7 febrero 1997

El banco BBV estará en la eléctrica con un 3%

El Gobierno nombra a Rodolfo Martín Villa Presidente de Endesa para que lidere la privatización de la cadena

Hechos

El 7.02.1997 la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) que tenía la mayoría de acciones de Endesa, designó a D. Rodolfo Martín Villa nuevo Presidente de la compañía, sustituyendo a D. Feliciano Fuster.

Lecturas

97_privatizacionEndesa97_Rato_Liberalización La privatización de Endesa, la principal eléctrica pública propiedad del Estado, formaba dentro del plan del vicepresidente del Gobierno D. Rodrigo Rato para aportar dinero al Estado dentro de un proceso de liberalización. Aunque el Gobierno mantendrá la célebre ‘acción de oro’ con veto para impedir que tome el control algún accionista no deseado.

El principal objetivo de D. Rodolfo Martín Villa al asumir la presidencia de Endesa era lograr culminar el proceso de privatización de la compañía eléctrica y, a su vez, fortalecer la alianza con el Banco Central Hispano, frente a la plataforma que podría crearse en torno a Iberdrola, Repsol y Gas Natural.

EL BANCO BBV TENDRÁ EL 3% DE ENDESA

EmilioYbarra

En un amplio reportaje publicado el diario EL MUNDO el 7.2.1997 se decía que el BBV podía ser el más perjudicado de la llegada del Sr. Martín Villa a Endesa. El banco BBV tenía el 7% de Repsol y el 12% de Iberdrola, por lo que podía crearse una especie de plataforma con Repsol, Ibedrola y Gas Natural al que el único que podría hacer frente sería Endesa.

Sin embargo al día siguiente se hizo público que el banco BBV también entraría en Endesa con un 3% lo que llevó a ese mismo periódico a tener que alterar su diagnóstico y decir el 8.2.1997 que el Sr. Martín Villa sería un hombre ‘a la sombra’ del BBV. 

Pero al margen de las interpretaciones periodísticas los reseñable es que un banco como el BBV se a la vez accionista tanto de dos empresas que compiten en el sector eléctrico como son Iberdrola y Endesa.

07 Febrero 1997

Jordi Pujol pierde la batalla de Endesa

Jesús Cacho

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Habría que empezar felicitando a ese hombre paciente que ha demostrado ser Rodolfo Martín Villa, a punto de recibir el premio a su constancia con el gordo de la presidencia de Endesa, quizá en el Consejo de Ministros de hoy mismo, en todo caso antes de que se esfume febrero, si no fuera porque, en pleno fragor de la batalla digital, el ruido de la balasera nos ha impedido apreciar la importancia del acuerdo suscrito entre Repsol e Iberdrola, dando lugar al nacimiento del que será primer grupo industrial español del siglo XXI, bajo el padrinazgo del primer banco español del siglo XXI.

Es la primera consecuencia de la firma del Protocolo Eléctrico, que, por cierto, ha sido la única gran reforma estructural efectuada en la economía española en muchos años. Se rompe el elitista club de las eléctricas. Por primera vez una compañía ajena al sector, Repsol, entra en el negocio de la generación. Por el lado contrario, Iberdrola, y a través de la filial de la petrolera Gas Natural, se asegura una fuente de suministro crucial de futuro como es el gas.

El primer fruto de ese acuerdo será la inversión, en Vizcaya, de 120.000 millones de pesetas en la construcción de una planta de generación que utilizará residuos de petróleo como combustible. Pero esto es sólo el principio, porque con un cash-flow combinado de más de medio billón de pesetas, la capacidad de ambas empresas para abordar conjuntamente nuevos proyectos industriales es formidable.

Lejos de la «economía mágica» que decía Tom Wolfe, estamos tocando economía real de verdad, con una consecuencia directa para el consumidor y para la competitividad de la economía española: la de hacer realidad una energía electrica más barata. Tras décadas de incuria industrial promovida por Gobiernos que jamás pisaron una fábrica, y ministros de Economía salidos del servicio de estudios del Banco de España, la gran tarea del centro derecha español podría ser ésta: rearmar industrialmente el país con grupos, incluso con vocación multinacional, capaces de abordar grandes proyectos generadores de riqueza y empleo.

Algunos ven en lontananza una futura fusión entre ambas empresas, teniendo en cuenta que el tamaño va a convertirse en factor esencial para competir en la Europa del euro, tanto en banca como en construcción o energía.

