24 febrero 1946
EEUU y URSS temen que el militar populista pueda ser un 'hitler' fascista en latinoamérica
Elecciones Argentina 1946 – Perón logra la presidencia derrotando al candidato apoyado por pro-americanos y comunistas, Tamborini
Hechos
Juan Domingo Perón ganó las elecciones de Argentina del 24.02.1946.
Lecturas
En las elecciones celebradas este 24 de febrero de 1946 en Argentina, ha resultado triunfadora la fórmula Perón-Quijano, que obtuvo el 55% de los votos, sobre el binomio Tamborini-Mosca, presentado por la Unión Democrática.
En estas elecciones – las primeras libres de fraude en Argentina desde que en 1928 se instaló la dictadura de poder de Hipólito Yrigoyen – se votaban los cargos de presidente y vicepresidente de la nación, de 14 gobernadores provinciales, así como de diputados y senadores nacionales y legisladores provinciales.
La ley electoral argentina hace posible que Perón controle los dos tercios de la Cámara de diputados, la totalidad de escaños del senado excepto dos y trece de las 14 provincias.
Con su victoria electoral del 24 de febrero de 1946 Juan Domingo Perón, promotor de un discutido movimiento político-social, accedió a la presidencia Argentina. Su régimen adquirió rasgos autoritarios y se apoyó en medidas sociales estatalistas.
Perón participó de manera decisiva en la caída, en el año 1943 del gobierno conservador y corrupto del presidente Ramón C. Castillo y fue nombrado ministro de Guerra y poco después también ministro de Trabajo. En 1944 asumió el cargo de Vicepresidente de Gobierno en Argentina.
Influenciado por su esposa Eva Duarte – «evita» – Juan Domingo Perón desarrolló un discutido programa social que contenía varios elementos de ideología fascista. Mediante medidas sociales estatalistas quería incorporar las capas más pobres de la población al sistema y con ello crear un estado nacionalista fuerte. El objetivo de su movimiento consistía en establecer en Argentina «una tercera vía» que se situaba entre el capitalismo y el comunismo.
Perón empezó a consolidar su poder inmediatamente después de la victoria en las elecciones presidenciales de 1946. Aprobó una amplia legislación social, expropió a los latifundistas y nacionalizó las sucursales de las empresas extranjeras. La industrialización fomentada por el Estado y basada en la sustitución de las importaciones, así como la ampliación del mercado interno no tardaron en dar sus frutos: los ingresos reales de los trabajadores aumentaron claramente. Perón se granjeó, además, las simpatías de las masas por su manifiesto rechazo del ‘imperialismo yanqui’ y por su insistencia en la autonomía nacional de Argentina. En política interna, el clima del país estaba marcado por el carácter autoritario del aparato gubernamental y administrativo, así como por la represión de la oposición liberal. El presidente supo maniobrar con habilidad, utilizando para sus fines a los trabajadores organizados en los sindicatos perionistas y eliminando totalmente a la prensa liberal.
No sólo Perón cautivó a las masas, Evita Perón fue idolatrada por amplios sectores de la población. La atractiva ex cantante participó activamente en la política social y luchó por el derecho de voto de la mujer. En 1951 quiso presentar incluso su candidatura a la vicepresidencia, pero desistió debido a las presiones del ejército.
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La amistad de España y Argentina se retrató con la visita de la primera dama a España en 1947
El Análisis
Con el 55% de los votos, Juan Domingo Perón ha sido elegido presidente de la República Argentina en unas elecciones que, por primera vez en décadas, no han estado teñidas de fraude. El resultado, sin embargo, no disipa todas las inquietudes. Perón, militar de carrera y hábil constructor de un movimiento político sin precedentes, concentra ahora un poder abrumador: el control casi absoluto del Congreso y de la mayoría de las provincias. Su promesa de representar una “tercera vía” entre el capitalismo norteamericano y el comunismo soviético suena seductora, pero también escurridiza.
Perón es un fenómeno nuevo, pero no ajeno a viejos temores. Su estilo populista, su discurso nacionalista y su admiración declarada por ciertos modelos europeos de orden y autoridad han hecho que más de uno lo compare con los regímenes fascistas recién derrotados. La simpatía mutua entre Perón y el general Franco en España no ayuda a disipar esas comparaciones. Aunque se presenta como un redentor de los humildes, su método de gobierno —desde la censura a la prensa hasta la persecución de la oposición liberal— muestra ya los primeros síntomas de un autoritarismo de nuevo cuño, más cercano al bastón de mando que al equilibrio democrático.
La presencia de Eva Duarte, “Evita”, añade al proyecto peronista una dimensión emocional poderosa. Idolatrada por los sectores populares, activa en la agenda social y promotora de los derechos femeninos, se ha convertido en un pilar tan simbólico como real del nuevo régimen. Pero el desafío ahora no está sólo en repartir pan, sino en demostrar que el nuevo poder puede convivir con las libertades cívicas. Argentina ha votado por Perón, pero aún está por verse si ha elegido un líder para la justicia social o un caudillo con uniforme de civil con ganas de instalar un régimen autoritario con culto a su persona.
J. F. Lamata