13 diciembre 1993

La Constitución de Yelstin es aprobada en Referendum por un 56,5% frente al 39,9% de votos contrarios

Elecciones legislativas Rusia 1993 – El Partido Liberal de Zhirinovski, considerado ultra, logra la mayoría ante la alarma internacional

Hechos

El 12.12.1993 se celebraron elecciones al Parlamento de Rusia y también el referendum sobre la nueva Constitución para aquel país.

Lecturas

REPARTO DE VOTOS EN EL PARLAMENTO:

Partido Liberal Democrático (Zhirinovski) – 24,5%

Opción de Rusia – 14,5%

Partido Comunista (Zivganov) – 11,3%

Bloque Manzana (Yavlinski) – 6,7%

14 Diciembre 1993

Un 'führer' para un imperio en crisis

Pilar Bonet

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Una atmósfera de júbilo y preocupación reinaba ayer en la sede moscovita del Partido Liberal Democrático de Rusia (PLDR) del nacionalista radical VIadímir Zhirinovski. Mientras preparaban una cena de gala y recibían numerosas felicitaciones, los seguidores de Zhirinovski, desbordados por el éxito, expresaban temor a que los inesperados resultados electorales fueran invalidados.Simultáneamente, en los cenáculos políticos vinculados al Kremlin, los sectores reformistas propresidenciales, perplejos por la magnitud de la victoria de los fascistas, se sentían protagonistas de una pesadilla y se preguntaban cómo ha sido posible el avance incontenible de un hombre al que, hace sólo unos días, consideraban un payaso.

Gracias a una sistemática campaña de televisión en la que aireó fantásticas promesas de bienestar y orden férreo, Zhirinovski fue ganándose un lugar cada vez más amplio en el corazón de los sufridos electores rusos. La popularidad del político, que ha salido infatigablemente a la calle a arengar a los transeúntes, fue detectada a mitad de la última semana de campaña por los sondeos políticos, según el sociólogo Leonid Sedov, del Centro de Estudio de la Opinión Pública. Una de las mayores incógnitas es la procedencia de los fondos que permitieron a Zhirinovski pagar la astronómica suma de una campaña televisiva que otros, como Opción de Rusia y el partido de Serguéi Shajrái, sólo se han podido permitir con un intenso apoyo de las nuevas estructuras económicas.

Perfil del votante

El votante-tipo de Zhirinovski es un varón, de 25 a 40 años, con educación media y profesiones como la de militar, funcionario, obrero, según un estudio de Sedov, que también detecta apoyo a Zhirinovski entre los parados. Entre los votantes de Zhirinovski se cuentan muchos cosacos y ex partidarios del encarcelado vicepresidente Ale xandr Rutskói. Zhirinovski es percibido como un «anticomunista», aunque las diferencias en la práctica entre él y los comunistas son mínimas y ambos sectores podrían unirse en una plata forma nacionalista, señala Sedov, que está preocupado por el arraigo de Zhirinovski en el esta imento castrense. «Está claro que pretende el papel de führer y que tiene apoyo en el Ejército», seña la el sociólogo.

El PLDR está construido en tomo a un culto de la personalidad de su líder, quien no oculta su intención de llegar a ser presidente de Rusia. Ya lo intentó en 1991, cuando compitió con Yeltsin y se llevó tras de sí a 6,2 millones de personas, un 7,8% del electorado. La lista del PLDR para la Duma Estatal o Cámara baja consta de 147 personas, que en su inmensa mayoría son desconocidos y, a diferencia de los integrantes de otras listas, se identifican por su profesión sin más datos: psicólogos, médicos, juristas, economistas, militares (10 identificados), ingenieros y miembros del aparato del partido. También hay un buen número que se identifica simplemente como trabajador.

En su recién publicada biografía La última ofensiva hacia el Sur,Zhirinovski -que nació en la capital de Kazajstán, Almá Atá, en 1946-, explica en detalle su vida personal desde la infancia así como su despertar sexual a los 3 o 4 años, cuando descubrió que las niñas de su jardín de infancia «tenían otra forma corporal».

Tímido y vergonzoso

Zhirinovski asegura que, como chico de provincias, comenzó tarde su vida sexual en comparación con los muchachos de Moscú. «Los primeros intentos de realizar el acto sexual fueron un fracaso. A los 17 y 18 años yo era muy tímido y vergonzoso. Más tarde, puede ser que incluso llegara a ser muy descarado con las chicas, pero al principio todo era limpio».

