13 octubre 1983

Hasta ahora el único canal de televisión de España, TVE, emite todas las películas dobladas al castellano, ahora podría pasar a emitir algunas en versión original con subtítulos

El Gobierno Felipe González propone una Ley de Protección para el Cine Español que causa un rechazo en el sector del doblaje

Hechos

Durante el año 1983 se debatió el proyecto de una Ley para la Protección del Cine Español.

Lecturas

La Asociación Nacional Empresarial de Dobladores y Sonorización de Películas que presidía D. José Luis Arbona Ribera, dueño del estudio de doblaje Tecnison, es uno de los lobbys contrarios a una proyecto de ley que busque obstaculizar el doblaje frente a las películas españolas.

RAMIRO DE MAEZTU (DIRECTOR DE DOBLAJE) RECHAZA LA LEY

 D. Ramiro de Maeztu en nombre del colectivo de actores y directores de doblaje intervino en contra de la ley del Gobierno socialista para proteger el cine español: «El proyecto no beneficia porque quitaría mucho trabajo a los profesionales del doblaje. La cuota de pantalla del dos por uno es un arma de doble filo, porque tendrán que hacer más películas rápidamente y saldrán mal. Si TVE o los cines emiten las películas en Versión Original en vez de doblados lo que causarán es que vaya menos gente al cine y s´lo ofrecerá a la industria del vídeo» (DIARIO16, 8.11.1983)

13 Octubre 1983

El debate sobre la protección al cine se centra en las licencias de doblaje

Ángel Fernández-Santos

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La resolución del Parlamento Europeo de proteger el cine en la Comunidad Económica Europea contra las distribuidoras norteamericanas; la convocatoria en Bastia, Córcega, de un festival de cine para la defensa de las culturas mediterráneas; y la consideración de nuestros idiomas como valores culturales que no deben emplearse contra nuestra cultura, centran el debate sobre las medidas de protección de nuestro cine, que ultima el Ministerio de Cultura, en la restricción de las licencias de doblaje.

El intento de racionalización del mercado cinematográfico español, que ultima la Dirección General de Cinematografia, ha provocado respuestas, favorables o adversas en función de qué intereses entren en juego, en los sectores de la industria cinematográfica afectados.En general hay coincidencia en considerar que la más controvertida de las innovaciones que este texto legal introduce es la que imbrica la obtención por las empresas distribuidoras de licencias de doblaje de filmes extranjeros a la explotación rentable de los filmes españoles que esas empresas distribuyan.

Los detractores de esta medida, agrupados en los sectores de exhibición y distribución, así como los actores y técnicos de los equipos de doblaje de los laboratorios de sonorización de filmes, consideran «que esta medida atenta contra el principio de libre mercado y que puede quebrantar la estabilidad económica y profesional de los laboratorios de sonorización de películas, que mueven en la actualidad un considerable volumen de negocio, con inversiones de alrededor de 2.000 millones de pesetas en unas 20 empresas».

Por el contrario, los defensores de esta medida, agrupados en torno a los sectores de producción y creación del cine español, juzgan que «no hay en ella ningún atentado contra la libertad de mercado, puesto que, por un lado, se mantiene abierta y libre la importación de filmes extranjeros en versión original, y por otro se trata de una defensa de nuestra cultura contra intereses ajenos a ella, por lo que se trata de una restricción legítima, un freno al empleo que se está haciendo de un bien cultural especificamente español -las lenguas castellana, vasca, catalana y gallega- contra un interés también específico de la cultura española, como es la explotación rentable de nuestros filmes».

Mercado de licencias

«En el actual estado de la legislación cinematográfica española», dicen productores y directores de cine, «que condiciona la obtención de estas licencias de doblaje únicamente al comienzo de un filme español y a su simple estreno, las casas destribuidoras pueden desinteresarse del destino posterior de ese filme. Les basta comprarlo y estrenarlo para así obtener dos y hasta tres licencias de doblaje, sin que nada les obligue a explotarlo adecuadamente».

Esta facilidad para la obtención de licencias de doblaje ha dado lugar a un curioso fenómeno: existen actualmente, según fuentes del Ministerio de Cultura, unas 150 licencias de doblaje todavía sin usar, obtenidas por los distribuidores a través de las facilidades que les da para obtenerlas el sistema vigente. Esto supone que ya hay permiso para doblar a nuestras lenguas, es decir para emplear un bien cultural específicamente español, a 150 filmes extranjeros, mientras la mayor parte de las películas españolas que han generado esa acumulación de licencias han sido o están siendo mal o nulamente comercializadas.

Al amparo de esta acumulación de licencias de doblaje se especula sobre la hipótesis de si se está llegando incluso a establecer una especie de submercado o de mercado fantasmal de tales licencias, que se trasvasarían de unas empresas distribuidoras a otras, o de aquellas a subempresas filiales, lo que crearía en la periferia de la industria cinematográfica una subindustria de importación y doblaje de filmes, cuya rentabilidad entraría en colisión con la de los filmes españoles que la han generado.

