinavas. Para justificar porqué lo hacían, le dijeron lo siguiente: «Es usted el candidato ideal, porque no es ni del norte, ni del sur; ni del este, ni del oeste». Se trataba, pues, de un dirigente sin pasado, después de un pasado que era necesario superar, atravesado el gobierno del fútbol por la corrupción como si se tratara de una metástasis. Nada se había podido imputar a Ángel Villar, que retiró su candidatura días antes de la elección, o a Michael Van Praag, ampliamente derrotado. El problema no estaba en sus actos, sino en la época que representaban. La mayoría de quienes han elegido a Ceferin, 42 presidentes de las 55 federaciones nacionales, son parte de ese tiempo, pero han entendido que la mejor forma de proteger a su organización, y a ellos mismo, es poner al frente a un rostro nuevo. La diplomacia deportiva no difiere de mucho de la política: es imposible ejercerla sin una cuota de hipocresía.

De diplomacia sabe mucho Gianni Infantino, en teoría imparcial en esta elección, pero cuyas preferencias se habían situado del lado del esloveno. Villar fue uno de los dirigentes que apoyó su candidatura a la FIFA y quien más trabajó por su victoria, pero, a pesar de ello, el español no consiguió su respaldo. Tampoco obtuvo un pronunciamiento público a su favor de Michel Platini, al que defendió en su discurso como presidente en funciones del organismo durante la Eurocopa. En Atenas, ayer, se comportó como un fiel aparatchik y se puso al servicio del nuevo presidente, pero, aunque jamás lo diga, regresa a España, a la Federación, con la sensación del desengaño.

Infantino y Ceferin tienen cosas en común: políglotas, por debajo de los 50 años y juristas. Los lemas de sus campañas han girado en torno a ideas-fuerza muy similares: «Devolver el fútbol al fútbol» o «primero el fútbol». Van Praag había dicho que el esloveno era demasiado joven, con escasa experiencia y sin recorrido en la jerarquía dirigente, como prueba el hecho de que nunca hubiera formado parte del Comité Ejecutivo de la UEFA. Esa falta de experiencia era, paradójicamete, su mejor valor. También lo preferían los ejecutivos y empleados del organismo, más cómodos con un perfil ajeno a un pasado que es necesario superar y que había puesto a la UEFA en la diana. Hasta hace menos de un año, Infantino era la pieza principal de ese aparato.

De Ceferin se espera que sea un presidente político, con menos intervencionismo en la maquinaria de la UEFA, que en la actualidad reposa sobre el secretario general, el griego Theodor Theodoridis, y en los directores generales de competiciones, el italiano Giorgio Marchetti, y del departamento jurídico, el español Emilio García Silvero. De hecho, su pretensión es la de mantener su residencia en Lujbliana, capital de su país, en lugar de trasladarse a Suiza, como hizo Platini. Ese modelo estaría más cerca del sueco Lennart Johansson, antecesor del francés.

En su primer discurso, Ceferin, de 48 años, tuvo palabras de agradecimiento para Platini como para Villar, algo que exigía el protocolo, pero a partir de ahora arranca un mandato en el que la dirección de sus grandes decisiones es una incógnita. Limitar los mandatos, como ya hizo la FIFA, o impedir que la Eurocopa se dispute en países diferentes, que es lo que impuso Platini para la edición de 2020, son algunas de las primeras ideas que ha deslizado. Del mismo modo, como dirigente procedente de un país y de una liga de escaso protagonismo futbolístico, es partidario de facilitar el acceso de los campeones modestos a la Champions. Eso son votos. En Atenas, logró 42 de los 55 posibles. Ello puede enfrentarle a los grandes clubes, entre los que ronda la idea de la Superliga, un torneo privado y alternativo. Platini apagó a su llegada la llama del G14. Para Ceferin puede ser el primer envite.