12 febrero 2004

El grupo Torras ha pedido que se subasten los bienes embargados al diplomático que se ha declarado insolvente

El ex administrador de la Casa Real, Manuel Prado y Colón de Carvajal entra en la cárcel por Wardbase (caso KIO)

Hechos

El 12.02.2004 D. Manuel de Prado y Colón de Carvajal fue condenado a 2 años de cárcel por apropiación indebida de 11,4 millones de euros procedentes de Torras.

Lecturas

La sentencia del llamado ‘caso Wardbase’ ha condenado a D. Javier de la Rosa a cinco años y medio de prisión y D. Manuel de Prado Colón de Carvajal a 2 años de cárcel.

El Tribunal Supremo confirma la apropiación indebida de 12 millones de dólares del Grupo Torras en mayo de 1992 por parte del Sr. De la Rosa para entregárselos a D. Manuel Prado Colón de Carvajal.

De la Rosa y sus colaboradores organizaron la operación Wardbase en mayo de 1992, días antes de ser despedidos del Grupo Torras por los nuevos directivos de KIO, el fondo de pensiones público de Kuwait. El objetivo de la operación era encubrir con el pago de una falsa comisión por la compra de una empresa papelera el pago de los 12 millones de dólares a Prado, cuyos motivos nunca se han aclarado.

Durante un tiempo, De la Rosa aseguró que el pago -que era en realidad el último plazo de un pago completo de 12.000 millones de pesetas- tenía relación con la Corona española, lo que motivó diversas visitas de Folchi y de Prado al CESID.

25 Abril 2004

EL INCÓMODO AMIGO DEL REY

José García Abad

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Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del Rey durante dos décadas y su mejor amigo durante los tres últimos decenios, alguien «de la familia» como han resaltado tanto Don Juan Carlos como Doña Sofía, está citado mañana lunes, a las 10 en punto de la mañana, en la Audiencia Nacional para ingresar sin más dilación en la cárcel.

Los otros dos condenados por la primera sentencia firme del macroproceso KIO, el llamado caso Wardbase, Javier de la Rosa y Jorge Núñez, ya entraron en prisión. Manuel Prado se resiste sirviéndose de todo tipo de argucias legales.

El caso es que el administrador del Rey podría evitar la prisión muy fácilmente: simplemente devolviendo el dinero que cobró impropiamente de KIO, el complejo inversor del gobierno kuwaití. En efecto, Prado tiene a su favor tres hechos importantes: 1º) Que la sentencia es relativamente leve: dos años de prisión. 2º) Su provecta edad, 73 años, y delicada salud y 3º) Que no tiene antecedentes penales.Pero para la Sala Primera de lo Penal que preside Siro García y para la jurisprudencia y la ejemplaridad social hay un imperativo insalvable: la devolución del dinero defraudado.

Prado parece dispuesto a todo antes de soltar los cerca de 5.000 millones de pesetas -unos 30 millones de euros- que debe pagar en esta primera pieza del macroproceso de KIO: 2.000 millones (unos 12 millones de euros) más los intereses que corren desde 1992. Su última argucia ha sido la de decirle al tribunal: cóbrenselo de los bienes que me han embargado que, según ustedes, son de mi propiedad.

La oferta tiene truco y la sala de la Audiencia Nacional que tuvo que decidir sobre la ejecución de la sentencia del Tribunal Supremo, que está harta de tanta trapacería, no ha mordido el anzuelo; todos los bienes de Prado están encubiertos por una tela espesa, prácticamente impenetrable de sociedades interpuestas; tales sociedades están sometidas a un embargo precautorio en pieza aparte de responsabilidad civil cuya documentación abarca 15 tomos repletos y densos. Para hacerse con el patrimonio de Prado habría que desembarcar en cada una de las sociedades y proceder a una investigación minuciosa en un procedimiento largo y complicado a lo largo de muchos años, quizá más de los que alcanza la esperanza de vida de Prado. Los agentes judiciales se toparían con sociedades fantasma que intermedian a otras sociedades vaporosas cuyo origen se pierde en paraísos fiscales; chocarían con astutos administradores que no son empresarios sino avezados juristas aplicados a trabar la investigación.

Agotados todos sus cartuchos judiciales, Prado se ha valido del que le quedaba en la recámara: presentar un recurso de súplica.Pero la sala, harta de tan torticero proceder, ha citado al personaje aun antes de contestar a esta última petición suplicatoria que no impide el cumplimiento de la sentencia. Mañana, 26 de abril, Manuel Prado y Colón de Carvajal deberá presentarse en la Audiencia Nacional con 30 millones de euros, una pequeña parte de su inmensa fortuna, o con una cantidad importante -pongamos la mitad-, pero con garantías de pagar el resto para poder disfrutar de la alegría de vivir en libertad. Con el dinero o con el equipaje necesario para su nueva residencia.

