21 diciembre 1959
El gobernante, que mantiene una monarquía absolutista con el apoyo de Estados Unidos, mantiene su idea de su país se occidentalice siguiendo el ejemplo de Japón
El rey de Irán, Mohammad Reza Pahleví, contrae matrimonio con la estudiante Farah Diba en la que ya es su tercera boda

Hechos
El 21.12.1959 Se produjo la boda entre el Sha de Persia con Farah Diba
El Análisis
Teherán despierta con fastos, vestidos bordados en oro y una nueva reina: Farah Diba, joven, educada en Occidente, y ahora esposa del Rey de Irán, Mohamed Reza Pahlevi. Con esta tercera boda, el monarca pone fin a la incertidumbre dinástica: Farah le dará, como efectivamente ocurrirá, el heredero varón que ni Fawzia ni Soraya pudieron darle. Pero más allá del relato romántico que proyectan los escaparates oficiales, esta unión es también una pieza clave en el complejo rompecabezas del Irán contemporáneo.
El Sha está decidido a convertir su país en el “Japón de Oriente Medio”, apostando por la industrialización, la educación técnica y el desarrollo urbano. Bajo su mando, las mujeres iraníes han conquistado derechos inusuales en un mundo islámico: acceso a la educación superior, mayor libertad personal, y una incipiente presencia pública. Farah Diba, formada en arquitectura en París, encarna a la perfección esa imagen de modernidad ilustrada que el régimen quiere irradiar. Su figura, juvenil y elegante, será utilizada como símbolo de una monarquía moderna, en sintonía con las capitales occidentales.
Pero este barniz de modernidad convive con una realidad más áspera: el régimen de Pahlevi sigue siendo profundamente autoritario. Apoyado en un ejército fuerte, una policía secreta temida (la SAVAK) y el respaldo firme de los Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, el Sha gobierna con mano de hierro. La represión de la disidencia, la censura y el culto a la personalidad empañan sus ambiciones de progreso. Así, el Irán del Sha camina en una tensa cuerda floja entre la modernización impuesta desde arriba y el autoritarismo que la sostiene.
La boda con Farah Diba es, pues, más que un enlace sentimental: es un mensaje. El Sha quiere mostrarse como un reformista con estabilidad familiar, un soberano moderno con futuro asegurado. Pero mientras los candelabros iluminan los salones de palacio, el país real sigue oscilando entre promesas de desarrollo y la sombra de la represión. Una monarquía puede vestir ropas nuevas, pero difícilmente logrará convencer del todo si no transforma, también, su forma de ejercer el poder.
J. F. Lamata