24 septiembre 2013

El partido liberal (FDP) es borrado del mapa por primera vez en la historia parlamentaria de Alemania

Elecciones Alemania 2013 – Angela Merkel logra un triunfo histórico para la CDU-CSU, pero pierde a su aliado

Hechos

En septiembre de 2013 se celebraron elecciones legislativas en la República Federal de Alemania.

Lecturas

Las anteriores elecciones en Alemania fueron en 2009.

Las siguientes elecciones en Alemania serán en 2017. 

Resultados

CDU/CSU (Angela Merkel) – 301 escaños

SPD (Peer Steinbruck) – 184 escaños

La Izquierda (Gregor Gysi) – 61 escaños

Los Verdes (Jurgen Trittin) – 60 escaños

FDP (Rainer Brüdete) – 0 escaños

23 Septiembre 2013

Merkel arrasa

Editorial (Director: Javier Moreno)

Leer

Las elecciones alemanas han despejado espectacularmente el camino de la canciller Angela Merkel a un tercer mandato. Su bloque conservador democristiano, CDU más CSU ha conseguido casi el 42% de los votos, una situación que incluso le permitiría gobernar en minoría si así lo deseara. Pero hay poca tradición en Alemania de gobiernos minoritarios y es poco probable que se recurra a esa fórmula. El arrasador resultado, que le deja a pocos escaños (entre 3 y 4) de la mayoría absoluta le permite elegir el partido que acompañará a Merkel como socio en el Gobierno del país más poderoso de Europa, después de que los liberales, en caída libre, ni siquiera hayan conseguido llegar al 5% que da acceso al Bundestag. La conclusión en clave de política interna es que parece más fácil un acuerdo con el SPD; y en clave europea, la canciller recibe un apoyo mayoritario para mantener sus tesis férreas sobre el euro y las políticas de austeridad.

Una Alemania profundamente conservadora ha otorgado al partido de la canciller, después de las elecciones más aburridas en décadas, sus mejores resultados en los últimos 25 años. No solo por la popularidad personal de Merkel, por encima del 60%, sino porque sus pautas políticas de centro derecha son percibidas por muchos de sus compatriotas como un salvoconducto para influir en una Europa en crisis. Los socialdemócratas de Peer Steinbrück han mejorado sus resultados anteriores, pero no han alcanzado el 27% que le pronosticaban los sondeos.

Además del apoyo masivo a las políticas interiores y exteriores de CDU/CSU, las elecciones han dejado un claro perdedor, que es el partido liberal, incapaz de superar la barrera del 5% y entrar en el Bundestag. La triunfadora Merkel se queda sin socio de gobierno, pero es poco probable que lamente el cambio.Merkel puede optar por una gran coalición con los socialdemócratas, como la que funcionó en su primer mandato, entre 2005 y 2009, o incluso a tocar la puerta de los progresivamente desacreditados verdes, a los que ha hecho algunos guiños recientes, ambos incómodos compañeros de cama. Steinbrück descartaba hasta ayer mismo volver a gobernar con Merkel, pero sus resultados relativizan su papel en el escenario político que se avecina. Una alianza entre el centroderecha y el centroizquierda sería no solo el desenlace más plausible políticamente en un sistema proporcional, sino también el preferido por los alemanes a la vista de los datos electorales que se conocen.

Esa eventual coalición, llegado el caso, no cambiaría sustancialmente el Gobierno de un país tan políticamente rodado como Alemania, ni su postura europea o transatlántica, más allá de algunos ajustes menores e inevitables rifirrafes parlamentarios. A la postre, los socialdemócratas han apoyado la crucial política de Merkel sobre el euro y Berlín (ninguno de sus grandes partidos) sigue sin plantearse desempeñar el papel relevante que le correspondería en los asuntos internacionales.

23 Septiembre 2013

Merkel entra en la historia con su tercera victoria

Editorial (Pedro J. Ramírez)

Leer

Parafraseando una antigua estrofa del tradicional himno alemán que proclama que Alemania está «por encima de todo», su gran victoria electoral sitúa a Angela Merkel ciertamente über alles tras arrollar a todos sus oponentes. La coalición democristiana CDU-CSU obtuvo un 42% de los votos, con un ascenso de ocho puntos respecto a 2009, quedándose muy cerca de la mayoría absoluta.

Se puede decir sin exagerar que Merkel ha logrado un triunfo histórico, similar a la aplastante victoria de Kohl en 1990 tras la caída del Muro y la unificación. Pero Merkel tiene el mérito de haber ganado tres elecciones consecutivas y de ser la única dirigente de un gran país europeo que revalida su mandato durante la crisis. Gordon Brown, Berlusconi, Sarkozy y Zapatero tuvieron que dejar el poder.

Sin duda la clave de su éxito ha sido el crecimiento sostenido de la economía alemana, con un paro del 5%, uno de los más bajos de la UE, unido a la imagen de austeridad y eficacia con la que ha conquistado a los alemanes.

Su socio de gobierno, el Partido Liberal, no consiguió entrar en el Bundestag al no poder alcanzar el listón del 5% que fija la legislación electoral por primera vez en 65 años. Ello abre el probable escenario de una gran coalición entre democristianos y el Partido Socialdemócrata (SPD), fórmula que ya funcionó en el periodo entre 2005 y 2009. Tampoco ha logrado acceder a la Cámara la derecha euroescéptica, que se ha quedado a un puñado de votos de superar el 5%.

Peer Steinbrück, el candidato socialdemócrata, declaraba ayer al diario Bild que jamás entraría como ministro en un Gobierno presidido por Merkel, pero la realidad es que el presidente del SPD, Sigmar Gabriel, y muchos dirigentes son partidarios de negociar una gran coalición.