Mañana veremos si Prado está dispuesto a dar con los huesos en la cárcel con tal de no devolver el dinero del que se apropió indebidamente. Mañana comprobaremos si la avaricia triunfa sobre la libertad. Ya no caben más triquiñuelas salvo la huida, que aproveche su condición de residente en Suiza para burlar a la Justicia y a las víctimas de su desaprensivo proceder.

Culminado el caso Wardbase, sigue avanzando, sin prisa pero sin pausa, el caso Pincinco también inserto en el proceso KIO, pero que tiene mayor entidad, pues reclaman al administrador del Rey los 8.000 millones de pesetas defraudadas más otros 5.000 millones en concepto de intereses. La suma de ambos casos, Pincinco y Wardbase, cifra el dinero obtenido ilegalmente por Prado de la agencia kuwaití: 18.000 millones de pesetas -unos 108 millones de euros-.

Todo este asunto resulta muy enojoso para el Rey Juan Carlos, que ha mantenido con su administrador una estrecha amistad desde 1974. «Un amigo muy íntimo […], el único en que podía depositar mi confianza» cuenta el Monarca a José Luis de Vilallonga al referirse a la misión que le confió para enviar un mensaje tranquilizador a Santiago Carrillo en vida o moribundia de Franco. Y la Reina le incluye entre las personas de la casa, con minúscula, según relata Doña Sofía a Pilar Urbano comentando los sucesos del 23-F: «Nos juntamos la familia, las personas de la casa, Mondéjar, Valenzuela, Sabino, Manolo Prado y algún otro amigo de mi marido».

Manuel Prado compartirá cárcel con otros dos amigos del Monarca que también se ocuparon de los intereses de éste: Mario Conde y Javier de la Rosa. La nómina de perseguidos por la Justicia incluye también a un personaje tan huidizo como Prado: el supuesto príncipe Tchokotoua. El Monarca, que dispone de tan privilegiada nariz, no parece aplicarla a la selección de sus amigos.

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EL OTRO JEFE DE LA CASA

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Pero el caso Prado es mucho más embarazoso para el Monarca por su dilatada relación mercantil como administrador privado y socio en diversas iniciativas económicas, porque prácticamente vivía en palacio, donde zascandileaba como Pedro por su casa hasta el punto de que los funcionarios se referían a él como «el jefe de la Casa Bis». Prado sin embargo se califica a sí mismo como «el perro del Rey».

Estas circunstancias de amistad, entrega y sumisión total ante el Rey hacen muy turbadora la acusación de Javier de la Rosa, el hombre de KIO en España, de que los cien millones de dólares entregados al administrador privado del Rey estaban destinados al administrado para generar un buen ambiente para los intereses de la familia real kuwaití. ¿Utilizó Prado, su cercanía al Rey para embolsarse el dinero? Sea cuál fuera la respuesta correcta, lo cierto es que se ha generado una apariencia sumamente molesta para el Jefe del Estado.

Prado fue eliminado, por consideración del emir kuwaití hacia el Rey de España, de la lista de los que persigue la Corte Comercial de Londres en busca del dinero desaparecido, pero no ha podido evitar que Javier de la Rosa se defendiera de la acusación formulada por la agencia gubernamental del emirato de haberse apropiado de 100.000 millones de pesetas y de acumular unas pérdidas de 500.000 millones acusando al Monarca. JR asegura que parte de ese dinero fue utilizado para pagar servicios políticos a favor de la causa kuwaití. Argumenta Prado que los cien millones de dólares los cobró en concepto de asesoramiento, dictámenes, protocolos, gastos de comunicación etcétera, una justificación que recuerda las cuentas del Gran Capitán, cuando fue requerido a explicar sus gastos en la campaña de Flandes.

Prado se salvó de la Corte Comercial londinense a costa de implicar involuntaria pero imprudentemente a Juan Carlos I de España.No es que acusara al Monarca -en eso Prado es una tumba- sino que el Rey aparece en sus conversaciones telefónicas con importantes personalidades del emirato. Casualmente tales cintas aparecieron en el despacho de Javier de la Rosa, quien las utilizó para justificar la evaporación del dinero kuwaití.

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GENEROSO JR.

