9 julio 2017

El Gobierno de Nicolás Maduro permite a Leopoldo López pasar a régimen de prisión domicialiaria

09 Julio 2017

«Cárcel por casa» no es suficiente

ABC (Director: Bieito Rubido)

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Maduro está acorralado por las protestas y ha tenido que jugar la mayor carta que le quedaba, la liberación de Leopoldo López, para intentar rebajar la tensión en las calles

UNA de las características que definen a los dictadores es que suelen hacer lo que les da la gana con los órganos judiciales y la ley. La decisión de poner al líder opositor Leopoldo López en arresto domiciliario -una excelente noticia, dado que estaba preso- es tan arbitraria como la de haberlo detenido y condenado a casi catorce años de cárcel, un acto que obedece a la voluntad y los estrafalarios planes de Nicolás Maduro y que nada tiene que ver con la ley o la Justicia. La Corte Suprema anunció esta medida mintiendo, otra vez, al decir que se ajusta a Derecho y que se debe a «razones de salud», cuando la única justicia posible sería la liberación completa e incondicional de López y de todos los demás presos políticos.

Sea como fuere, la decisión de cambiar «cárcel por casa» y de dejar a Leopoldo López en la puerta de su domicilio, sin previo aviso ni comunicación con su familia, solo se puede interpretar como un síntoma de que Maduro está acorralado por las protestas y que ha tenido que jugar la mayor carta que le quedaba para intentar rebajar la tensión en las calles. Tal vez el dictador haya calculado también que con este gesto puede introducir elementos de fricción por el liderazgo dentro de la coalición opositora. En este sentido, es esencial que la Mesa de la Unidad Democrática se mantenga más cohesionada que nunca, sin perder de vista los intereses supremos de Venezuela en un momento crucial de su historia.

Está por ver, sin embargo, que este paso sea, además de un gesto desesperado del régimen agonizante, el preludio de un muy difícil proceso de negociación real. En todos los llamamientos que se le han hecho hasta ahora a Maduro por parte de la comunidad internacional se incluía la condición previa de la liberación incondicional de todos los presos políticos. Al margen de que este requisito no se ha cumplido, ni mucho menos, con el traslado de López a su casa, donde sigue condenado, una negociación honesta y eficaz debería ser precedida por la suspensión de los planes torticeros del régimen de elaborar una nueva constitución, porque su único objeto es anular a la Asamblea Nacional. La labor del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en esta liberación debe ser elogiada, como así lo hizo sin tardar ayer el propio Mariano Rajoy. Ahora toca seguir: lo mejor sería que se abriese paso una mediación para evitar que haya ni un solo muerto más en Venezuela por causa de Maduro. La salida del dictador y el establecimiento de un gobierno de transición que convoque elecciones libres en un plazo razonable es ya la única opción posible.

09 Julio 2017

Pierde Maduro

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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La liberación de López no debe ser una excusa para bloquear el cambio político

El Gobierno de Nicolás Maduro ha liberado a Leopoldo López. El dirigente del partido Voluntad Popular (VP), y exalcalde del municipio caraqueño de Cachao, fue detenido durante las movilizaciones de 2014 y declarado culpable de instigación a la violencia por los 43 muertos con los que se saldaron aquellas protestas. Lo condenaron, en un proceso fraudulento y sin garantías, a pasar más de 13 años en la cárcel en unas condiciones de aislamiento tan lamentables como crueles. Desde la madrugada del sábado está de nuevo con los suyos gracias a la medida “casa por cárcel” que las autoridades conceden por motivos de salud. El país entero ha podido respirar por un momento tras meses de intensa conflictividad.

Todavía no se sabe el alcance que pueda tener la iniciativa tomada por el Gobierno y, por lo que se sabe, sin ninguna contrapartida por parte del joven político opositor y preso de conciencia. Lo que sí deja traslucir el gesto de Maduro es que el régimen necesita abrir una válvula de escape para reducir la tensión que se ha venido acumulando tras tres meses de protestas en las que han muerto 89 personas.

