21 septiembre 2018

El nuevo presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, declara la guerra al presidente de La Liga, Javier Tebas, al vetar que lleve un partido de liga a Miami

Hechos

El 21 de septiembre de 2018 la RFEF anunció que no autorizaba el partido entre el Fútbol Club Barcelona y el Girona en Miami (Estados Unidos).

25 Septiembre 2018

La guerra del fútbol 2.0

Ladislao J. Moñino

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El partido de Miami recrudece la batalla entre LaLiga y la Federación, que también pretende reclamar las competencias sobre horarios y el nombre de la competición

Ángel María Villar ya no preside el fútbol español, pero la eterna guerra entre la Federación Española de Fútbol (FEF), desde mayo con Luis Rubiales al frente, y LaLiga, donde permanece Javier Tebas a la cabeza, se ha reavivado con crudeza. Era solo una cuestión de tiempo. El magma de la mala relación entre ambos, enfrentados desde los días del primero como líder del sindicato de futbolistas (AFE), ha entrado en erupción ya sin tapujos. Este fin de semana ambos dirigentes se enzarzaron en las redes sociales a cuenta de los horarios de partidos jugados a altas temperaturas por la mañana y a primera hora de la tarde. La guerra 2.0 Federación-LaLiga está servida.

Solo hacía falta un punto de conflicto competencial de peso para que se encendieran las mechas en uno y otro bando. Y este ha sido el acuerdo de la patronal para tratar de disputar partidos del campeonato liguero en Estados Unidos. No haber consultado a la Federación y a la AFE ha destapado la caja de los truenos. Rubiales ya sintió que la FEF como institución y él mismo fueron ninguneados con el fichaje de Julen Lopetegui por el Real Madrid en vísperas del Mundial de Rusia.

El Girona-Barcelona que LaLiga pretende celebrar en Miami el próximo 26 de enero ha abierto la espita de las hostilidades con la negativa de la Federación y de la AFE, presidida por David Aganzo, hombre de confianza de Rubiales. Sin embargo, este asunto es solo la punta del iceberg de un enfrentamiento que se va a recrudecer en los próximos meses ante los movimientos iniciados desde la Federación en reclamo de competencias que están transferidas a LaLiga en el convenio de coordinación entre ambas entidades, acuerdo que expira en 2019.

Las citadas competencias tienen que ver directamente con el dinero que genera el fútbol profesional a través de los derechos televisivos, en los que el fraccionamiento de horarios actual ha sido clave para el aumento de los ingresos en las últimas temporadas (880 millones en esta y 980 a partir de la próxima), el naming de la competición o el balón con el que se disputa. La institución que preside pretende un mayor raciocinio en los horarios e incluso se plantea el debate de los partidos de los lunes. Los dirigentes federativos son conscientes de que los horarios son la llave maestra con la que jugar esta guerra contra LaLiga. Su gran problema, si no hay acuerdos y recupera las competencias, será encontrar soluciones que no rebajen el gran maná de los clubes.

“LaLiga, por ley, es un gestor de competiciones y así debe seguir siendo. La Federación, por ley, es el titular de las competiciones y de los derechos propios de esta como el nombre, el balón, los horarios… y los cederá a LaLiga mediante convenio si LaLiga se ajusta a las necesidades de los aficionados, a los intereses de los futbolistas y del fútbol aficionado y territorial”, afirmó ayer a Efe Andreu Camps, secretario general de la Federación.

Desde LaLiga se remiten a la Ley del Deporte y al Real Decreto-Ley de 2015 sobre la comercialización de los derechos audiovisuales del fútbol para defender su potestad sobre dichas competencias. En su defecto, la patronal apela al inicio de una batalla legal en los tribunales y apuntan como el gran motivo del rebrote del conflicto a las necesidades económicas que tiene la Federación ante la huida de patrocinadores. También recuerdan que LaLiga aporta unos 60 millones de euros al año a la FEF.