Los socialdemócratas han obtenido un 26% de apoyo, unos resultados ligeramente mejores que hace cuatro años, pero tendrán que plegarse a gobernar con Merkel, que, con el aval obtenido en las urnas, va a disponer de un gran margen de maniobra para llevar adelante su programa.

Además de Los Verdes, que retroceden de nuevo, el cuarto partido que ha entrado en el Bundestag es Die Linke, una izquierda radical y anti-sistema, que siempre ha dejado claro que no pactará con nadie y que hará una labor de oposición.

A diferencia de lo que sucedió en España en comunidades como Baleares y Madrid, donde todos los partidos se unieron para gobernar contra el partido más votado, en Alemania no hay posibilidad de una entente de esta naturaleza, que sería vista como un fraude al electorado.

Por tanto, todo indica que el liderazgo de Merkel en Alemania y en Europa va a salir reforzado. Durante la campaña ha hecho un discurso muy poco europeísta, pero es posible que su victoria le otorgue un cierto margen para, secundada por el SPD, flexibilizar su política económica y ayudar a los países con problemas como España e Italia a salir de la crisis.

Los votos han convertido a Merkel en la dirigente europea más importante del siglo XXI para sorpresa de muchos que han menospreciado a la hija de un pastor luterano en la que pocos creían.

23 Septiembre 2013

Del súper al ‘súper resultado’

John Müller

Leer

Angela Merkel fue al súper a por verduras y logró un «súper resultado electoral». Los analistas destriparon las imágenes de la canciller haciendo la compra en días previos a la votación. Algunos afirmaron que sólo se exhibía porque estaba en campaña, que todo en ella era frío cálculo y dedujeron las posibles coaliciones por el color de los pimientos. Pero lo único seguro es que Merkel necesitaba hacer la compra y llevó su propia bolsa.

A veces, Merkel es la proyección de las filias y fobias de todos los que tienen algo que ver con Alemania y eso crea confusión. Tras su apabullante victoria leeremos alabanzas a su visión estratégica, a su sereno manejo de los tiempos políticos, pero nadie recordará cómo esta mujer, cuando comenzó la crisis griega, era un capitán sin brújula que tardó meses en definir una política que dejara claro que salvar al euro suponía salvar a sus miembros.

Esas vacilaciones de Merkel en 2010, cuyo resultado fue que la crisis de deuda soberana resultara mucho más profunda y larga, han sido olvidadas en favor de un discurso interesado políticamente que pretende hacer ver que hay un diseño maestro germano detrás de todo lo que sucede en Europa.

Merkel no es Thatcher. Su forma de hacer política es más pragmática que ideológica. Un somero repaso a sus actuaciones desautoriza a los que la llaman «neoliberal». ¿Una neoliberal aprobando ayudas sociales de dudosa eficacia y alentando la intervención del Estado en diversas áreas de la economía como prescribe el capitalismo renano? ¿Una neoliberal que antepone sus miedos tecnológicos al bajísimo coste de la energía nuclear?

No, Merkel no es neoliberal. Pero tiene convicciones, las convicciones de una buena administradora, de una buena dueña de su casa. Por eso los alemanes la llaman «Mutti» (mami), porque Angela mantiene la casa en orden, las cuentas equilibradas y todos los hijos tocan a algo en la mesa, aunque sea poco.

Merkel siempre suma. Parece mentira que se haya tomado en serio el rumor de que quería que Grecia se fuera del euro. Ella viene de un país dividido artificialmente, sabe lo que es restar. Por eso su predisposición siempre es a sumar.

Las expectativas sobre Merkel son enormes. La noticia de anoche no es tanto su amplia victoria como la desaparición de los liberales del FDP que dirige Philipp Rösler. Han sido fagocitados por los democristianos porque, entre otras cosas, no han sido capaces de marcar los matices, cosa que el viejo Hans-Dietrich Genscher hacía con notable estilo. ¿Tenían algo que decir los liberales alemanes sobre la Unión Bancaria? Pues nunca se les oyó. Y ahora es tarde.

En cuanto a la economía, la canciller no lo tiene fácil. Seguirá adelante con su agenda en favor de la recuperación de la competitividad europea. En un país tan disciplinado socialmente como Alemania, la primera reacción del ciudadano es aplicarse el cuento en vez de mirar si se lo aplican a los demás. Pero en el resto de Europa las cosas no ocurren igual.

Hay elementos objetivos que hablan de la degradación del mercado laboral germano. Los más de 7,5 millones de minijobs, empleos remunerados con hasta 450 euros por 15 horas semanales, que parecían una buena solución para afrontar la crisis, están comenzando a dar signos de que se consolidan y en muchos casos ya se trata de simple subempleo emboscado.

La situación no tiene nada que ver con el 26% de paro que hay en España, pero para una persona como Merkel, que siempre ha proclamado su interés por el funcionamiento del mercado laboral, éste es un asunto que no se le habrá escapado. Resolver la tensión entre competitividad y degradación del mercado laboral es un reto de envergadura.

El coste de la energía también representa un desafío. La competitividad no puede sostenerse únicamente en el nivel salarial y la capacidad innovadora, también requiere costes energéticos asumibles. Por último, está el asunto de las cajas de ahorros alemanas, fuertemente politizadas en su gestión, y cuya verdadera situación nunca ha aflorado. No es fácil vaticinar qué hará Merkel en esta legislatura. Lo único seguro es que seguirá yendo al súper con su propia bolsa.