2 diciembre 1989

El nuevo Ayuntamiento de Madrid (PP-CDS) decide la sustitución de Miguel Narros Barrios como Director del Teatro Español por Gustavo Pérez Puig

Hechos

  • El 8 de noviembre de 1989 se hizo pública la rescisión del contrato como Director del Teatro Español de D. Miguel Narros Barrios.
  • El 2 de diciembre de 1989 D. Gustavo Pérez Puig fue nombrado nuevo Director del Teatro Español.

Lecturas

D. Gustavo Pérez Puig será el nuevo Director del Teatro Real.

09 Noviembre 1989

La destitución de Miguel Narros

EL PAÍS (Director: Joaquín Estefanía)

Leer

LA DESTITUCIÓN de Miguel Narros como director del teatro Español por el nuevo Ayuntamiento de Madrid el algo más que una sensible pérdida: es un indicio de que un concepto abusivo del ejercicio político suele primar, por desgracia, sobre la noción de utilidad pública y de cultura. Los mismos grupos que han criticado lo que llamaban el amiguismo -y con un lenguaje muy duro- no parecen decididos a rechazar ahora la tentación y quizá busquen entre sus fieles a algún posible sustituto cuya calidad artística personal no parecía haber dado posibilidades de dirigir el primer teatro del mundo en lengua española. Miguel Narros ha conducido el teatro Español preci~ samente sin ninguna tendenciosidad política, ni en la elección de autores ni en la de colaboradores, ni en complacer a un sector de público más que a otro. Y, lo que es importante, ha realizado sus temporadas con un alto nivel artístico y profesional, de forma que se le pueda recordar como uno de los mejores de los que han pasado por ese teatro. Además, sigue siendo uno de los pocos directores de escena auténticos en España.Ayer, el concejal de cultura del Ayuntamiento madrileflo acusaba a Narros de mala gestión en el uso de los fondos del teatro. Si esa grave acusacion se probara, la solución no sería sólo la destitución del director, sino la exigencia judicial de responsabilidades por malversación en el manejo de caudales públicos. Pero mientras eso no se demuestre ante los tribunales, la destitución de tan prestigioso director teatral seguirá alimentando todas las sospechas. Este caso no es en absoluto una muestra de fortaleza en la decisión, sino, por el contrario, un error y una concesión que las nuevas autoridades se hacen a sus propios apetitos.

10 Noviembre 1989

Un maestro de la escena

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

La rescisión del contrato de Miguel Narros como director del Teatro Español ha sido interpretada en sectores de la oposición municipal madrileña como un gesto sectario y partidista. El concejal de Cultura del Ayuntamiento, Joaquín Álvarez de Toledo, ha salido al paso de estas acusaciones. No entramos en el fondo de la cuestión hasta que las auditorías en marcha proporcionen datos suficientes. Pero más allá de los motivos políticos que hayan impulsado estos hechos o de las razones que asistan a unos y a otros, si algo ha de quedar claro es el indiscutible talento de Miguel Narros, uno de los más importantes nombres de la escena española. Nuestro teatro debe a Narros muchos éxitos desde ‘Proceso a la sombra de un burro’ y ‘Sabor a miel’ hasta la recuperación de la difícil obra de García Lorca ‘Así que pasen cinco años’ y el espléndido montaje de ‘El sueño de una noche de verano’ de Shakespeare. No tiene sentido que el nombre de un artista de la talla de Narro quede en entredicho. Narros seguirá siendo para los amantes de la cultura una de nuestras primeras figuras en el mundo teatral. También lo es – y en justicia hay que subrayarlo así – quien será su sucesor, Gustavo Pérez-Puig, cuyo último gran logro ha sido la dirección la obra de Buero Vallejo ‘Música cercana’.

26 Noviembre 1989

¿Debilidad de Sahagún?