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El 18 de diciembre de 2002 la Sección Primera de lo Penal de la Audiencia Nacional notificó la condena de cinco años y medio de prisión para Javier de la Rosa y dos años de cárcel para Manuel Prado y Colón de Carvajal por los delitos de apropiación indebida y falsedad documental por el abono a Wardbase, empresa fantasma de Prado, de cerca de 2.000 millones de pesetas procedentes de KIO, que posteriormente fueron a parar a una cuenta suiza del embajador. Se condenaba al sevillano de Quito a devolver dicha cantidad -12 millones de euros- al Grupo Torras, cabeza de KIO en España. Casi la totalidad de ese dinero, 1.900 millones de pesetas, tuvo como destino, según se prueba en la sentencia, una cuenta de Manuel Prado en Suiza. La sentencia fue confirmada por el Tribunal Supremo el pasado mes de febrero.

Todo empezó cuando Prado convence en 1987 al Monarca para que le releve de una misión comprometida: viajar a Kuwait para convencer al emir de que Javier de la Rosa no era la persona adecuada para representar a KIO en España, tal como Felipe González le había pedido al Rey. Semejante negativa, inédita en un personaje que nunca discutía los encargos de Don Juan Carlos, le reporta al sevillano de adopción el más profundo agradecimiento por parte del catalán, que le da participación en casi todos los negocios que emprende.

En octubre de 1990, cuando Kuwait es ocupado por Sadam Husein, Javier de la Rosa remite a Prado 80 millones de dólares a su cuenta en la Societé Generale de Banque (Sonegal) en Ginebra.Posteriormente De la Rosa le enviará 20 millones de dólares que completarían los 100 millones en cuestión.

El administrador del Rey se ve obligado a cumplir con la generosidad del catalán, que no sólo le ha asociado en sus pelotazos sino que se había tomado las mayores molestias para intimar con el san Pedro de la Zarzuela, el amo de todas las llaves de palacio: intentó hacerse con una finca en Huelva lindante con la suya y compró una caseta en la Feria de Sevilla para alternar con el jefe de la Casa bis de Su Majestad.

Cuando en 1991, tras la Guerra del Golfo se desencadena el escándalo, JR trata de cobrarse los servicios que asegura haber hecho al Rey. El intrépido catalán necesita más que nunca la respetabilidad que irradia el Monarca.

En junio de 1992, Manuel Prado le organiza un pequeño refrigerio con la Familia Real al completo. JR saca pecho. Quiere demostrar que está bien protegido. De vuelta a Barcelona se encuentra en el aeropuerto con Miguel Roca, a quien invita a hacer el viaje en su avión privado. Tenía prisa en que se supiera en la Ciudad Condal y en el mundo entero con quién había comido y lo cordialmente que habían conversado.

Cuando, a finales de 1993, Prado intenta desmarcarse saliendo de las empresas en las que estaba asociado con el catalán, ya es demasiado tarde. De la Rosa, que intenta retenerle sin éxito, le arrastra en la caída. Ya sólo se verán para enfrentarse en el banquillo de los acusados.

Si la prensa, sumamente protectora con Don Juan Carlos, no investigó a fondo las acusaciones vertidas contra él, muchas de ellas meras calumnias, como diez años antes había ocurrido con las de Ruiz Mateos, la Justicia hizo lo mismo.

Las denuncias de Javier de la Rosa exigían que el poder judicial excitara el celo de la Justicia contra quien podía estar calumniando al Jefe del Estado: aseguró que disponía de cartas con membrete de la Casa Real; que guardaba grabaciones en el hotel Claridge de Londres en las que Don Juan Carlos agradecía las aportaciones hechas a Prado; que podía presentar cartas de éste, quien en nombre del Rey agradecía el envío de 429 millones de dólares.

El fiscal general del Estado, Carlos Granados, trató de abortar un escándalo en ciernes asegurando que el Rey era «totalmente ajeno» a los negocios entre De la Rosa y Prado, pero no estimó conveniente instar el procesamiento del supuesto calumniador.Una faena para el Monarca, pues un juicio por calumnias podría haberle dejado libre de polvo y paja para hoy y para la Historia.

Como en otros episodios relacionados con el Monarca se optó por movilizar al CESID, nuestro servicio de espionaje, que había realizado grabaciones al Rey y a su entorno pícaro y que presionó para que Manuel Prado huyera de España. Como también hicieron el jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, y el periodista Luis María Anson, que temían el efecto que tales hechos podrían tener sobre la institución. No hay jefe de Estado europeo que hubiera salido indemne de tamañas apariencias comprometedoras, pero el Rey disfruta de la sobreprotección de la prensa, del agradecimiento general por los servicios prestados al país en la tripulación del proceso democrático y de la simpatía general.