Política cultural defensiva

Directores y productores de cine español se muestran acordes en juzgar que no se pueden desligar los aspectos culturales de los comerciales en un proyecto global de racionalizacíón del mercado cinematográfico español, como el iniciado por el Ministerio de Cultura. Las razones que fundamentan esta afirmación son, por un lado, «que se trata de un asunto de estrategia política cultural emprendido simultáneamente en toda Europa Occidental; y por otro, que el poder político de los Estados que han promulgado o se disponen a promulgar leyes de protección de sus respectivas cinematografías actúa desde posiciones no ofensivas, sino defensivas de su cultura contra el enorme poder económico, de orden neocolonialista, de las multinacionales distribuidoras del cine norteamericano, que imponen imperativamente en sus mercados el llamado sistema de lotes, que obliga a comprarles junto a los filmes de auténtico valor cultural, que todo el mundo desea ver, otros filmes de estricto consumo y de nulo o mediocre valor artístico, que no se adquirirían de ofrecerse aisladamente».

17 Octubre 1983

España es el único país de nuestra área cultural donde el doblaje está generalizado

Ángel Fernándes Santos

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El principio de que «el dinero del cine revierta sobre el cine», considerado indispensable para una auténtica, y no gravosa para la economía nacional, racionalización del mercado cinematográfico, tope con tres obstáculos, cuya superación es prioritaria en la nueva estrategia de protección del cine español, emprendida por la Dirección General de Cinematografía. Estos obstáculos son: las irregularidades en el control de taquilla, que distraen del cine una parte importante del dinero generado por el cine; la casi generalización, única en el mundo, del sistema de doblaje de filmes extranjeros, que pone el mercado español a merced de las multinacionales norteamericanas; y la compra de filmes españoles para su exhibición por contratos a tanto alzado, que impiden determinar fiablemente la rentabilidad de cada filme.

El control de taquilla, sobre cuya rigurosidad se ha ido afirmando poco a poco la solidez en su mercado interior de, por ejemplo, el cine francés, fue establecido en España en los años 60, con objeto de hacer volver al cine español la rentabilidad real de este en los canales de exhibición. En Francia, por seguir con el mismo ejemplo, el control de taquilla es totalmente automático, pues la única manera de vender una entrada de un cine es a través de una pulsación en una máquina que registra inapelablemente la venta de cada billete.En España, al no existir esta automatización, el control del taquillaje de las salas de exhibición ha de hacerse mediante un anacrónico e ineficaz sistema de inspecciones in situ. Según datos estadísticos elaborados por la Dirección General de Cinematografía, en cinco meses -enero, marzo, mayo, julio y agosto- de 1983 un equipo compuesto por varias decenas de inspectores revisaron las cuentas de 1.521 salas de exhibición, lo que, si se tiene en cuenta que el número de salas que hay en activo actualmente en España es de 4.097, supone un control cuantitativamente incompleto y cualitativamente parcial de un tercio de la exhibición cinematográfica.

Grandes cifras

En estas 1.521 inspecciones se detectaron 294 infracciones, lo que supone que aproximadamente un 20 por ciento de las salas de exhibición españolas incurren en irregularidades, que han supuesto, tan solo en los meses de enero, marzo y mayo, un volumen de sanciones que supera los 11 millones de pesetas. La mayor parte de estas irregularidades, si se observan las actas de inspección, corresponden al control, en este caso falta de control o simple descontrol, del taquillaje, que adquiere modalidades muy diversas, que van desde la duplicación del billetaje, la venta de billetes ilegales y la venta sin ordenación numérica de entradas, hasta la supresión de entradas para el acceso al local.La importancia de estas infracciones detectadas, que están por simple lógica estadística muy lejos de ser todas las que efectivamente se producen, ha de medirse por su capacidad indicativa dentro del gran volumen de liquidez global de la exhibición cinematográfica, que se monta en cifras del siguiente calibre:

En 1982 se alcanzó una recaudación en toda España que supera los 27.000 millones de pesetas, repartidas en más de 6.000 millones recaudadas por el cine español y 21.000 millones por el cine extranjero. Si se tienen en cuenta los porcentajes de infracción detectados, en medios de la producción cinematográfica española consultados por este periódico se estima que el dinero desviado del cine «podría por todos los síntomas alcanzar cifras muy importantes, que son una de las causas más directas de la descapitalización crónica de la industria».

