13 julio 1986

La formación dirigida por Rafael de la Rubia ha sido señalada por la prensa como un brazo de la secta 'la comunidad'

El Partido Humanista es expulsado de Izquierda Unida tras ser acusada de ‘restar votos’ a la formación

Hechos

El 13.07.1986 La prensa hizo público que ‘El Partido Humanista’ abandonaba Izquierda Unida «a petición de sus socios de coalición».

Lecturas

La presencia del Partido Carlista y el Partido Humanista en la coalición Izquierda Unida fue usada constantemente por sus enemigos para atacar a toda la coalición pretendiendo presentarla como una formación rocambolesca. En el caso del Partido Humanista su mala imagen se debía a que las sospechas de que en realidad esa formación política era un tentáculo de la secta ‘La Comunidad’ (de Silo), a pesar de los esfuerzos de su secretario general D. Rafael de la Rubia.

Humanista_Secta El 18.06.1986 el diario EL PAÍS publicaba un amplio reportaje sobre las vinculaciones del Partido Humanista a la secta La Comunidad.

El 14.07.1986 se hacía público que el PCE, el PASOC, PCPE y FP invitaban oficialmente al Partido Humanista a abandonar Izquierda Unida por restarles votos. Los principales representantes políticos de la coalición electoral  Izquierda Unida reconocen que la presencia del Partido Humanista en IU no sólo no ha contribuido a sumar votos sino que los ha restado.Ya el pasado día 7, en su informe ante el comité central del PCE, su secretario general, Gerardo Iglesias había reconocido explícitamente que junto a las disputas surgidas en la elaboración de las listas electorales, «el flanco Partido Humanista-carlistas ha venido a deteriorar que IU apareciera como un movimiento político de sólidas raíces sociales y culturales, favoreciendo la imagen de componenda circunstancial».

El 18.07.1986 el Partido Humanista lanzó un ataque frontal contra el PCE al formular públicamente la interpretación de que «Izquierda Unida quedó excesivamente identificada con el voto comunista» en las recientes elecciones y de que la anunciada marginación del propio PH confirmaría, de producirse, que la coalición electoral es tan sólo un instrumento concebido por el PCE para «lavarse la cara».

 

18 Junio 1986

El Partido Humanista, una piel para la secta La Comunidad

Juan G. Ibáñez

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La conversión de La Comunidad en Partido Humanista, realizada en España en 1984, no deja lugar a dudas, por cuanto es sugerida en diversos documentos internos, incluso con sentencias tan coloristas como «todos los huevos, en la misma canasta», así como por las coincidentes versiones de miembros de la secta que se transformaron en militantes políticos. Al pergeñar la organización partidista, sus diseñadores afirmaron expresamente que debía tener la especificidad propia de los grupos políticos clásicos, pero ya, precisaron: .además, queremos seguir creciendo estructuralmente (en presumible alusión a La Comunidad). Es decir, crecer estructuralmente», insistían, «y simultáneamente formar la piel que nos cubra: el Partido Humanista».Rafael de la Rubia, presidente de La Comunidad desde su fundación, en 1980, hasta 1984, en que asumió la secretaría general de Partido Humanista, ha admitido a este periódico que «mucha gente de La Comunidad se pasó al partido», pero niega que la asociación cultural se haya «reconvertido directamente en organización política». Tras señalar que ya no pertenece a La Comunidad y que ésta mantiene «una existencia aparte», relacionó la aparición del Partido Humanista en España con «la ineficacia real del pacifismo y la necesidad de que las tesis pacifistas estuviesen representadas dentro de los mecanismos institucionales de poder».

Uno de los jóvenes que abandonó el Partido Humanista en enero de 1985, tras haber ingresado en La Comunidad en diciembre de 1983, recuerda que a menudo, antes de salir a la calle para intentar captar adeptos o participar en alguna de las campañas del partido, practicaban en la sede una «experiencia guiada» -ejercicio de autocontrol mental habitual en La Comunidad- para 1lenarte de energía y así trabajar con más entusiasmo», dice. Reunidos en una habitación a oscuras, en silencio y con los párpados cerrados, los asistentes escuchaban a un guía la lectura, repleta de enfatizaciones y pausas, de un texto alegórico, a cuyo término cada oyente hacía una interpretación en voz alta.

Ritos litúrgicos

Este tipo de actividades concluía habitualmente, al igual que otras reuniones, con una recomendación, en la que cada participante asumía personalmente el compromiso de atraer al partido -como antes a La Comunidad- a un. determinado número de personas. La incorporación de nuevos afiliados, al igual que en La Comunidad, constituía una plataforma para ascender en el partido; pero si en el plazo previsto no era alcanzado el objetivo, quien lo había asumido se sentía en el compromiso de compensarlo pagando las cuotas que ellos habrían aportado.