Zhirinovski, que quiso ingresar en las tropas del Ministerio del Interior, según cuenta, apareció en Moscú en junio de 1964, con una maleta en la que apenas había las cosas imprescindibles y un cesto con fresas y tomates, que le había dado su madre, para que sobornara a quienes debían examinarle. Zhirinovski, que no entregó el cesto materno, no pasó los exámenes en el Instituto Estatal Moscovita de Relaciones Internacionales, pero ingresó en Instituto de Lenguas Orientales. El líder del PLDR sitúa el comienzo de su actividad política n 1967 cuando envió una carta al Comité Central y propuso a la dirección del país realizar una reforma de la agricultura, la educación y la industria.

En su biografía, Zhirinovski hace propaganda directa de la guerra.

14 Diciembre 1993

Terremoto en Rusia

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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Consternación y miedo son los sentimientos dominantes en todo el mundo ante los resultados de las elecciones generales celebradas en Rusia. No es para menos. El presidente Yeltsin, sobre el que Occidente -ahora se ve que de manera imprudente- depositó todas sus esperanzas, ha sufrido un terrible revés. Aunquesu constitución ha sido aprobada por una limitada mayoría de los votantes, el resultado de la elección al Parlamento supone un voto de castigo contra Yeltsin. Los rusos tenían que emitir un doble voto: por un lado, aprobar o no la Constitución superpresidencialista preparada por el equipo de Yeltsin; por otro, elegir a los diputados para la Duma (congreso) y para el Consejo de la Federación (senado). Los resultados aún son provisionales pero no por eso menos estremecedores.Un partido, el Liberal Democrático (PLD) de Vladimir Zhirinovski, de abierta tendencia fascista, nacionalista y expansionista, ha obtenido cerca del 25% de los votos, que le convierten en el primer partido del país. Opción Rusia, el partido de Gaidar que contó con el apoyo presidencial, ha sido doblado por los neofacistas y apenas supera al Partido Comunista. El Partido Agrario, tan estatalista, intervencionista y antioccidental como el PLD, logra un 8% y la Unión de Mujeres el 8%. El bloque reformista de Yavlinski se queda en el 6%. Aunque existen diferencias de matiz, puede decirse que una sólida mayoría absoluta del electorado ha votado contra Yeltsin.

No se trata de caer en el alarmismo. Rusia es una potencia y lo seguirá siendo pese a los niveles tercermundistas de vida que su población padece y padecerá en un futuro previsible. Su peso y su conciencia histórica hacen muy difícil que, sea cual sea la correlación de fuerzas en el nuevo Parlamento, Rusia caiga en aventurerismos típicos de países pequeños con dirigentes de la misma tendencia que los ahora vencedores en Moscú. Pero estas elecciones constituyen una profunda decepción para cuantos albergaron la ilusión de que Rusia pudiera, tras la caída del régimen comunista, dar un gran salto en su propio desarrollo para alcanzar un orden político, económico y social homologable al de Europa occidental.

Los resultados menos sorprendentes han sido los del referéndum sobre la Constitución, porque ya se sabía que Yeltsin tendría enormes dificultades para que fuese aprobada. De hecho, lo ha logrado por los pelos: con un 53% de participación, el 56% de los electores ha votado en sentido positivo. Ello supone que sólo unos 35 millones de rusos (sobre los 107 millones con derecho a voto) han dicho sí. Es, pues, una Constitución que nace sobre una base social muy endeble. Ha merecido la indiferencia, el desprecio o el repudio de la inmensa mayoría del país.

Zhirinovski, el triunfador del domingo, se presentó contra Yeltsin a las elecciones presidenciales rusas de 1991, y ya entonces, con su agitación antisemita y contra los pueblos no rusos de la Federación, obtuvo un resultado apreciable, pero que se situaba en tomo al 7%. En los años sucesivos ha logrado progresar de manera vertiginosa, a medida que la situación se ha hecho más catastrófica, con un empeoramiento económico para las grandes masas, la multiplicación de la criminalidad en las grandes ciudades y unas luchas políticas en la cumbre cada vez más enconadas (hasta el asalto militar contra el viejo Parlamento). Todo ello en un clima de creciente desesperación, sin perspectivas claras de futuro y sin unas condiciones de existencia mínimamente aceptables para la gran mayoría.