Tras las bambalinas de este acuerdo, el BBV, y a la cabeza del BBV, ese señor gris de Neguri a quien un servidor definió un día como el perdedor frente a Emilio Botín. Ese señor recogió en el 93 el guante de las supercuentas, superlibretas y demás zarandajas financieras que le lanzó el cántabro, y ha terminado arrollandolo en el mercado bancario doméstico. La guerra bancaria tiene un claro vencedor y ése es Ybarra, muñidor de esta operación como casamentero de sus dos patas energéticas: Repsol (7% BBV, o 120.000 millones de pesetas valor Bolsa) e Iberdrola (12% del BBV, o 180.000 millones).

La parte más delicada del acuerdo ha sido Gas Natural, a causa de la fijación del Honorable con la empresa como gran compañía catalana, aunque La Caixa, esa especie de banco central de la Generalitat, sólo tenga el control del 25%. Así las cosas, la foto podría haberse hecho perfectamente con dos protagonistas, un vasco de pelo blanco y un castellano de sonoro apellido, pero pareció prudente la inclusión de un catalán de tanta prosapia como Pere Durán Farrell, el guru que alienta y sostiene a don Jordi en tantas cosas.

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Dos vascos como líderes industriales

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De manera que ahí tenemos a un par de vascos españolistas, Oriol e Ybarra, colocando en pista de despegue al primer bloque financiero industrial español del siglo que viene, BBV más Iberdrola, más Repsol, más Gas Natural. Un gran centro de poder económico, sin duda alguna, y por ende político, pero un centro con contrapesos suficientes como para diluir en su conjunto cualquier veleidad personal. Un grupo con una pata muy importante en Telefónica, el otro gigante a punto de ser 100% privado, del que tanto BBV como La Caixa forman parte como socios estables. Este país va a cambiar mucho y muy rápidamente -en unos meses un mismo señor podrá pasar a cobrar el gas, la luz y el teléfono- por obra y gracia de estos grupos para quienes el factor decisivo ya no es la materia prima (cualquiera puede comprar gas en el mercado internacional), sino la posibilidad de acceso a redes por las que ofrecer al consumidor un pool de productos y servicios.

Frente a este bloque se alza Endesa, toda una realidad empresarial afectada por algunos interrogantes que Industria quiere cerrar cuanto antes, y que rebasan con mucho la peripecia personal de Feliciano Fuster, incurso en un desliz impropio de su edad y su currículo.

La eléctrica pública será el socio industrial del segundo operador de telefonía básica tras la privatización de Retevisión. Con una participación en Antena 3, más su alianza con Cepsa, está claro que Endesa debe ser, por recursos, la cabeza de puente de otro gran grupo financiero industrial alternativo al liderado por el BBV, con enormes posibilidades de futuro dentro de ese esquema de ocupación de territorios -desde luego Cataluña y Andalucía- a través de las redes, y con el BCH como socio financiero y un desconcertante Santander -que también ha perdido frente al BBV la batalla industrial- entrando y saliendo.

Fuster, con una loable capacidad de reflejos a pesar de las circunstancias que está viviendo, ha respondido al movimiento de su principal competidor profundizando su alianza con Cepsa y la multinacional francesa Elf. Pero Endesa se enfrenta al problema derivado de su condición de empresa en vías de privatización pero con el 60% del capital todavía en manos del Estado, lo cual condiciona en exceso la libertad de movimientos de sus gestores para elegir alianzas y proponer vías de negocio con otros grupos nacionales o extranjeros.

Un segundo interrogante es la ausencia de un accionariado estable, similar al núcleo duro de Repsol o Telefónica. El único accionista que merece tal consideración es el BCH, pero el banco del ilustre Amusátegui, como Argentaria, ha dejado en propiedad de ser un gran banco, y no está para novelas de caballerías a pesar de la mejoría experimentada el pasado ejercicio. Confiar así en el instinto depredador de un Botín en búsqueda permanente de plusvalías como elemento aglutinador de ese núcleo duro para Endesa es esperar demasiado.

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La indefinición accionarial de Endesa

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¿Quién entonces? Sigue abierto el interrogante de Caja de Madrid como potencial miembro de ese núcleo duro, aunque la solución quizá la imponga de nuevo Emilio Ybarra. El problema de la abrumadora presencia pública en Endesa es que ese tipo de decisiones tienen que pasar por el despacho de Aznar. Por allí pasó la inversión de Argentaria en la eléctrica pública, y por allí ha pasado la decisión de premiar la fidelidad de un Rodolfo Martín Villa con la presidencia de la compañía.