Según varios antiguos humanistas, quien dirige este tipo de reuniones genera un ambiente de presión psicológica, porque «si no te comprometes tanto como él quiere, te dicen que ‘así no vas a durar aquí mucho’, que no tienes sentido del servicio o que ‘no te mojas'» «Y eso», agrega M. L. M., de 20 años, «no deja de ser una forma de violencia, cuando ellos dicen que su metodología es la no-violencia».

En otras circunstancias, como las de abandono del grupo y rebelión frente a sus prácticas por parte de alguno de sus miembros, la sutil presión ha llegado a transformarse en amenazas verbales más inquietantes, según otro antiguo integrante de la organización.

J. L. N. R., de 24 años, asegura ,que «dentro del Partido Humanista han continuado las experiencias guiadas», la jerarquía de miembros . ropia de La Comunidad – primer magisterio, magisterio, aceptado, orden, escuela, activo y adherente, de mayor a menor- e incluso la celebración de alguna ceremonia de matrimonio y bautizo, realizados -entre cirios y vestimentas de gala- según un preceptivo Libro de ceremonial. En el ritual del bauilizo, todos los asistentes se comprometen a hacerse cargo del recién nacido en caso de que a sus padres les sucediese algo.

Estos actos siguen una auténtica liturgia, al igual que el de ordenación de los miembros denominados escuela, según la versión de dos testigos presenciales. A la ceremonia de ingreso en la categoría de orden sólo pueden asistir quienes pertenecen a ella o a otras superiores, y en el curso de la misma, el aspirante se acuesta en el suelo, en posición semejante a la de los seminaristas que son ordenados sacerdotes. Al final, los aspirantes -casi siempre dos, en una pretensión de hermanación- reciben el Libro de ceremonial, el caduceo -una barra de bronce que simboliza el equilibrio que emana de su dueño- y un paño rectangular de color naranja, con el que se pretende representar el entorno mundano.

Restricción de vida privada

Varios ex miembros del Partido Humanista y de La Comunidad han comentado a EL PAÍS su experiencia de que el funcionamiento y las actividades de ambos grupos generaban en ellos una progresiva restricción de su vida privada y una creciente dependencia de la organización. Un estudiante de 23 años, R. F. M., recuerda: «jugaba todas las semanas al fútbol y me decían que era mejor que hiciera experiencias guiadas, que así también podía bajar kilos». Otros antiguos integrantes de las dos asociaciones han coincidido en señalar que su trabajo humanista les mantenía alejados de sus casas a altas horas de la noche, incluso hasta bien entrada la madrugada. Ello revertía en frecuentes discusiones con sus padres y, más de una vez, en el abandono del domiciflo familiar para iniciar una convivencia con otras personas del grupo.

Estos enfrentamientos en el seno de las familias han hecho que varios padres hayan acudido a la asociación Pro Juventud -integrada por parientes de jóvenes víctimas de sectas- para denunciar el control mental de que son objeto sus hijos, si bien, al ser advertidos de la necesidad de llevar a cabo un esforzado proceso de reinserción familiar, han declinado por lo general su solicitud de ayuda.

Pacifismo, cooperativismo y espiritualidad

El ideario político del Partido Humanista incluye desde reivindicaciones pacifistas -con peticiones de desmantelamiento de las bases militares norteamericas en España y de los bloques militares, en general- hasta «el sostenimiento del régimen democrático y el respeto de los derechos humanos», pasando por «la trasformación de la sociedad mediante una metodología de la no-violencia». Los estatutos que presentó en el Ministerio del Interior en abril de 1985 señalan como el primero de sus fines «organizar las relaciones sociales desde y para el ser huniano».

En diversas declaraciones públicas, dirigentes del partido han presentado como una reivindicación diferenciadora el logro de un «sistenia cooperativista, a la altura del capitalismo y del socialismo».

En un informe recientemente distribuido a los medios de comunicación, el Partido Humanista afirma haber conseguido 45.000 afiliados entre los meses de marzo y octubre de 1984. Es un extraño éxito de captación, sobre todo cuando advierten que la edad media de los ingresados se sitúa en los 22 años, salvo que se relacione con la existencia de La Comunidad. En una reciente conferencia de prensa, Luis González anunció que los miembros del Partido Humanista en Euskadi votarán en las próximas elecciones a Herri Batasuna, en virtud de la siguiente explicación: «Nuestra estrategia es la no-violencia. Algo que es diricil. Pero considerando que la salida a la situación en Euskadi pasa por la no-violencia vamos a votar a Herri Batasuna».

