1 marzo 1936

El periódico de Hermosilla había criticado que el Frente Popular mantuviera en su cargo a Armiñán pese a que este no era de izquierdas

El ex ministro Luis de Armiñán carga contra el director de LA LIBERTAD, Antonio Hermosilla: «usted no luchó contra la dictadura»

Hechos

Entre finales de febrero y principios de marzo de 1936 hubo una polémica entre D. Luis de Armiñán y D. Antonio Hermosilla en las páginas de los diarios LA LIBERTAD, POLÍTICA y ABC.

Lecturas

El periódico La Libertad de D. Antonio Hermosilla publica un artículo lamentando que el Gobierno no despida a D. Luis Armiñán Odriozola. Como réplica Armiñán Odriozola publica una amplia carta de réplica acusando a D. Antonio Hermosilla de haber respaldado en el pasado la dictadura de D. Miguel Primo de Rivera Orbaneja. La Libertad publica un fragmento de la carta de réplica mientras que el diario ABC la publica completa.

29 Febrero 1936

Luis de Armiñán, ex gobernador radical de Cádiz, ocupa un alto cargo

LA LIBERTAD (Director: Antonio Hermosilla)

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Don Luis de Armiñán ha tomado estos días posesión de su cargo de vicesubdirector de la Junta Consultiva Nacional de Seguros. Comprendemos que la noticia sorprenderá un poco. No en balde D. Luis de Armiñán ha sido en los últimos tiempos, bajo el bienio negro de strapérlicos y cedistas, gobernador de Córdoba y Cádiz. De su actuación en ambas provincias pueden hablar republicanos y socialistas. Pueden hablar, sobre todo, los Comités electorales del Frente Popular de la segunda de dichas provincias. Y al hablar nos dirán con qué ‘imparcialidad’ se comportó, como luchó

De Luis de Armiñán, de su obra en la provincia de Cádiz, habló con toda claridad y razón desde las páginas de POLÍTICA el diputado de Izquierda Republicana D. Manuel Muñoz. No vamos a reproducir ahora aquellas declaraciones, que se hicieron famosas en la semana que precedió a las elecciones. Sólo queremos reproducir, para que nuestros lectores conozcan por completo a quien estos días se ha posesionado de su cargo de vicesubdirector de la Junta Consultiva de Seguros, un párrafo de las mismas. El siguiente:

‘No se explica como este gobernador desempeña el cargo luego de su gestión en Córdba. Persona que ocupa un alto puesto en la actual situación me ha revelado la conducta del Sr. Armiñán en el hecho de existir una querella contra este gobernador, presentada al Supremo con fecha 27 de mayo de 1934 por el procurador D. Eugenio Ruiz Galvez, en nombre de D. Rafael Herenas Esparteros, vecino de Baena 8Córdoba), aldea de Albedín, por incautación de 32.621 kilos de aceitunas, las cuales, por orden del Sr. Armiñán, fueron transformadas en aceite y vendidas y vendidas, quedándose con su importe en pesetas, querella que fue admitida en auto razonado por el Tribunal Supremo de Justicia, a petición del fiscal, y que actualmente se encuentra en trámite de instrucción por éste, y presentación ante la Sala segunda del Alto Tribunal.

¿Qué garantías de izquierdismo, de amor leal al régimen y al pueblo puede ofrecer este Luis de Armiñán? Nosotros creemos que ninguna. El puesto que ocupa, sin embargo, tiene gran importancia. No puede ser, no debe ser de ninguna de las maneras, que continúe en él. Sería como un premio otorgado por el Gobierno del Frente Popular a quien ha hecho lo posible y lo imposible por sacar triunfantes a los candidatos monárquicos y cedistas.

01 Marzo 1936

Carta de Luis de Armiñán

Luis de Armiñán

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Señor director de LA LIBERTAD: 1 de marzo de 1936

Ante el artículo aparecido en ese periódico, en el día de hoy, ocupándose de mí y al amparo de los derechos que me concede la ley, pido a usted la inserción en su diario de la siguiente rectificación:

A tres puntos concretos se refiere usted, y voy a referirme yo: mi reintegración al cargo de vicesecretario de la Junta consultiva de Seguros, mi actuación como gobernador civil de Cádiz en las pasadas elecciones y mi gestión de Córdoba en lo relativo a determinada incautación de aceitunas. Voy a rectificarle los juicios que respecto a mí se permite formular: unos calumniosos, otros ofensivos – si admitimos aquello de que ofende quien quiere – y todos ellos gratuitos.