¿Cómo acojerá el mercado este nombramiento? ¿Es esta la forma más adecuada de pagar servicios prestados? De momento un catalán, Josep Piqué, se ha indispuesto con otro catalán, Jordi Pujol, a cuenta de la decisión del actual ministro de Industria de oponerse frontalmente, por poco presentable, al nombramiento de Maciá Alavedra para el puesto. Con Martín Villa en cartera ¿hacían falta alforjas para ese viaje?

Aznar le ha ganado por la mano a Pujol, para quien la presidencia de Endesa era el verdadero Gobierno de coalición que le interesaba. Algunos sugieren ahora que el Honorable podría reñir batalla por el nombramiento del consejero delegado, en quien se vislumbran los auténticos poderes de la sociedad por debajo de esa presidencia política que se adivina en Martín Villa. La candidatura de Rafael Miranda, actual director general, está por esa razón en el alero.

Mientras tanto, Feliciano Fuster prepara discretamente su salida por la puerta de servicio, afeado su currículo por un asunto que sigue causando perplejidad en el vicepresidente Rato («¿Por qué hizo una cosa así un hombre de su experiencia?»). La agresividad de Fernández-Armesto está siendo templada por Economía, que debe dar el visto bueno a la sanción. Parece que habrá castigo sobre la compañía, no sobre Fuster. Pero todo, el pecado, la penitencia y el cambio, necesita hacerse rápido, porque el tiempo apremia y con ello la salida a Bolsa de una sociedad metida en tamaño lío legal.

08 Febrero 1997

Un hombre a la sombra del BBV

Jesús Cacho

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Los ciudadanos de la Grecia clásica solían representar a la Justicia al lado de Cronos, y el tiempo ha terminado por hacer justicia con Rodolfo Martín Villa, nunca es tarde si la dicha es buena, leonés de pro, hombre de consenso del PP en Cajamadrid a la sombra discreta del inquietante Terceiro, luego aspirante frustrado al sillón de Telefónica, donde terminó cediendo plaza a un más amigo, que todo es aquí cuestión de cercanías, a pesar de haber pedido y logrado el plácet del honorable Pujol.

Ahora llega por fin a la presidencia de Endesa, la joya de la corona pública, cabeza de puente del otro gran grupo financiero industrial que se adivina en el horizonte empresarial español del siglo XXI. Dicen los críticos del lugar que este nombramiento «no es presentable», pero seguramente se apresuran. Martín Villa («soy el ingeniero industrial que más Derecho sabe») fue un tecnócrata de la política y es un político de la empresa, una vertiente, la empresarial, poco conocida, casi oscurecida por el perfil de superviviente de la política que acarrea este hombre desde que en 1966 -incluso antes, con el SEU- fuera nombrado director general de Industria.

Casi 35 años de agua pasada. Agua corriente, más viva e interesante en el futuro, es la relación de amistad que le une con José Angel Sánchez Asiaín (JASA), con quien coincidió en Industria cuando el banquero era secretario general técnico. JASA es uno de los anclajes vitales de don Rodolfo. De su mano pasó a ocupar la presidencia de Ibercobre (60% Banco Bilbao) en el 79, al cesar como ministro del Interior, y de su mano llegó a la presidencia de La Cellophane (también BB) en el 83, tras el Annual de la UCD.

El otro amarre afectivo de Martín Villa se llama José Lladó, uno de los cinco lobitos que enseñorean el consejo del BBV por libérrima decisión del desterrado Mariano Rubio. Don Rodolfo coincidió también con Pepe Lladó, ministro de Comercio, en el primer Gobierno Suárez, y allí edificaron ambos una amistad que ha soportado el paso del tiempo y les ha unido en Técnicas Reunidas, también BB, hoy 26% grupo BBV, cherchez Ybarra, o una invitación a pensar en una nueva y discreta operación del hombre gris de Neguri.

Sánchez Asiaín y Pepe Lladó son dos corrientes que en la vida de Rodolfo Martín Villa confluyen en la ensenada del BBV, que todos los caminos de esta España parecen conducir a la Roma del superbanco vasco. Con el nombramiento de este político ligado a la tecnocracia del sector energético, Aznar salda un compromiso de honor con uno de los hombres que soportaron su travesía por la oposición. «Martín Villa lo hará bien», dicen quienes lo conocen y no lo adulan. Quien mejor lo ha hecho, qué duda cabe, ha sido el BBV, algunos aseguran que con un 3% ya de Endesa en sus alforjas, que con esta entrada afianza su posición de privilegio en el sector energético español.