El Partido Humanista ha realizado, en ocasiones, dos «colectas» al año entre sus miembros, cuyo importe varía según la fecha que se use de referencia, pero que puede alcanzar, las 10.000 pesetas semestrales.

En 1984, fuentes de la dirección del partido cifraban entre 40 y 60 los locales de que disponía en Madrid y en 3.000 o 4.000 los pequeños comerciantes e industriales que, sólo en la capital de España, colaboraban con aportaciones económicas, a través de la inserción de publicidad en las decenas de hojas de barrio y boletines que editaban en toda España, desde El Solitario de Toledo a Tothom, en el barrio barcelonés de Sants, pasando por La Hoja de Alcalá de Henares. El secretario general del partido, Rafael de la Rubia, afirma que «la mayoría de los afiliados no pagan cuotas» y que «cada consejo de base se autofinancia con actividades de barrio y la venta de El Humanista».

En relación con la presencia del Partido Humanista en Izquierda Unida, el gabinete de comunicación de la coalición ha manifestado que Izquierda Unida se constituyó con la voluntad de no excluir a ningún grupo. El Partido Humanista tuvo una actividad destacada en la campaña del referéndum, aceptó el programa electoral de Izquierda Unida, participó en el acuerdo sobre las candidaturas y, por tanto, no tenía sentido excluir a un grupo que había aceptado todo eso».

En las listas de la coalición se encuentran 25 humanistas -entre ellos su secretario general, Rafael de la Rubia, 36 años, que ocupa el octavo puesto por Madrid-, ninguno de los cuales tiene posibilidades de ser elegido.

‘Silo’, entre Argentina y Chile

Una luminosa mañana de mayo de 1969, un muchacho argentino, alto y místico, congregó a un nutrido grupo de amigos en las faldas del Aconcagua, una de las montañas más altas del mundo en la cordillera de Los Andes, y les comunicó que había nacido un nuevo movimiento redentor, el Poder Joven. Mario Rodríguez Cobo, apodado Silo por su aspecto alto y delgado, se convirtió pronto en el líder intelectual de la secta nacida entre Mendoza y Santiago de Chile. Su grupo de seguidores comenzó a extenderse especialmente entre los jóvenes. Uno de los principios de la organización era que la vida últil del ser humano acaba a los 25 años, por lo que sus militantes no podían tener más de esa edad. Aunque no tenían una posición política definida, sus miembros (principalmente universitarios o hijos de la clase alta) se unían con la izquierda en el rechazo a los cimientos de la sociedad establecida.Durante el Gobierno de la Unidad Popular en Chile, algunos de sus miembros tenían vinculaciones con la extrema izquierda, mientras otros llegaron a apoyar a grupos ultraderechistas. Al sobrevenir el golpe de Estado, el régimen militar persigió también a muchos dirigentes de Silo, acusándoles de corromper a los jóvenes con sexo y drogas, alterar el orden social con su rupturismo y destruir familias.

Muchos líderes fueron encarcelados y otros debieron huir. Sobrevino una fase de reflexión. El grupo dejó de llamarse Silo o Poder Joven y pasó a denominarse Movimiento de la Religión Interior, aunque mantuvo su símbolo, un triángulo encerrado en una circunferencia. Más tarde, ya extendido en muchos países latinoamericanos y europeos, cambió otra vez de nombre para denominarse La Comunidad. De las reuniones y acciones de La Comunidad surgió, a mediados de 1984, el Partido Humanista, con un signo pacifista, ecologista y antimilitarista.

En la actualidad, el Partido Humanista tiene actividad en 40 países, incluyendo una decena de Europa y dos del campo socialista: Polonia y Rumanía. Sus dirigentes pretenden este año crear una Internacional.

21 Junio 1986

El Partido Humanista

Rafael de la Rubia

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En relación con el artículo sobre el Partido Humanista, publicado el pasado día 18 en ese periódico, y acogiéndome al derecho a réplica, quiero manifestarle lo siguiente:Resulta por lo menos; lamentable que EL PAÍS haya perdido su independencia política para sumarse a la campaña de intoxicación y manipulación de imagen contra Izquierda Unida y el Partido Humanista que desde el comienzo de las elecciones está desarrollando el Gobierno, y que ha encontrado inestimable eco en el añoso y tradicional político Santiago Carrillo.

Con este apoyo a campañas de clara procedencia gubernamental, EL PAÍS se sitúa a la altura de la peor prensa amarilla que se publica en España. Nos preguntamos qué tendrán que ver detrás de todo esto los tácitos acuerdos para el reparto de la televisión privada.