«No se pueden dar», afirman productores y directores de cine, «más que apreciaciones aproximadas del volumen real de la desviación del dinero del taquillaje, pero esta, por todos los síntomas, podría ser del orden de un 20 por ciento, porcentaje que encubre cifras muy importantes, que ya ha sido indicado estimativamente en varias ocasiones, y que nunca ha sido desmentido por las autoridades del ministerio de Cultura. La única manera de evitar esto es la automatización total y obligatoria de la venta de entradas a los cines, como ocurre en toda Europa». Por otra parte, y según fuentes de la Dirección General de Cinematografía, «esta automatización obligatoria de la taquilla de los cines podría emprenderse a corto o medio plazo, si es necesario con cargo a dinero del Estado, pues sería una inversión amortizable rápidamente por sus propios efectos. Por ello será imposible dar cifras exactas del volumen de la defraudación actual mientras no contemos retroactivamente con los datos fiables del automatismo de taquilla».

Colonización del doblaje

Por otro lado, las principales reacciones en contra de la nueva normativa de protección del cine español propuesta para su próximo debate en Consejo de Ministros, provienen -según fuentes del ministerio de Cultura y tras recabar este información en todos los sectores afectados- de los medios de distribución, exhibición y doblaje de películas. Y son las restricciones al doblaje de películas el punto más controvertido de la nueva normativa.En España el doblaje es una norma generalizada, pero en los restantes países de nuestra área cultural es casi excepcional. En los recientes Encuentros de Cine Iberoamericano, los representantes de los países asistentes se sorprendieron de la generalización de la práctica del doblaje en España, cuando, por ejemplo, en Cuba, México, Brasil, Portugal, Argentina, Perú y Estados Unidos prácticamente no existe, y en otros países está reducida al mínimo, como es el caso de Chile, con un 5 por ciento de filmes doblados; Colombia, con un 2 por ciento; o Venezuela que no llega a este 2 por ciento.

En Europa occidental, el doblaje tiene igualmente proporciones marcadamente muy inferiores que en España, y en determinados países como Francia, las versiones dobladas, cuando se hacen, que no es siempre, se exhiben de manera simultánea a las versiones originales subtituladas, de tal manera que, por poner un ejemplo gráfico, ni un solo espectador español conoce la voz de Paul Newman, y hasta tiene una errónea impresión de su personalidad, pues se le suele doblar con voz metálica y cristalina, cuando su verdadera voz es pastosa y muy ronca.

Los datos anteriores contrastan con el hecho de que en 1982, y según datos estadísticos manejados en los citados Encuentros de Cine Iberoamericano, en España se exhibieron en 1982 un total de 308 películas dobladas, lo que supone aproximadamente un 60 por ciento del total de exhibidas, que se complementan con 100 subtituladas -entre ellas las películas «S» y «pornos»- y las 119 españolas, que sumadas hacen el total de 527 filmes exhibidos en 1982.

Según medios de la producción española «esta práctica generalizada del doblaje es como un cheque en blanco para las distribuidoras del cine norteamericano, que encima de que nos aplican su coercitivo sistema de lotes, encuentran en el mercado español la ventaja adicional de exhibir sus filmes, casi sin excepción, doblados a nuestro idioma, mientras que en el resto del mundo, con pocas excepciones, se ven en versión subtitulada».

El tanto abado

Un tercer punto de la estrategia de defensa y protección del cine español propuesto, o en vias de proposición, por las autoridades cinematográficas españolas, aparte de la limitación de las licencias de doblaje y el establecimiento de un control automático de taquilla, se centrará en la supresión de la costumbre, bastante generalizada, de los contratos a tanto alzado para la compra de filmes.La práctica del tanto alzado -compra de filmes por una cantidad estipulada en vez de a porcentaje- propicia las infracciones del control de taquilla e impide medir con exactitud la rentabilidad real, y sobre todo posible, de cada filme español, por lo que, según esas mismas fuentes, se impondrá en el futuro un sistema unitario de exhibición a porcentaje, que permita a los productores de filmes y a sus autores conocer el volumen real de la audiencia de su filme.

Según fuentes del ministerio de Cultura no ha sido posible incluir esta medida en el proyecto de decreto para la protección del cine español, a causa de una razón jurídica de tipo formal, ya que toda modificación de la legislación contractual requiere una norma con rango de ley y no de decreto.

20 Noviembre 1983

Se establece un proteccionismo a ultranza de la producción

José Luis Arbona

Dueño de Tecnison y presidente de AEDYS (Asociación Nacional Empresarial de Dobladores y Sonorización de Películas)

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Me parece que la nueva normativa que pretende regular el cine aplica una óptica sectorial y subjetiva. Por otro lado, no contiene formulaciones que potencien el fenómeno cinematográfico, en su conjunto, a largo plazo, ni siquiera a medio plazo. Esto, entre otras cosas, porque establece un proteccionismo a ultranza del a producción cinematográfica y olvida a los otros sectores: distribución y exhibición, a los que sólo les impone obligaciones. También hay un gran olvidado: el espectador español.