Se escandaliza usted de que el Frente Popular tolere el que yo desempeñe el alto cargo de vicesubdirector de la Junta Consultiva de Seguros. Pues bien, ese alto cargo – que es el de vicesecretario – dotado con seis mil pesetas anuales lo desempeño desde el año 1925 en que me fue otorgado por el Directorio militar. Y ¿sabe usted cómo? Muy sencillamente para mí y dificilísimo para usted. En un concurso al que acudieron entre doce o catorce aspirantes, los señores Calvo Sotelo (D. Leopoldo), Elorrieta, Cavana, etc, etc. Y ¿sabe usted en qué circunstancias? En la época en que yo, al lado de otros hombres entre los que no estaba usted, combatía a la Dictadura, colaboraba en el MURCIÉLAGO, escribía libros y folletos y fui, en fin, luego el redactor político de HERALDO DE MADRID. Y ¿recuerda usted, Antonio Hermosilla, cuál era entonces su situación? La de ferviente admirador del ministro del Trabajo, mi antiguo compañero de Universidad al que nunca he vendido aunque nos separaran muchas cosas y cuya buena fe logró sorprender en lo relativo a Legislación de casas baratas que le permitió, periodista cesante, ser dueño y director de LA LIBERTAD, en base de pequeñas cosas que todos los periodistas conocemos y nos hacen mirar con cierto recelo al Sr. Hermosilla. Es decir, que mientras yo en plena lucha contra la Dictadura, y después de haber sido declarado cesante en otro cargo administrativo, por ella lograba en reñido concurso un modesto empleo, usted, terrible hombre de izquierda y depurador de las costumbres públicas, sorprendía ligero de manos la credulidad e inexperiencia de Primo de Rivera.

En cuanto a mi actuación como gobernador civil de Cádiz, que según usted se ha limitado a asegurar el acta del caballeroso Sr. Carranza – los monárquicos son también personas decentes, y entre los republicanos de ocasión parece escasear la caballerosidad – poco tengo que decirle. He protegido dentro de la ley, cuanto me ha sido posible, la candidatura que el Gobierno, en uso de su derecho, patrocinaba. Pero no a éste o a otro candidato, sino a toda la candidatura. ¿Qué de ella sólo han triunfado dos de los ocho que la componían? Esos eran los puestos de la minoría, y más lo siento yo que nadie. En primer término ha triunfado el republicano D. José Antonio Canals, en segundo, el monárquico D. Ramón de Carranza, y los dos han traído el acta sin ninguna protesta. ¿Por qué han sido esos precisamente los triunfadores? Pregúnteselo al señor Muñoz Martínez, cuyo testimonio invoca y él le dirá si ha sido mi apoyo o el concurso del Frente Popular el que ha determinado ese triunfo en votación apretadísimas.

Y, por último, lo que más me interesa rectificar es lo de la incautación de aceituna robada por referirse a mi decoro, y que usted, hidalgamente, recoge en el momento de mi vencimiento político, de un artículo escrito con la pasión de la lucha electoral. La incautación por mí acordada lo fue por orden y autorización del entonces ministro de la Gobernación, D. Diego Martínez Barrio, que me felicitó telegráficamente. La incautación se verificó después de demostrarlo, por medio de peritos, que la aceituna era procedente de robo y comprada a los alucinados por las predicaciones de los políticos forajidos profesionales. Tengo los informes de las Cámaras Agrícolas y el testimonio de los cordobeses. El producto íntegro de lo incautado se entregó el establecimiento de Beneficencia y obreros parados. Documentos recibidos y hasta gracias oficiales tienen la debida constancia en la querella que se tramita ante el Supremo, y en la que al cabo de dos años todavía no se ha adoptado ninguna medida contra mí.

De todos modos, Antonio Hermosilla, quiero saber si usted tiene la gallardía de sostener las afirmaciones de ese artículo, no sea que resulte autor del mismo algún diputado a Cortes con inmunidad parlamentaria: si Antonio Hermosilla se declara autor de semejantes manifestaciones, me faltará tiempo para darle ocasión de que pruebe sus calumnias donde quiera.