Reconducir la difícil situación en la que el régimen se ha precipitado, tras empeñarse en una suicida huida hacia adelante que no conduce a parte alguna, no va a resultar nada fácil. La liberación de López podría no ser nada más que una añagaza para desviar el foco de atención. Son muchas las organizaciones internacionales y personalidades de relieve que llevan pidiendo hace tiempo que salga de la cárcel. El llamativo gesto de liberar a López podría permitir a Maduro conseguir esa tregua que necesita para seguir adelante con su proyecto de convocar una Asamblea Constituyente. La violencia de los últimos meses, el acoso a la Asamblea Nacional —con el bochornoso asalto a la Cámara que realizó hace unos días un grupo chavista—, la voluntad de obstaculizar y denigrar a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, por su actitud crítica y las presiones internacionales han debilitado de forma notable e irreversible los apoyos internos con los que cuenta el régimen.

El regreso de López a casa no debe servir al Gobierno para ganar tiempo y culminar sus planes de disolver de facto el único reducto que le queda a la oposición, la Asamblea Nacional, y sustituirla por una Cámara afín ideológicamente. La última iniciativa de Maduro ha sido la de embarcarse en una gira para que los colegios electorales se llenen cuando los venezolanos elijan el próximo 30 la Asamblea Constituyente. Quedan pocos días: de ahí el golpe de efecto de la liberación de López.

El régimen bolivariano ha perdido el aura revolucionaria que un día quiso imprimirle su fundador, Hugo Chávez. Ni siquiera los más entusiastas se atreven ya a alzar la voz para defender a Maduro, que solo se sostiene en el poder gracias a una feroz represión y hostigamiento de la oposición. En vez de enrocarse en el poder, le toca dar un golpe brusco al timón: si así fuera, la liberación de López sería un primer paso. Debería seguirle la liberación del resto de los presos políticos, la suspensión del proceso constituyente y el inicio de negociaciones con la oposición para abrir un proceso de profundo y auténtico cambio político que restaure la democracia en el país.

09 Julio 2017

Leopoldo López y toda Venezuela deben recuperar la libertad total

EL MUNDO (Director: Francisco Rosell)

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El traslado de Leopoldo López de la prisión militar de Ramo Verde a su domicilio, donde seguirá privado de libertad, es una buena noticia para todos los que llevan luchando desde su injusta encarcelación en febrero de 2014, acusado falsamente de instigación pública, asociación para delinquir, daños a la propiedad e incendio, y condenado a una pena de 14 años de cárcel. López, que ha denunciado torturas en prisión y que ha pasado los últimos 32 días en situación de aislamiento severo, deberá llevar un brazalete de seguridad electrónico y su vivienda estará en todo momento custodiada por las fuerzas de seguridad. Se trata, por tanto, de un primer «paso hacia la libertad», como recoció el propio López en un comunicado leído en la puerta de su casa por Freddy Guevara, vicepresidente de la Asamblea Nacional, pero insuficiente para lograr la democracia en Venezuela.

La excarcelación del líder opositor se ha logrado, en gran medida, gracias a la presión de los principales organismos internacionales, como la ONU, la OEA, Amnistía Internacional o el Parlamento Europeo, que no han dejado de exigir al Gobierno de Maduro la puesta en libertad de López. Pero fundamentalmente, es el resultado de la lucha de gran parte de la ciudadanía venezolana que lleva exigiendo, en la Asamblea Nacional, a través de una política de acción conjunta de la oposición, representada por la Mesa de la Unidad Democrática, y desde hace 99 días consecutivos en las calles, el fin de la deriva autoritaria del régimen de Maduro y su vuelta a una democracia garantista.

La «medida humanitaria», según la ha calificado el Tribunal Supremo de Venezuela, ha sido tomada de forma unilateral, alegando «la situación de salud del dirigente político». Hay que recordar que hace poco más de un mes, como producto de una negociación en la que participó el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, el Gobierno de Maduro ofreció a López cambiar su celda por un arresto domiciliario y el líder opositor se negó alegando que no negociaba su libertad. Entonces, el Gobierno de Maduro quiso aplacar las protestas que cada día llenaban las calles de Caracas de ciudadanos descontentos con la falta de libertades en el país. «Yo tengo que salir el último», dijo entonces López por boca de su esposa, Lilian Tintori, en clara alusión a que su excarcelación es el gesto insuficiente de un régimen que mantiene en prisión a, al menos, 359 presos políticos. En los últimos meses, las movilizaciones ciudadanas han dejado 76 muertos, más de 15.000 heridos y alrededor de 3.200 detenidos por los altercados, lo que supone una grave crisis política y social y que sitúa a Venezuela al borde de la guerra civil.

