2 noviembre 1922

Víctor Manuel III se negó a doblegar a los fascistas por las armas y designó primer ministro a su líder, abriendo el camino a una dictadura

El líder facista Benito Mussolini toma el poder en Italia tras tomar las calles de Roma con sus «camisas negras»

Hechos

 

El 2.11.1922 el Rey de Italia, D. Víctor Manuel III nombró a Benito Mussolini nuevo primer ministro de Italia.

Lecturas

Las camisas negras eran el símbolo de los Fasci di Combatimento, los grupos de combate nacionalistas fundados por Mussolini. Su marcha sobre Roma el 28 de octbre de 1922 significó el comienzo del dominio fascista sobre Italia.

Los grupos de combate formados a partir de 1919 por Mussolini se denominaron fasci (haces de varas) que eran las insignias de los magistrados romanos de la antigüedad y simbolizaban el deseo de un orden político estricto.

Con la participación de Italia en la Primera Guerra Mundial, la crisis latente del sistema liberal se hizo manifiesta y aguda; el país se hallaba en una situación económica y financiera desastrosa. La alianza durante la contienda con Reino Unido, Francia y Rusia no había aportado ni mejoras sustanciales en el ámbito internacional ni los beneficios territoriales deseados en el Mediterráneo. Se hablaba de una victoria mutilada. Las tensiones sociales crecieron por todo el país. En este contexto se desarrolló el movimiento de protesta fascista de Mussolini, apoyado sobre todo por la clase media italiana.

Las fuerzas liberales dominantes no habían conseguido atraer a los sindicatos ni al clero. Los nuevos partidos de masas, los socialistas (PSI) y el Partido Popular Italiano (I) de tendencia conservadora y católica, triunfaron en las elecciones de mayo de 1921, pero la vicotria electoral no les convirtió en alternativa a los partidos tradicionales. Por su parte, el Partido Nacional Fascista (PNF) creado en 1921 sólo consiguió 35 de los 535 escaños del parlamento.

Entre 1920 y 1922 la situación política interna estuvo marcada por las luchas obreras y las ocupaciones de fábricas lideradas por los socialistas, las revueltas de los campesinos, arrendatarios y trabajadores del campo contra los grandes terratenientes, así como por el terror fascista. Los sucesivos gobiernos liberales y conservadores se mostraron imponentes ante estos conflictos que tenían carácter de guerra civil. Tolerados y en parte apoyados por las autoridades, los fascistas, que se consideraban una fuerza dispuesta a llevar a cabo una fuerza dispuesta a llevar a cabo una renovación violenta del Estado, destruyeron las organizaciones socialistas.

El 17 y el 28 de octubre de 1922, Mussolini condujo a 40.000 miembros de sus unidades fascistas de Nápoles a Roma. Antes de que estallara el conflicto con las tropas gubernamentales, el rey Víctor Manuel III le ofreció el cargo de primer ministro. Sin embargo, su participación en el poder no produjo la neutralización de los fascistas que deseaban las fuerzas democráticas.

Mussollini1922_1 Benito Mussollini, líder del Partido Nacional Fascista, que se proclama anti-comunista, anti-liberal y anti-parlamentario contrario al sistema de la democracia representativa. Instigó la ‘marcha sobre Roma’ de sus partidarios el 27 de octubre de 1922 para presionar al Rey para que le nombrara primer ministro en un momento de fuerte crisis política y económica. El partido fascista, que en las últimas elecciones logró 35 escaños, ha incrementado su militancia de manera espectacular convirtiéndose en un movimiento de masas.

EL APOYO DEL REY DE ITALIA AL FASCISMO

VictorManuelIII_1922_Mussollini El Rey de Italia, Víctor Manuel III optó por apoyar el ascenso al poder de los fascistas de Mussolini al ver su despliegue del poder de movilización de masas que tenían y descartando así la opción que le pedían los políticos de que los hubiera sometido por las armas.

SE ABRE EL CAMINO PARA UNA DICTADURA FASCISTA

Mussollini01 «Queremos la disolución de la cámara de los diputados, la reforma electoral y las elecciones en breve plazo.(…) Os digo con toda solemnidad, o se nos entrega el Gobierno o lo tomaremos marchando sobre Roma», había declarado Mussolini en la Asamblea de Napoles del día 24. «Conmigo no tendréis un Ministerio, sino un Gobierno», dijo tras ser nombrado primer ministro».

