El magnate mexicano Emilio Azcárraga Milmo nombra a Luis María Anson presidente de Televisa en España y vicepresidente mundial de la compañía

Es verdad que uno de los grupos audiovisual más importantes del mundo me ha hecho una oferta profesional excepcionalmente atractiva. Es verdad que el acuerdo quedó satisfactoria y prácticamente concluido. Es verdad que el proyecto de Televisa, de llevar cada día veinticuatro horas de información en español hasta el último rincón del mundo, es la más fascinante aventura que se puede proponer a un periodista. Es verdad que el DTH, la televisión digital de Televisa, con el acuerdo en marcha con otros grupos de comunicación nacionales, situará en el mercado español durante el próximo año cincuenta canales en nuestro idioma para el entretenimiento y el ocio de todos, y que uno de esos canales estará dedicado al arte, la literatura, la música, en una manifestación cultural sin precedentes. Es verdad que la operación que ahora se pone en marcha supone el mejor servicio que se puede hacer al idioma español. Es verdad todo esto. Y también que yo sigo en ABC. De acuerdo con ABC, me ocuparé del proyecto de televisión digital de Televisa en España, que nos situará en otra era de la Televisión, en el siglo XXI de los medios de comunicación. Pero sigo en mi puesto en la dirección de ABC, con mis compañeros, con mis compañeras, con mi gente, en casa.

Luis María Anson

Luis María Anson, a quien se le imaginaba en fase terminal en ABC, va a convertirse por el contrario en el gozne sobre el que girará la ambiciosa política de comunicación del Partido Popular.

Anson, era según se decía, la cabeza que impedía que el Grupo Correo, el más poderoso editor de periódicos regionales, se hiciera con el importante diario madrileño ABC. A Luis María Anson se le han profetizado las más imaginativas patadas de oro, entre ellas brillantes salidas diplomáticas como las embajadas de México o de Argentina. Últimamente se oían rumores de que abandonaría el ABC para ocuparse de los intereses de TELEVISA en España, pero se valoraba como una leve compensación a la pérdida del poder que le proporcionaría la dirección de ABC; una jubilación de lujo para un personaje que, como es sabido, no tiene en estos momentos una relación pacífica con los consejeros de Prensa Española S. A.

Pero hete aquí que Anson se ha convertido de pronto en el hombre de la situaci´n. No van a ser ‘los vascos’ como se denomina al Grupo EL CORREO, quienes le echen del ABC, sino probablemente será Anson quien despida a ‘los vascos’.

Y es que, según nos informan gentes bien situadas, este personaje realmente genial ha conseguido que TELEVISA compre el histórico rotativo de la derecha. Naturalmente, aunque quién lo hubiera dicho hace unos días, Luis María Anson seguirá siendo el director de ABC. Parece que una vez más como en el tenorio, ‘los muertos que vos matasteis gozan de buena salud’.

Lo más relevante no es, sin embargo, el maravilloso destino de un veterano y habilidoso periodista, sino las consecuencias del proyecto popular sobre la libertad y pluralismo de la sociedad española.

Antes de extendernos en consideraciones de tan trascendentales consecuencias, es de justicia reconocer en homenaje al director de ABC, con el que discrepamos en casi todo, que no debe haber muchos precedentes de un personaje que dirija a la vez dos grandes medios, cuestión tan difícil como querer a dos mujeres a la vez y no estar loco, como canta un bolero de Antonio Machín.

Habría que remontarse modestamente a Federico Gallo, al célebre locutor y director televisivo de ‘Esta es su vida’ entre otros programas que pasaron a la historia de la Televisión Única, para encontrar un caso semejante aunque de dimensión incomparable. El locutor azul, Gallo, que después sería gobernador y director general de Protección Civil, fue durante los años del franquismo profundo, simultáneamente, director de dos periódicos catalanes, ambos del Movimiento de Falange: SOLIDARIDAD NACIONAL, que salía por las mañanas, y LA PRENSA, que lo hacía por la tarde.

O, menos modestamente podríamos remontarnos a los tiempos en los que el césar Carlos, fue simultáneamente, rey de España y emperador de Alemania.

Pero volvamos a la trascendencia: lo más importante  es la operación de GRAN COPO A LOS MEDIOS que, pivotada sobre este personaje singular, preparan José María Aznar y su intrépido mosquetero Miguel Ángel Rodríguez.

Azcárraga y sus mariachis de TELEVISA entrarán en Madrid vengándose así de la resistencia que los socialistas pusieron a la invasión de TELECINCO y con su apoyo el Partido Popular fraguará el mayor imperio de prensa que vieran los siglos; un poderosísimo monopolio apenas amenazado por Jesús Polanco, a quien Rodríguez llegó a amenazar por lo que se ve no con una baladronada.

No sé qué dirán ahora los que acusaron a González de controlar la prensa, alguno de los cuales, con columna en ABC [Federico Jiménez Losantos], ha escrito todo un libro con una tesis, entonces injusta y que hoy queda en ridículo.

La libertad de prensa en España está a punto de morir gracias a la confabulación de Aznar y Azcárraga, un personaje de las finanzas acostumbrado a mandar en los políticos mexicanos y cuya fama no está basada en los escrúpulos a la hora de hacer negocios; un hombre que al parecer ha contribuido a la financiación del Partido Popular.

La operación si se confirma, representaría además una privatización a la chita callando de TELEVISIÓN ESPAÑOLA, socio fundamental del nuevo grupo multimedia.

En definitiva, se está forjando una asociación, de momento con piadosas intenciones de conquistar los televisores americanos de habla española, pero que en realidad aspira a crear una conjunción entre TELEVISIÓN ESPAÑOLA, la Agencia EFE, ANTENA 3 TV y TELECINCO. A lo que habría que añadir las aportaciones no despreciables del ABC y del Boletín Oficial del Estado, que se encargaría de regular todo lo necesario para el desarrollo de las comunicaciones por cable y por satélite, de la televisión digital y de tantos asombrosos cacharros que no están cambiando el mundo, sin que apenas no demos cuenta. Orwell se ha quedado corto con su Gran Hermano.

Leídas ahora las palabras de José María Aznar en su célebre libro bandera ‘España, la segunda transición’, acerca de los peligros de la concentración del poder mediático en pocas manos – al parecer Aznar no ve más peligro que Polanco – resultan tan risorias como otras promesas electorales del hoy presidente del Gobierno.

José García Abad