Como en la era Villar, a la defensa de las competencias de una y otra institución añaden nitroglicerina los personalismos, las rencillas y la falta de sintonía personal entre Rubiales y Tebas. “Va a ser un año duro” o “la guerra empezará pronto”, se deslizaba durante las últimas semanas en los mentideros del fútbol español. “Es un error reducir el fútbol español a un enfrentamiento entre nosotros. A mí no me interesa si me llevo bien con Rubiales o no, me interesa llegar a acuerdos entre la Federación y LaLiga. Ya lo hemos hecho con la Supercopa o con los honorarios de los árbitros, y claro que me preocupa la imagen que damos cuando hacemos públicos nuestros enfrentamientos”, asegura Javier Tebas. Pese al ruido mediático del último enfrentamiento, desde la Federación también sostienen que las relaciones personales no tienen que ver con el reclamo de las competencias emprendido. Rubiales, de viaje en Londres, no pudo atender a los requerimientos de este periódico.

La batalla, tanto por el partido en Miami como por la lucha por las competencias, se plantea peliaguda. A un lado Tebas, con el apoyo de la mayoría de los clubes y el Barcelona a la cabeza. Al otro, Rubiales, con la AFE como aliada, el Real Madrid y el aparato federativo, aunque aquí tiene en común con Tebas tener enemigos internos. En el caso de Rubiales, las territoriales no le apoyaron en las elecciones que le enfrentaron a Juan Luis Larrea, de las que salió vencedor.

Rubiales, armado para el conflcito

Exjugador, desarrolló gran parte de su carrera en el Levante, y expresidente del sindicato de futbolistas (AFE), Luis Rubiales accedió a la presidencia de la Federación el pasado 17 de mayo. Pese a sus buenas palabras y las de Tebas, desde ese mismo momento se intuía que tarde o temprano la guerra entre ambas instituciones, con los dos al frente, se recrudecería. Rubiales se ha armado bien para afrontar la batalla legal que se avecina. Andreu Camps, al que nombró secretario general federativo, uno de los expertos en derecho deportivo más reputados del panorama nacional e internacional, fue uno de los miembros del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) que se negó a abrir expediente a Ángel María Villar por los presuntos tratos de favor al Recreativo de Huelva y al Marino de Tenerife a instancias de Miguel Cardenal. En medio del tsunamide la Operación Soule, Camps dimitió del TAD alegando razones personales. Tomás González-Cueto, otro reputado jurista deportivo, asesora externamente a Rubiales y también fue miembro del TAD. Tuvo que abstenerse en el citado caso del Recreativo y el Marino tras desvelar este periódico que Villar había contratado los servicios de un abogado que colaboraba con el despacho en el que González-Cueto trabajaba. Ambos, de alguna manera, son viejos enemigos de Tebas y de Miguel Cardenal, anterior secretario de Estado y próximo al presidente de LaLiga.

Tebas, una pelea que no es nueva

Al igual que Rubiales, Javier Tebas, presidente de LaLiga desde 2013, también esperaba la batalla. En su campaña electoral, el presidente de la FEF ya anticipó que intentaría recuperar las competencias que ahora reclama. Para Tebas, esta pelea no es nueva. Ya la vivió en la etapa de Ángel María Villar a través de uno de los brazos armados de este, Maximino Martínez, presidente de la territorial asturiana, que ya reivindicaba las citadas competencias en reuniones entre Federación y LaLiga. Martínez también es uno de los pretorianos de Rubiales.

A Tebas le ha estallado el contrato de 15 años firmado con la empresa estadounidense Relevent para tratar de llevar partidos de LaLiga a Estados Unidos esta misma temporada sin contar con la FEF y la AFE. El presidente de la patronal alega que lo que ha rubricado es un acuerdo al que los clubes se suman de forma voluntaria y que una vez que ha encontrado dos dispuestos a jugar en Miami, curiosamente el Barça y el Girona, ambos bajo la influencia del empresario Jaume Roures (Mediapro), ha empezado a negociar con las aficiones y la AFE, y que tratará de hacerlo con la FEF. Tebas ha pedido disculpas por su proceder.

Sin embargo, tanto algunas fuentes cercanas a Tebas como de la propia FEF, aseguran que este no se fiaba de Rubiales y Aganzo para haberles consultado el proyecto. Tebas se defenderá, además de en los tribunales, si fuera preciso, con el aval de una gestión que ha reducido la deuda del fútbol español y ha doblado sus ingresos.