Prado es el secretario de todos los secretos del Rey. Ha sido durante muchos años su «embajador permanente», el socio, el administrador y el amigo del alma. Es un personaje que combina características de pícaro y de héroe. Ha hecho fortuna a la sombra del Monarca, pero también éste se ha beneficiado de sus buenos oficios. Manolo, como le llaman los reyes, un buscavidas de resonante apellido a quien se le supone descendiente de Cristóbal Colón por parte de madre, nació en Quito en 1931 –tiene ahora 73 años- hijo de un diplomático chileno que luchó como voluntario franquista en la Guerra Civil. Conoció a Don Juan Carlos cuando éste era príncipe en una cena organizada por su primo el infante don Carlos de Borbón Dos Sicilias, duque de Calabria. Y congeniaron a primera vista, «una relación intensa en la frecuencia y honda en la afectividad», según lo ha expresado Prado.

Pronto vio la oportunidad de enriquecerse cultivando a determinados aventureros, como el supuesto príncipe georgiano Zourab Tchokotoua, de confusa andadura, casado con Marieta de Salas, una de las amigas de la Reina, con la que ésta solía salir de compras, también amigo de JR, quien le señaló en su declaración judicial como mediador de un dinero supuestamente entregado al Rey, y juzgado por una estafa inmobiliaria en Palma de Mallorca.

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MISIÓN SECRETA

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Manolo, que inició su aventura empresarial con Simeón de Bulgaria, intermediaba todo lo intermediable y lo no intermediable, como el buen nombre de Su Majestad. Empezó a ser requerido en los 70 por distintas multinacionales como la Ford o la General Electric por su cercanía al Monarca. Tuvo su momento épico cuando, en 1975, unos meses antes de la muerte de Franco, Don Juan Carlos le envió a una misión secreta a Rumanía para entregar un mensaje a Carrillo por medio de Ceaucescu, y dos días después de la muerte del caudillo le encarga una misión en Washington: explicar sus intenciones democráticas.

El Rey premió los servicios de su hombre de confianza: la presidencia de Iberia en septiembre de 1976 y la del Centro Iberoamericano de Cooperación. A Manolo no se la ha regateado ningún honor, como el de ser designado senador real en junio de 1977 y presidente de la Comisión del V Centenario en 1981. Es miembro fundador de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción que preside la Reina, ha sido presidente de Adena, es caballero de la Orden Militar de Santiago, caballero de Honor y Devoción de la Soberana Orden Militar de Malta, caballero del Real Cuerpo colegiado de Hijosdalgos de la Nobleza de Madrid, Gran Cruz al Mérito Aeronáutico, Gran Cruz al Mérito Naval, Comendador de la Legión de Honor de Francia, Real Orden de Abdul Asís de Arabia Saudí, etcétera.

Sus negocios han sido variopintos, casi siempre en el terreno de la intermediación: desde gestiones para exportar barcos hasta la actividad inmobiliaria. Los Prado, Manuel y Diego, fueron los promotores del Banco de Descuento, que presidía este último cuando, con un agujero de 20.000 millones de pesetas, fue intervenido por el Banco de España en 1981.

El administrador privado del Rey se ha metido en muchos charcos.Su declinar comienza con la caída de su socio De la Rosa y el ascenso en palacio de Mario Conde, una operación que culmina en enero de 1993 cuando el banquero coloca de jefe de la Casa de Su Majestad a Fernando Almansa en sustitución de Sabino Fernández Campo. Caído Conde, el sevillano de Quito vuelve a tener una posición fuerte cerca del Monarca, con quien mantiene una amistad a toda prueba.

Este hombre singular, un seductor de los más altos personajes, tiene una cita mañana a las 10 de la mañana. Si no se presenta con 30 millones de euros, ingresará en la cárcel. La sala, harta de tantas estratagemas ha decidido que ya está bien de argucias dilatorias.

José García Abad,

27 Abril 2004

LA JUSTICIA ALCANZA POR FIN A MANUEL PRADO

EL MUNDO (Director: Pedro J. Ramírez)

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Hace algunos años hubiera parecido imposible, pero la realidad es que Manuel Prado y Colón de Carvajal, ex administrador privado del Rey y su mejor amigo durante varias décadas, ingresó ayer por la mañana en la cárcel de Sevilla.