ABC (Director: Luis María Anson)

Leer

Miguel Narros ha sido elogiado desde estas columnas como merece una de las trayectorias profesionales más serias y eficaces en la dirección teatral. Narros fue nombrado director del Español hace cinco años. Su contrato concluye el próximo 31 de diciembre. El nuevo Ayuntamiento ha ofrecido la dirección del Español a otro de los grandes directores españoles actuales, Gustavo Pérez Puig. Todo, pues, normal y razonable. Pero ciertos sectores de izquierda se han lanzado a una campaña frenética, acusando al Ayuntamiento de destituir a Narros por razones políticas. Y si bien, ni se destituye a Narros puesto que expira su contrato, ni hay razones políticas contra el gran director, en medios culturales se afirma que el alcalde está vacilando. La debilidad de Sahagún ante una decisión ya tomada como es nombrar a Pérez Puig se volvería contra el propio alcalde. Los electores han demostrado que rechazan a los débiles, a los ambiguos, al os que se asustan por las viejas campañas de una izquierda radical en abierta derrota en toda Europa. Si Sahagún no quiere sufrir un considerable desgaste en el mundo político y en el mundo cultural, debe salir de su ambigüedad y nombrar director del Teatro Español cuanto antes al profesional que considere más adecuado para el cargo en esta etapa.

08 Diciembre 1989

Prejuicios ante el nuevo teatro municipal

Eduardo Haro Tecglen

Leer

El nombre de Gustavo Pérez Puig fue pronunciado como el más previsible para la dirección del Teatro Español desde el momento en que Agustín Rodríguez Sahagún subió a la alcaldía; las afinidades políticas de este director con Suárez, el CDS o antes UCD, eran conocidas. Las de Narros parecían más inclinadas hacia otro grupo en la oposición municipal: aun teniendo en cuenta que la labor teatral de los dos no parece haber sido nunca ideológica, y en el origen de Pérez Puig estuvo una ruptura como e estreno de Tres sombreros de copa, de Mihura, y la terrible polémica y prohibición de Escuadra hacia la muerte. La molestia que ha producido el cambio de Narros por Puig tiene una parte cultural, cifrada en la diferencia cualitativa enorme entre los dos directores; y otra política, que repudia la intervención de poderes y partidos en estos menesteres, en la que los socialistas tampoco se han abstenido ni se abstienen. La postura elemental es la de aguardar la programación y las realizaciones de Puig para pronunciarse sobre su capacidad. Los prejucios, o juicios previos, ofrecen poca confianza. Pérez Puig ha dedicado muchos años -hasta ahora- como empresario en persecución del teatro comercial, aunque bien subvencionado, formando equipo con su esposa, la directora Mara Recatero. Los resultados no han sido buenos. El retraso en el nombramiento de Pérez Puig se imagina como dudas municipales ante la posibilidad de dar lugar a lo mediocre donde estuvo lo brillante.Las mismas razones políticas y de afinidad parecen haber inclinado los cambios en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, para el que ha sido nombrado Antonio Guirau, que tuvo un papel destacado en el Ayuntamiento anterior al socialista, y reaparece ahora. El nuevo concejal de Cultura, Álvarez de Toledo, va a hacer ahora figurar a los clásicos, y el Centro, a la comedia. No hay más prejuicios frente a Álvarez de Toledo que no sean los inherentes a la destitución de Narros y a los nuevos nombramientos. Se desconoce cómo podrá dirigir esta amplia empresa teatral. Se habla de un incremento en la producción de autores españoles, a la que efectivamente Puig se ha dedicado en los últimos años, y es una buena noticia. A menos que estos autores sean también designados por afinidades políticas, lo cual podría alterar mucho la cuestión artística; y podría ocurrir lo mismo con los actores contratados, y con los directores, si Guirau y Puig ceden la dirección al ffia vez a alguien. Siguen siendo prejuicios, en espera -o temiendo- de la verificación del tiempo por venir. Guirau se dispone a abrir su temporada con la reposición de una obra de Casona, que a estas alturas tiene ya muy poco de coartada.

Otras cosas se van dejando decir en las primeras declaraciones triunfales. Por ejerriplo, la posibilidad de que el Español se convierta en lo más parecido a la Comédie Frangaise. Es imposible. La Comédie tiene una tradición de siglos -formada en la campaña de Rusia de Napoleón- en la que se ha ido formando. Aquí no va a salir.

Son los nuevos nombres los que tendrán que luchar por el prestigio y por mostrar que han sido las circunstancias o la lucha por la vida, lo que hace dudosos sus nombres en un empeño en el que tienen que sostener un alto nivel cultural y un ilustre pasado.