 

14 Octubre 2018

Tebas y Rubiales: historia de un odio

Iñako Díaz-Guerra

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Javier Tebas y Luis Rubiales «se odian». La afirmación es fuerte, pero se repite una y otra vez al hablar con personas cercanas a ambos dirigentes. Alguno, más preciso quizás, habla de «desprecio mutuo». Nada sorprendente para cualquiera que haya seguido el intercambio de piropos de las últimas semanas. El presidente de LaLiga ha definido al de la Federación Española de Fútbol (RFEF) como «demagogo» e «incapacitado para su cargo». En sentido contrario han volado «maleducado», «desleal» y «esclavo de la televisión». Los horarios de Liga, el partido en Miami, el despido de Lopetegui o la tortilla de patata con o sin cebolla. Da igual. Cualquier excusa es buena para otro asalto.

¿Por qué? ¿Cuáles son los motivos de esta enemistad que ha convertido al fútbol español en un Sálvame sin cafeína? Sería fácil presentar un duelo ideológico. En una esquina, Rubiales, el futbolista humilde, hijo de un alcalde socialista (Motril), que jugó la mayor parte de su carrera en Segunda y Segunda B, mientras estudiaba Enfermería y Derecho, y llegó a los despachos por la vía sindical, presidiendo de la AFE antes de saltar a la RFEF. En la otra, Tebas, el abogado de éxito que fue miembro de Fuerza Nueva y dijo que «a veces echo de menos un Le Pen a la española», el ejecutivo que entró en el fútbol directamente por el ático, siempre en el bando de los clubes, y dirige la patronal.

Sería fácil, decía, dibujar una guerra de clases, pero también sería mentira. Hay una innegable antipatía personal entre quien movilizaba vestuarios ante los impagos y quien trabajó junto a Piterman, Ruiz Mateos o Lopera y representó a más de 20 clubes en concursos de acreedores, pero sus socios agrietan sus fachadas. Rubiales se presenta como el líder hecho a sí mismo, pero sus padrinos han sido las fuerzas vivas del fútbol español: Ángel María Villar, Real Madrid y Barcelona. Tebas acude con la bandera en los hombros a las manifestaciones por la unidad de España, pero su colaborador más íntimo es un independentista declarado como Jaume Roures. No es ideología. Es poder y dinero. Y dos fechas: 2015 y 2020, el origen y el fin.

El 30 de abril de 2015, el Gobierno aprobó el Real Decreto ley para la venta conjunta de los derechos televisivos de Primera y Segunda. El proyecto, que había sido una obsesión para Tebas, salía adelante con el respaldo de Miguel Cardenal, entonces secretario de Estado para el Deporte, pero tenía dos enemigos poderosos: el Madrid (único club que votó en contra) y la RFEF. Y como ariete de ese bando entró en escena Rubiales, aún al frente de la AFE, pero ya directivo de la Federación y creciendo como delfín de Villar. Con Casillas, Ramos, Iniesta y Xavi a su espalda, Rubiales convocó una huelga indefinida a partir de la penúltima jornada de Liga.

«No recuerdo haber visto nunca tan cabreado a Javier (Tebas). ‘¡Ese loco está dispuesto a que no acabe la Liga!’, gritaba. Él daba por hecho que habría que negociar, pero no que Rubiales iba a entrar como un elefante en una cacharrería. Nunca le ha perdonado aquello», narran fuentes de LaLiga. Lo cierto es que el susto duró poco, pues una semana más tarde la Audiencia Nacional suspendió la huelga y la competición siguió sin problemas, pero la brecha ya estaba abierta y Tebas la hizo pública: «Si yo fuera Rubiales dimitiría. Nos ha llevado al borde del precipicio y le vamos a dar la salida que le corresponde».

Las negociaciones de los meses posteriores para evitar ir a juicio sólo agudizaron la enemistad, pese a que en octubre se alcanzó un acuerdo que reforzó a Rubiales: el 0,5% de los ingresos por derechos televisivos iría a los jugadores. Pero el exfutbolista sintió que Tebas le faltaba al respeto. «Al saludarse, no le daba la mano, se la tiraba blanda, sin mirarle a los ojos siquiera. Y le dejaba claro que no le consideraba un interlocutor a su altura. Fue bastante desagradable», explican testigos de aquellos tensos encuentros.

