13 agosto 1996

Es hijo de Santi Arriazu, otro veterano periodista del corazón

El periodista español Carlos Hugo Arriazu, detenido por intentar espiar a Gigi Howard, presunta novia del príncipe Felipe, para obtener material para revistas de cotilleos

Hechos

El 13 de agosto de 1996 D. Carlos Hugo Arriazu fue declarado culpable del delito de espionaje.

Lecturas

El 13 de aosto de 1996 se hizo público que D. Carlos Hugo Arriazu era declarado culpable de ‘pinchar’ el teléfono de la Sra. Giselle ‘Gigi’ Howard, la joven estadounidense conocida del Príncipe de Asturias. Arriazu quedó en libertad tras abonar una fianza de 10.000 dólares, algo más de 1.250.000 pesetas, que se suman a los más de 3.125.000 pesetas depositadas a raíz de su detención.

En el mismo proceso también ha sido condenado el detective privado cubano D. Carlos Fernández.

Fueron detenidos el 19 de junio de 1995 cuando fueron pillados infraganti grabando conversaciones de Gigi Howard. con ayuda del confidente policial Sr. Thomas Busciglio.

23 Octubre 1996

Las paredes oyen

Jaime Campmany

Leer

El periodista español Carlos Hugo Arriazu, hijo del periodista español Santi Arriazu, se encuentra cautivo en una cárcel de alta seguridad de los Estados Unidos de América, mezclad con asesinos, atracadores, violadores y camellos de droga, y algunos de sus compañeros de aquí – no muchos – estamos con las manos en la cabeza.

El delito de Arriazu, junior, consiste en haber escuchado una conversación entre el príncipe Felipe y una bella muchacha llamada Gigi Howard mediante el procedimiento del pinchazo del teléfono. Para realizar el pinchazo, Arriazu contó con la colaboración de dos policías americanos que le denunciaron después de escuchar la conversación. En muy pocas semanas el periodista fue juzgado y condenado y ahora se encuentra cumpliendo condena.

Es probable que en Estados Unidos ese hecho no llame demasiado la atención. En un país donde un presidente tuvo que dejar el cargo por sus responsabilidades en un caso de escuchas y espionaje del partido político adversario, no suena demasiado extraño que un periodista vaya a la cárcel por pinchar un teléfono y poner el oído  a una conversación privada. Quizá sea posible encontrar una cierta proporión entre el castigo que provocó el ‘Watergate’ y la condena de Carlos Arriazu. La dimisión de Nixon es una advertencia definitiva.