EL GOBIERNO CON MAYORÍA DE FASCISTAS

  • Primer Ministro: Mussollini (Fascista)
  • Ministro de Interior y Exteriores: Mussollini (Fascista)
  • Tesoro: Inaudi (nacionalista)
  • Industria: Theophilo Rossi (nacionalista)
  • Hacienda: De Setafani (fascista)
  • Justicia: Di Oviglio (fascista)
  • Intstrucción pública: Gentil (demócrata)
  • Agricultura: De Capitani (fascista)
  • Obras Públicas: Carnazza (nacionalista)
  • Correos y Telégrafos: Columna di Cesaro (nacionalista)
  • Previsión Social y Trabajo: Cavazzoni (populista)
  • Subsecretario de Inerior: Finzi
  • Subsecretario de Exteriores: Pasqualini Vasallo
  • Subsecretaria de la Guerra: Debone (Fascista)
  • Subsecretario de Marina: Ciario (Fascista)
  • Subsecretario de pensiones: Devecchi (fascisa)
  • Guerra: General Díez
  • Marina: Almirante THaon di Reval

Aunque lideraba un gobierno de coalición formado por conservadores, liberales y el ala derecha del PPI, Mussolini arpovechó los penos poderes que había recibido por un año para modificar la Constitución. Con la fundación del Gran Consejo Fascista y la creación de la milicia a partir de los fasci se inició el proceso de la dictadura fascista.

Las leyes de diciembre de 1925 concedieron a Mussolini un poder casi ilimitado. Se prohibieron los partidos de oposición, se suprimieron las libertades y el sistema parlamentario y se disolvieron los sindicatos católicos y socialistas. Un tribunal especial y la policía secreta consolidaron de forma definitiva el poder de los fascistas.

31 Octubre 1922

La Fuerza del Fascismo

Editorial (Director: Torcuato Luca de Tena Álvarez Ossorio)

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La fuerza del partido fascista radica, ante todo, en su organización militar, a la cual están sometidos todos los failiados; se dividen en dos categorías; en príncipes y en triarios, denominaciones que fueron empleadas en el Ejército romano. Los primeros son, en general, antiguos combatientes y llevan la legendaria camisa negra. Los segundos son una especie de reserva territorial. La unidad elemental de la milicia fascista, sometida a una disciplina férrea, dispone de Cuerpos de Caballería, de aviadores, ciclistas, automovilistas, y hasta de una legión femenina, que despertó la curiosidad de los habitantes de Nápoles. El Estado Mayor de la milicia está formado por un triunvirato que depende de la dirección del partido.

El segundo factor que constituye la fuerza del fascismo, es la Confederación de las corporaciones nacionales, organización sindical que cuenta cerca de 800.000 obreros. Esta organización tan poderosa podrá resultar un peligro para el fascismo, que al principio fue subvencionado por la patronal, pero al cual las masas obreras que desertan el socialismo para pasar con las banderas desplegadas al campo fascista podrán empujar hacia nuevos senderos.

La acción fascista estuvo favorecidísima por la actitud estúpidamente violenta, antipatriota y antisocial de los comunistas durante todo el año 1919 y la primera parte del año siguiente. La violencia comunista excusó ante los italianos la violencia fascista. Mussolini debe de haber leído con provecho las Reflexiones sobre la violencia, de Jorge Sorel, obra que es en Italia mucho más popular que en su Patria. Mussolini es adversario de la democracia parlamentaria, y en su discurso de Nápoles calificó al Parlamento de ‘juguete’ con que se divierte el pueblo incoente. “Nosotros – dijo Mussolini en Udine (20 de septiembre) – rechazamos el dogma democrático de que se deba proceder eternamente por sermones y prédicas de naturaleza más o menos moral. En un momento determinado es menester que la disciplina se exprese en la forma y bajo el aspecto de un acto de fuerza y de imperio… la violencia es a veces moral.”

Cuando se habla de la fuerza del fascismo es imprescindible exaltar la poderosa personalidad de Benito Mussolini. El antiguo socialista revolucionario y ex director de ‘Avanti!’ es un organizador de primera fila. Excelente orador y publicista y conductor de masas, ha conseguido hacer del fascismo en dos años el partido más fuerte y más numeroso de Italia y conquistar a Roma.

El Análisis

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JF Lamata

Los fascistas habían comenzado siendo anti-sistema, anti-comunistas y anti-capitalistas. Y, por ende, también anti-monárquicos. Con tantos «anti» es difícil alcanzar el poder, para lo que se precisan alianzas. Los gritos de «¡Viva el Rey!» de los mussollinianos durante la marcha sobre Roma mostraban su evolución: Víctor Manuel III dejaba de ser un enemigo para ser un aliado a quien querían proteger de los ‘desastrosos políticos democrátas’. Una jugada, que en aquel 1922 salió redonda a los fascistas.

J. F. Lamata