Quizá por arrogancia de Tebas, quizá por el interés de Rubiales en venderse como un hombre corriente, la imagen del hoy presidente de la RFEF no se corresponde con su formación. «Me da la risa cuando escucho que no está preparado o es un paleto, es puro clasismo porque se ha criado en un pueblo de Andalucía y no en una gran ciudad. Fue un estudiante brillante», asegura Francisco Sánchez, director del CEU de Elche, donde Rubiales cursó Derecho. Y yendo al pueblo, a Motril, Blas López fue su profesor de Literatura en BUP: «Era un gran lector, sacaba sobresalientes, estudiaba en el conservatorio y entrenaba a diario. No entiendo esa imagen de él que se quiere vender ahora».

Sin embargo, esa imagen le vino bien a Rubiales para acercarse a Villar, otro exfutbolista y abogado al que le resultaba útil simplificar su personaje en público. Presidente de la RFEF desde 1988, tras ser reelegido en 2017 arrollando a Jorge Pérez (el candidato de su archienemigo Tebas), su plan era apurar su mandato hasta 2020 y dejar el cargo en manos de un sucesor de su confianza con pasado como jugador. Y Rubiales supo situarse ahí. El camino estaba marcado, pero entonces estalló la Operación Soule.

En julio de 2017, Villar fue detenido por corrupción en la Federación y el presidente de la AFE vio la ocasión de acortar los plazos. Como miembro de la comisión directiva del CSD, votó a favor de suspender a Villar, lo que le distanció de su antiguo mentor. Hay dos lecturas de aquel voto. «Demuestra que Luis pone por delante la justicia del amiguismo», argumentan los suyos. «Fue una traición en toda regla», denuncian desde el entorno de su antiguo mentor. Sea como sea, y tras presentar una moción de censura contra la presidencia a dedo de Juan Luis Larrea, Rubiales provocó (y ganó) las elecciones de la RFEF del 17 de mayo de 2018.

Tebas, por supuesto, no se mantuvo al margen durante este proceso y apoyó a Larrea, pese a que éste era íntimo de Villar y había sido tesorero durante casi tres décadas de la misma RFEF contra la que el presidente de LaLiga clamaba. «Es un mal menor: no me gusta pero no es Rubiales», explicaba a quien le planteaba la contradicción. Tebas indicó a los clubes que apoyaran a Larrea, pero dos hicieron oídos sordos. Y no dos cualquiera: Madrid y Barça se alinearon con Rubiales, que ganó con el respaldo mayoritario de los futbolistas y las federaciones territoriales. Había llegado a la meta y, al fin, tenía fuerza para lanzarse al intercambio de golpes con su némesis. Y aquí estamos…

Al principio, Tebas intentó calmar la situación. Tras reunirse, aseguró que habían avanzado más en unas horas que en años con Villar y apoyó a la RFEF en su conflicto con el Sevilla por llevar la Supercopa a Tánger. No lo hizo por pacifismo, sino porque sus métodos son menos directos. En aquellas negociaciones de 2015, la AFE sentaba tres representantes contra Tebas: Rubiales, Luis Gil y Santiago Nebot. Gil trabaja hoy en LaLiga y Nebot es colaborador habitual de su antiguo enemigo. Pero a Rubiales no le conviene el armisticio. Su línea dura le refuerza entre los mismos que le eligieron y es que, como decíamos al inicio, ambos piensan en 2020, cuando vuelve a haber elecciones de la RFEF, las primeras reales para un Rubiales que ahora sólo está completando el mandato de Villar.

Salir reelegido asentaría a un Rubiales que nada más asumir el cargo se subió el sueldo y cobra 160.000 euros más unas variables que le colocan por encima de los 300.000 anuales. Poco puede reprobarle en este sentido un Tebas que llegó a la LFP bajándose la nómina respecto a su antecesor, José Luis Astiazarán (de 395.000 a 348.000), pues le parecía que era «demasiado», pero cinco años después gana más de 1,5 millones…

«Javier es un gran gestor que ha dado mucho dinero a LaLiga, por eso los clubes le han aprobado ese sueldo. Pero lleva fatal no tener todo el poder», reconocen en su bando. En especial, le molesta que la RFEF mantenga el control de los árbitros y la disciplina, y pretende minar a Rubiales durante estos dos años para colocar con opciones a un candidato amigo en 2020. De ahí su respaldo a Futbolistas ON, un segundo sindicato para dividir el voto de los jugadores, o la incipiente batalla por el fútbol femenino.