No deja de ser curioso que a lo largo de dos años de existencia el PH haya remitido a EL PAÍS repetida y abundante información sobre sus actividades (informes, comunicados de prensa, etcétera) y que sean varias las entrevistas que periodistas de su diario me han realizado sin que hasta el momento se publicara nada, para salir a tres días del cierre de campaña electoral con una página entera realizada desde una óptica tendenciosa y degradante. Parece que el objetivo está claro: desprestigiar a Izquierda Unida y crear confusión. Ante la posibilidad de pérdida de mayoría absoluta, el Gobierno recurre a estas artimañas. No es el PH el que inquieta a Izquierda Unida, sino Izquierda Unida quien preocupa al Gobierno.

Según se desprende de filtraciones de diversos medios Informativos y declaraciones del propio redactor del artículo, Juan G. Ibáñez, llegó a distintos periódicos, entre ellos EL PAÍS, información deformada sobre el PH, utilizando la vía del Ministerio del Interior, y en forma de unos supuestos dosieres. Resulta inconcebible que en un Estado de derecho se puedan utilizar las instituciones con el interés partidario de deformar e intoxicar a otras opciones electorales ante la opinión pública, en el mejor estilo de la dictadura franquista.

Si el Ministerio del Interior tuviera constancia de irregularidades sobre las actividades del PH, ya cuenta con medios suficientes para actuar. No haberlos utilizado indica y refuerza que el interés no es otro que el puramente electoral.

En el contenido del artículo se vierten afirmaciones que son más propias de la ciencia-ficción que del rigor y la altura periodística que se debiera exigir a un medio de difusión como su periódico; es, por tanto, y en su conjunto, totalmente inexacto y zafio.

En el artículo se mezcla al Partido Humanista con la asociación La Comunidad, lo cual no es exacto, ya que, si bien en sus comienzos tuvieron alguna relación, en la actualidad son organizaciones distintas con actividades, participantes y fines distintos. Esa mezcla, en el supuesto de que lo que ahí se menciona fuera verdad, sólo puede responder a la mala fe.

Me sorprende, además, que a las secciones de su periódico se haya sumado otra nueva, la del periodismo policiaco. Las supuestas declaraciones de dudosos ex militantes corroboran este hecho. Todo el mundo sabe que en organizaciones que, como el PH, cuentan con numerosa cantidad de afiliados, existen situaciones de inconformismo. ¿Cuántas quejas y cuántos libros se podrían escribir si se pudieran recoger libremente las declaraciones de afiliados y militantes del partido del Gobierno?

Por otro lado, esto indica que la gente que abandona el partido puede libremente manifestarse y expresar su disconformidad.

El artículo que su diario publica atenta claramente contra el ejercicio del pluralismo político en verdadera libertad y el artículo 20 de la Constitución, que reconoce el derecho a recibir información veraz. Creemos que, si bien el Partido Humanista es una opción ahora. minoritaria, merece ser tratado de forma distinta a como se ha hecho en este caso. Al contrario, el surgimiento de un partido nuevo, que canaliza y da participación plena a la juventud y que no sirve a ningún tipo de interés de grupos económicos o de presión, dentro del cada vez más viciado y contaminado espectro político español, debería ser por lo menos. alentado y estimulado.

Esta campaña corrobora que vamos avanzando progresivamente por buen camino hacia un Estado menos de derecho y cada vez más manipulado y parapolicial.

Las actividades del PH durante estos dos años han dejado muy, claro qué es lo que el partido hace, siempre en coherencia con lo que su ideario dice. Esto, que parece tan simple, no todos, y en especial el partido del Gobierno, pueden hacerlo. El compromiso del PH con los otros integrantes de Izquierda Unida no es en base a personalismos o dudosos intereses, ni responde a presiones de los poderes fácticos o presiones extrafronteras, como es el caso del nuevo programa del PSOE.

Ese compromiso está articulado en base a un ampliamente debatido, y por todos aprobado, programa electoral en el que el PH ha participado por lo menos igual que todos los demás.

No todos los otros partidos pueden decir lo mismo, e incluso algunos renuncian a compromisos electorales, lo que nos hace preguntarnos en qué se basan para pedir la confianza popular y el voto de los ciudadanos.

¿Se está pidiendo una aclamación plebiscitaria por parte del pueblo al omnipotente y cada vez más celestial Felipe González? Ese cielo al que cada vez autoasciende más rápidamente el señor presidente, ese cielo en el que cada vez se dibujan con mayor nitidez sobre su fondo azul unas rayas y estrellas blancas, ese cielo comienza a parecerse demasiado a los años de paz del pasado.