Prado había sido condenado a dos años de cárcel por la Audiencia Nacional -sentencia ratificada por el Supremo- por haber cobrado 12 millones de euros en 1992 del grupo kuwaití KIO. Jamás pudo acreditar los servicios prestados por esa elevada suma, que fue a parar a una de sus cuentas en Suiza por orden de Javier de la Rosa. Doce años después, Prado va a tener que pagar por ese delito de apropiación indebida.

Hasta el último momento, el amigo del Monarca confiaba en eludir la prisión, ya que la pena es relativamente menor, ha cumplido 73 años, tiene problemas de salud y carece de antecedentes penales.La Audiencia Nacional decretó, sin embargo, su ingreso en la cárcel porque Prado no ha devuelto ni un solo euro de los 12 millones más los intereses que cobró impropiamente.

El financiero ofreció a la Justicia que le embargara sus bienes, pero los magistrados no cayeron en la trampa, ya que sus propiedades están protegidas por una red de sociedades instrumentales, radicadas en paraísos fiscales, cuya intervención llevaría, como mínimo, muchos años de investigación y diligencias judiciales.

El otrora confidente del Rey tenía hasta ayer de plazo para depositar el dinero, pero todo sugiere que su codicia ha pesado más que su temor a la cárcel, donde probablemente sólo estará unos pocos meses. No han tenido la misma suerte otros dos amigos del Monarca, Javier de la Rosa y Mario Conde, condenados a largas penas de prisión por delitos de carácter financiero.

Los casos de Prado, De la Rosa y Conde presentan muchas similitudes.Los tres eran poderosos e influyentes a comienzos de la década de los 90, cuando aparecían en las páginas de la prensa como protagonistas de grandes negocios. Los tres eran personajes muy cercanos a Don Juan Carlos, cuya proximidad intentaron aprovechar para sus intereses. Y los tres han acabado en la cárcel por su demostrada falta de escrúpulos para administrar los patrimonios ajenos.

Ello pone de relieve que la Justicia alcanza también a los amigos del Rey, que, a pesar de blindarse con esa cercanía al Monarca, han acabado por rendir cuentas ante la Justicia, que -como debe ser- tiene que medir con idéntico rasero a todos.

Lo sucedido suscita también la inevitable reflexión de que Don Juan Carlos debería extremar las precauciones a la hora de elegir a las personas de su entorno, que no siempre han respondido a su confianza y que han podido causar un daño irreparable a la Monarquía en este país.

27 Abril 2004

Compadecer al delincuente

Luis María Anson

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En aquel Colegio del Pilar de las añoranzas infantiles me enseñaron a odiar el delito y a compadecer al delincuente. La noticia que llega a mi mesa de trabajo sobre el ingreso de Manolo Prado en la cárcel me ha hecho recordar aquella enseñanza colegial. La realidad es que me preocuparon siempre las andanzas financieras del personaje. Su cercanía a la Corona, con posibles implicaciones indeseadas, producía alarma a cualquier persona con los pies sobre la realidad. Se trataba de un hombre leal a su modo pero la vanidad le nublaba la inteligencia.

Durante una época muy larga era imposible hablar con él sin que alardeara de forma incesante sobre su amistad con el Rey. No se le caía el nombre regio de la boca. Le llamaba «patrón» en su cantinela constante: «Desayuné ayer con el patrón». «Hoy he almorzado con el patrón y cenaré esta noche con el patrón en casa de Pirúlez». «Fui a buscar al patrón al aeropuerto y me llevó en el helicóptero hasta Zarzuela». «Voy a liquidar a Sabino porque al patrón le conviene renovarse». «Este Almansa es un desastre. Me lo cargo. Voy a decirle al patrón que lo escabeche». Tanto patrón por aquí, tanto patrón por allá, no era sólo el desbordamiento de la vanidad personal. Era también una forma de facilitar los negocietes de este personaje singular que ayer ingresó en prisión.

Aprendí con Don Juan lo que los ingleses llaman «tapar la Corona» o «cubrir la Corona»: es decir, no hacer la menor referencia a una audiencia privada, no revelar el contenido de las audiencias públicas, no poner en boca del Rey nada que expresamente no haya sido autorizado por el propio Monarca. Cuando Manolo Prado apeló a su relación con el patrón para dar su versión del contencioso con Javier de la Rosa, en noviembre del 95, corté por lo sano. Dirigía yo por entonces el ABC verdadero y titulé la portada: ‘Trifulca entre empresarios’.