Todos aquellos que son restrictivos. El cine español necesita ayuda; pero ayuda para vivir en competencia, no para ser un cine aislado y sin el acicate creativo de la competencia, que siempre es renovador. Como aspecto concreto hay que señalar que se pretende limitar la contratación de un director extranjero. La Comisión de Valoración debe ser muy representativa de otra manera reincidiremos en partidismos, amiguismos y nepotismos.

Hay, además un aspecto importantísimo que no está suficientemente tratado: la ayuda para la creación de canales de distribución internacional que permitan al cine español lo que no ha conseguido nunca, la penetración en los grandes mercados internacionales. Las empresas que se dediquen a esta actividad deben ser mixtas, con participación de toda la industria cinematográfica. Por otra parte la cuota de distribución y la cuota de pantalla que afectan a distribuidores y exhibidores, deben ser concertadas entre los sectores de la cinematografía española, y no impuestas por decreto ley. Asímismo, hay que resaltar que las restricciones al doblaje de películas extranjeras no tienen en cuentas las preferencias del espectador y desalientan el hábito de cine, lo cual será muy perjudicial a corto, medio y largo plazo para la actividad cinematográfica.

Sólo desde el diálogo constructivo de todos los que intervienen en la actividad cinematográfica se podrán obtener soluciones adecuadas.

¿Cuáles son las soluciones? Financiación y subvención al productor cinematográfico español, para que pueda competir, pero que siga teniendo el acicate de la competencia internacional; ayudas para que el cine español obtenga los canales de distribución internacionales que ahora no tiene, pues sin mercados internacionales es muy difícil desarrollar una cinematografía permanente, fomentar el hábito de cine del espectador, no poniéndole más trabas (cine subtitulado, locales incómodos, copias en malas condiciones, etc.). Y como colofón, concertar una legislación cinematográfica que no se la imposición de unos sectores a otros.

10 Abril 1983

Canto al doblaje

Manuel Martín Ferrand

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Imaginaos por un momento a Jesús en Tierra Santa. Recoge con la mano izquierda los pleigues de su túnica, levanta los ojos al cielo, dirige después la vista a quienes le rodean y les falgela con una mirada. Se sosiega y dice:

«Hypocrita, eice primum trabam de oculo tuo et tunc videbis elcere festucam de oculo fratis tui».

Para los enemigos del doblaje ahí terminaría la historia. Todo más, mientras el Maestro dirige la palabra, peude salir San Pedro, en cuclillas, con un cartelito en que pueda leerse: «Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces verás para sacar la mota del ojo de tu hermano».

Cierto es que, para los amigos del doblaje mientras habla Jesús, mientras mueve sus labios, no debe emitir sonido alguno y, por detrás y disimuladamente, San Mateo, en correcto castellano, enfaitzando lo que conviene, debe recitar: «Hipócrito, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás para sacar la mota del ojo de tu hermano».
Todo se arreglaría si todos supiéramos latín, pero no es así. Latín ya no saben ni los curas y además y para ser exactos, Jesús hablaba en hebreo.

Los dobladores son, a pesar de lo mucho que les vituperan los cinéfilos pedantes y quienes presumen de entender, sin problemas, a Richard Burton, intemrediarios del entendimiento. El chico le dice a la chica «te amo» y , gracias a los dobladores, entienden la frase en Banyolas, en Alisabeba y en Pekín. Basta que alguien susurre por detrás el ‘t´estimu’ o el ‘I Love’ que requiere el caso. Nos quedamos con ello, sin conocer los sonidos de los mitos del Siglo XX, pero alcanzamos a conocer sus ideas y sus pensamientos. Tampoco es cosa de magnificar tanto los sonidos a no ser que no se crea de verdad la majadería esa según la cual una imagen vale más que mil palabras.

Manuel Martín Ferrand

El Análisis

¿INTENTAR ACABAR CON UN SECTOR CON EL BOE?

JF Lamata

Por muchos ganas que tuvieran importantes figuras del cine español, actores y productores contra el doblaje, su batalla estaba perdida.

Sí, es fácil criticar al doblaje. Todo el talento que ponen los profesionales de este sector no evita su condición de una profesión endogámica en la que los propios actores deciden quien entra y funciona un irrompible sistema de «clanes» para poder prosperar, dando una imagen antipática y cerrada del sector.

Pero no es la imagen de lo que depende la supervivencia de una profesión, sino de que les interese a clientes y al público. Y la realidad es que al público español le gustaba ver en masa las películas extranjeras en su idioma y que a las productoras y distribuidoras internacionales, los cliente, les seguía intentando pagar a los del doblaje, porque rentabilizaban la inversión. Eso es lo importante y lo demás, tangencialidades.

Federico García Jiménez & J. F. Lamata