1 mayo 2008

La sociedad SEOPAN recoge los intereses de empresas constructoras como ACS, FCC, Acciona, Ferrovial, OHL y Sacyr Vallehermoso

El Grupo PRISA critica el fichaje del ex asesor económico de Zapatero, David Taguas, para dirigir un lobby de constructoras

Hechos

El 1.05.2008 se hizo público el nombramiento de D. David Taguas como Presidente de la Sociedad de Empresas de Obras Públicas de Ámbito Nacional (SEOPAN).

Lecturas

El 1.05.2008 se hizo público el nombramiento de D. David Taguas como Presidente de la Sociedad de Empresas de Obras Públicas de Ámbito Nacional (SEOPAN). El diario EL PAÍS lo llevó a su portada e informó de ello desde un punto de vista crítico.

02 Mayo 2008

De público a privado

EL PAÍS (Director: Javier Moreno)

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Tiene difícil defensa que un asesor de La Moncloa pase a presidir un 'lobby' empresarial

Si la Ley de Incompatibilidades no sirve para evitar que un asesor en materia económica del presidente del Gobierno pueda pasar sin solución de continuidad a presidir un lobby de las grandes empresas constructoras, es que la ley está mal hecha y hay que cambiarla.

David Taguas ha sido hasta casi ayer director de la Oficina Económica del Presidente, con categoría de secretario de Estado y despacho en La Moncloa. Cambiar esa ocupación por la de presidente de un consorcio que se llama Sociedad de Empresas de Obras Públicas de Ámbito Nacional (SEOPAN) acarrea de manera casi inevitable una doble sospecha: o bien que ese consorcio le estaba pagando los servicios prestados; o que le estaba comprando influencia futura sobre quienes deciden. Y ello en un momento en que el Gobierno anuncia un gran plan de obras públicas destinado a paliar el paro provocado por la crisis de la construcción residencial.

Para evitar esa sospecha existe la normativa sobre incompatibilidades, que, entre otras cosas, establece un plazo mínimo de dos años para que los altos cargos públicos puedan pasar a serlo de «empresas o sociedades relacionadas con las competencias desempeñadas».

Un asesor no decide, pero influye, y el director de la Oficina Económica del Presidente lo hace de manera muy directa sobre quien más poder de decisión tiene; no hay duda, por tanto, de que el espíritu de la norma impide ese tránsito; pero también su letra, ya que el cargo de Taguas implicaba formar parte de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos, que toma acuerdos sobre asuntos de ese ámbito. Es decir, entre otros, sobre materias relacionadas con las obras públicas.

El dictamen que debe emitir la institución encargada de las incompatibilidades, dependiente del Ministerio de Administraciones Públicas, tendrá que determinar si entre las decisiones concretas tomadas por esa Comisión figuran algunas relacionadas con los intereses que representa SEOPAN. Pero incluso si no se hallaran, seguiría siendo de difícil aceptación que un asesor tan directo del presidente diera ese salto. El carácter impreciso, no reglado, de las competencias de la Oficina Económica, sobre el que llamó la atención el vicepresidente Solbes, favorece seguramente la opacidad; sería buena ocasión para delimitar sus tareas.

Ilustra el problema a prevenir la parábola evangélica del mayordomo infiel, que negocia rebajas con los deudores de su señor antes de abandonar el puesto, para así contar con gente que le deba algo en el futuro. Casos como el de Gerhard Schröder, que pasó de canciller de Alemania a directivo de la empresa rusa Gazprom, con la que su Gobierno había negociado contratos públicos, provocaron un justificado escándalo. La democracia implica una confianza básica entre representantes y representados, pero para alimentarla es necesaria una legislación estricta contra la confusión entre intereses públicos y privados. Y aplicarla sin excepciones.

03 Mayo 2008

Gobierno de rositas, oposición desgarrada

Víctor de la Serna Arenillas

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La marcha de Eduardo Zaplana a Telefónica no ha desembocado en tantos ataques directos al ex portavoz como eran de esperar tras años de vudú mediático contra él: por una parte, el escandaloso fichaje de David Taguas por los ladrilleros deja tamañito el de Zaplana, pero por otra parte el caso del ex portavoz es visto por todos, y cada día más, como otro ángulo, notable pero no el más importante, de la descomposición del PP.

De todas formas, donde más se practicó -en una etapa anterior, con director diferente del periódico- el acoso y derribo a Zaplana, en el ABC, es donde las más sañudas despedidas se han podido leer. Así, la de Germán Yanke: «Los que se presentan ahora como adalides de la reflexión sobre la derrota y del debate de ideas son, en un altísimo porcentaje, responsables directos de no haber ganado las elecciones. Todos estos grupos enhebrados en torno a Zaplana, Aguirre, el secretario de organización apoyado por Acebes, etcétera, y sus antenas mediáticas no podrán decir sin mentir que Rajoy es el impulsor y el fundamento intelectual de una acción política durante cuatro años presidida por el exceso y la falta de moderación. Pero sí tendrán que aceptar, aunque les pese, que han sido ellos los que han llevado a su jefe y a su partido a ese terreno. Y que así ha sido visto por esa parte decisiva del electorado que no les dio su apoyo». Abunda Ignacio Camacho en la hiel contra Zaplana: «Cada aparición suya tiraba un saco de votos al desagüe».