Dicho todo esto para que no haya dudas sobre mi posición con relación al personaje, creo un deber moral afirmar ahora que si hay que hacer justicia aunque se trate de Manolo Prado no hay que desbordar esa justicia porque se trate de Manolo Prado. Circunstancias de edad y salud aconsejan aplicar la ley con la máxima generosidad posible para que no se haga mayor la pena, incrementada ya por su condición social y personal. La justicia puede convertirse en injusticia si no se actúa con equidad. Cuanto antes se resuelva o se dulcifique, dentro de la ley, la situación ayer creada, mejor para todos los ciudadanos que, odiando el delito, saben compadecer al delincuente.

27 Abril 2004

La boda desde la cárcel

Isabel Durán

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El ingreso en prisión de Manuel Prado y Colón de Carvajal cierra el círculo de la España del pelotazo, la España en la que uno podía hacerse rico más rápidamente, la España socialista de Felipe González donde la corrupción y el nepotismo camparon a sus anchas.
Primero fue de la Rosa , luego Conde y ahora Manoloprado. El embajador real –que no diplomático– que perdió el brazo izquierdo en un accidente, se sirvió hasta la saciedad de su amistad con el Monarca. Alardeaba de ayudarle en la administración de sus negocios, decía ser su confidente y cuando se refería a él, lo hacía campechanamente como “el patrón”. Presentó al Rey a Javier de la Rosa y les utilizó a ambos para montarse en el dólar. Cuando llegaron los problemas, el empresario catalán no dudó en acusar al manco, quien intentó parapetarse tras el real paraguas y estalló el lío.
La historia saltó a la opinión publica cuando José Díaz Herrera y quien suscribe este artículo publicamos el 9 de noviembre de 1995 en el ya desaparecido Diario 16 una información titulada Jaque al Rey. Aquello destapó la caja de los truenos. El especulador sin escrúpulos, otrora uno de los hombres más poderosos del país, Javier de la Rosa, había estado lanzando advertencias a todo aquel que quisiera oírle sobre los supuestos pagos de hasta 100 millones de dólares «al antiguo embajador por indicación y petición de una alta institución de España”.
Acusado ante la Corte Comercial de Londres por la nueva dirección de KIO de malversar 500 millones de dólares, el empresario catalán implicaba en su operación de chantaje a Mario Conde –quien siempre lo negó categóricamente–, a Manoloprado y de paso intentaba llevarse por delante al Rey en una huida hacia delante para salvar el pellejo.
Hoy puedo contarles que: primero, les ganamos sendas querellas criminales a Conde y de la Rosa a pesar de su ejército de abogados y nuestra humildad de medios. Segundo, uno de los factores clave fue el envío de una carta por parte del entonces jefe de la Casa del Rey, Fernando Almansa, a la Fiscalía General del Estado donde reconocía que los hechos que desvelábamos eran ciertos, es decir que el catalán había intentado chantajear a la Corona.
Tercero, al calor del debate de la guerra de Irak, ahora tan de actualidad, todavía quedan muchas incógnitas de la participación española en la anterior guerra por  esclarecer. Por ejemplo, el destino de los supuestos sobornos del hombre de KIO en España destinados a conseguir el apoyo del Gobierno de González. De la Rosa aseguraba que era dinero para la creación de un lobby institucional en los aledaños del Ejecutivo dedicado a captar todas las adhesiones posibles para liberar a la familia real kuwaití, propietaria de KIO, de la bota militar de Sadam Husein, tras la ocupación por parte del dictador iraquí en agosto de 1990. ¿Hubo más destinatarios del maná kuwaití en el entorno de González como asegura De la rosa o se repartieron los petrodólares entre él y Prado?
Y cuarto. Queda por establecer el papel jugado por el entonces director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, Antonio Zabalza, y los acuerdos a los que llegó con los hombres de KIA en El Cairo para que se restituyeran los bienes robados por este par de delincuentes al Gobierno kuwaití. ¿Cuánto costó al erario público tapar el agujero dejado por el agiotista catalan en el imperio económico kuwaití?
Los antaño tres prohombres de los negocios de la España del pelotazo que cumplen hoy condena por delitos de guante blanco tienen un punto en común. Su acercamiento a la Familia Real para  utilizarlo como trampolín definitivo a la conquista del éxito social y económico. Un portavoz oficioso de la Zarzuela dijo tras la publicación del escándalo: «El grano que con bulos y mentiras se ha intentado crear en torno a la figura del Jefe del Estado ya ha reventado. A partir de ahora habrá que poner más cuidado en evitar que nadie utilice el nombre del Rey. Y la herida producida cicatrizará por sí sola en poco tiempo».
Que así sea. Casi una década después las cámaras de televisión no pudieron captar la imagen de Manuel Prado ingresando en la prisión de Sevilla 2. Al conocerse la noticia, quien seguramente pidió cava desde Alcalá Meco fue Javier de la Rosa. No descansaré hasta ver al ortopédico entre rejas para que vea lo bien que se pasa en la cárcel con una sola mano (sic).
Para justificar sus sucios negocios, Manuel Prado y Colón de Carvajal se jactaba de su íntima amistad con la familia real. «Con la de veces que he tenido yo al Príncipe y a las infantas en mi regazo». Tras sus fechorías, no sólo no será invitado a la boda del heredero de la Corona sino que tendrá que conformarse con verla desde la cárcel. Él, sólo él y nada más que él se lo ha buscado.