Es cuanto al beneficiario de la legislación de casas baratas por la ley Aunós se digna contestar el enemigo de la Dictadura que en pleno combate y en reñido concurso logró en la misma época un lugar secundario y administrativo, al que se reintegra después de haber sido gobernador de Lugo, Córdoba y Cádiz durante veintiséis meses, donde sólo ha combatido a quienes se han colocado fuera de la ley.

Luis de Armiñán.

 

02 Marzo 1936

Carta del director de LA LIBERTAD

Antonio Hermosilla

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Escudado en la caballerosidad del director de ABC más que en derecho alguno, ruego a usted la inserción de esta carta, que trata de poner en su debido punto mi actuación en la Ciudad-Jardín de Prensa y Bellas Artes y mis relaciones con la dictadura del Sr. Primo de Rivera y la Monarquía, a las que combatí política y enérgicamente, aunque guardase para algunos de sus elementos una amistad personal, en absoluto independiente de toda ideología.

Mi actuación en la huelga de Correos, que me valió una cruel persecución; mi intervención en el movimiento de la noche de San Juan; mi amistad entrañable con el capitán Galán, que en aquellas horas críticas tuvo refugio y amparo en la Ciudad-Jardín y en mi propia casa; el encargo recibido y cumplido de ese heroico capitán para convencer al general Nouvilas y que éste se incorporara al levantamiento, como así me lo prometió en el momento oportuno, son hechos consumados y conocidos, de los que pudiera dar referencia personas de la solvencia del general Riquelme, del teniente Rubio Coloma y otros muchos, y que prueban mi manera de pensar en política.

Una amistad personal con algún miembro de la familia Borbón pudiera servirme de testimonio, si quería confesarlo, como cuantas veces hablábamos de política le dije que por el cariño a España, de que tanto blasonaba, debiera aconsejar a quien ocupa el trono que lo abandonase y saliera con su familia del territorio español, porque la revolución era inminente e inevitable.

Aún hay más. Los señores Miquel Zuazo y Abalo, gente bien conocida y prestigiosa, pueden aseverar cómo a esa misma persona le decía que la amistad y confianza depositadas en un ministro infame y criminal de la Dictadura arrastraría a Primo de Rivera y al régimen a su absoluta perdición.

De parecidas escenas podría dar fe algún actual embajador español en una gran potencia europea.

Así, con esa lealtad, trataba yo a mis amigos particulares e irreconciliables adversarios políticos. Así, con esta correcta cortesía, que oportunamente ha recordado Lezama, han procedido figuras cumbres del republicanismo, del pensamiento español y de los partidos extremos extranjeros. Ser corteses con el jefe del Estado no doblegó la conciencia de los Salmerón, los Azcárate, los Unamun y los socialistas y comunistas, belgas, ingleses, etc.

En cuanto a mis relaciones particulares con el Sr. Aunós, que constituyó en España los Jurados mixtos, nacidos de una ley de 24 de julio de 1873, he de decir que en alguna ocasión le manifesté mi sentimiento de que, en lugar de pertenecer a una política dictatorial y monárquica, no estuviese encuadrado en organizaciones obreras o sindicales.

Y vamos a las casas baratas. Con motivo del decreto-ley de 25 de julio de 1925, sobre casas económicas, se convocó un concurso público para la adjudicación de un derecho de emisión de cédula inmobiliaria con aval del Estado para sus intereses hasta el 5 por 100 y por un importe máximo de cien millones de pesetas, a fin de que las entidades cooperativas o lucrativas que a él acudieran y obtuviesen la adjudicación, pudieran, con la negociación de estos valores, llevar a efecto la construcción de casas económicas para funcionarios públicos y para escritores, artistas y hombres de profesión libre.

Este decreto-ley, producto de unos proyectos y campañas de Augusto Vivero y míos, fue promulgado merced a la intervención de la Real Cooperativa de Funcionarios, fundada por el entonces secretario del nefasto y tristemente célebre ministro de la Gobernación, general Martínez Anido.

