19 junio 1994

Se publica tan sólo unas semanas después de que 'Directamente Encarna' desvelara el caso 'Fondos Reservados' de Rafael Vera (PSOE)

EL PAÍS publica una tribuna de burla contra Encarna Sánchez (COPE) firmada por Manuel Rivas: «Ella es la mejor propagandista de sí misma»

Hechos

Publicado el 19 de junio de 1994.

Lecturas

La revolución encarnada – 19 de junio de 1994.

¿Amarillismo? ¿Populismo? ¡No! El periodismo de Encarna Sánchez es el periodismo encarnado. Con desigual éxito, los cómicos se han esforzado en caricaturizarla, pero ella, la verdadera Encarna, siempre lo supera.

Ráfaga musical (Atención, ahí viene). ¡Pisando firmeeee! ¡Hablando claroooo! Directamente Encaaanaa! Dese el principio al final, esta mujer es la pura interjección. ¡Felicidades, España! ¡Qué vergüenza! ¡Muy bien! ¡Basta ya, locos! ¡Dios mío! ¡Ozú! Son tres horas de Encarna por la tarde, en la COPE, pero sería lo mismo si bombease desde una plataforma petrolífera en el mar del Norte.

El estilo Encarna es Encarna. El género Encarna es Encarna. Nadie como ella ha resuelto el problema de la identidad: Encarna es Encarna es Encarna. Y sería poco decir que Encarna es una comunicación, la ráfaga, el editorial, la investigación, los cinco qués, la pirámide informativa, los anuncios y el pueblo radioyente! Encarna no habla por la radio. ¡Está dentro del receptor! ¡Puedo verla! Hace palanca con el signo ortográfico como si fuera una pata de cabra y va a hacer saltar de un momento a otro la rejilla del altavoz. ¡Directamente Encarna!

La primera cualidad del periodismo encarnado es que todo lo que se dice es igualmente importante, sea para denunciar a la pillería política o para combatir la celulitis. Encarna pone la misma pasión en desenmascarar al caradura de Roldán que en proclamar a los cuatro vientos las excelencias de un remedio contra la alopecia.

La segunda cualidad del periodismo encarnado es que es siempre revolucionario. Encarna hace la revolución de derechas con argumentos de izquierda o viceversa, pero cuando alcanza el éxtasis revolucionario es en los territorios de la publicidad. ¡Todo es revolucionario! Encandenados como van los mensajes, uno acaba convencido de que un protector solar previene la corrupción y que una crema contra el envejecimiento propiciará la regeneración de España.

Si Encarna dice que hay que limpiar España sientes un impulso irrefrenable de coger la fregona y echarte a la calle, no sin antes pasar por la farmacia y agenciarte una perla de linaza y un tinte inteligente.

Lunes

¡Felicidades, España! ¡Enhorabuena España! Cada uno se imagina su público. Hay entrañables locutores que hablan como náufragos, lanzado mensajes en a noche en una botella de destino incierto. Encarna habla para España. Lo hace con tal convicción que el oyente tiene la impresión de formar parte de una inmensa oreja que se extiende desde Moscas del Páramo a Canarias. Hoy es el día después. Como saben, ha habido elecciones europeas y andaluzas, y, por lo visto, nos hemos comportado con buen sentido. Encarna dice con rotundidad que somos un país serio. «No será el más culto, pero es el más listo del mundo». Hay, sí, unos cuantos mangantes, pero lo tienen curdo con Encarna. Los del pueblo estamos contentos. España le corresponde. Tiene estos días una dolencia en los ojos y le llueven muestras de cariño. Una paisana gallega le ha enviado patatas de su huerto. Encarna no cae en el error de esperar a que otros la etiqueten. Ella es la mejor propagandista de sí misma.

Martes

Encarna nos cuenta la historia de un anciano de Albacete que ha repartido su fortuna de mil millones entre sirvientes, jubilados y aparceros. Cuando todo haya sido arrasado por la mano del hombre, dice Encarna, ante la mirada limpia de un niño o un viejo reaparecerá una llama: la del amor. Después de la parábola, el oyente nota que se tensan los músculos del aire. Encarna suelta un gancho directamente el mentón de la ‘pandilla de parásitos’. Lo que uno ya no entiende a estas alturas es cómo no se han entregado todos con los brazos en alto y los bolsillos hacia afuera, antes de que Encarna está conmovida, pero Jaime Peñafiel, contertulio diario, no se inmuta. «Felipe tiene que estar hecho polvo», dice Encarna con ternura. «¡Y avergonzado!», remacha Peñafiel, duro como el pedernal. ¡Ah, estos hombres! Entrevista a Ana Botella: «¿Te ves como mujer del presidente?», «Me veo como mujer de mi marido». ¡Bien, muy bien!

Miércoles

Encarna pone en su sitio a Alfonso Guerra y Rodríguez Ibarra, a los que da un sentido pésame. El oyente, ya totalmente entregado, interpreta que después de este rapapolvo de Encarna el guerrismo difícilmente volverá a levantar la cabeza. Hay un consejo revolucionario para tratar los problemas intestinales y el estreñimiento. Y otro de depilación que hará desaparecer para siempre el bello. ¡Fíjate si es revolución!, exclama Encarna.

Jueves

¡Feliz tarde España! ¡A ver esa sonrisa ! Debe haber una descoordinación de guión, porque la historia que viene luego es tremenda. Encarna entrevista a la madre de una joven acuchada en Pozuelo. Resulta que al criminal, por eximente psiquiátrica, le condenaron a seis meses de cárcel y ahora anda suelto por el mismo barrio donde vive la joven. Al oyente se le ponen los pelos dep unta. Después de esto, hoy no sonríe ni Drácula. Hablando de sonrisa, Ana Diosdado expresa en su comentario ‘el deseo tan ingenuo, de sacar el país a flote. No se ría. Sería una risa muy triste». Encarna revela una visita de Rafael Vera a su emisora y denuncia presiones para amordazarla.

Viernes

El número fuerte del viernes es el de la mesa camilla, con Marujita Díaz, Paquita Rico y otras intelectuales orgánicas de la España inmortal. El mundo da vueltas, el país va y viene, se hunde y se levanta, pero ellas permanecen abanicándose alrededor del coso. En medio de tanta desorientación, con el fin del milenio gravitando como sombra amenazante, reconforta volver a las voces de siempre, ora castalueñas, ora lagartas, de una España ejemplar. ¡La mesa camilla! ¡El ruedo ibérico!.

Manuel Rivas.