El periódico LA VANGUARDIA de Barcelona cumple 100 años de historia

EL DIARIO La Vanguardia es una de las instituciones de este país; no sólo de Cataluña. Acaba de cumplir su centenario de existencia ininterrumpida desde la restauración canovista a la reinstauración borbónica de la Monarquía constitucional de 1978. Todos los avatares de los últimos cien años no impidieron que La Vanguardia fuera siempre un buen espejo en el que pudiera reflejarse la sociedad catalana, con todos los cambios de rumbo obligados en quien busca afianzar su propia identidad.Excepción hecha de la situación traumática creada por la guerra civil -La Vanguardia fue incautada por la Generalidad-, este periódico ahora centenario, que se fundó para defender las tesis liberales de Sagasta frente al conservadurismo de Cánovas del Castillo, nunca perdió su talante de órgano de información abierto a las libertades y de engarce con el mejor periodismo europeo.

Durante la guerra civil tuvo como directora a María Luz Morales (la primera mujer que dirigió un periódico en España), persona ejemplar como política, periodista e intelectual, que no descabalgó La Vanguardia de sus habituales niveles de dignidad y ética.

Durante los años del franquismo, La Vanguardia sufrió otra suerte de incautación moral que fue vencida lentamente gracias a la fuerza de identificación de sus lectores con el gran diario catalán, obligado tontamente a apostillarse como La Vanguardia «Española», y orientado infructuosamente en los años cuarenta hacia la debelación del catalanismo. La Vanguardia supo superar estos obstáculos y, en los últimos años del régimen franquista, fue uno de los escasos diarios españoles que dio una batalla importante y siempre peligrosa por elevar los techos informativos de toda la sociedad española.

Sin olvidar el homenaje que se merece una familia como la de los Godó -dinastía de editores que entendieron el valor de los periódicos como de interés social superior-, la Prensa escrita española está de enhorabuena con este centenario de La Vanguardia que nos redime un poco de la crisis generalizada de los diarios impresos.

La Vanguardia, como en 1888, puede hoy volver a escribir que «Uno de los signos más seguros de la cultura y de la vida de un pueblo se ofrece en su Prensa periódica. Un periódico es la bocina de todos los ecos armónicos, es la repetición de todos los intereses legítimos; en él ha de encontrar cada clase su nota, cada lector su frase, y en este concepto y por este medio el periódico vendrá a ser el retrato exacto de la sociedad en cuyo seno y para quien se hace …»