Con tal entidad y tal representación acudieron al conflicto los fundionarios. Por los escritores y artistas se presentaron la Asociación de la Prensa y la Cooperativa de Prensa y Bellas Artes, unida ésta a la Sociedad General de Edificación Urbana, a la que dicha Cooperativa interviene y controla por su presidente, Antonio de Lezama, y por figuras periodísticas como D. Manuel Fontdevila, director de HERALDO DE MADRID, Arturo Mori, redactor de EL LIBERAL y otros beneficiarios. Para tomar parte en tal concurso había de presentarse una fianza de cuatro millones de pesetas. La Asociación de la Prensa no pudo constituir tal depósito. La Cooperativa de Prensa y Bellas Artes y la Sociedad de Edificación Urbana, sí, y por tal razón a ellas le fue adjudicado el concurso.

En momento y lugar oportunos me ocuparé de la Real Cooperativa de Funcionarios de manera clara y sensacional.

En la Asociación de la Prensa se celebraron largas y apasionadas reuniones para estudiar los proyectos técnicos y financieros de la Sociedad y se desataron las pasiones y se formó un denso ambiente de difamación y hablillas que hubo de disiparse, levantándose un acta notarial demostrativa de la limpieza y solvencia de todo género de tales proyectos, de tales entidades cooperativa e industrial y de quienes éramos los autores Augusto Vivero y yo.

De la compra de los terrenos, austeramente calificados al precio de coste por el ministerio del Trabajo y que hoy valen el triple de la construcción de una extensa y bella barriada en los altos del Hipódromoo, donde viven artistas tan insignes como Josefina Díaz Artigas y María Fernanda Ladrón de Guevara; escritores, autores, políticos y periodistas como Ardavin, Viñas, Fabra Rivas, Marial, Bueno, Fontdevila, Lezama, Palacios, Badía, Ojeda, Faura, etcétera, etc., no creo menester hablar. Me incumbe sólo decir, para salir al paso de inexactitudes, que el Estado no ha dado ni medio céntimo; no ha facilitado préstamos ni otrogado primas a la construcción, como ha hecho, y ello es muy justo, con las demás casas baratas, construidas en España por valor de más de doscientos millones de pesetas. El tan cacareado aval no ha representado para la economía nacional el más mínimo sacrificio ni compromiso porque aquel sólo es efectivo cuando la Sociedad ha construido por un valor que es tres veces mayor que su importe.

Y no sólo eso. Hemos llegado a la generosidad de regalar al Ayuntamiento de Madrid todo el terreno de calles y plazas y a anticipar el importe de la urbanización. ¿Por qué no se dice eso?

Las enormes dificultades y obstáculos acumulados por la Dictadura para entorpecer a la Ciudad Jardín de Prensa y Bellas Artes, la limitación legal de un beneficio reducido a un doce por ciento en la construcción, el no poder aprovecharse de la plus-valía de los terrenos edificados por valor de más de seis millones de pesetas, hace que las pérdidas representadas más de dos millones de pesetas, situación gallardamente afrontada gracias a la comprensión y generosidad del grupo financiador que si se resarce de tal déficit será a merced de la plus-valía  de una pequeña porción de terreno sobrante.

¿Dónde están, pues, las empresas, la ligereza de manos y las pequeñas cosas? ¿Dónde el engaño a nada ni a nadie, ni en regímenes pasados ni presentes?

Ahí está nuestra obra y quienes de ella se benefician. Si es preciso, probaría documentalmente cómo, gracias a ella, ha habido personalidades distinguidísimas que han obtenido ganancias de tres, cuatro y hasta diez mil duros. Casos ha habido en que los beneficiarios contrajeron compromisos que no cumplieron abandonando y perdiendo sus intereses y algunos hubo que después de habitar las casas largo tiempo, e incluso no pagarlas, las abandonaron, sin que la Sociedad les exigiera indemnización alguna o les obligase a para daños y perjuicios. ¿Es esto dureza o turbiedad?

Y con esto termino, señor director.

En lo sucesivo, y en casos análogos, acudiré a los Tribunales de justicia para que ellos amapren mi honorabilidad y reputación.

Gracias muy rendidas por la publicación de esta extensa carta, reiterándole la reciprocidad.

De usted con toda consideración.

Antonio Hermosilla