02 Mayo 2004

La cárcel de Manuel Prado y el eslabón más débil

Jesús Cacho

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Semana de sobresaltos judiciales. El lunes 26, Manuel Prado y Colón de Carvajal, el confidente Real, el mejor amigo, el guardián del sello, ingresaba en la cárcel de Sevilla II. Al día siguiente, la juez Palacios, insensible a todas las presiones, procedía a la apertura de juicio oral contra el hombre más rico de España, Emilio Botín, presidente del SCH, y contra los dos altos ejecutivos que le acompañaron en la fusión entre el BCH y el Santander.

Tremendo impacto de ambos sucesos. Cae el muro, el parapeto tras el que se han escondido los dineros privados de Su Majestad desde antes incluso de su acceso al trono. Si una persona se define en el espacio y en el tiempo por sus cuatro puntos cardinales, resulta que tres (Manolo Prado, Mario Conde, Javier de la Rosa) de los que enmarcan la de don Juan Carlos I, al menos en lo que a su peculio respecta, están en prisión, mientras sobre el cuarto, Alberto Alcocer, pende la espada de Damocles de una condena que trata de soslayar con el clavo ardiendo de un recurso de amparo ante el Constitucional. Tres de los azimuts Reales en prisión.Falta el cuarto, para que la rosa de los vientos que ha orientado la fortuna del Monarca se cierre como un dogal de hierro sobre el prestigio de la Corona.

Manolo Prado, el valido por excelencia, el nuevo Godoy, lamentaba tiempo atrás «que mis servicios al Rey se hayan teñido de un halo oscurantista que me ha perjudicado, cuando no hay nada que ocultar. Mi tarea es muy sencilla, y es que si don Alfonso XIII tuvo al conde de Ruiseñada como intendente general, y don Juan de Borbón tuvo al conde de los Gaitanes, pues yo sería el intendente general de don Juan Carlos I, aunque, como no me gusta nada lo de intendente, prefiero ser conocido como un simple administrador de los dineros privados de Su Majestad, ése es todo el misterio…».

A diferencia de lo que ocurre con fortunas históricas como la de Isabel II de Inglaterra, las de nuevo cuño de algunas casas reales que vivían instaladas casi en la pobreza, caso de la española, necesitan acogerse al velo de una opacidad tanto más absoluta cuanto más cuantiosas, opacidad que se traduce en la utilización de paraísos fiscales y en la disposición de las llamadas titularidades de respeto, personas de la absoluta confianza del Monarca que prestan su cara y su firma para llevar a cabo las operaciones pertinentes en los Lietchestein de turno. Para poder desarrollar adecuadamente su trabajo, a Prado se le dotó de estatuto diplomático, algo que forma parte inseparable de su condición de intendente Real, de modo que el pasaporte rojo, además de la residencia en Suiza (Ginebra), facilitara su labor como gestor de los dineros privados de Su Majestad.

Otras personas han tenido que ver con aspectos parciales en la construcción de la fortuna Real, caso de Francisco Paco Sitges (ex Asturiana de Zinc y de los astilleros Mefasa, en San Juan de Nieva), que ha cubierto el área de los intereses marítimos o náuticos del Monarca, por no hablar del falso Príncipe Tchokotua, una especie de contable Real, hoy instalado en Marruecos, donde hace negocios al lado de Mohamed VI. Fue precisamente Sitges quien presentó a Prado al famoso abogado Galletti, encargado de gestionar su residencia diplomática suiza.

Papel capital en la fortuna Real ha sido el desempeñado por Javier de la Rosa como suministrador de la Real Casa. Suministrador de fondos del gran pozo sin fondo que fue KIO. Parte de esos dineros los perdió Prado en el desarrollo urbanístico Castillo de los Garciagos, en Jerez, donde el Monarca compartía accionariado con el propio De la Rosa. Tras el desastre financiero que para Kuwait supuso la invasión iraquí, el manantial de KIO se secó y el catalán quedó judicialmente a la intemperie, penando a su suerte de sumario en sumario y de prisión en prisión. El proveedor Real había dejado de ser útil.