Hay que recordar las profundas tradiciones reaccionarias ancladas en la historia rusa. La Rusia zarista ha sido siempre símbolo de reacción y de opresión en Europa, el enemigo número uno de las corrientes liberales. Cuando en 1917 triunfó la revolución, a la vieja autocracia monárquica le sucedió la nueva autocracia comunista, sin que nunca se llegaran a introducir hábitos autónomos de pensamiento en un pueblo acostumbrado a obedecer a un jefe lejano situado por encima de la sociedad. Existen pues unas raíces muy antiguas en las que puede apoyarse hoy la ideología y la propaganda de un extremista como Zhirinovski.

Otro factor que influye de modo mucho más directo es el fracaso de la etapa de «democratización» que ha seguido al desmoronamiento del comunismo. En los casi nueve años transcurridos desde que Gorbachov inició la perestroika, los demócratas rusos se han dedicado principalmnte a luchar unos contra otros; esos enfrentamientos sucesivos, al margen de la victoria temporal de uno o de otro, han tenido como principal efecto asquear a los rusos de la democracia.

La última década de este siglo está provocando muchos sobresaltos. Uno de los peores imaginables sería que Rusia cayera en manos de una alianza de fascistas y comunistas que combinaran la gestión totalitaria de la miseria en el interior con intentonas expansionistas fuera de sus fronteras. Por desgracia, este escenario de pesadilla es hoy menos descabellado.

19 Diciembre 1993

Amenazas rusas

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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LA COMPOSICIÓN de la nueva Duma (Cámara baja) rusa parece que será más equilibrada de lo que inicialmente se dijo, y la superioridad de Zhirinovski no será tan aplastante. Ello se explica porque la elección por mayoría en pequeños distritos favorece a los jerarcas locales, ligados bien a los comunistas bien a Opción de Rusia, el actual partido gubernamental. En todo caso, ello no modifica el hecho político fundamental de estas elecciones: la aparición, con Zhirinovski, de una fuerza ultranacionalista, de perfil profascista y racista, con un apoyo de masas que la coloca en el primer lugar del espectro político ruso. Pero esa composición más equilibrada del Parlamento permitirá a Yeltsin, con los enormes poderes que la Constitución le confiere, maniobrar con más holgura con los grupos parlamentarios e intentar evitar que una oposición compacta pueda paralizarle.

Zhirinovski se esfuerza ahora por presentarse como un moderado. Ante la reorganización de Gobierno que Yeltsin está preparando, se estudia la posibilidad de que ingresen en él representantes del partido de Zhirinovski, hipótesis que éste parece no descartar. En todo caso, se apunta ya que serán la política económica y la exterior las más afectadas por el resultado electoral. Es de suponer un frenazo en la liberalización económica, mayores esfuerzos en favor de la industria estatal, sobre todo la militar, y un aumento de las medidas de protección social.

Pero la principal preocupación está en la política exterior. No ya por las ideas de Zhirinovski -demenciales en muchos aspectos-, sino porque en la propia política de Yeltsin se ha empezado a manifestar en el último periodo cierta inclinación hacia posiciones nacionalistas, bien vistas, por lo demás, por un Ejército cuyo papel es más decisivo desde el ataque al antiguo Parlamento. En su obsesión por apoyar a Yeltsin, Occidente no ha prestado la atención debida a la nueva «doctrina inilitar» que otorga al Ejército ruso misiones de «defensa de la seguridad» en los países que fueron parte de la Unión Soviética, en muchos de los cuales permanecen tropas rusas. Con la influencia acrecentada del ultranacionalismo que simboliza Zhirinovski, aceptar ese papel de Rusia como protectora de su antiguo imperio podría tener efectos imprevisibles.

En ese marco se plantea el problema de la ampliación de la OTAN: la actitud de la CE y de EE UU ha sido dar largas a la demanda de los países centroeuropeos con fórmulas de «cooperación amistosa», pero excluyendo la garantía de seguridad. El tema se complica con la demanda de los tres países bálticos de recibir una garantía de la OTAN. Lo cierto es que ésta es hoy la única organización capaz de dar alguna seguridad a los países que se sienten amenazados por la demagogia de Zhirinovski. Cabe esperar que éste no tendrá nunca la posibilidad de pasar de las palabras a los hechos; pero en 1996 se presentará a la elección presidencial y no se puede descartar que el presidencialismo de la Constitución acabe facilitando una política descabellada. En ese marco debe considerar la OTAN su eventual ampliación.