17 febrero 2004

La oposición y los periodistas acusan a Trillo de faltar al respecto a la ciudadanía

El ministro de Defensa, Federico Trillo, lanza un euro a la periodista Sonia Martín (Radio Alicante) por preguntarle por las armas de destrucción masiva

Hechos

Es noticia el 17 de febrero de 2004.

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Federico Trillo-Figueroa convirtió ayer un desayuno de trabajo en un circo cuando decidió responder a una pregunta de una redactora de la cadena Ser echándose la mano al bolsillo, sacando una moneda de un euro y tirándosela a la periodista.

«Llevo una semana guardando el mismo euro para quien me preguntara por las armas de destrucción masiva; se lo ha ganado usted», dijo el ministro de Defensa y candidato del PP por Alicante a modo de explicación y con sorna exagerada.

Porque, al parecer, ése fue el error de la periodista: preguntarle al ministro, que mantiene tropas españolas desplegadas en Irak, por las armas de destrucción masiva que sirvieron para justificar la guerra y que hoy nadie encuentra por ningún lado.

Los numerosos periodistas presentes, que se habían reunido con Trillo-Figueroa para que les explicase el programa electoral del PP, asistieron incrédulos a la escena del euro sin saber si formaba parte de la estrategia de los populares o era simplemente un detalle de dudoso gusto del ministro.

Sea como fuere, lo cierto es que Trillo-Figueroa sacó la moneda y la hizo rodar por la mesa en dirección a la redactora de la cadena Ser. El dichoso euro se quedó a medio camino, pero el ministro continuó con la broma y avisó a la periodista: «Luego se la doy». Y, en efecto, al finalizar el surrealista desayuno de trabajo, Federico Trillo se acercó a la redactora y le preguntó: «¿Me va a admitir usted el euro?».

La periodista accedió «para cortar el tema» y dar así por zanjado el bochornoso sainete montado por el ministro de Defensa, según explicó ella misma. El medio para el que trabaja ya ha anunciado que le devolverá la moneda al ministro por correo certificado porque, si Trillo-Figueroa pretendió ayer dejar en ridículo a la periodista, la verdad es que consiguió justo el efecto contrario.