3 noviembre 1995

El nuevo presidente pasó de apoyar la dictadura pro-soviética, a evolucionar hacia una izquierda más moderada y conciliadora

Elecciones Polonia 1995 – El neo-comunista Kwasniewki acaba con el mandato de Lech Walesa, el legendario líder de Solidarnosc

Hechos

En noviembre de 1995 las elecciones presidenciales de Polonia dieron el triunfo a Aleksander Kwasniewski frente a Lech Walesa.

Lecturas

De aparatchik comunista a socialdemócrata.

Aleksander Kwasniewski es la encarnación viva de la antigua nomenklatura comunista que, lejos de perder a raíz de la ruptura con el régimen dictatorial caduco en 1989, supo – por el contrario – utilizar la democracia en su provecho y volver a caballo de la transición al poder político.

La frase de su íntimo colaborador de que es el ‘Moises de la izquierda ex comunista que supo guiarla a través de las aguas políticas turbulentas hacia la nueva realidad describe mejor que nada sus indudables méritos en hacer olvidar a los polacos el desprecio que todavía hace escasos seis años sentían por el régimen comunista.

Kwasniewski, de 41 años, casado y padre de una hija adolescente, luce la imagen de un político moderno, libre de lacras idoeológicas del comunismo, familiar con las reglas de la democracia y la economía de mercado. Excelente comunicador, Kwasnieski cursó estudios de Economía en la Universidad de Gdansk, que abandonó, en el quinto curso antes de licenciarse, en 1977 a la edad de 23 años para entrar en el Partido Comunista. Kwasniewski escaló rápidamente los peldaños del aparato del partido.

Vinculado al sector reformador, fue en 1990 promovido por s tutor político, el último primer secretario, Mieczyslaw Rakowski, al liderazgo del nuevo Partido Socialdemócrata en que se convirtió el antiguo Partido Comunista polaco.

27 Noviembre 1995

Vaticanidades

Manuel Vázquez Montalbán

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Firmé en su día varias declaraciones de apoyo al sindicato polaco Solidaridad y a su líder, Walesa, porque me parecía de justicia y porque aquel comunismo de cartón piedra sostenido por la guerra fría, la retórica y una burocracia esencialmente acomunista, como luego se vio, no tenía razón de ser. Si después de 40 años de inculcación ideológica resultaba que la Virgen de Chestokowa tenía más gancho que el secretario general del partido, que cada palo aguantara su vela. Por aquellos días vi cómo Walesa le pegaba una bofetada a su hija pequeña ante las cámaras de televisión. La niña incordiaba excitada por la insólita situación y el líder cristiano y liberalizador le daba una hostia en el sentido laico del término.En una semana, el Vaticano ha sufrido dos reveses. La derrota de Walesa y la victoria en Irlanda de los partidarios del divorcio. En Polonia ha ganado un socialdemócrata moderado, repetidamente denominado comunista por todos aquellos que si dejan de ser anticomunistas no son nada. La victoria del divorcio es muy meritoria en un país donde el nacionalcatolicismo se identifica con la reivindicación nacional frente al imperialismo inglés. Si tiene mérito que en Polonia se haya dicho no al despotismo neoliberal y poco ilustrado de Walesa respaldado por el Papa, también lo tiene que los irlandeses hayan conseguido por fin salir de las peores cuevas del Vaticano.

A su vez, el Papa ha sancionado para siempre que las mujeres no podrán ser ministras de Dios. La decisión papal parece una rabieta teológica, y aunque la insistencia de las mujeres por ser curas me produce tanta sorpresa como la que algunas demuestran por ser militares, si se trata de meter en razón a la sinrazón vaticana, marchemos todas juntas, y yo la primera, por la senda del sacerdocio.

21 Noviembre 1995

¡Un laico por amor a Dios!

Eduardo Haro Tecglen

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Bendito sea Dios, que disgusto en la sacristía: un comunista gana a un papista. ¡En la Polonia mártir! Esos combatinetes de la prensa oscura hacen todo lo posible por dudarlo, por ocultarlo: existe la abeceína, como decía la madrugada pasada mi Joaquín Estefanía (SER). Se reifere au n estilillo dañino: nace en ABC, pero se va difundiendo por otros lugares a medida que progresa el PP (que también se ha influido del estilillo).

Dicen que son los primeros resultados, dicen que es por decimales. Ya sbaían ellos cuando lo editaban y anunciaban en sus radios que no era así. Y que Kwasniewksi no es un comunista, sino un ex. Los hay hasta segregando abeceína (Carlos Semprún, que personaje) en el PP y entre los gubernamentales.

Eduardo Haro Tecglen

21 Noviembre 1995

Adiós a Walesa

EL PAÍS (Director: Jesús Ceberio)

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ALEMANDER KWASNIEWSKI, el candidato del Partido Socialdemócrata, emanado del desaparecido partido comunista, es el nuevo jefe del Estado de Polonia, tras vencer nada menos que al legendario héroe de la revolución anticomunista polaca, Lech Walesa. Pese a los recelos de muchos conciudadanos hacia el partido. de Kwasniewski, al masivo apoyo de la Iglesia a Walesa y a la estrategia de éste de presentar a su adversario como poco menos que un Stalin redivivo, una mayoría ha elegido la moderación de Kwasniewski frente al mensaje divisorio y anacrónicamente anticomunista de Walesa.Quienes vean en el resultado un retorno del comunismo y un peligro para la democracia albergan temores infundados. Kwasniewski es un joven moderado cuya ruptura con la ideología comunista y adhesión a la democria y a la economía libre es tan indudable como, por ejemplo, la del primer ministro húngaro, Gyula Hom. Tanto uno como el otro son hombres que colaboraron desde dentro a desmantelar pacíficamente el régimen que sabían acabado.

Los sondeos daban, a Walesa como vencedor. Es aún difícil para los encuestados polacos reconocer que votarán a un ex comunista y contra Walesa. Pero al votar, una mayoría ha demostrado estar agotada del autoritarismo y la egolatría de Walesa. Y el fracaso del apoyo inequívoco de la Iglesia polaca revela que ésta ha perdido considerable influencia en la sociedad. Los polacos se identificaron con la Iglesia como institución nacional contra el régimen comunista, como hicieron para, defender su identidad bajo otros invasores antes. Pero, según madura la democracia, Polonia se desarrolla hacia una sociedad compleja y laica como las occidentales.

De hecho, muchos polacos han visto en Walesa un peligro más cierto para la democracia que en Kwasniewski, Los continuos forcejeos de Walesa con las instituciones que no le complacían, sus amenazas de disolver el Parlamento en cuanto éste aprobaba una ley que le disgustaba y sus notorias tentaciones de acumular competencias le hicieron sospechoso de aspirar a un régimen personal, en el que las instituciones volvieran a jugar un papel marginal.

Ahora, el nuevo presidente, Kwasniewski, deberá despejar, por su parte y con rapidez, las dudas que la mitad de la sociedad polaca tiene respecto a él. Defender la pluralidad y el Estado laico frente a las seguras presiones de la Iglesia, pero también hacerse aliados para reafirmar la vía económica que está transformando Polonia y reforzar las relaciones con la Unión Europea. Las medidas económicas que habrá de apoyar decepcionarán a muchos de sus votantes, pero son tan necesarias como ayer. Y deberá vigilar con celo que su victoria no la interpretan como propia algunos aparatchiks comunistas para su propio provecho. En ello le va la credibilidad. Y posiblemente ten ga que hacer frente a ofensivas extraelectorales de su antecesor. Porque si algo no sabe hacer Walesa -lo reconoce él mismo- es perder.