13 octubre 2014

La derecha se presentó debilitada y dividida

Elecciones Bolivia 2014 – Evo Morales logra su tercera victoria absoluta frente a Samuel Doria y Jorge ‘Tuto’ Quiroja

Hechos

El 12.10.2014 se celebraron elecciones presidenciales en Bolivia en las que fue reelegido D. Evo Morales como presidente del país.

14 Octubre 2014

La cancha inclinada de Evo Morales

Miguel Ángel Bastenier

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El presidente boliviano Evo Morales lo quería TODO, así con mayúsculas, y todo ha conseguido si acaso con caligrafía más modesta. Quería pasar del 70% de voto popular, mejorando sus resultados anteriores (2006 y 2010), y quedará a tres o cuatro puntos de las últimas presidenciales, cuando obtuvo el 64%; logrará los dos tercios de escaños en la Asamblea Nacional para gobernar sin oposición, y si no ha cumplido su objetivo de vencer en las nueve regiones del país —perdió solo en Beni— ha triunfado en Santa Cruz, motor económico y empresarial del país, antaño gran bastión opositor. El politólogo Fernando Molina lo ha calificado de “fin de la polarización” entre indonacionalistas y elites que habían gobernado Bolivia los siglos anteriores. Solo le falta para completar tan majestuoso copo hacer que se apruebe la reelección indefinida, como el desaparecido Hugo Chávez en Venezuela y posiblemente Rafael Correa en Ecuador.

Esa puede ser la explicación, aparte del ego inflado de tanto éxito, de lo que se ha llamado la política de la “cancha inclinada”, de la que el presidente podría haber prescindido para ganar sin problemas. Así se designa un campo de juego en el que el rival tiene que jugar cuesta arriba y el local se desencadena hacia abajo. La inclinación consiste en la utilización de recursos públicos, medios de comunicación, inauguración de obras en televisión, generosidades de última hora, como un nuevo aguinaldo anual para mayores de 60 años que perciban la renta dignidad, y todo un reparto de la riqueza, aunque por vía básicamente asistencial.

El presidente, que gobierna en nombre de una Bolivia plurinacional de indígenas, mestizos y eurodescendientes, pero sobre la base de que el indio ha vuelto a reclamar lo que tenía y le arrebataron los españoles, maneja una revolución solo retórica y únicamente étnica. Si en la Venezuela fundadora del bolivarianismo no cesan de proclamar la próxima domesticación del capitalismo, y en Ecuador el presidente Correa está cada día más enfadado con las grandes compañías occidentales, la Bolivia de Morales ha conocido en la última década la racha de mayor expansión capitalista de su historia, bien que haciéndole pagar por los hidrocarburos lo que los Gobiernos criollos jamás osaron limosnear; con el remate de un crecimiento del PIB de 9.500 millones de dólares en 2005 a 33.000 millones en 2013.

Esta Bolivia ha volcado en gasto social más de 8.000 millones de dólares en esos años; multiplicado por 10 o más los ingresos por exportación de combustible; creado una incipiente clase media que se le mantiene fiel, y convencido a la clase empresarial cruceña de que con su Gobierno le va a ir aún mejor. Si Nuestro Señor y la Pachamama lo tienen a bien, Morales será el jefe de Estado más longevo de la historia, cuando menos de la democrática, del país (2006-2020).

En su discurso de exaltación de la victoria el presidente volvió a hablar, sin embargo, de futuras nacionalizaciones, que hasta hace unos años solemnizaba anunciando alguna cada Primero de Mayo. Pero puede que sea solo un brindis al sol. Con todo su griterío antiimperialista y homenaje al castrismo fundacional, es por su construcción de una nueva Bolivia por lo que Evo arrasa

14 Octubre 2014

Continuidad en Bolivia

EL PAÍS (Director: Antonio Caño)

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Si el lento y peculiar recuento oficial confirma los sondeos del pasado domingo con las urnas cerradas, Evo Morales será presidente de Bolivia por tercera vez consecutiva, en lo que constituye el mayor periodo de estabilidad democrática del país andino en el último siglo. Hay que destacar que el país lleva eligiendo a sus gobernantes de manera ininterrumpida desde 1982. Y aunque el triunfo de Morales fue reconocido inmediatamente por sus rivales, la Organización de Estados Americanos (OEA) ha advertido de que en el futuro será mejor esperar a los resultados.

En cualquier caso, la población ha respaldado mayoritariamente el proyecto de un Morales que se ha ido alejando —aunque en la forma lo mantenga— del discurso revolucionario para ir incorporando a sus filas de simpatizantes a cada vez más sectores que vieron con recelo, y en ocasiones abierta hostilidad, su llegada al poder en 2005. A pesar de su agresividad con la inversión extranjera —que plasmó en numerosas nacionalizaciones durante su primer mandato— Morales puede presumir de una gestión económica más que correcta. La economía creció el 5,1% en 2013, por encima de las tasas de países como Perú o Colombia. Además, ha tendido puentes con el poderoso sector empresarial del Este del país, lo que ha desactivado las tensiones territoriales que amenazaban con desgarrar el país. En paralelo, los programas sociales finalmente han despegado y Bolivia se ha marcado el objetivo de ser considerado a medio plazo un país emergente.

Sin embargo, existen importantes zonas oscuras que Morales no podrá ignorar. Los derechos de las mujeres y el trabajo infantil figuran entre las principales asignaturas pendientes. Además, el presidente boliviano deberá asumir el reto de industrializar su país, algo para lo que necesitará por fuerza contar con el capital extranjero y abandonar progresivamente la retórica chavista.

14 Octubre 2014

Bolivia, un país estable con un alto déficit democrático

EL MUNDO (Director: Casimiro García Abadillo)

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Favorecido por el alza de los precios de los hidrocarburos y de las materias primas minerales, Bolivia ha vivido, durante los dos mandatos de Evo Morales, un progreso económico que lo ha convertido en el segundo país sudamericano en crecimiento del PIB, con un 5%. Morales, además, ha conseguido mantener baja la inflación, que no exista escasez de alimentos y –gracias a una política redistributiva– reducir la pobreza extrema en 20 puntos. Todo esto ha generado un clima de optimismo y estabilidad que está en la base del amplio apoyo electoral que ha recibido el presidente en las elecciones del domingo. No obstante, son muchas las voces críticas que alertan de las prácticas antidemocráticas del régimen. La inexistente división de poderes ha permitido a Morales cambiar la ley para poder optar a un tercer mandato –que la Constitución le negaba– y así poder gobernar hasta 2020. La oposición denuncia acoso judicial a sus miembros, muchos de los cuales (se calculan unos 700) han tenido que huir al exilio. Y los medios de comunicación críticos con el presidente, o han sido comprados por empresarios afines al Gobierno o sufren la penuria económica por falta de publicidad institucional. Es cierto que Bolivia no es Cuba o Venezuela, regímenes con los que se alinea Evo Morales, pero los buenos datos económicos no deben ser excusa para no garantizar las libertades democráticas y el respeto a los Derechos Humanos de los bolivianos.