Las reacciones de alegría de la gran mayoría de los dirigentes políticos internacionales contrasta, en nuestro país, con el exabrupto de Alberto Garzón llamando «golpista» a Leopoldo López. El líder de Unidos Podemos, una organización que nunca ha ocultado su admiración por el régimen bolivariano, se desacredita a sí mismo defendiendo un sistema político que ha llevado a la pobreza a la mayor parte de la población y se ha instalado en la corrupción como forma de ejercer el poder. Hace muchos años que la separación de poderes ha dejado de ser efectiva en el país, que se rige por un sistema cada día más dictatorial,que ignora a la Asamblea Nacional, donde la oposición tiene mayoría parlamentaria y se ve sometida al asalto de violentas milicias bolivarianas, y que utiliza al Ejército y a la Policía como única forma de contener el descontento de la población.

La excarcelación de López, que no su libertad total, es, por tanto una buena noticia que debe animar a la oposición y a la comunidad internacional a seguir trabajandopara logra la excarcelación de todos los presos políticos y la celebración de elecciones libres y bajo supervisión internacional a las que puedan concurrir todos los partidos para que sean los venezolanos los que elijan a sus dirigentes.

09 Julio 2017

La libertad y la desconfianza

EL NACIONAL de Caracas (Director: Henrique Otero)

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Apenas se supo en España, y luego en Venezuela, el cambio de régimen penitenciario de Leopoldo López, valga decir, de estar preso en una cárcel militar a ser un prisionero enjaulado en su casa, se desató en las redes sociales un debate absurdo y extremadamente desgarrador.

Los sabihondos se dedicaron a especular, de manera por demás irresponsable, sobre la causa y el origen de la medida que había tomado la dictadura de Nicolás Maduro a favor de quien, sin duda alguna, ha sido su más tenaz opositor, al punto que él, su esposa, sus hijos y sus padres han sido objeto de todo tipo de agresiones y vejaciones que van más allá de todo lo imaginable.

Mientras el país y los caraqueños, en especial, celebran su salida de esa prisión donde nunca debió estar por ser un civil, en las redes se refocilaban en especular sobre “la negociación” que estaba detrás de su regreso al hogar, al seno de su familia, como si Leopoldo hubiera cometido un delito. Que se internalice el pensamiento represivo de la dictadura y que se coloque al dictador Maduro al mismo nivel moral de un valiente luchador civil, demócrata convencido y político de ideas avanzadas solo nos indica que este régimen nos ha hecho un daño incalculable en nuestros valores democráticos.

Es algo verdaderamente dramático y desesperanzador, porque para construir una nueva Venezuela no podemos partir de lo que originó nuestra ruina: la desconfianza, el descrédito de los jóvenes políticos, el uso de la mentira y la cizaña destinados a que nadie vuelva a creer en la reconstrucción de la democracia, luego de haber aprendido las dolorosas lecciones de estos oscuros años signados por un militarismo corrupto, afanado en el robo de nuestras riquezas y adicto a la represión y la mentira.

Mientras en las redes los revolucionarios de escritorios siembran la duda y apelan a suposiciones a media mañana sin esperar el desarrollo de los hechos y las declaraciones de quienes son voceros de Leopoldo López, el resto del país desconoce esta avanzada de la desconfianza. Nadie les pide adhesión ciega, pero tampoco desconcierto y disparos en la noche.

En una nota para la agencia AFP, el periodista Esteban Rojas coloca las cosas en su sitio. “Lágrimas, gritos, consignas: ¡Leopoldo, amigo! ¡El pueblo está contigo!”, coreaba el gentío cuando el líder opositor Leopoldo López se asomó sobre el muro de su casa, en la primera aparición tras salir de la cárcel, para quedar bajo arresto domiciliario. “¡Sí se puede! ¡Sí se puede!”, cantaban jubilosos decenas de opositores concentrados frente a la vivienda de López cuando el dirigente apareció unos segundos –sonriente– ondeando la bandera de Venezuela y alzando los brazos en actitud victoriosa. Mujeres bañadas en llanto gritaban el nombre del político”.

La pregunta es una y no hay otra: ¿qué desean los que en las redes sociales proclaman una “carta bajo la manga” en la liberación de Leopoldo? Valdría la pena aconsejar a quienes buscan respuestas rápidas que acudan a la historia reciente de Venezuela, a los procesos de conciliación que en nada nos han dañado sino, al contrario, abrieron salidas a una capacidad de acción más abierta y efectiva de la rebeldía. Vean, en todo caso, cómo emerge de la oscuridad la inevitable debilidad de la dictadura.