Cuando la justicia comenzó a llamar a la puerta de Manolo Prado, año 1996, el intendente Real llegó a flaquear presionado por su segunda esposa, la bella Celia García Corona, que renegaba del sacrificio que implicaba callar para salvaguardar otras responsabilidades.Fue un momento particularmente delicado, superado por La Zarzuela con la inestimable ayuda de Jesús Polanco, que había ocupado en Palacio las posiciones abandonadas por Conde y que acunó en sus brazos protectores a Prado. Llevado finalmente ante los jueces, don Manuel lo hizo convencido de que el manto Real le protegería de cualquier asechanza, de modo que se declaró propietario de esos fondos, que dijo haber cobrado por servicios profesionales prestados a De la Rosa. Incapaz de demostrar en concepto de qué, doña Justicia cayó sobre él, no sin darle facilidades mil de redención.

De nada le ha servido, al final, el manto Real. «Yo sé que el patrón ha hecho todo lo que ha podido, aunque en el tramo final ya estaba todo perdido». Tampoco le ha valido el paraguas de Prisa: «Prado ingresa en prisión por un delito de falsedad en el caso KIO» (El País). Manolo se ha convertido en un testigo absolutamente incómodo. A pesar de llevar tres años de quimioterapia, la madre naturaleza se ha negado a resolver por su cuenta los miedos del Monarca sobre el hombre que sabe demasiado. Con 73 años a la espalda, Prado ha terminado ingresando en la cárcel por 20 millones de dólares (operación Wardbase), pero quedan 80 por juzgar, del total de 100 que ha reconocido haber cobrado de KIO. Llamativo: El Supremo condenó a cinco años a Javier de la Rosa por haber pagado esos 20 millones, pero sólo a dos a Prado por haberlos cobrado. Cinco años para el dante; dos para el tomante. Cuestión de clases.

Fue el cobro de aquella primera entrega de 80 millones lo que llevó a Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa del Rey, a visitar el domicilio madrileño de De la Rosa, un lujoso penthouse en el 47 del paseo de la Castellana, para dar las gracias. «Vengo solamente a decirte, de parte del patrón, que todo está en orden, todo arreglado, es lo que me ha dicho que te diga, y que muchas gracias».

Alberto Alcocer, a través del Banco Zaragozano, del que era presidente, también ha participado en el build-up de la Real fortuna, aunque la verdadera dimensión de su papel en el entourage de Zarzuela es el de bufón del Rey («persona que vivía en un Palacio dedicada a hacer reír a los reyes», María Moliner), tarea que antes correspondió a Miguel Primo de Rivera. Alcocer es el hombre que le distrae, que le entretiene con las cosas que le gustan, la caza, la comida y las mujeres. Todo aderezado con muchas risas, que, dicen, es la mejor de las terapias. Acabamos de enterarnos que hay un nuevo favorito que comparte, ex aequo con Alcocer, las confidencias del Monarca: se trata de Abdul Rahman El Assir (casa en Gstaad e impresionante casoplón en Puerta de Hierro), antiguo traficante de armas, oficio que aprendió de su ex suegro, Adnan Kashogi.¿Es que no hay en el país médicos, arquitectos, filósofos o músicos, capaces de merecer la amical atención del Rey de España?

Una pregunta cargada de oscuros presagios se yergue frente a la España aterida por el seísmo del terrorismo islámico: ¿Por qué el manto Real sigue protegiendo al bufón, mientras ha terminado por desentenderse del hombre que más cercano ha estado siempre, el amigo del alma, el guardián de todos los secretos? ¿Seguirá resistiendo Prado en silencio, llorando resignadamente su suerte sobre el hombro de una rebelde Celia García Corona?

Malas noticias para el Monarca. Y seguramente peores para un país sumido en un momento crucial de su historia. Ver en prisión al mejor amigo del Rey, más que un síntoma preocupante es casi una premonición. Y ello a menos de un mes de la boda del Príncipe Felipe. ¿Se trata de la famosa maldición borbónica, que asegura que todos los que se acercan a ellos en demasía acaban calcinados? Las dos personas que más peso estructural han tenido en el entorno del Rey, Manuel Pardo y Mario Conde, están en la cárcel. Conde ingresó en 1994. Prado lo ha hecho en el 2004. Diez años para reflexionar sobre el papel de la Corona, la institución que corre el riesgo de convertirse en el eslabón más débil del sistema.