23 noviembre 1993

El columnista firma desde hace años con el seudónimo 'Aurora Pavón'

El periodista Pablo Sebastián (EL MUNDO) demanda a José Luis Corcuera por comentar que ‘perdía aceite’ en una rueda de prensa

Hechos

El 23.11.1993 D. José Luis Corcuera insinuó – en la rueda de prensa en la que anunció su dimisión como ministro – que el periodista D. Pablo Sebastián ‘perdía aceite’.

Lecturas

D. Pablo Sebastián habla con J. F. Lamata sobre la firma ‘Aurora Pavón’:

PabloSebastian_Aurora Pavon_mp3

Muchos de los periodistas “apisonados” habían buscado hueco en columnas de los periódicos “enemigos” del Imperio. Así por ejemplo el Sr. Martín Ferrand había pasado a escribir en el DIARIO16 de don José Luis Gutiérrez (tras la llegada del Sr. Laca a la presidencia del Grupo16 los medios se habían vuelto muy críticos contra el Gobierno) y el Sr. Jiménez Losantos ya contaba desde hacía años con su columna diaria “Comentarios Liberales” en ABC. Pero probablemente la columna que más exasperaba al Imperio era la de “Aurora Pavón” la crónica satírica que bajo seudónimo hizo don Pablo Sebastián primero en ABC y luego en EL MUNDO.

Aurora Pavón había nacido en EL INDEPENDIENTE y era el seudónimo de cuatro periodistas: don Cesar Alonso de los Ríos, don Fernando Delgado, don Raúl del Pozo y el propio don Pablo Sebastián. Pero aquel equipo quedó menguado cuando el ex comunista don Sr. Alonso de los Ríos y el socialista don Fernando Delgado abandonaron argumentando que Aurora Pavón era demasiado crítica con el Gobierno del PSOE, también abandonó don Raúl del Pozo por cansancio, quedándose sólo don Pablo Sebastián. Las columnas de Aurora Pavón llegaron a molestar tanto al Imperio que los propios don Jesús Polanco y don Juan Luis Cebrián presentaron sendas demandas contra el Sr. Sebastián por un artículo en el que decía lo siguiente:

Tras un largo periplo judicial, las demandas fueron rechazadas “Demandas hemos tenido siempre todos, eso son gajes del oficio”  comenta el Sr. Sebastián en relación al caso. Otra muestra de la influencia que había alcanzado

la columna de Aurora Pavón son las referencias que a él hacían miembros del Gobierno como el ministro don José Luis Corcuera, que llegó a comentar que “Yo soy menos fino que don Pablo Sebastián, que firma como Aurora Pavón, hasta ahí no he llegado, porque con la pérdida de aceite no me gusta resbalar (23-11-1993)”. 

25 Noviembre 1993

Perder aceite

Francisco Umbral

Leer

No voy a defender a Pablo Sebastián (de los cabezazos de Corcuera, me refiero), porque le sobra maestría y hombría para defenderse solo, si quiere. Pero sí voy a sacar una espada, aunque sea de naipe, por Aurora Pavón, alta dama del periodismo que prolonga la tradición literaria de Fernán Caballero, Teresa de Jesús, Concha Espina, Rosalía, Carmen Tessier, Oriana Fallaci, la Lebowitz, Norah Ephron, Elsa Maxwell, Anita Loos, Carmen de Burgos (gran biógrafa de Larra, a la que yo plagié de joven), Eugenia Serrano, Montserrat Roig y en este plan. Aunque acabo de leerme El tocho cheli de Ramoncín, y ayer lo despaché aquí, no acabo de saber qué es eso de «perder aceite» que le dijo el ministro a la señorita Pavón, como sugerencia o insulto. He preguntado entre mis sarasates favoritos (los que no tuvo tiempo de abaular Corcuera), y algunos identifican vagamente el perder aceite con tomar por cofa o retambufa, pero, aún así, aplicada la frase a una señorita, Aurora Pavón, tan púdica que hasta oculta el rostro donde todos damos la cara, no le veo la explicación mecánico/fisiológica, y menos el pecado, pues el dar por bul a una alta dama no es sino una honesta variante conyugal de alcoba, que unas reciben mejor que otras, eso sí, variante prestigiada por Ultimo tango en París, aquella peli, y en lo que no debe entrar para nada un ministro de Interior, exigiendo presentación del NIF a la beneficiaria en el momento del trance. ¿Qué le ha querido decir Corcuera, ese Rambo de clase media, a la dama de fina pluma, denunciándole que pierde aceite? Las mujeres suelen perder el bolso, las llaves del coche, el coche mismo, algún niño en el híper, más otras pérdidas vaginales propias del ramo, pero uno, que, como Stendhal, ha llevado el chal a plurales damas (casi es mi verdadero oficio), no recuerda de ninguna que fuera perdiendo aceite por la Casa de Campo como un seat de segunda mano. La citada película de Marlon Brando puso de moda la pérdida de aceite entre las jais (Ramoncín prefiere já, pero jai es más mío), de modo que todas pedían ser «brutalizadas» y los machos machistas de cuando entonces andábamos de buhardilla en sotabanco que no dábamos más de nuestra ánima. Pero tampoco recuerdo a Aurora Pavón, que es de la generación posterior, entre aquellas señoritas urgidas por perder el tapón de la gasolina. De modo que sigo sin aclararme lo que Corcuera le ha sugerido públicamente a Aurorita, y claro, no conociendo bien la ofensa, tampoco se puede hacer la defensa. Un día que Pablo te dé libre, Aurora, amor, quedamos en Archy y me explicas tu pérdida de aceite y otras pérdidas, porque yo me quedé para siempre en la pérdida del virgo. En la postguerra, cuando hacíamos cola para el aceite (yo tengo una función que se llamaba así, «La cola del aceite», y con la que triunfó Paloma Hurtado), no se le hubiera perdonado a una chica/topolino que anduviera derramando el aceite en su pisar con garbo, pese a que tenían nombre de coche italiano: se lo puso José Vicente Puente en un «best seller» de entonces. Así las cosas, querido Pablo, deja que Corcuera y yo nos llevemos una tarde al cine a Aurorita, a ver si el ex, con su argot de electricista, nos explica el madrigal y enriquece nuestro lenguaje. Que uno sepa, las mujeres pierden el culo, la cabeza, el virgo, la ficha del parking, un guante (decía Steinbeck que las ordenadas los pierden por pares), pero no he visto a ninguna que manche la braguita de aceite puro de oliva «La Giralda».