Pero, en este diario, Manuel Martín Ferrand prefiere contemplar el bosque, no los árboles: «Consta la intención de otros notables del PP a quienes Zaplana ha ganado por la mano en su previsible, pero no previsto, mutis con portazo. Son las víctimas de Rajoy. Gente notable y valiosa, con oficio y beneficio, que ha sido utilizada por el todavía presidente popular con la despreocupación con la que la gente común usamos un kleenex. Gente postergada en beneficio de protagonistas menores que, en gran confusión entre la obediencia y el talento, son considerados leales por el jibarizado y mínimo grupito que ocupa, sin mandar, los despachos principales de Génova, 13. En ese sentido, la precipitada fuga de Zaplana es un servicio a Rajoy. Ha taponado, aunque sea momentáneamente, una fuga colectiva».

Y un editorial de ABC insiste: «Si esa salida no va a acompañada de la incorporación de otros nuevos políticos de similar proyección, la renovación se acaba convirtiendo en una descapitalización humana que el centro derecha no se puede permitir».

Por su parte, Josep Ramoneda, en El País, no entiende la estrategia ni la táctica del presidente del PP: «¿Por qué Rajoy se empeña en resistir?». En ese periódico, por cierto, siguen sin leer EL MUNDO, y así titulaban ayer a todo trapo: Diputados del PP se ofrecieron a Zaplana para desbancar a Rajoy. Imponente exclusiva. Quere+mos decir: la que había dado EL MUNDO cuatro días antes, a través de la muy seguida columna de Raúl del Pozo: «Me cuenta gente de su entorno: ‘Tuvo multitud de ofertas, algunas dentro del PP le pedían que se pusiera al frente. Le decían ‘tú eres ganador’, ‘tú ganabas elecciones cuando otros las perdían’, ‘sácanos del atolladero’. Pero Zaplana sabe que la gratitud no es el fuerte de los compañeros del partido y se fue».

Y hallamos, finalmente, este veneno en la sección El acento de las páginas de Opinión de El País: «La gran duda es cuántas veces más deberá tejer y destejer esta Telefónica convertida en la Penélope más generosa de nuestro tiempo. En realidad, no se sabe quién es Ulises ni cuándo regresará, si es que regresa. Lo único cierto es que el próximo mes de junio, y por algo que está previsto en Valencia, pueden multiplicarse los náufragos, y entonces se comprobará hasta dónde da de sí Telefónica. O hasta dónde la dejan los analistas, los accionistas, los mercados o el sentido común».

22 Mayo 2008

El error Taguas

Julia Navarro

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¿Se está organizando una nueva «beautiful people»? Esa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temorosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el caso Taguas, ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastian, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por mas que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a traves del Ministerio de Administracciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebien en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista,con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las Comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo»! y siempre «off the record» mustran su inquietud porque el Gobierno,con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El caso Taguas es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por sgeunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería de aconsejarle que vuelva a poner los pies en el suelo.

Se está organizando una nueva «beautiful people»? Ésa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temerosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el «caso Taguas», ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastián, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por más que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a través del Ministerio de Administraciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebién en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista, con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo» -y siempre «off the record»- muestran su inquietud porque el Gobierno, con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El «caso Taguas» es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no, al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por segunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería aconsejarle.

Se está organizando una nueva «beautiful people»? Ésa es la pregunta que se hacen algunos socialistas en voz baja, temerosos de que algunos «amigos» terminen dando un disgusto al Gobierno y al PSOE. ¿Qué por qué éste temor? Pues porque el «caso Taguas», ya saben, el que fuera director de la Oficina Económica de Moncloa, hombre de Miguel Sebastián, fichado por el lobby de la construcción, está provocando un fuerte malestar en la familia socialista, por más que la disciplina les lleve a mantener silencio.

El Gobierno ha salvado la cara, parlamentariamente hablando, al haber conseguido que CiU les prestara sus votos para rechazar la moción reprobatoria presentada por Iniciativa per Catalunya contra el fichaje de Taguas por el lobby de las constructoras. Bien es verdad que antes el Gobierno se había exculpado a sí mismo a través del Ministerio de Administraciones Públicas, dirigido por la ministra Elena Salgado, que se ha cubierto de gloria avalando que el señor Taguas ha hecho muy requetebién en fichar por los constructores porque según su buen entender la ley no se lo impide.

Es más que discutible que la ley no se lo impida, pero lo que no es discutible es que desde el punto de vista ético el asunto no se sostiene en pie. Ahora la dirección del grupo socialista, con José Antonio Alonso a la cabeza, y desde luego el Gobierno, quieren pasar página del asunto Taguas y esperar a que a todos se nos olvide, amén de creer que tanto lío es cosa de los periodistas madrileños, que hay que ver cómo somos, sacando punta a todo, pero que en el resto de las comunidades, lo de Taguas no importa.

Ya digo que hay socialistas que en conversaciones de «pasillo» -y siempre «off the record»- muestran su inquietud porque el Gobierno, con el presidente Zapatero como principal protagonista, no haya sido capaz de mostrar la más mínima sensibilidad sobre éste asunto que causa escándalo. Pero ademas, ya digo, hay socialistas que observan preocupados cómo se están conformando nuevos grupos de poder demasiado cercanos a figuras socialistas relevantes.

El «caso Taguas» es de los que pasan factura, puede que no a corto plazo, pero sí en algún momento, y si no, al tiempo. Creo que al presidente Zapatero le está pasando lo que a otros presidentes, que por el mero hecho de ganar las elecciones por segunda vez creen que pueden hacer de su capa un sayo y terminan perdiendo sentido de la realidad porque empiezan a levitar. Alguien debería aconsejarle.