Y mientras tanto, los insultos ayudan a ambos a transmitir su mensaje: dos instituciones cuya presencia en los medios ha sido residual ocupan ahora un espacio inusitado (y a estos 8.500 caracteres me remito), popularizando (para bien o para mal) a sus líderes y permiténdoles colar su mensaje entre los exabruptos. Y no van a detenerse: 2020 aún queda lejos. Compren palomitas… o huyan. Rápido.

16 Noviembre 2018

LaLiga promociona el Girona-Barça en Miami a pesar de la prohibición de la FIFA

Ladislao J. Moñino

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El ente presidido por Javier Tebas hace campaña a través del rotativo ‘Miami Herald’ para que el partido se dispute en EE UU el 26 de enero

LaLiga y la empresa estadounidense Relevent continúan con su empeño para que el Girona-Barcelona se dispute el próximo 26 de enero en Miami. Si el pasado 1 de noviembre ambas corporaciones pusieron en marcha la recogida de firmas a través de una página web dirigida a los aficionados al fútbol estadounidense, la segunda apuesta ha sido impulsar la campaña ocupando la portada y páginas interiores del Miami Herald, uno de los diarios más influyentes de Florida, en su versión de papel, y espacios de gran visibilidad en su versión digital. Bajo el lema de bring us the game (traednos el partido) tanto LaLiga como Relevent tratan de contestar a las instituciones discordantes como la FIFA, la Federación Española de Fútbol, el Real Madrid o el sindicato de futbolistas españoles (AFE), que se oponen a la disputa del encuentro en tierras estadounidenses alegando que se vulnera la competición al romperse el principio de partido fuera-partido en casa que rige en los campeonatos de liga. En el caso de la AFE, se apela también al quebrantamiento del convenio colectivo.

En dos semanas, la recogida de firmas a favor de que Miami albergue el encuentro va ya por 30.000, la mitad del aforo del estadio en el que se disputaría, el Hard Rock Stadium. Los organizadores del encuentro dan la citada cifra de rúbricas como muy buena y también como una muestra de que el partido interesa al aficionado y de que existe un apetecible mercado por explotar para la pretendida expansión de LaLiga. Tanto el Barcelona y el Girona han dado el sí para disputar el encuentro en tierras estadounidenses, pero según fuentes del club blaugrana solo acudiría si hay consenso con todas las partes implicadas, algo que parece imposible porque la Federación Española de Fútbol no está por la labor, al menos para esta temporada.

El presidente de la FEF, Luis Rubiales, ha manifestado por activa y por pasiva que no se autorizará el partido para este curso, aunque aún no lo ha hecho de manera formal, requisito para lo que tiene de plazo hasta el 4 de enero. El Consejo de la FIFA, por su parte, hizo pública su opinión negativa el pasado octubre, pero es la federación a la que corresponde fundamentar por escrito su postura. Mientras esperan la negativa formal, tanto LaLiga como Relevent siguen operando como si el encuentro se fuera a jugar en Miami el próximo 26 de enero. En el momento que la federación mueva ficha, LaLiga acudirá al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y solicitará medidas cautelares en los tribunales ordinarios. “Que se juegue el partido es nuestro objetivo. Sea ahora, el 26 de enero o el año que viene, se jugarán partidos de LaLiga en los Estados Unidos con plena seguridad», dijo el presidente de la patronal, Javier Tebas, este lunes”: “Creo que tenemos derecho, tenemos razón para ir y, por lo tanto, cuando tú tienes derecho, vas hasta el final”, advirtió Tebas.

El Barcelona asegura que la campaña publicitaria es ajena al club azulgrana, y que, a pesar de que ha mostrado su interés en jugar el partido en Miami por motivos de mercado, solo aceptaría la celebración del encuentro si hay consenso entre todas las partes. Consultado al respecto, el Girona no quiso pronunciarse en ningún sentido.